Desde hace 17 años Ingenio incuba empresas tecnológicas de perfil exportador

El apoyo al exportador de las TICs

El término incubar es una metáfora que hace referencia a brindar apoyo a emprendimientos que aún no están maduros para que aprendan a volar por sí solos. En nuestro país hay varias incubadoras, pero Ingenio, que pertenece al LATU y se orienta a la exportación de tecnología, fue la primera, y en 17 años más de 300 emprendimientos se han presentado a ella.

Por Anahí Acevedo | @PapovAnahi

A fines de década del 90, Uruguay tenía una industria de software líder y pujante en la región -las primeras empresas exportadoras datan de esta fecha-, pero no así un apoyo o mentoría que orientara a los nuevos emprendedores en su salto al mercado exterior.

Históricamente, en sus más de 50 de historia, el LATU se ha dedicado a promover sectores industriales y, por entonces, no hacía la excepción. Su búsqueda de instrumentos convergió con la línea de trabajo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT, que buscaba brindarles a sus graduados otras oportunidades, más allá del envío del currículum a grandes empresas.

Tras el apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), y la unión de ambas instituciones, en 2001 se instaló en nuestro país la primera incubadora de empresas ligadas al sector de las tecnologías de la información que tuviesen en su mira la exportación: Ingenio. Se trataba de una iniciativa totalmente novedosa y única en un Uruguay que llevaba el tercer año al hilo de la recesión económica más larga de su historia.

Para el hoy director de Ingenio, Rafael García, no es casualidad que la incubadora haya surgido en esta etapa. En conversación con Empresas & Negocios, comentó que el fomento del emprendedurismo, a nivel mundial, suele florecer cuando el resto de las industrias están complicadas.

Hoy son seis las incubadoras de empresas que se encuentran dentro del ecosistema emprendedor uruguayo. Ingenio, que se encuentra en el Parque Tecnológico del LATU, fue la primera y ha incubado una decena de incubadoras, incluyendo las del exterior, y todas las de Uruguay.

La incubación allí es a término y depende de diferentes variables, como las tecnologías y el mercado. Sin embargo, al cumplirse los 17 años de trayectoria, la institución implementa cambios en sus planes en busca de mayor eficiencia. Entre ellos se encuentra modificar el periodo de incubación máximo de los emprendimientos, que pasó de dos años a un año.  La razón corresponde a la aceleración por la que atraviesa hoy el mercado de software, pero también a su estructura empresarial, basada en la revisación periódica de sus variables que les permita reducir costos y brindar mayor eficiencia.

Hasta el momento han pasado un poco más de 300 empresas por el Comité de Selección, de las cuales unas 160 han incubado, unas 50 “han salido volando del nido” y 20 se encuentran incubadas actualmente. De todas las graduadas en los últimos 17 años, 42 continúan en el mercado. “Es un muy buen número. De hecho, tres de ellos ampliaron su metraje y están volando muy alto”, manifestó el director.

Actualmente, la mitad de los emprendimientos que ingresan se gradúan según los criterios de la institución, aunque más de la mitad salen autosustentables, pero enfocados al mercado nacional. “A esos los sacamos del nido, pero no les decimos graduados”, enfatizó García.

Los apoyos

Quienes son aceptados por Ingenio reciben una oficina con el equipamiento inmobiliario correspondiente y conexión a internet, consultoría en diversas áreas empresariales, enfocado en la comercialización de alta tecnología.

Asimismo, los incubados acceden a capacitación disponible a través de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), la Cámara Nacional de Comercio y Servicios (CNCS), Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), entre otras organizaciones, así como también instrumentos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) o Uruguay XXI. A través de ellas, Ingenio ayuda a los emprendedores a que obtengan financiamiento, pero no lo otorga.

Por último, Ingenio impulsa a los emprendimientos en la ejecución de networking, abriendo las redes de contacto que permitan una mayor difusión del negocio, así como también acceso a futuras oportunidades.

“Cuando vemos a alguien que se graduó hace cinco años, lo que nos expresan es que sin Ingenio no hubieran accedido a tal mercado o empresa. El networking es lo más importante y lo vemos como una especie de círculos concéntricos que empiezan en los emprendimientos que tenemos acá y culminan en redes internacionales con incubadoras de otros países de América”, enfatizó el ejecutivo.

Además de instruirlos en el camino, haber incubado una empresa es un respaldo pensando a futuro. En este sentido, el director de Ingenio explicó: “Cuando cuatro muchachos se presentan a una empresa y tienen un proyecto atrás, respaldado, se disminuyen las ansiedades que ese potencial cliente podría tener, y cuando este último quiere visitar las oficinas del emprendimiento al que le está por comprar, viene al parque, ve que estamos nosotros, que hay un sistema, y compra”.

