Batlle: “La izquierda llegó al gobierno en Uruguay por una ventaja mínima”

Homenaje a Jorge Batlle Ibáñez

Polémico, frontal, impulsivo y carismático. También un gran republicano, como destacaron siempre sus pares de la clase política. Querido por sus correligionarios y respetado por sus adversarios. Estas características, entre otras, adornaron la figura del expresidente Jorge Batlle, cuya vida se apagó esta semana. En el correr de sus cinco años  de gobierno, debió enfrentar, en 2002, una de las crisis económicas más  importantes de las últimas décadas. En esta edición y como homenaje, en CRÓNICAS repasamos la entrevista realizada en setiembre de 2011, donde Jorge Batlle habla, entre otros temas, de la dictadura, del Pacto del Club Naval, de su lucha política hasta llegar a ser presidente, y de la cadena de adversidades que le tocó enfrentar desde ese lugar, incluyendo todo lo que rodeó al tan mentado episodio con Argentina, después de la nota con la cadena Bloomberg TV.

Por Jorge Estellano y Oscar Cestau | @OCestau

-¿Qué rescata de los primeros años de la década de 1980?

– En 1981, en plena dictadura, teníamos una actividad política muy importante, nos re uníamos habitualmente con el triunvirato del Partido Colorado y con el triunvirato del Partido Nacional en la casa de Juan Pivel Devoto.

Como hecho fundamental recuerdo lo que hizo Carlos Julio Pereyra, que planteó el tema de la cuarta acta, la gente tenía duda en el plebiscito sobre si se podría ver la papeleta y lo que votaban. Carlos Julio Pereyra entendió que teníamos que ir a la Corte Electoral a pedir que le dieran a los partidos políticos la cuarta acta, eso fue central porque la gente en este país está acostumbrada a los actos eleccionarios y sabe lo que es la cuarta acta, ese fue un tiempo fantástico. En 1982 se realizaron las elecciones internas en los partidos, yo estaba proscripto por supuesto, pero trabajamos. Dividimos Montevideo y a mí me tocó el área suburbana: ABX. Cuando se hizo una reunión entre todos  los partidos para ver qué iba a decir cada candidato, me pareció que todo el sector de Wilson Ferreira tenía una actitud frontal contra los militares y (Enrique) Tarigo tenía una actitud muy frontal contra (Jorge) Pacheco, por tanto me pareció que la noticia tenía que ser cuál era la opinión del candidato con relación al país y no tanto a los problemas políticos, que era comprensible que se quisieran tratar, pero Julio (María Sanguinetti) tenía que dar un discurso para el país. Me acuerdo que me dijo: «Andá y escribilo’: con (Eduardo) Forteza escribimos el discurso, se lo entregamos a Julio que lo rehízo de acuerdo a su manera, le agregó, le sacó, le puso y todo lo demás. Como no existían los aparatos que hay ahora, lo escribimos en letras grandes en hojas que sosteníamos por un lado Martha Canessa y por el otro yo. Julio se posicionó como el candidato a presidente que se ocupaba de las cosas globales del país.

Después hicimos el acto en el Obelisco (también conocido como «Río de libertad» realizado el 27 de noviembre de 1983). Ese acto fue una invención mía y el texto lo redactó Gonzalo, después se lo pasó a Tarigo que le  hizo  algunas correcciones. ¿Sabe quién eligió a (Alberto)  Candeau? El profesor Pivel Devoto.

– Cuando surgió la idea del acto en el Obelisco ¿esperaban que asistieran tantas personas?

– Yo no sé qué se esperaba, pero había que hacerlo, todos teníamos la expectativa de que iba a pasar eso.

-¿Era una demostración de fuerza?

– Era una cosa más sencilla: la expresión del deseo de libertad política que tenía la ciudadanía y chau, una cosa bastante simple.

– Entre eso, las elecciones de los partidos y la  votación se terminó de  preparar lo que fue el pacto  del Club Naval.

