Innovación es clave para aumentar productividad, competitividad y crecimiento

ANII > “Estábamos poniendo un aviso de ‘regalamos dinero’ y no venía nadie”

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En Uruguay se invierte poco y se lo hace mayormente en bienes de capital y no en Investigación, Desarrollo e Innovación, un área que se entiende clave para el desarrollo económico de los países en el mundo actual. Desde la ANII, señalaron que a nivel de programas “estamos teniendo buenos resultados, pero tenemos grandes dificultades para mover la aguja”.

“Innovación y competitividad en el Uruguay” fue el título de la conferencia organizada por la consultora CPA Ferrere, la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Bruno Gili, socio de CPA Ferrere, fundamentó que la innovación es un elemento clave para mejorar la productividad de los países y en consecuencia generar un mayor crecimiento económico.

El experto centró su discurso en los resultados del ranking de competitividad global del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) donde se describe a la economía actual con cinco características: está basada en el conocimiento y la innovación, en redes y colaboraciones, es global, elimina la frontera de los negocios y presenta gran velocidad e incertidumbre.

En estas condiciones, el WEF sostiene que para lograr una mayor competitividad una economía debe ser resistente frente a los shocks externos, ágil, brindar un ecosistema de innovación y concentrar sus esfuerzos en el capital humano. “La innovación es especialmente relevante como motor para el crecimiento de la productividad y la creación del valor”, valoró Gili, detallando que “la capacidad para innovar depende de la calidad de un vasto y complejo ecosistema”.

En el ranking del WEF, Uruguay se ubica en el puesto 53 y en un aspecto importante como la tecnología está muy bien ubicado, posicionándose en el lugar 12 a nivel internacional. Sin embargo, en dinamismo empresarial el país ocupa el puesto 79 y en innovación el 70. “Tenemos hecha la carretera pero no estamos poniendo ideas con capital humano o procesos para que la carretera funcione. Tengo las vías pero no tengo el tren”, lamentó. No obstante, Gili aclaró que “Uruguay no es una excepción en el mundo” y el informe demuestra que “no se le está haciendo fácil a nadie”.

Inversión intangible

Morgan Doyle, representante del BID en Uruguay, coincidió en destacar que la inversión en innovación contribuye a mejorar la competitividad e hizo mención a una encuesta que distingue entre las empresas que invierten, entre las que no lo hacen, y que concluye que las primeras obtienen “mucho mejores resultados” en productividad, exportaciones, ventas y empleo.

Explicó que Uruguay “invierte poco” en Investigación y Desarrollo (I+D) y si bien valoró “ha habido esfuerzos del sector público” estos siguen siendo “muy bajos”. Por su parte, dijo que es “muy llamativa la contribución del sector privado” que tiene muy baja participación en la inversión del país. “Eso plantea la pregunta de qué tan apropiados son los instrumentos o por qué el sector privado no está acompañando”, se cuestionó.

El representante del BID también hizo foco en las características de la inversión. Detalló que en los países de la OCDE un 66,6% de la inversión se destina a innovación, mientras que en Uruguay la gran mayoría de la inversión (un 73,8%) está concentrada en bienes de capital. En ese sentido, nuestro país presenta una relación inversa a la de los países desarrollados. “Se debe invertir más en intangibles”, opinó.

En cuanto al “diagnóstico digital”, destacó que el uso digital del gobierno y de la sociedad se ubica en la primera posición en América Latina y el Caribe, pero a nivel de empresas ocupa el puesto número 15.

Respecto a los motivos por los que las empresas no invierten, mencionó: las capacidades institucionales, el acceso y dinamismo del mercado, la apropiabilidad, el financiamiento y el capital humano.

