Yo soy feminista

Por Felipe Schipani (*) | @FelipeSchipani

El diccionario de la Real Academia Española define al feminismo como «principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre». Desde esa definición me considero un feminista, pues creo absolutamente en la igualdad entre hombres y mujeres, y reconozco que uno de los avances más importantes que ha tenido nuestra sociedad occidental últimamente ha sido el de la emancipación de la mujer.

Los colorados y batllistas siempre tuvimos esta concepción, no en vano José Batlle y Ordóñez fue un entusiasta feminista, que incluso escribía desde las páginas del diario El Día con el seudónimo «Laura», e impulsó desde sus gobiernos diferentes medidas en procura de la igualdad de derechos de la mujer. Entre ellas cabe destacar la licencia por maternidad en el año 1906, la cuota para el ingreso de la mujer en la Administración Pública en 1910, la ley de divorcio por sola voluntad de la mujer en 1912, la ley que creó la Sección Femenina de Enseñanza Secundaria en 1912 (Universidad de la Mujer), el primer proyecto de ley sobre sufragio femenino en 1912, la primera ley que reprimió el proxenetismo en 1916, la ley de la silla en 1918 y la ley de sufragio de la mujer en 1932.

Asimismo durante gobiernos colorados accedieron al Parlamento las primeras mujeres en el año 1934, se aprobó la ley de derechos civiles de la mujer en 1946, se creó el Instituto de la Mujer en 1987 y la Comisaría de la Mujer en 1988, se tipificó el delito de violencia doméstica en 1995 y la primera ley de violencia doméstica, nº 17.514 en 2002, y en el año 2004 se nombró a la primera Jefa de Policía del país. A su vez a nivel partidario, la primera mujer que presidió un partido político en el Uruguay fue la entrañable Martha Montaner, que en el año 2012 asumió como Secretaria General del Partido Colorado.

Sin embargo, convengamos en que la definición de feminismo antes señalada, no es aceptada pacíficamente. Y no lo es, porque hay tantos movimientos feministas como definiciones de feminismo.

En los últimos tiempos ha ganado terreno en la opinión pública un feminismo radical e intolerante, un feminismo que plantea al hombre como un enemigo a vencer y que lleva su prédica a terrenos absurdos como los del lenguaje, pretendiendo imponer el ininteligible lenguaje inclusivo.

El pasado 1° de marzo quedó en evidencia esta visión del feminismo, en oportunidad de la elección de la nueva Presidenta de la Cámara de Representantes. Cuando le tocó votar a la diputada del Frente Amplio de Salto, y al reseñar el hecho histórico de que dos mujeres presidan las cámaras legislativas sentenció «bienvenidos al matriarcado».

De modo que quienes dicen luchar contra el patriarcado, no lo hacen para alcanzar el plano de igualdad de derechos, sino que lo hacen con el objetivo de imponer un matriarcado. En lo político es como quienes luchan contra una dictadura, no para llegar a una democracia, sino para imponer otra dictadura.

La marcha del 8 de marzo fue impactante, miles de mujeres y hombres se concentraron en la avenida 18 de Julio, en lo que se ha convertido en una de las manifestaciones populares más importantes de nuestro país. Esto nos habla de una sociedad que ha advertido la importancia de reivindicar la igualdad de derechos.

Lamentablemente algunos episodios de intolerancia se vuelven a reiterar y tienen como blanco a la Iglesia del Cordón, que una vez más es dañada por bombas de pintura. Por supuesto que la conducta de ese puñado de trogloditas no menoscaba en absoluto la movilización, sin perjuicio que deslegitima a la organización no condenar de modo categórico este atentado.

Por su parte la proclama leída por las organizadoras tuvo tramos surrealistas, y no es representativa de la multitud que participó de la marcha. Empezó señalando que «este 8 de marzo traemos a la memoria la lucha de las mujeres, trans, travas, tortas, lesbianas y disidencias. La lucha feminista conforma un entramado de resistencias frente a la avanzada fascista, misógina, racista, homofóbica, lesbofóbica y transfóbica que se expande en nuestro continente, orquestada desde las alianzas militar, financiera y religiosa». Asimismo, enumeró una serie de razones por las que las mujeres realizaron una «huelga feminista». Una de ellas es «deconstruir la maternidad como institución opresiva» y «transformar las formas de maternar para construirlas en feministas y anticapitalistas». También se criticó el modelo económico «extractivista», simbolizado en multinacionales como UPM. «La explosión del modelo desarrollista y extractivista, anclado en los megaproyectos del capital, que suponen la forestación, el monocultivo, la contaminación y privatización del agua, generan la expropiación y deterioro de territorios urbanos y rurales», señalaron.

Como ocurre habitualmente, no faltaron las mujeres políticas que quisieron sacar un rédito electoral recurriendo a ese discurso fundacional, que plantea que las mujeres empezaron a tener derechos a partir de que el Frente Amplio llegó al gobierno en el año 2005. Asimismo hubo otras políticas que señalaron  “que si se es feminista, se es de izquierda”, concepto similar a la premisa “si se es de izquierda, no se es corrupto” popularizado por el ex vicepresidente Raúl Sendic.

En un nuevo día internacional de la mujer, hombres y mujeres debemos reafirmar el compromiso para seguir luchando contra la desigualdad, empezando por nuestras casas, en nuestros lugares de trabajo, con nuestras familias y amigos. Allí empieza la verdadera batalla por la igualdad.

(*) Prosecretario General del Partido Colorado.