Abella: “No veo diferencias esenciales en lo económico entre un gobierno de Lacalle y uno de Martínez”

EN PANINI’S | ESPECIAL PRECANDIDATOS

Gonzalo Abella, precandidato por Unidad Popular


Un programa de gobierno antagónico a todos los demás es lo que presenta Unidad Popular (UP) con la mira puesta en las próximas elecciones. Su candidato único critica fuertemente al Frente Amplio (FA) por haber “evolucionado a una lectura totalmente neoliberal”, y lamenta el aumento de los asentamientos, de las personas en situación de calle y de los niños pobres. Por otro lado, advierte cuáles serían los riesgos de continuar con el modelo económico actual.


 El menú  En la cava de Panini’s, Abella degustó ñoquis de papas con salsa fileto de tomate perita, albahaca y ajo, que acompañó con agua mineral. Más tarde, prefirió extender la sobremesa con café.


Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Dónde se imagina el 1º de marzo del año que viene?

-Me imagino festejando el crecimiento de la bancada de la UP. Lo más probable es que estemos trabajando en equipo, evaluando la nueva situación política del país, la coyuntura de contexto, que es muy compleja y volátil, y una estrategia de cómo instrumentar nuestra política en el Poder Legislativo y cómo apoyar los movimientos sociales y populares.

-¿Por qué cree que la gente debería votarlo a usted?

-La gente se sorprende porque yo no estoy en ninguna lista, [pero] somos un colectivo que está apostando mucho al relevo joven; sería absurdo que yo a los 70 años me presentara a hacer una experiencia nueva parlamentaria. En cambio, queremos que Eduardo Rubio esté otra vez, ahora en el Senado, porque ya acumula una experiencia parlamentaria muy importante. ¿Por qué me tienen que votar a mí? Porque la UP es la única organización política que presenta un programa de gobierno antagónico a todos los demás. El Dr. Sanguinetti dijo el año pasado que él se sentiría muy cómodo en un gobierno colorado teniendo al Cr. Astori como ministro de Economía. ¿Por qué? Porque el FA ha involucionado, a nuestro juicio, ha evolucionado a una lectura totalmente neoliberal, no en el plano social, sino económico. Los candidatos de la oposición, desde el Partido Independiente hasta el Partido Nacional, cuestionan la gestión, pero no los objetivos: bajar el déficit fiscal, reformar la seguridad social; eso lo dicen todos, el programa es el mismo.

-A diferencia de UP.

-La UP recoge un programa que tiene una síntesis de lo que fue la izquierda fundacional, las mejores tradiciones del Batllismo y algunas tradiciones wilsonistas, y bebe en el manantial del artiguismo, que está absolutamente vigente. Esa es la razón para votar a la UP. Además, uno puede votarla en octubre sin ningún riesgo de no poder optar por la Presidencia, porque todas las tendencias indican que va a haber presidente recién en noviembre.

-¿Qué esperan de las elecciones? ¿Qué aspiraciones tienen? Me hablaba de llegar al Senado…

-El objetivo fundamental de la UP no es electoral, es instalar en el corazón y en la cabeza de los orientales que otro camino es posible. Nuestra expectativa es crecer electoralmente, pero ese es nada más que un camino que permite dos cosas: a través de uno de los poderes del Estado, incidir en un debate donde no haya mayoría parlamentaria, y en segundo lugar, una nueva tribuna para impulsar las luchas de nuestro pueblo hacia el futuro diferente.

-¿Usted tomaría posición en un eventual balotaje entre el FA y el Partido Nacional (PN)?

-Yo creo que en noviembre vamos a estar ocupadísimos evaluando la elección de octubre. De todos modos, el problema es que el piloto automático está puesto, y que todos los gobiernos, excepto un gobierno de UP, van a tener las mismas formas de responder y de reprimir el descontento social, que va a estallar en los próximos años. Los votantes de la UP tienen la suficiente sabiduría para decidir por sí mismos. Yo no veo diferencias esenciales en el plano económico-financiero entre un gobierno del Dr. Lacalle y uno del Ing. Daniel Martínez.