En ese sentido, propuso realizar una reforma de los incentivos tributarios y premiar de forma diferencial a quienes impulsen la I+D colaborativa, así como impulsar el capital de riesgo y crear esquemas de inversión público-privados. En materia educativa, mejorar el acceso al conocimiento, fortalecer la educación técnica y la formación de ingenieros, promover la inserción de recursos humanos en empresas y fortalecer el relacionamiento universidad-industria. Por último, dijo que se debe favorecer la inserción internacional a nuevas empresas y reconocer títulos a inmigrantes.

Participación “escuálida”

El presidente de la ANII, Fernando Brum, evaluó que hay cosas positivas como los resultados del “ecosistema de startups” y de “conglomerados”, que permitió “abrir la puerta a innovadores”. Sin embargo, “es un mundo diferente cuando hablamos de las empresas”.

Para llegar a las empresas se cuentan con tres líneas principales: una que apoya la implementación de la innovación, otra que busca potenciarla y el “Fondo Fiandra” orientado a la expansión, principalmente a la exportación. Brum explicó que estos apoyos “están bien”, pero aún así “la participación de las empresas es escuálida”.

Explicó que la ANII contaba con instrumentos establecidos “de acuerdo a estándares internacionales”, pero “no venía nadie a golpear la puerta”. Evaluó que era algo “complejo” porque en algunos casos se trata de subsidios que alcanzan al 50% del costo del proyecto. “Estábamos poniendo un aviso de ‘regalamos dinero’ (…) y no venía nadie. Quizás lo estábamos ofreciendo de manera inadecuada”, reflexionó.

Brum también se refirió a “una generación nueva de instrumentos” agrupados dentro de lo que calificó como “open innovation” (innovación abierta), que consta de concursos de ideas, redes de innovación y la implementación de “desafíos”, que son casos en los que las empresas tienen un problema y desde la ANII se busca “quién lo puede resolver”. “Funciona bien pero se usa poco”, sostuvo.

“Estamos teniendo buenos resultados pero tenemos grandes dificultades para mover la aguja”, lamentó. Además, criticó que como sociedad “tenemos un discurso bastante esquizofrénico”: “Gran parte del problema somos nosotros que no sabemos comunicar pero gran parte del problema es que lo que decimos no lo queremos hacer”.


“La mentalidad es lo primero que nos frena”

Luego de las exposiciones, hubo una ronda de comentarios integrada por Leonardo Loureiro de Cuti, quien ofició de moderador; Lucía Spangenberg de GenLive; el empresario biotecnológico Sergio Birembaume; Christian Daude, del Ministerio de Economía; y Gerardo García Pintos, de la Confederación de Cámaras Empresariales.

Para Spangenberg, “la mentalidad es lo primero que nos frena” y explicó que los uruguayos tienen una elevada aversión al riesgo. Eso lo vio al ofrecer invertir en biotecnología y le responden que es mejor invertir “en un apartamento” que genera “una renta mensual”. “No fue una vez que me lo dijeron”, lamentó.

Birembaume señaló que el principal desafío es “monetarizar” nuestros productos y las principales limitantes tienen que ver con cuestiones “estructurales del país” así como la lejanía geográfica de las redes de innovación global.

El empresario García Pintos, dijo que quería dar un “baño de realismo” y evaluó que en las razones de no inversión “hay temas culturales de liderazgo”, en las que se debe analizar “qué es causa y qué es consecuencia”.  “Hay cosas con las que hay que trabajar porque ni la investigación va a las empresas ni las empresas van a la investigación”.

Por su parte, Daude destacó que es fundamental la innovación para “acceder a mercados” y detalló varias líneas que se están trabajando para promover la innovación como el proyecto de ley de emprendimientos, que apunta a reducir el costo de entrar y salir del mercado, y si la empresa es exitosa que pueda cambiar de manera “más maleable”. También indicó que está dando un marco legal para las plataformas de financiamiento  y crowfounding, aunque reconoció que “los reguladores suelen ser conservadores”. Por último, mencionó los nuevos incentivos tributarios previstos en la Ley de Inversiones para los proyectos de I+D.