El liderazgo colectivo: un camino para innovar

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En el mes de mayo de 2016 se celebró en la ciudad de Chicago, el XI Foro de Liderazgo Anual del Capítulo PMI (“Project Management Institute”), cuyo centro de atención fue estrategia para la innovación, tema que mantiene toda su vigencia e interés hoy en día. En este marco, resultó de especial interés la exposición del especialista español Antonio Nieto Rodríguez sobre la necesidad que tienen las empresas de implementar “principios ágiles adaptativos” para lo cual se requieren marcos para desarrollar culturas innovadoras con un alto nivel de respuesta al cambio. A partir de esta idea se destaca la importancia del liderazgo colectivo para crear los entornos de colaboración, desarrollar procesos adaptables e impulsar un compromiso excepcional en los empleados.

  1. El liderazgo colectivo

Habitualmente pensamos que las empresas exitosas tienen como ingrediente fundamental en su fórmula de éxito el hecho de contar con un líder excepcional poseedor de una batería de habilidades, incluyendo entre las mismas la de ser capaz de crear ideas innovadoras y de transmitirlas al resto de la organización, creando una meta y el camino para el siguiente hito que constituirá en sí mismo un crecimiento para la empresa. De esta forma se destacaron gerentes de la talla de Jack Welch, quien estuvo al frente de la empresa General Electric entre los años 1981 a 2001 y fue elegido como el “Ejecutivo del siglo XX” por la revista “Fortune”. Una de las frases de Welch resumen su visión del liderazgo: “Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y ser mejores, eres un líder.” El libro “Hablando claro”, cuya lectura nos permitimos recomendar a nuestros lectores, refleja diversos aspectos de la vida personal y profesional de este hombre de negocios.

Si bien es cierto que contar en el equipo con un líder de tal capacidad constituye sin duda una ventaja competitiva, también es cierto que no es el único camino para lograrla y cada vez son más las empresas que se enfocan en alternativas diferentes a la de buscar contratar un Leonardo Da Vinci que aporte la visión, el diseño, la ejecución y la fuerza para completar las ideas que los destaque de la competencia.

Diversos estudios han demostrado que el hecho de contratar varias personas creativas no asegura que se logre un producto innovador cuando cada una trabaja en forma autónoma tratando de lograr su propia innovación. Sin embargo, si se logra crear una cultura participativa, es posible que las personas que no son necesariamente de espíritu creativo logren serlo por la sinergia lograda al trabajar en equipo con otras que sí lo son. La experiencia de unos se suma a las ideas de los otros y de esa forma se alcanza un equipo de alto rendimiento, comprometido y enfocado en hacer crecer a la empresa. Alcanzadas estas conclusiones no debe dejarse de lado el hecho de que el equipo líder debe tener un grado de similitud en madurez y capacidad (aun cuando las habilidades sean diferentes y en realidad es provechoso que lo sean para crear fuerzas complementarias). Para ser gráficos, y tal como se ha expresado en algunos artículos publicados sobre este tema, la mejor idea del liderazgo colectivo está dado por la imagen de un equipo de fútbol: todos participan durante el partido para alcanzar la meta, pero debe haber una cercanía en habilidades de los jugadores (no del tipo de habilidad pero sí en grado de competencia), pues es claro que nadie quiere pasarle la pelota a un jugador que juegue mal.

  1. Beneficios colaterales 

La posibilidad de generar valor desde diferentes perspectivas, aprovechando las distintas habilidades, conocimiento y experiencia de los integrantes del equipo, alimenta el sentimiento de satisfacción profesional de sus integrantes, repercutiendo en una mayor energía para trabajar, mayor compromiso y menor rotación en los equipos de trabajo.

Garantizar los objetivos primarios (salariales, de ambiente laboral, oficinas agradables, etc.) no asegura por sí solo mayor compromiso y estabilidad de los equipos de trabajo. Una vez satisfechos estos objetivos las personas se moverán en búsqueda de otros factores que los completen, tales como reconocimiento y poder, los cuales no son buscados por todas las personas de la misma forma ni con el mismo grado de necesidad o urgencia.

No caben dudas de que la participación directa en el éxito de los proyectos colabora con la satisfacción de los empleados, los hace crecer como profesionales y elevarse en un círculo virtuoso que permitirá continuar generando ideas innovadoras.

  1. Principios ágiles adaptativos 

El otro concepto manejado por Antonio Nieto Rodríguez es el de la aplicación de principios ágiles adaptativos. Este concepto, habitual en el lenguaje de los profesionales del software, se refiere a la idea de manejar los proyectos por ciclos, en los que las distintas etapas se van repitiendo y adaptando según la necesidad del cliente y las nuevas definiciones del producto. Esta metodología, ideada con intención de aumentar la tasa de proyectos que alcancen un fin exitoso, se basa en el hecho de que no siempre es claro el alcance o definición completa del producto al inicio de un proyecto. También puede ocurrir que al inicio de una idea o proyecto se crea tener bien claro el alcance, pero el mismo se vaya modificando en el avance del tiempo al surgir nuevos requerimientos por parte del cliente o usuarios del producto. Este problema llevó a la creación de metodologías en el desarrollo de un proyecto que van repitiendo en el tiempo las etapas de definición, planificación y ejecución, adaptándolas según los cambios que van surgiendo. Así pues, se basan en la idea de que se trabaja en un entorno altamente cambiante y se precisa de un método que permita incorporar los cambios.

En definitiva, la aceptación y adaptación de los cambios en el objetivo de la empresa es mucho más fácil en ámbitos de liderazgo colectivo, donde el equipo acepta y se adapta al cambio mucho más fácilmente que cuando el líder es único.

 Cra. Virginia López