-Los acontecimientos se fueron precipitando y la ciudadanía fue clara cuando tuvo la oportunidad de expresarse. Hay personas en la historia que la gente no le da la importancia que tiene, es el caso de (Nicolás)  Storace –inventor y presidente de la Corte Electoral- que fue la garantía de que el acto eleccionario iba a ser tan limpio como cualquiera en Uruguay. Fue la única dictadura militar que respetó el acto del sufragio, eso fue algo exótico. Se lo debemos básicamente a Storace que no dudó un instante. Para que el acto no fuera legal y auténtico había que matarlo, por tanto en ese momento era más fuerte que toda la dictadura militar. Impedir que esa luz resplandeciera para los militares fue imposible. El  país tiene una tradición de la tirilla que es brutal, más Storace, era imposible que sucediera un fraude. En los procesos históricos intervienen personas que son decisivas, ese resultado (el del Plebiscito del  1980) fue lo que los mató (a los militares).

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– Ellos quedan liquidados, sin armas.

– Luego empezamos a conversar. Otro personaje que influyó muchísimo fue Muiño, con él comprábamos masitas e íbamos a negociar la salida a la casa del general (Julio César) Rapela (ministro del Interior durante el último período  de la dictadura y presidente de la Comaspo, Comisión de Asuntos Políticos).

Muiño era del Ejército, cuando mi padre fue presidente de la República estaba en la banda de la Escuela Militar, era el que iba adelante con el bastoncito. Recuerdo una visita a Brasil, previamente acordada durante el mandato de Tomás Berreta (presidente de la República entre el 1º de marzo de 1947 y el día de su fallecimiento, el 2 de agosto de 1947, lo sucedió Luis Batlle Berres), a la que asistió la Escuela Militar. Cuando el desfile pasó frente al estrado donde estaban los presidentes, .Muiño miró para el costado y tiró el  bastón a la gran siete, mis hermanos y yo dijimos «Tierra traganos si no lo agarra”. Muiño hizo la venia y sin mirar agarró el bastón que venía cayendo y pasó a ser el jefe de la gloria.

Muiño  conoció a todos los cadetes que fueron los generales del Golpe de Estado. Los trataba como se trata a un compañero de la misma edad, por tanto él era el contacto para negociar la salida. Un día en la casa de Muiño, Julio (Sanguinetti) y Rapela casi se van a las manos.

No puedo dejar de reconocer que cuando los acontecimientos de la guerrilla fueron muy duros en la vida del Uruguay, la gente reclamaba la acción de la fuerza de seguridad, tanto de la Policía como del Ejército, parecía algo que se iba total mente de las manos, por eso el Parlamento votó la participación militar en esa actividad de represión, si los militares, concluida la batalla, hubieran dicho: «Cumplí y me voy’: hubieran tenido un reconocimiento público enorme, pero cometieron  el error de creer que tenían  la obligación de quedarse.

“No puedo dejar de reconocer que cuando los acontecimientos de la guerrilla fueron muy duros en la vida del Uruguay, la gente reclamaba la acción de la fuerza de seguridad, tanto de la Policía como del Ejército”

-¿Cuando estaban negociando el pacto sobrevolaba el tema de Wilson  Ferreira?

– Una cosa era evidente, no se podía decir pero estaba allí, había cuatro personas que no podían participar: (Líber)  Seregni, Wilson, (Gregorio) Álvarez y yo. Uno por una causa y otros por otra. Los militares no querían que participara Álvarez y los demás no podían aceptar que los que habíamos sido candidatos en las elecciones anteriores volviéramos a serlo. Yo sabía que iba a estar  proscripto y no tenía ningún problema. Macanudo. Si a mí lo que me interesaba era que  se desproscribiera al Uruguay. El caso de Wilson era más grave desde el punto de vista de los militares, porque había estado fuera  del país actuando de una forma muy fuerte, de alguna manera la noche que secuestraron y luego asesinaron a Zelmar Michelini y a Héctor Gutiérrez Ruiz, si lo hubieran agarrado a Wilson le habría pasado lo mismo. Era clarísimo que estaba en la lista. La actitud de Wilson defendiendo la libertad de Uruguay en los foros más importantes del mundo lo transformaba en el enemigo público número uno.