Los emprendimientos deben abonar una cuota fija de unos $7.000 mensuales. Desde Ingenio advierten que se busca la manera de ayudar al emprendedor si tiene dificultades de flujo de caja, pero que el pago es obligatorio, puesto que lo toman como un instrumento para medir el compromiso que tiene el emprendedor.

Incubados: perfil y escenario

La mayoría de los emprendedores que se presentan a Ingenio son graduados recientes –o a punto de recibirse- de facultades de Ingeniería, tanto públicas como privadas. Sin embargo, García destacó su preocupación por la “enorme ausencia” de mujeres en los emprendimientos tecnológicos. A fin de 2017, de 56 emprendedores, solo cuatro eran mujeres.

La edad promedio de los emprendedores se enmarca entre los 25 y los 30 años. De todas formas, también hay otras figuras, como ingenieros con trayectoria. El nivel de conocimiento que poseen “es muy bueno, incluso en términos internacionales”, observó García, incluso, sin mayor distinción entre universidades privadas y públicas.

Genéricamente, el área de gestión empresarial ha mejorado “muchísimo” a lo largo de los años, pero aún siguen presentes algunas falencias importantes, aseguró, tales como el área de propiedad intelectual. “Los emprendedores saben que si están escribiendo un software deberían protegerlo con propiedad intelectual, que es un trámite fácil y barato, pero no lo hacen”, comentó.

Si bien Uruguay es un lugar propicio para emprender y desarrollarse, tarde o temprano los emprendedores deben pensar en volar lejos. “Tengo el extraño privilegio de estar desde hace 30 años en el área de las tecnologías de la información y de ser testigo de las empresas que exportaron en Uruguay, y no hay una sola a la cual no le haya ido bien y no haya juntado un montón de millas aéreas”, ilustró. Para García, por más que se pueda vender por internet, hay que estar abiertos al mundo y conocer a los inversionistas cara a cara.

Dentro del rubro de la tecnología es difícil identificar un sector que tenga mayores oportunidades, puesto que los casos de éxitos abundan y se mueven de rubro en rubro. Dentro de estos, García citó a Genexus, con 30 años de trayectoria, así como también emprendimientos relacionados a la industria financiera, que llevan “millones de dólares exportados y cientos de empleados”. En el área de los videojuegos también se identifica un movimiento importante y algún caso de éxito resonante”, como sucede con el desarrollo de software tercerizado.

En el pasado también han aplicado empresas que se dedican actualmente a un público muy específico, como lo ha sido un software de tecnología futbolística “de primer nivel mundial” utilizado en la Copa Mundial de la FIFA, recordó García, así como también tecnología para pesca de alta mar, “única en el mundo”, con visualizaciones en tres dimensiones de las redes debajo del agua, de la cual “sigue sin haber herramientas de ese estilo”.

Desde el momento en el que los emprendimientos ingresan a Ingenio, se les solicita de parte de la institución un compromiso total de forma tal que, al menos, una persona del equipo esté vinculada a pleno siempre. “Si eso no se cumple lo sacamos de la incubadora. Si alguna persona comenta que se va un mes de vacaciones y lo estamos incubando, ya vamos a dudar de su compromiso”, argumentó, y añadió que en el camino se necesita que el emprendedor dedique todos sus esfuerzos, tanto intelectuales como monetarios.

En los últimos años varias decenas de instituciones de nuestro país comenzaron a apoyar a los emprendedores uruguayos. Para García, este escenario es muy bueno, pero jugó una contrapartida: se creó una cierta comodidad para los aspirantes a empresarios. “Uno se encuentra con el emprendedor enamorado de la tecnología, lo cual está muy bien”, pero también tiene que entender que los clientes nunca van a venir a golpear la puerta, sino que uno tiene que salir a buscarlos”.


Financiación 

Ingenio es parte integral del LATU, por lo que la mayor parte de su financiamiento proviene de este organismo. El área presupuestal más importante es el relacionado al staff permanente, compuesto por cinco personas, y el mantenimiento de la infraestructura, para lo cual va el 80% de lo destinado. Además, a las empresas exitosas se les cobra una regalía por el mismo periodo en el cual estuvieron incubados y, en ocasiones, se comercializa algún servicio de consultoría a alguna incubadora del exterior.


Comercializar alta tecnología

Para el ejecutivo, uno de los grandes problemas que se debe hacer frente durante la comercialización de alta tecnología es la “tremenda asimetría” de conocimientos técnicos entre el proveedor, la start up tecnológica y el cliente. “No sabemos lo que es la tecnología y a veces es muy difícil transmitir sus bondades”, sostuvo, al tiempo en que también enumeró la alta rotación de productos, la fuerte competitividad, la incertidumbre y lo pronto que las herramientas se vuelven obsoletas.