-¿A qué se refiere con reprimir el descontento social?

-El partido de gobierno, mientras hubo bonanza, jugó dos roles que no eran contradictorios en absoluto: ponerse de rodillas ante las transnacionales, entregar el país, extranjerizar la tierra, y al mismo tiempo, generar asistencialismo social. El problema es que en un escenario de una eventual devaluación del dólar, baja salarial, privatización y tercerización de los trabajos, las señales de descontento que el pueblo uruguayo ya expresa en algunos sectores, van a aumentar. En ese marco, con el gobierno que sea, cuando se toquen ciertos intereses de bancos o de transnacionales, van a reprimir. Es increíble, además, cómo los mecanismos de control ciudadano se han acentuado profundamente; a través de la bancarización obligatoria saben cuánto me ingresa, cuánto gasto y dónde lo gasto. La esencialidad va a estar como un recurso permanente, quizás también las medidas prontas de seguridad, porque más allá de los colores, blancos, colorados, independientes y FA, defienden los mismos intereses, es decir, las transnacionales, los bancos y toda la telaraña internacional de la dictadura de la Organización Mundial del Comercio, del Banco Mundial.

-Dice que no habría diferencias esenciales en el plano económico-financiero entre los blancos y el FA. ¿Y en el plano social? ¿Qué piensa, por ejemplo, sobre la disminución de la pobreza y la indigencia?

-Las conclusiones son falsas, o sea, la forma de medir la pobreza, la indigencia, el empleo y el desempleo, es tendenciosa; no las cifras, sino los indicadores y las conclusiones que se hacen. Es muy claro que ha aumentado el número de asentamientos, se ha multiplicado casi por cuatro desde el 2002, hay más gente que nunca durmiendo en situación de calle y yo le puedo hacer una visita guiada por mi barrio a quien quiera. También ha crecido el nivel de niños pobres, porque desde hace más de 30 años –no es culpa del FA- las muchachas que tienen formación terciaria posponen su embarazo hasta los 35 años, mientras que las niñas pobres a los 13 ya empiezan a tener hijos. El último censo fue un desastre, yo vivo en la periferia y a mí no me censaron, no entraron a los asentamientos.

-¿A qué lo adjudica?

-Ni siquiera sabemos cuántos somos, porque a un gobierno que está de rodillas ante las transnacionales y que está vendiendo el país, le sirve más vender la imagen de un país de ancianos, que de uno donde están creciendo los niños pobres. Cuando tú caminás por un asentamiento, lo primero que descubrís es que es más grande por dentro que por fuera. Ahí para el censor no hay ni siquiera árboles genealógicos, hay enredaderas genealógicas, es decir, “el fulano que duerme con mi mamá, tiene un hijo con la fulana que es prima de mi cuñado”, entonces no está bien censada la indigencia, son indicadores que no funcionan. La pobreza y la indigencia han aumentado, recién ahora se vuelven visibles, porque eso fue enmascarado por las políticas asistenciales de años pasados. Si no hubiera sido porque se ponen de rodillas ante el tren de UPM, el desempleo tendría un salto impresionante en estos meses, pero UPM 2 va a ser pan para hoy y hambre para mañana.

-¿Qué dos o tres medidas tomaría inmediatamente después de asumir si le tocara gobernar?