A Seregni lo tenían preso, entonces no lo podían aceptar, tampoco a mí, porque de alguna manera, y en menor grado, representaba lo mismo que los otros. Al otro que querían vetar era a Álvarez que inventó aquello del clavel rojo y el clavel blanco, pensó que con una reforma de la Constitución iba a poder formar un partido político único integrando por colorados y blancos, trataba de encaminarse por ese lado.

– ¿Álvarez intentaba ser candidato?

– Por supuesto.

– Durante el primer gobierno de Sanguinetti usted tuvo una participación activa, además de ser senador integró varias comisiones yla delegación uruguaya en Ottawa (Canadá) …

– Sí, ahí estuvimos bárbaro, nos divertimos bastante…

– En 1986 presidió la delegación uruguaya ante Naciones Unidas, ¿qué recuerda de esas actividades?

– Uno recuerda muchas cosas, se olvida de otras. También inventa. Como le dijo Camilo Cienfuegos a Fidel  Castro: «Más vale escribimos  ya porque después de  viejos mentimos  mucho» (risas). Pobre Camilo Cienfuegos, murió de una forma que todavía no fue clarificada. En el primer período en el que fui senador tuve la fortuna de participar con (Alberto) Zumarán en el informe de la Ley Forestal, con Zumarán tenemos un recíproco afecto. Después de la Comisión de Hacienda tuve la suerte de trabajar con gente muy ilustrada, como (Danilo) Astori o (Ignacio) De Posadas. Esa Comisión era una maravilla porque por ahí pasaban las cosas importantes del Estado. Uno aprendía, fue un período muy interesante, trabajamos mucho, hicimos cosas importantes desde el punto de vista legislativo, con Marina Arismendi trabajé en la Comisión de Industria, eran tiempos de cambiar cosas importantes. La Ley Forestal, por ejemplo, cambió la forma de producción. Tacuarembó ha cambiado sustancialmente en base a la forestación, se ha transformado en la capital del Norte, y seguramente continuará desarrollándose.

Fue un período incesante, al principio tuvimos las leyes relativas a la libertad de todos los detenidos procesados y no procesados, la restitución de las personas en sus distintos cargos, eso creo que fue ejemplar en la vida del país. Me acuerdo que el gerente del banco de Tacuarembó volvió a ser gerente cuando él mismo había sido el autor del robo del banco, eso enaltece al país. La pacificación pasa por una pacificación del alma, los que hicieron mal, pagaron y sufrieron.

-¿Esas cuatro leyes fueron la mejor salida o pudieron ser mejores?

– Siempre se puede mejorar, pero las cosas en un momento tienen un sesgo, usted no se olvide que cuando el péndulo se pone muy firme de un lado y se suelta vuelve muy firme para el otro. Eso es entendible, lo que no es tan entendible es que se siga pensando así 30 años después, eso tiene un condimento de otra naturaleza.

-¿Se llegó a pensar en una sola amnistía para los dos bandos?

-Hubo mucha cosa.

-¿No hubiera sido una solución?

– Había cosas que no se podían hacer, para salir de esas situaciones tan difíciles las soluciones nunca son completas. Lo que no tiene sentido es que se siga pensando lo mismo 30 años después, imagínese lo que hubiera sido si blancos y colorados, que nos pasamos degollando los unos a los otros durante 50 años, hubiéramos empezado a partir de 1904 a tratar de ver quién era el culpable de los degüellos de cada uno, no teníamos país posible. No tiene sentido a 30 años de los acontecimientos seguir en la misma.

-En las elecciones internas de 1989 usted derrotó a Tarigo y estableció una fórmula con Jorge Sanguinetti que no era su candidato porque apoyaba a Julio. En esa elección algunos analistas dicen que usted perdió apoyo por no impulsar la reforma constitucional que establecía determinados beneficios para los jubilados.

– Me parecía que no tenía sentido. Eso y lo del oro me costó la elección (frente a Lacalle), pero yo me crié en una familia en la que las cosas del Estado eran sagradas, con responsabilidades absolutas, entonces: ¿cómo iba a decir que estaba bien una cosa que creía que estaba mal? Después de que se ganó la elección, aquellos que votaron a favor de la reforma trataron de resolver el problema de otra manera.

-¿Lo volvería a hacer?

-Por supuesto que sí.

