Aguerre: “Nuestra prioridad es avanzar en la inserción internacional de la producción agropecuaria”

TABARÉ AGUERRE, MINISTRO DE GANADERÍA, AGRICULTURA Y PESCA


Las transformaciones productivas, los desafíos ambientales, la revolución de las cadenas de distribución, los cambios en las dietas y la urbanización de la sociedad, marcaron un cambio de rumbo en el agro en los últimos 15 años, para lo cual fue fundamental el cuidado del principal recurso del país: el suelo. Este nuevo escenario, sumado al incremento de la producción de alimentos requerido por el aumento demográfico, genera importantes desafíos para el sector, según dijo el ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre. Mejorar la productividad, intensificar la producción agropecuaria, conservar los recursos naturales, fortalecer la capacitación, invertir en tecnología y entrar en nuevos mercados, son algunas de las tareas que mantendrán ocupada a la cartera en los próximos años.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Qué mojones identifica en la evolución de la producción agrícola-ganadera de los últimos 20 años?

-Es claro que Uruguay tiene ventajas comparativas naturales y ventajas construidas. Se han edificado inteligentes ventajas competitivas por la vía de las mejoras en genética, en los sistemas de producción, la investigación, la certificación de los insumos y procesos, el Programa Nacional de Certificación de Semillas, el Programa Nacional de Calidad de Fertilizantes y el Programa Nacional de Trazabilidad Ganadera, entre otros. Y muchos de estos mojones se ubican a lo largo de la historia reciente.

Las políticas públicas se alinean con patrones modernos de competitividad internacional asociados a factores como el cuidado del medioambiente, niveles crecientes de sanidad animal, inocuidad de alimentos, confianza del consumidor final, certificaciones, mejora de las condiciones de trabajo, inversiones en complejo investigación/innovación.

En los últimos 15 años vivimos cinco transformaciones fundamentales que marcaron un cambio de rumbo: transformaciones productivas, desafíos ambientales, revolución de las cadenas de distribución, cambios en las dietas y urbanización de la sociedad.

Lo cierto es que gracias a decisiones en materia de inversión, de políticas públicas y de inserción internacional, hemos pasado de alimentar nueve millones de personas en 2005 a 28 millones en 2015. Aunque hoy no tengamos un contexto general de precios favorable, este crecimiento productivo es para celebrar y redoblar esfuerzos.

“Hemos salido de la visión del país del corto plazo y hay que persistir en el rumbo, mirando al mundo que se viene”

En este contexto, no hay dudas de que un mojón central tiene que ver con la decisión de ejecutar políticas efectivas de conservación de suelos. Apuntamos al principal desafío sistémico que pasa por cuidar a nuestro principal recurso, el suelo, porque ha tenido en la historia el problema de la erosión. Pensando en las generaciones futuras, salimos del diagnóstico y pasamos a la acción.

Con los llamados Planes de Uso y Manejo de Suelos, Uruguay se transformó en el único país del mundo que tiene su agricultura regulada, reconocido públicamente por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en el Año Internacional de los Suelos.

Este es un claro ejemplo de política de Estado. Durante 20 años, a partir de una minuciosa cartografía de suelos, investigación y validación técnica de un modelo matemático que se conoce como la Ecuación Universal de Pérdida de Suelo, desarrollado por la Universidad de Indiana, la adaptamos a la condición de Uruguay. Así aseguramos que en el país cada suelo se utiliza de acuerdo a su capacidad de resistencia de la erosión, es decir, la tolerancia a la erosión.

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-¿Cómo vislumbra el futuro de la producción agropecuaria en Uruguay?

-Debemos visualizarnos como un país que debe ser identificado en el mundo como un proveedor confiable, creíble, sostenible en términos ambientales y humanos, que es capaz de alimentar a 50 millones de personas. Y esto, además de ser una contribución para la seguridad alimentaria global, se transforma en una oportunidad de generación de riqueza y empleo para miles de uruguayos.

Este incremento de la producción de alimentos que es requerido por el aumento demográfico, nos desafía a niveles de aumento de la productividad física por hectárea, muy superiores a lo que hemos encontrado en los últimos 30 años. Y según la FAO, el desafío de producir alimentos en los próximos 50 años será mayor que en toda la historia de la humanidad.

Si los esfuerzos en intensificar la producción agropecuaria no son acompañados por iniciativas para conservar los recursos naturales y restaurar los procesos ecosistémicos en las áreas de producción, se corre el riesgo de sobreexplotar la capacidad de producir de nuestros agroecosistemas y generar impactos ambientales negativos y, por tanto, no sostenibles.

Por otro lado, la actividad forestal a través de plantaciones y procesos de industrialización en distintas zonas del país, representa un cambio estructural. No hay dudas de que aquí también, con políticas de Estado y con decisiones que generan confianza a inversores nacionales y extranjeros, el país ha dado un salto en calidad y cantidad.

Imagino un paisaje futuro con más interacción de los distintos rubros y sus sistemas de producción. Un claro ejemplo es el de silvopastoreo.

“Uruguay se transformó en el único país del mundo que tiene su agricultura regulada, reconocido públicamente por la FAO”

-¿Qué desafíos encuentra en el futuro del sector?

