Hugo Odizzio: “Cuando uno ve la realidad, no percibe que realmente se haya transformado al país”

Hugo Odizzio, presidente del BPS


Tras 30 años de experiencia en diversas áreas del Banco de Previsión Social (BPS), Odizzio fue designado para comandar el organismo en este período –luego de un breve pasaje por la Presidencia de Agesic los primeros días de marzo-. El inicio estuvo marcado por la difícil situación que atraviesa el país, aunque él es optimista con respecto al futuro. Además de analizar la realidad de los trabajadores en medio de la pandemia, el jerarca se refirió al Uruguay que dejó el Frente Amplio (FA). Según explicó, en los gobiernos anteriores “todo se basó mucho en estadísticas y en cómo medir la pobreza y la indigencia”, pero “hay que abandonar el modelo basado exclusivamente en indicadores”.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-Asumió la Presidencia del BPS habiendo tenido ya experiencia en el Directorio durante el gobierno de Mujica. ¿Cómo lo recuerda y qué le aporta para el desafío que tiene ahora?

-El Directorio del BPS es muy particular porque tiene siete miembros –cuatro designados y tres electos-. Yo tenía un margen de incidencia bastante limitado, pero me sirvió para comprender la realidad de determinados colectivos a los que hasta ese momento no había podido acercarme. Como director recorrí mucho el país y me acerqué a comprender la realidad de los centros de atención a la discapacidad, los hogares de la tercera edad.

Quiero aclarar, porque estos días ha sido un tema muy sensible, que los hogares de la tercera edad que el BPS respalda con apoyos económicos para obras de infraestructura o equipamiento, son ONG y son en torno de 100 en todo el país –esos eran los que yo visitaba-. Después están los residenciales de tipo empresarial para dar asistencia a personas adultas, pero esos no los visitaba yo; el BPS no tiene vínculo con esas instituciones.

En esos años del gobierno de Mujica, que le dio participación a la oposición en los organismos, tuvimos nuestras diferencias. Muchas cosas las voté en contra y en algunas logramos una mayoría con los directores sociales y pudimos cambiar ciertos criterios. Fue una experiencia importante para el desafío que tengo ahora.

-Sin embargo, la situación en aquel entonces no era como la que el país está viviendo hoy. ¿Con qué panorama se encontró en esta oportunidad?

-No tengo el recuerdo exacto de los problemas que había en aquel momento, pero el BPS siempre ha estado en el centro de la atención de la población porque tiene contacto con dos millones de personas –entre jubilados, pensionistas, trabajadores-. Yo no digo que esta sea una situación sencilla, pero las fortalezas que ha venido desarrollando el BPS le han permitido apoyar a muchos otros organismos. Cuando la tormenta pase, la institución va a retomar otras agendas que tiene pendientes que son más importantes para el país.

-Entre marzo y abril, unos 150.000 trabajadores fueron enviados al seguro de paro. Teniendo en cuenta la situación financiera deficitaria del BPS, ¿cómo se hace para afrontar esta realidad?

-En seguridad social, los sistemas tienen que analizarse en tres dimensiones: la cobertura –a cuántas personas comprenden-, la suficiencia de las prestaciones y la sustentabilidad. En cuanto a la cobertura, hoy podemos decir que todos los trabajadores que tienen derecho al subsidio por desempleo, están cubiertos. Sobre la suficiencia, ahí es donde nos encontramos situaciones de subdeclaración. Ahora, cuando hablamos de la sustentabilidad, el gasto que tenemos definido de estas 150.000 personas durante dos o tres meses, quizás se pueda asumir con Rentas Generales, con bajo nivel de endeudamiento.

-Es decir que la situación no genera mayor preocupación.

-Yo no me preocuparía de la sustentabilidad en el sentido de que va a exigir un apoyo mayor de las finanzas públicas, pero, como lo ha dicho la ministra de Economía (Azucena Arbeleche), el dinero va a estar. Si esto se extiende algún mes más, esos son aspectos que hacen al manejo financiero del gobierno, que no tenemos ninguna duda de que va a asistir.

El gobierno tuvo una reacción inmediata para prevenir (el colapso del sistema de salud) y de a poco va a ir tratando de recuperar la actividad bajo este concepto de la “nueva normalidad”. Quizás con una sociedad diferente a la que conocimos hasta el 13 de marzo, vamos a ir recobrando la actividad en forma escalonada. Esto es una situación coyuntural y que se puede atender.

