Entre el viento de cola y el desacople, hoy “Uruguay está creciendo por impulso de la región”

Desde CPA Ferrere aseguran que la recuperación del crecimiento económico tiene tintes de “crecimiento de los 90”, basado en el consumo interno y el turismo, dejando de lado los rubros transables. Por esta razón la inversión en la industria y la generación de empleo no alcanzan a acompañar el crecimiento. Para la consultora, Uruguay cerrará el 2017 con una expansión del PIB del 3,2%.

Por Adolfo Umpiérrez | @AdolfoUmpierrez

La gran discusión de las razones para el crecimiento económico uruguayo suma un nuevo capítulo. La campaña electoral de 2014 fue el tiempo de escuchar a la oposición decir que el crecimiento económico era fruto de un viento de cola internacional generado por la recuperación de la crisis del 2009, el exceso de liquidez y el elevado precio de los commodities que favorecieron la producción sojera en Uruguay. En los últimos años, durante 2015 y 2016 el discurso pasó a manos del gobierno, desde donde no hubo integrante del equipo económico que no se vanagloriara con el tan mencionado “desacople” de la región, durante el cual, si bien no se veían grandes números de crecimiento, la actividad continuaba en una tímida expansión mientras Argentina y fundamentalmente Brasil no veían el fondo. Hoy, según análisis de CPA Ferrere, Uruguay vuelve a recuperar un buen ritmo de crecimiento favorecido, nuevamente, por un shock externo.

“Los números macro son fantásticos, pero conversando nos damos cuenta que ni la gente ni las empresas los logran ver”, dijo el economista Alfonso Capurro de CPA Ferrer el martes en su presentación a clientes de la firma. El especialista hizo una puesta a punto de la actividad económica de lo que va del 2017, en la que llegó a la conclusión de que, el momento que está atravesando Uruguay de recuperación económica no es más que un nuevo shock externo, más que nada debido al encarecimiento en dólares de nuestros vecinos Argentina y Brasil, que excede al encarecimiento en dólares por el que está pasando Uruguay.

Aún así, uno de los indicadores que da la pauta de la percepción de la población sobre la economía, como lo es el Índice de Confianza del Consumidor, que elabora la Universidad Católica del Uruguay junto a Equipos Consultores y SURA, da que “se está saliendo de la zona del pesimismo”. “Los números son buenos porque el estancamiento que vivimos en el 2015 quedó atrás aún con la refinería de Ancap sin funcionar, que hubiera aportado medio punto más de crecimiento en el primer trimestre, y un punto más en el segundo. Si sacamos esos dos efectos estamos creciendo al 4,5%. Más o menos lo que crecimos en la década dorada entre 2004 y 2014, pero con una morfología de crecimiento que se parece a los 90”, resaltó Capurro. Según las proyecciones de CPA Ferrere, la economía registrará un crecimiento de 3,2% en 2017 y 2,9% para 2018.

Es que los factores que vienen con mayor fuerza en el 2017 se trata del consumo interno y el turismo “por eso decimos que estamos surcando los efectos de un boom regional”, agregó. La postura del crecimiento por el shock externo se basa en las distintas “velocidades” a las que se ha encarecido, en dólares, la región. Mientras que, desde setiembre de 2015, Uruguay se encareció 15% en dólares, Brasil lo hizo un 38% y Argentina un 50%, esto puso a Uruguay más barato que la región y permitió que el turismo llegara a cifras que no se veían desde 2012, con ingresos por 2200 millones de dólares en la última temporada de verano.

Según Capurro, un proceso de este tipo acarrea efectos asimétricos que generan ganadores y perdedores. “Los ganadores son el consumo y los perdedores los sectores transables que ven afectada su rentabilidad”, dijo.

El especialista, a su vez, se preguntó cómo se puede lograr que este efecto sea duradero. Para la consultora es necesario se tomen medidas de políticas contracíclicas y contractivas “que no estamos viendo”, agregó. “La política fiscal, que es una herramienta posible para nivelar los efectos, no está ayudando. Está acentuando los efectos asimétricos”, sostuvo.

“La política fiscal está agravando estos efectos, venimos de tres años en los que se han usado las tarifas como amortiguadores fiscales y eso afecta los costos del sector productivo. Hoy el gasoil tiene un sobrecosto del 30% y los sectores que lo usan están pagando casi 400 millones de dólares de sobrecosto por año. La política fiscal no está ayudando a amortiguar estos efectos”, sentenció.

Ni inversión ni empleo

El efecto de este “crecimiento con asimetrías” que señala Capurro tiene dos factores claros. Por un lado, la inversión relacionada a la industria ha disminuido, y los números de desempleo muestran que, a pesar de un crecimiento muy bueno, el mercado de trabajo no alcanza a recibir los beneficios de la actividad económica. “Cuando uno quita inversiones como las de los parques eólicos, estamos en los mismos niveles que 2011 o 2012. A su vez el desempleo sigue en aumento. Estos son las dos grandes debilidades que tiene este proceso de crecimiento. Claramente los sectores transables no están teniendo el empuje para recuperar estos dos aspectos”, recalcó.

Menos inflación y “esfuerzo salarial”

“La economía se desinflacionó sorpresivamente y hay dos fuerzas importantes, uno es un shock residual del precio de los alimentos frescos, y otro es la evolución del dólar. Lo que pasó el último año es un shock residual que no tiene comparación en la última década”, explicó Capurro, y señaló que gran parte de la baja de la inflación tiene causas climáticas, al mismo tiempo que resaltó que “esto fue ayudado por un cambio en la dinámica salarial que llevó a la desindexación salarial”. A su vez, el analista aseguró que “la primera lectura que hay que hacer es que estos efectos residuales se dan vuelta y seguramente van a hacer subir un poco el índice”. Las proyecciones de CPA Ferrer para diciembre de 2017 marcan que la inflación se va a ubicar en 6% para cerrar el año, y en 7,2% para cerrar el 2018.

Para que la inflación se mantenga por debajo del 6%, desde la consultora encuentran necesario que continúe la pauta salarial descendente. Es necesario “más esfuerzo” salarial y tarifas congeladas junto a una apreciación adicional del tipo de cambio nominal. “Necesitamos más inflación en dólares y más moderación salarial”, resumió Capurro y agregó que será un efecto difícil de lograr dado que la próxima ronda de negociación salarial llegará en un año preelectoral con una economía más pujante que la última ronda abierta. Esto impedirá que el gobierno logre –o tenga interés de–  volver a imponer condiciones para desindexar los salarios.

“Seguiremos con esta economía asimétrica sectorialmente, mientras no se atiendan los desafíos de la política económica que están bastante claros. Nuestro escenario asume que la política fiscal no va a acompañar los desafíos de la economía porque sería costoso en un año preelectoral, y creemos que los salarios no van a operar como la herramienta para mantener la inflación”, concluyó.