Uruguay debe “bajar los costos de comerciar” para lograr insertarse en las cadenas globales de valor

Pensar a futuro > en abril convocarán gabinete de transformación productiva y competitividad

Fuente: Banco Mundial

La reducción de costos implica bajar aranceles, lograr una integración más profunda y mejorar la infraestructura logística. La secretaria ejecutiva de la Unión de Exportadores, Teresa Aishemberg indicó que “en un momento donde el mundo era otro podíamos haberlo aprovechado, pero no lo hicimos por los obstáculos que nos ponemos entre nosotros mismos”. El director de OPP, Álvaro García, destacó la necesidad de planificar a largo plazo, como forma de “anticipar riesgos” y “anticipar oportunidades”.

“Competir en las grandes ligas. Análisis de dos cadenas de valor: Lácteos y TICs” es el nombre del último informe para Uruguay elaborado por el Banco Mundial (BM), donde se analizan los desafíos y posibles acciones para incorporar valor agregado a la producción de estos dos sectores de actividad (ver recuadro).

El documento fue presentado por dos de sus autores, Alberto Criscuolo y Gonzalo Varela, en un evento organizado por el BM en el hotel Sheraton, quienes además de describir las características de las cadenas globales de valor, destacaron la importancia de integrarse a ellas.

Las cadenas globales de valor son aquellos procesos de producción en los que se agrega valor agregado a través de la incorporación de diversos bienes y servicios, en un proceso que muchas veces está fragmentado geográficamente. Sin dudas, el caso más emblemático es el de los productos tecnológicos, donde diversas partes de un dispositivo se producen en varios países, pero también afecta a productos y servicios de los más diversos sectores.

Criscuolo indicó que las cadenas de valor “permiten especializarse en el todo o en la parte”, ya que la producción es secuencial y se va a adaptando a lo requerido por los compradores. En ese sentido, permite a algunos países especializarse en un eslabón de la cadena, pero con una escala suficiente como para competir en el mundo. Asimismo, permite la transferencia de capital, tecnología, conocimiento, y contribuye a que las empresas cumplan con estándares internacionales. Por su parte, a nivel macroeconómico le han permitido a las economías emergentes hacerse de una mayor parte del PIB mundial.

Sin embargo, el experto del BM reconoció que no todo lo que reluce es oro, ya que las cadenas globales pueden hacer que algunos sectores de la producción “queden atrapados en segmentos de poco valor agregado”.

Bajar costos

Al referirse a Uruguay, Varela destacó que en los últimos quince años se logró avanzar en el dinamismo exportador, pese a la reversión que se registró en los dos últimos años, lo que estuvo acompañado de una fuerte Inversión Extranjera Directa (IED).

Aseguró que no todo este crecimiento fue generado por “el viento de cola” que representó el contexto internacional. “El contexto internacional ayudó, pero en gran parte no fue viento de cola, sino que fue una combinación de  un sector exportador muy dinámico que tomó las oportunidades que el mercado le estaba dando y un conjunto de políticas públicas que apuntalaron el crecimiento: políticas comerciales, de promoción y de apoyo productivo, que permitieron apuntalar este crecimiento”, sostuvo Varela.

Sin embargo, advirtió que en la actualidad el viento cambió y ahora debemos “enfrentar el viento de frente”, por lo cual aconsejó “mirar más al mundo y mirar más a la región”. Al entender de los expertos, la integración regional es fundamental para la inserción a escala global. “La geografía implica que la competitividad global de un país dependa de la calidad de los vínculos económicos con los vecinos, (…) para luego potenciarse a las cadenas globales de valor”, sostuvo.

Varela aseguró que Uruguay muestra una “tendencia levemente creciente” en su participación en las cadenas globales de valor.

Pensando en lo que debe hacer el país, Varela dijo que “la principal estrategia es horizontal: bajar los costos de comerciar”. Eso implica reducir los aranceles para aumentar la eficiencia y la inversión, algo en lo que “el Mercosur está un poco rezagado” ya que “tiene los aranceles más altos”; lograr una integración más profunda, por ejemplo, incorporando en los acuerdos cláusulas de protección de inversiones; y por último, requiere de mejorar la infraestructura logística. “En un país remoto como Uruguay esto es particularmente importante”, sostuvo Varela, explicando que los flujos de comercio en América Latina son muy sensibles a la distancia, ya que los costos de transporte son particularmente elevados.

Anticiparse a la jugada

Del lado del gobierno, el director de la OPP, Álvaro García, remarcó que “la competitividad es un tema complejo” que no depende de una sola variable y que requiere de acciones de políticas públicas, pero también del sector privado. “El análisis de las cadenas de valor lo compartimos y creemos que no se puede no trabajar con una mirada estratégica”, sostuvo García, quien destacó la creación en 2015 de la Dirección de Planificación dentro de OPP en la que “se busca tener una mirada de largo plazo, analizando cuales van a ser las necesidades más importantes que va a tener el país”. De esta forma, se busca “anticipar riesgos”, pero también “anticipar oportunidades”. García adelantó que en abril se convocará al gabinete de transformación productiva y competitividad, integrado por los ministros del área económica. Subrayó que es importante concebir el “cambio radical” por el que atraviesa el mundo y el sector exportador, y señaló que las políticas públicas son fundamentales para lograr incorporar valor agregado a las ventas externas del país. “El trabajo de diseño, el marketing, la distribución, los canales de ventas, es por donde está el valor hoy, y como país pequeño tenemos mucho para aportar en este mundo”.