-¿Se esperan más envíos al seguro de paro?

-Nosotros notamos que están decreciendo las altas en forma diaria. El acumulado sigue, obviamente, porque las personas no se reintegraron. También hay una cantidad de altas a nivel de subsidios por enfermedad, pero más que nada son por recomendación médica por tener otras patologías y por el riesgo de contagio.

-¿Está en el debe ejercer un mayor control sobre las certificaciones del seguro por enfermedad? Recientemente se conoció que la expresidenta del Inisa, Gabriela Fulco, antes de dejar el cargo, aprobó partidas salariales para incentivar a los funcionarios certificados a que fueran, dando a entender que muchos de ellos en realidad no estaban enfermos. ¿Se ha constatado algo así en otros ámbitos?

-Hay una percepción de que hay un uso en ciertos casos abusivo de las certificaciones por enfermedad. En sus inicios el nuevo sistema tuvo debilidades que generaron hábitos inconvenientes para algunas personas que pueden estar haciendo un uso excesivo de este beneficio. Debemos analizar y tratar de identificar si hay situaciones de ese tipo.

Respecto a lo que hizo la expresidenta del Inisa, tener que pagar para que la gente que cobra un salario, vaya a trabajar, es un poco difícil de comprender.

-¿La creación del seguro de paro parcial fue suficiente para paliar las solicitudes masivas de subsidio por desempleo? ¿Se deberán tomar nuevas resoluciones?

-Yo subí a este tren cuando ya estaba rodando; no estuve en las conversaciones que determinaron las características que hoy tiene el seguro de desempleo parcial. Sí sé que se han seguido analizando probables situaciones a contemplar.

-¿Por ejemplo?

-Todos los beneficios de esta naturaleza tienen ciertos requisitos de ingreso, y hay un porcentaje de personas que no cumplieron con la antigüedad o los jornales trabajados y no pudieron acceder al derecho. Es muy difícil estimar cuánta gente puede estar en esa situación y, si bien la inquietud está planteada, no hay todavía una definición.

Las situaciones de falta de protección que se puedan estar dando han sido contempladas a través del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y probablemente haya otras medidas complementarias. El gobierno ha mostrado una gran sensibilidad en no dejar a la gente librada a su suerte y está a su lado tratando de ayudar.

-Decía hoy que cuando esto termine, retomará otras agendas pendientes e importantes para el país. ¿Los compromisos de campaña como la reforma de la seguridad social, debieron ser relegados por este contexto? ¿Cuál es la aspiración en ese sentido?

-El gobierno no perdió el sentido de urgencia, obviamente, en un contexto bien diferente. La prioridad de llevar adelante el plan de gobierno que la ciudadanía votó está intacta y el envío de la ley de urgencia lo demuestra. Dentro de la ley está la creación de una comisión de expertos, que deberá analizar alternativas de diseño del sistema. Para eso se precisa mucha información de carácter estadístico, demográfico, de empleo, proyecciones del mercado de trabajo. La reforma también debe tener una visión panorámica de la seguridad social y no solo quedarse con el sistema del BPS –es decir, incluir al resto de las cajas-.

“Yo estoy totalmente convencido de que el Plan de Equidad se hizo con la mejor intención. La primera parte, que fue dar la asistencia, se logró, pero después, construir las vías de salida no fue fácil, por eso no funcionó”.

-¿Qué otros objetivos de gestión tiene planteados para los próximos años?

-Hace 20 años, que un jubilado tuviera una tablet o un teléfono inteligente era impensable. Hoy hay personas que se están jubilando que han estado años en contacto con la tecnología; eso nos permite estar a su lado. Acercar el BPS a la gente es la forma de ayudarla en el día a día, donde hacer un trámite siempre es una cuestión enojosa, entonces tenemos que ver qué nuevas formas de proximidad podemos implementar. Como sucede con la telemedicina, podemos estar al lado de las personas a través de una videollamada.

También quedan cosas por hacer en otros aspectos. Por ejemplo, hay tantos residenciales con tan poca formalidad… Como dijo Álvaro Delgado (secretario de Presidencia), esto viene de hace mucho tiempo, no estamos pasando ninguna factura en un tema tan delicado como el de todas esas personas que están en un lugar que no es digno.

