Democracia: credibilidad y cercanía

Por Mónica Xavier (*) | @EsMonicaFA

La fortaleza de la izquierda reside en su credibilidad. Podemos avalarla por una década en la que hemos cumplido rigurosamente con los programas de gobierno comprometidos con la ciudadanía. Con ellos logramos crecer, distribuir y asegurar derechos. Siempre pusimos por delante las prioridades de quienes más lo necesitan y nunca jugamos al achique. Esta afirmación no encierra temeridad sino determinación y confianza en un país que debe seguir su desarrollo inclusivo para superar tiempos que de sencillos no tienen nada.

Nadie puede negar que hemos logrado modernizar la matriz energética, atraer inversiones, multiplicar por más de cuatro el PIB, y como resultado de todo ello generar trabajo y aumentar en 50% el poder de compra de los salarios. Todo en una década. A todo eso algunos de la oposición lo denominan década perdida.

No es difícil concluir que alguien está equivocado. Para responder esa afirmación es útil preguntarse sobre los gobiernos de los actuales opositores: ¿La oposición fue capaz de desarrollar una matriz energética sustentable? No. Dejaron el país de los apagones. ¿La oposición fue capaz de atraer capitales y generar puestos de trabajo? No. Dejaron un país con  los peores índices de captación de inversión y donde la tasa de desempleo llegó al 20%.  ¿La oposición fue capaz de implementar políticas sociales que impidieran el crecimiento de la pobreza? No. Dejaron el país con el 40% de pobres y el 5% de indigentes, donde el 60% de los niños nació bajo la línea de pobreza.  ¿La oposición fue capaz de generar un sólido sistema financiero? No. Dejaron al país fundido. ¿La oposición fue capaz de proyectar futuro? No. Dejaron al país y a su gente con sus mayores esperanzas atadas a un pasaporte.

Como recién expresé, y lo vemos, escuchamos y leemos todos los días por todos los medios, la oposición sacó cuentas que no le es buen negocio reconocer lo que se ha avanzado desde 2005. Eso los hace transitar por caminos de confrontación, con campañas  negativas, con toda la artillería puesta al servicio de opacar, confundir y tergiversar. Siguen en campaña, nadie les avisó que ya no son tiempos electorales. No aceptan que la ciudadanía le otorgó al Frente Amplio por tercera vez consecutiva el gobierno y la mayoría parlamentaria.

Si verdaderamente quisieran lo mejor para los uruguayos, sumarían a soluciones de fondo, por ejemplo para los problemas de convivencia y de violencia. Pero nada de eso, la oposición tiene su botín más preciado en generar la mayor sensación de inseguridad. Desde una aparente consternación ante los graves problemas de seguridad salen con un megáfono para dar manija y así aportar a cualquier cosa menos a brindar soluciones.

Repasemos, cuando el presidente Tabaré Vázquez hace pocos meses convoca a todos los partidos para trabajar políticas de Estado sobre este tema tan acuciante para nuestra sociedad, los principales líderes de la oposición negaron su participación desde el argumento que “no están para salir en la foto”. Esa manera de rehuir al encuentro no contribuye a construir políticas de Estado. Finalmente entraron en razones y aceptaron reunirse, pero al rato, volvieron a sacar el ábaco electoral y volvieron a dar el portazo.

Ese clima de confrontación constante no hace bien al país ni tampoco a un sistema que se ve jaqueado por este tipo de actitudes que la ciudadanía no percibe positivamente. El diálogo político tiene mucho que ver con lo que la gente opina de la democracia. En el último informe del Latinobarómetro[1] se señala que «Uruguay ha sido históricamente el país de América Latina donde el apoyo a la democracia es más alto», sin embargo ahora alcanzamos el punto más bajo en más de dos décadas. Según ese informe la gente que quiere  «mano dura» en Uruguay trepó al 71%. Y en el caso de tener que optar entre vivir en una “sociedad ordenada”, aunque se limiten libertades, o libre, a pesar de que haya algún desorden, más de la mitad de los uruguayos encuestados indicaron el orden por sobre la libertad. Hay que escuchar a la gente así como ser responsables en nuestras actitudes.

Uno de los más grandes desafíos de la democracia está en extender prestaciones de calidad a toda la población. El mejor ejemplo de ello está dado por el Sistema Nacional de Cuidados. Es a través de la eficiente implementación del SNC – de la gestión que en él seamos capaces de ejecutar – que  nuestro país tiene la oportunidad de quedar a la vanguardia en materia de protección social. En este trascendente Sistema se sintetizan respuestas a necesidades ciudadanas que permiten continuar restituyendo derechos postergados durante décadas a decenas de miles de uruguayas y uruguayos. Así como también el reconocimiento a la labor de las mujeres como sostén de una matriz social consuetudinaria.

Allí tenemos otro gran desafío – el de la equidad de género – que en el estudio de la Encuesta Mundial de Valores[2], la investigadora uruguaya Verónica Pérez-, afirma: “en las últimas dos décadas, los países de América Latina han aprobado e implementado una variedad de políticas públicas que buscan promover la equidad de género y los derechos de las mujeres”. Y concluye con un dato muy significativo: “quienes se posicionan más hacia la izquierda exhiben menores niveles de tolerancia hacia la violencia a las mujeres, y tienden a tolerar más la interrupción del embarazo, en relación a quienes tienen posiciones ideológicas de derecha”, así como también “la izquierda muestra mayor desacuerdo con la frase “los hombres son mejores líderes políticos”. Aquello de la existencia de las ideologías que solamente es controvertido en nuestro país y por la derecha.

También se publicó el informe del PNUD / CIFRA[3] con relación a la participación de las mujeres en política en nuestro país. Al respecto concluye, de manera consistente con el informe antes citado, al señalar que un 66% de la población considera que las mujeres deberían ocupar más cargos políticos que en la actualidad, y una amplia mayoría también opina que deberían aplicarse acciones afirmativas para lograr esa participación. El estudio llega a más, y constata que ocho de cada 10 uruguayos considera positivo que nuestro país también tenga una presidenta en el futuro cercano. Esto reafirma lo que siempre he defendido, que una democracia no es completa cuando más de la mitad de la población está subrepresentada.

El escenario queda así planteado: mientras los gobiernos de izquierda avanzan y pelean por equidad, inclusión y oportunidades, la oposición deambula en el devaneo de cómo hacer para tener alguna chance de sacar al Frente Amplio del gobierno en el próximo balotaje”. Lejos de ideas electoreras nuestro gobierno sigue a tranco firme. Y lo hace bien cerca de la gente. Cercanía es mucho más que un enunciado, cercanía es la capacidad de escuchar y ponerse en el lugar del otro. Eso que hace el gobierno de izquierda, y que nunca antes institucionalmente ningún otro había hecho: ir a cada pueblo, ir hacia la gente para compartir tanto sus problemas como sus anhelos.

(*) Senadora y secretaria general del Partido Socialista – Frente Amplio

[1] http://www.latinobarometro.org/latNewsShow.jsp

[2] Los cambios de valores en la sociedad uruguaya (UCUDAL – Fundación Konrad Adenauer Stiftung)

[3] http://www.onu.org.uy/files/Estudio_CIFRA.pdf