-Una es aliviar la carga impositiva sobre el pequeño productor rural y el pequeño comerciante urbano. En el año 2007 el gobierno del FA derogó el Imaba, impuesto a la actividad bancaria, que era el 1 por 1.000 de las ganancias de los bancos. Hoy las redes de cobranza tienen una extensión extraordinaria y ni siquiera declaran sus ganancias. Si nosotros reimplantáramos el Imaba a los efectos de generar un control sobre las redes bancarias y los bancos privados del 1 por 1.000, el cálculo más conservador nos daría 900 mil dólares por año líquidos. También planteamos derogar las AFAP. Se habla de que es necesaria la reforma de las jubilaciones, pero el déficit del BPS es la mitad de la ganancia anual de las AFAP, entonces, ¿por qué ese intermediario parásito que nos succiona tanta riqueza? Otra medida inmediata sería cambiar la exoneración grosera a las transnacionales. Desde luego sería necesario un cambio total en la política de cárceles, y a la vez, medidas que tienen que ver con la reactivación de la industria nacional, la creación de un frigorífico nacional, una flota pesquera, recuperar el tren de pasajeros, y una moratoria inmediata a la deuda externa. No estamos diciendo no pagar la deuda externa, sino moratoria y auditoría, ver qué parte de la deuda tenemos que pagar, qué parte contrajo la dictadura, qué parte se gastó en salvar los bancos en el 2002, y eso que lo paguen los bancos. Eso se complica porque la deuda pasó a ser soberana, es decir, tenés un montón de acreedores, por lo tanto ese tema tiene que trabajarse con mucho cuidado. Y después, sin ningún cambio de reforma agraria constitucional, recuperar el Instituto Nacional de Colonización para su verdadera función.

-Decía que tanto el FA como el PN van a mantener el mismo modelo económico. ¿Qué riesgos visualiza en esa continuidad?

-Yo creo que lo peor ya está hecho. Tanto por Bolsonaro, como por Macri, como por el FA en el plano económico-financiero, se ha generado una especie de piloto automático que es muy difícil de modificar, al menos que haya un cambio drástico. Yo no veo otro riesgo que la profundización de las confrontaciones, que incluso pueden ser callejeras, de ocupación de locales, de mayor radicalismo, y que pueden llevar a formas de violencia social.

-Si efectivamente no hay mayorías parlamentarias, tal como prevén los analistas que va a suceder, ¿cómo se imagina negociando con el resto de los partidos?

-Nosotros no miramos con quién votamos sino qué votamos. Nos dicen que muchas veces votamos con la derecha, como si el FA de hoy fuera de izquierda. A nosotros nos importa encontrar a nivel parlamentario resquicios por los cuales mitigar los peores impactos del sistema y poder avanzar en lo que entendemos que es correcto, en un diálogo permanente con el movimiento social.

-¿No consideran al FA como de izquierda?

-La dirección del FA se ha deslizado totalmente al neoliberalismo en el plano económico-financiero, y ha blindado esa línea a los efectos de que los críticos internos terminen simplemente arrimándole votos de descontentos, pero no pueden incidir.


“El Frente Amplio ha matado los sueños y ha desprestigiado palabras como izquierda”

-¿Qué fue lo peor y lo mejor que le dejó la izquierda en estos 15 años al país?

-Lo mejor fue el primer triunfo de Tabaré, porque despertó una fe popular y una alegría que el país no había vivido desde hacía muchísimo tiempo. Lo mejor fue la derrota a los partidos fundacionales cuyos mejores líderes ya no estaban, y que realmente habían caído en una crisis de propuesta total. El primer triunfo del Dr. Vázquez generó un entusiasmo y una disposición de la gente a dar. Cuando un proyecto de país recibe confianza, de la gente aflora lo mejor, y cuando un proyecto se echa a perder, de la gente aflora lo peor, es decir, “yo hago la mía porque son todos iguales, y si a mí me embroman de arriba, yo embromo para abajo”. Ahí tenés lo más hermoso y lo más triste del FA: una esperanza que demostró que nuestro pueblo era capaz de creer, y una desesperanza de un pueblo al que ahora hasta la palabra izquierda le suena mal.

-¿Eso sería lo peor?

-Claro, lo peor, han matado los sueños y han desprestigiado palabras como izquierda.