Estuve conversando algunas ideas con el ministro (de Desarrollo Social) Pablo Bartol, porque esto es un tema más de protección del Mides. Con Bartol tenemos una excelente relación y aparte es una persona con una sensibilidad notable. No tengo la menor duda de que vamos a ponernos de acuerdo en muchas cosas y que vamos a poder dar solución a problemas como estos. Hay mucho por avanzar en el plano social.

-¿Qué opinión le merece el avance del FA en ese plano?

-Primero tendríamos que definir si (el avance) se condice con la realidad económica que tuvo el país y si los logros son, en términos de equidad, los adecuados. Voy a poner un caso concreto: si miramos la cantidad de viviendas para jubilados que se construyeron estos años, no se condice con las expectativas que hay de gente que espera una vivienda.

¿Hubo cambios profundos? Todo se basó mucho en estadísticas y en cómo medir la pobreza y la indigencia. Lo vimos cuando recorrimos el país. Cuando uno ve la realidad, no percibe que realmente se haya transformado al país. Nosotros miramos un crecimiento de asentamientos; vemos ahora esta situación de los residenciales, que no vamos a decir que se podría haber corregido, pero si hubieran cambiado la realidad… Yo creo que hay que abandonar el modelo basado exclusivamente en indicadores.

-¿El FA no cambió la realidad? ¿No redujo la pobreza, la indigencia?

-Hay diferentes formas de medir la pobreza y la indigencia. Si lo hacemos por el método del ingreso, si a una familia le sumamos la cuota mutual del sistema de salud –aunque no pasa por el ingreso, porque va directamente al prestador- y la alimentación que recibe el niño en la escuela –que no es dinero que ingresa al hogar-, las variables pueden dar un resultado.

Nadie tiene el patrimonio ni la exclusividad de la sensibilidad social. Pero no alcanza con el derrame, tampoco alcanza con el reparto, o sea, cuando no hay un estímulo que realmente diferencie al que se esfuerza del que no…

-¿Eso pasó en los últimos años?

-No lo digo yo, lo dicen las encuestas: la gente no estaba de acuerdo con los modelos de protección que se habían llevado a cabo, de asistencialismo. Las personas están más dispuestas a ser solidarias cuando hay un estímulo para el que es asistido. Hay quienes no tienen condiciones de salir adelante y a esos obviamente que debemos asistirlos.

Ahora, yo no creo que haya intenciones malignas de ningún partido político. Creo que todos los partidos, cuando hablan de la protección de los más débiles y de una mejor redistribución del ingreso, lo hacen honestamente.

En los gobiernos anteriores hubo iniciativas muy bien intencionadas, pero que después tuvieron que evolucionar y no lograron vencer determinadas dificultades propias de un contexto burocrático, de falta de información.

De repente hay gente que se siente solidaria repartiendo dinero y yo capaz que me siento más solidario si capacité a la persona y logré que saliera adelante.

Cuando empezó el Plan de Equidad, yo participé por el BPS en la instrumentación. Yo estoy totalmente convencido de que se hizo con la mejor intención. La primera parte, que fue dar la asistencia, se logró, pero después, construir las vías de salida no fue fácil, por eso no funcionó. Luego de que uno genera una trama de cobertura, es muy difícil quitarla, porque es una red de contención.

-¿A qué atribuye que no haya funcionado como se esperaba?

-Hay un tema cultural; hay que tener estímulos adecuados. Una persona del Mides, hablando de los controles educativos, me decía: “Por algo los padres llevan a los niños a la práctica de fútbol los fines de semana, pero no a la escuela”. Si no creen en la escuela, no tienen un estímulo. Capaz que no hicimos todo lo necesario para que creyeran que la educación era la salida. El FA tuvo muchas intenciones de apoyar y de estimular eso, pero después no logró generar un cambio en la cultura de la gente.


“La diferencia con el 2002 es que ahora los más débiles están aún más afectados”

-¿Considera que el problema del empleo actual es comparable con alguna otra época del país?

-En la crisis del 2002 bajó la capacidad de compra, pero al que vivía en una economía muy informal, como un periferiante, quizás no le cambió mucho la situación porque la gente dejaba de comprar en comercios y lo hacía en esos ámbitos. Hoy, esas personas que son vulnerables desde el punto de vista económico, también están afectadas por la falta de circulación de gente en la calle y por la pérdida de poder adquisitivo. Entonces, la diferencia con la crisis del 2002 es que en esta oportunidad los más débiles están aún más afectados.