-Estamos convencidos de que el desarrollo no se construye solo con mercados, con inversión, con estaciones experimentales o con trazabilidad. Se construye si en ese proceso se involucra más gente para construir una matriz socioeconómica equilibrada que sustente la integración de nuestro país.

En este sentido, es clave advertir la necesidad de cuidar elementos que sostienen la competitividad, la fuerte demanda laboral de algunos sectores, y la limitada oferta de trabajo calificado y las dificultades para el recambio generacional del aparato productivo que sufren algunos sectores intensivos de mano de obra, que se transforman en barreras para el desarrollo.

Por otro lado, nos desafía el comercio de productos agropecuarios. Producimos bienes que se intercambian en el comercio más distorsionado de los comercios del mundo, el más protegido, con mayores aranceles y normalmente de excedentes. Aquí hay que seguir poniendo mucho foco y atención. Y esto va puertas afuera y puertas adentro.

Somos muy pocos los países en el mundo que comercializamos la mayor parte de lo que producimos. Vendemos el 98% del arroz, el 99% de la soja, el 75% de la carne y el 74% de la leche. Esto nos obliga, intelectualmente, empresarialmente, profesionalmente, académicamente, institucionalmente, a ser competitivos en el sentido más amplio de la palabra.

Por eso, antes de hablar de aranceles, cuando se trata de alimentos y de productos de origen agropecuario, hay que tener en cuenta que los mercados se conquistan con la base del acceso sanitario. Porque no hay discusión de lo arancelario si no se accedió a lo sanitario y no se cumplieron las normas de inocuidad. Y es a los mercados más exigentes a los que debemos apuntar.

Todo esto nos obliga a trabajar por la productividad, a mejorar la educación, a focalizar y fortalecer la capacitación, a persistir en ese rumbo de inversión, que tuvo en los últimos años un contexto favorable desde el punto de vista de la rentabilidad y de los precios internacionales, pero también de las políticas que lo estimularon.

“Gracias a decisiones en materia de inversión, de políticas públicas y de inserción internacional, hemos pasado de alimentar nueve millones de personas en 2005 a 28 millones en 2015”

-¿Qué posibles amenazas ve en el horizonte?

-Yo no hablaría en este caso de amenazas porque en muchos casos la idea paraliza. Me gusta pensar en desafíos de un país que cuenta con la más amplia inserción en materia de sanidad y con un sistema de trazabilidad ganadera que es modelo a nivel mundial. No existe en el mundo un país que tenga este sistema público que incluya a grandes, medianos y chicos.

Hemos salido de la visión del país del corto plazo y hay que persistir en el rumbo, mirando al mundo que se viene. Hoy estamos en un contexto diferente, desafiante, más desafiante en algunos rubros que en otros.

Igualmente, y solo para entender las dinámicas específicas que rodean al agro, vale insistir en que antes que las exigencias de los mercados, están los aspectos sanitarios, de inocuidad y de calidad, más allá de las cualidades organolépticas de los productos. Esto pensando en atributos vinculados al bienestar animal, valor agregado ambiental, información de calidad y certificación de procesos.

-¿Qué tipo de producción ve con más futuro en el país?

-El Uruguay agrointeligente es el que encuentra los equilibrios y las sinergias entre los rubros. Es el que supera aquel análisis pasivo y anacrónico de que un rubro reemplaza al otro. Es la ganadería que se intensifica apoyándose en la agricultura, y es la agricultura que es sustentable porque tiene una rotación forrajera que le permite ser el rubro que tiene inserción internacional.

Podemos y debemos pensar en producciones diferentes y complementarias. Un ejemplo claro es el silvopastoreo y los planes de fomento que promueven las plantas de UPM y Montes del Plata. Ambas empresas proveen la genética y la tecnología para manejar los montes que se instalan en predios de productores, beneficiándose ambos con la producción de madera.

Las productoras de celulosa obtienen en campos que no deben comprar materia prima de alta calidad que -a la vez que se desarrolla- le aporta al ganadero sombra y abrigo para sus rodeos, recibiendo los productores cuando se hace el corte el correspondiente beneficio económico. Además, en esos establecimientos se aprovechan zonas que no son las más productivas para el rubro agrícola.

Nuestro objetivo es potenciar ese relacionamiento, es incrementar la presencia del rubro forestal dentro de establecimientos que estén desarrollando otras actividades, por ejemplo agricultura y/o ganadería. El silvopastoreo debe ser una visión estratégica en el paisaje del futuro.

-¿A qué mercados aspira a entrar Uruguay a corto plazo?

-Hemos definido como prioridad avanzar en la inserción internacional de la producción agropecuaria. Y en este marco hay procesos que están cerca de concretarse. Lo más sonado es que tenemos el caso de la carne ovina con hueso en Estados Unidos.

Pero hay otros avances más silenciosos y significativos que se han concretado recientemente: cítricos y arándanos a China, ganado en pie a Azerbaiyán y Arabia, carne de calidad en Estados Unidos y Rusia, y arroz en Colombia.

En los próximos meses habrá una fuerte ofensiva política y diplomática en China, Alemania, Rusia, Japón y Corea.