García instó a pensar a un objetivo a 2030, de forma de trascender los períodos de gobierno y lograr ser más efectivos en las acciones del sector público, y agregó que ese trabajo de prospectiva no solo está direccionado a lo económico, sino que también incluye otros ejes transversales: territorial, de género y cultural.

El director de OPP afirmó que desde el punto de vista demográfico para 2030 “no vamos a ser seis millones, vamos a ser unos cuatro millones” y vamos a tener una población económicamente activa descendente. Estimó que ello se puede mitigar con la incorporación de las mujeres a la masa laboral y –en parte- con la inmigración: “Es una alternativa”. En ese sentido, García se refirió al “riesgo” que implica para muchos países la automatización de la economía (ver nota página 13), asegurando que para Uruguay ello “no sería un problema sino una contribución”. “Si vamos a tener desafíos importantes para el crecimiento económico y vamos a tener menos demanda laboral, necesariamente vamos a tener que mejorar la productividad y en eso es fundamental la tecnología”, evaluó.

Todo el mundo cambió

Mostrando la perspectiva del sector privado, Teresa Aishemberg señaló que “competir en las grandes ligas” para la Unión de Exportadores, sería por ejemplo, alcanzar un acuerdo comercial con China. No obstante, aseguró que la principal preocupación que tienen es contar con “un marco de certidumbres” que comience con nuestros socios del Mercosur. “En un momento donde el mundo era otro podíamos haberlo aprovechado, pero no lo hicimos por los obstáculos que nos ponemos entre nosotros mismos”, criticó Aishemberg, agregando que “el mundo que se avecina es bastante diferente al que tuvimos hasta ahora”.

La representante empresarial, aseguró que los exportadores uruguayos han trabajado en innovación y han invertido fuertemente para lograr incorporar valor a la producción. En ese sentido, destacó la importancia de  la Ley de Promoción de Inversiones a nivel de gobierno, así como también los programas de desarrollo con los que cuenta la propia gremial.

No obstante, mostró preocupación por la educación, afirmando que están de acuerdo con la tendencia a la automatización para el mediano y largo plazo, pero que se requiere de mejorar la productividad hoy. “Hoy necesitamos que ese programa de competitividad, que es un sueño de los exportadores, tenga integrado al sector privado para que le dé los insumos que se precisan para el día de hoy”, sostuvo.

También instó a reducir los costos internos del país, y reiteró la necesidad de dar certezas, sobre todo en lo que refiere al marco normativo del Mercosur. “Tenemos que seguir trabajando en el hoy, para mejorar nuestro futuro, en un mundo bastante distinto”, concluyó.

Dos sectores para jugar en primera

Lácteos

De acuerdo al informe del BM, Uruguay tiene “oportunidades prometedoras en dos segmentos estratégicos de la industria láctea”: el de los productos comerciables, acopiables y globales, -que tienen facilidades de comercialización debido a “su naturaleza no perecedera”-, y el de los productos perecederos de producción local por los cuales los consumidores están dispuestos a pagar sobreprecios (productos perecederos locales “premium”).

En el primer caso, se recomienda invertir directamente en las fases ulteriores de la cadena de la industria láctea para afianzar su lugar en los mercados finales y enfocarse en la diferenciación de productos en el mercado. Para ello se debería armonizar las leyes y reglamentaciones nacionales con las normas internacionales, realizar auditorías de las prácticas implementadas en los tambos orgánicos, introducir programas de acreditación y certificación, y programas de apoyos temporales para los tamberos de producción orgánica.

En el caso de los productos perecederos “premium” se debe apuntar a una estrategia colectiva de modernización y formalización destinada a los productores de quesos artesanales de Colonia y San José. A propósito, insta a elaborar normas para productos de aplicación voluntaria pero exigibles, fortalecer los controles sanitarios, fitosanitarios y de seguridad alimentaria, permitir inversiones en una red de distribución, e invertir en el desarrollo de una marca con reconocimiento nacional para los quesos artesanales.

TIC

En cuanto a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) y servicios asociados, tiene dos sectores con “un panorama alentador”: en el corto plazo el suministro de productos y servicios personalizados y de alta complejidad por parte de pequeñas empresas (el segmento boutique), y a largo plazo, las grandes empresas internacionales de TIC que se adhieran a prácticas innovadoras a gran escala (segmento “neurálgico”).

Para el segmento “boutique” se propone reorientar el enfoque de los programas de promoción de la exportación para TIC, hacia empresas emergentes dinámicas y empresas medianas con perspectivas de internacionalización; reducir las barreras al comercio y la doble imposición para los exportadores uruguayos; y propiciar una participación preferencial en políticas y programas educativos de ciencias tecnología, ingeniería y matemática.

En cuanto al sector “neurálgico” se recomienda aumentar la disponibilidad de mano de obra calificada por medio de un paquete coordinado de cambios normativos relacionados con la inmigración, la educación secundaria y terciaria, la especialización en el empleo, la capacitación permanente y la atención post instalación para las IED en TIC. Asimismo, insta a consolidar el liderazgo regional de Uruguay en infraestructura de TIC, aumentar el acceso a fuentes de financiamiento secundario e inversiones iniciales, y aprovechar el uso de algoritmos para remediar la ausencia de fuentes importantes de talentos especializados en TIC.