-De la campaña en la elección que terminó ganando Lacalle, ¿qué recuerda?

-Un día en Minas (risas) subo al balcón y Barreda me dice: “Jorge por favor no hables de las jubilaciones ni del oro”. Subí y creo que hablé dos horas de la jubilación y del oro. En la política uno empeña la vida, mucha gente la vida la deja por el camino, también se empeña la familia, por ejemplo yo ahora soy un abuelo normal, pero nunca fui un padre normal, primero porque no me tocaron tiempos normales y mi vida era la política. Me acuerdo que mi primera señora una vez me dijo que tendría que haber sido pastor eclesiástico y no padre de familia. Yo no soy un caudillo de liderar con emociones, nunca me lo pregunté, capaz que es horrible, pero es lo que me pasa. Yo digo lo que creo que es mejor.

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-A priori, uno podría pensar que usted estaba de acuerdo con las propuestas del gobierno de Lacalle.

-Pero claro, si yo me jugué por la ley que Lacalle propuso (de empresas públicas) que perdió en el plebiscito, recorrí todo el país. Me acuerdo cuando llegué a Artigas en el acto había 14 personas, estaban todas paraditas contra la pared, no bajaban a la calle, los conté y les hablé dos horas. Lo hice porque creí que era lo mejor para el país. Como cuando Lacalle tuvo el problema con la fuerza policial (los incidentes en las inmediaciones del Hospital Filtro) yo fui el único que apareció para darle una mano para salir del pozo. Antes que nada la sobrevivencia del Estado y de las instituciones es lo que necesitamos para ser libres. Lacalle es una persona de decisiones claras, nada débiles, lo que no quiere decir que no necesite recibir  a veces el apoyo claro de quien está dispuesto a jugarse por él. Cuando entendí que el ministro de Economía de la época (Enrique Braga) no podía continuar con su tarea lo planteamos, y renunció, vino De Posadas y fue hasta una mejora en el gobierno de Lacalle.

-En 1994 se presentó nuevamente como candidato y perdió la interna, pero su apoyo fue vital para que Sanguinetti resultara electo presidente por segunda vez.

-Yo no quería ser candidato, vinieron a presionarme para que aceptara, todavía estaba la Ley de Lemas y si yo no ponía un poquito de fuerza mi partido no ganaba la elección. Llevamos 100 mil votos, yo salí senador, y Alejandro (Atchugarry) salió diputado, era lo único que teníamos, éramos el último orejón del tarro (risas).

-El apoyo que usted dio a Sanguinetti se reflejó durante el gobierno.

-Por supuesto que sí. Hay un principio de lealtad para con el país, las instituciones y los partidos. Por ejemplo, me parece perfecto que Astori tenga discrepancias con el presidente y se las pelee y pelee, pero al momento de votar hay que votar, si no, no es parte del gobierno.

-¿Usted tenía discrepancias con Sanguinetti?

-Discrepancias de fondo no tenía. En lo básico no necesito ni hablar con Julio para saber lo que piensa y a él le pasa lo mismo conmigo. Julio es un hombre de Estado, tiene una cultura sólida asentada, muy partidario de las sólidas estructuras del Estado, que tiene sus ventajas y sus desventajas. Yo soy más partidario de la táctica de la aproximación indirecta, por supuesto que somos distintos pero en lo institucional somos idénticos. Si no, vayan a preguntarle cómo le fue al que le planteó a Julio una supuesta sustitución de presidente en una época de crisis. Los índices generales de la segunda Presidencia  de Julio fueron muy positivos, la tarea que hizo con Rama hasta el día de hoy está siendo reconocida,  las escuelas de tiempo completo, la incorporación de niños antes de la Primaria, Rama fue discutido, pero fue un hombre importante por los cambios que se hicieron en materia educativa. La reforma de la Seguridad Social, trajimos a (Sebastián) Piñera (actual presidente de Chile) y todos tomábamos clases en el Hotel del Lago (risas).

-¿Seguía con ganas de ser presidente?

-Cuando me entrevisté con el presidente electo, el doctor Vázquez, que me vino a visitar a la Residencia de Suárez y Reyes, me preguntó si yo iba a ayudar (en la transición) y le dije: “Le voy a decir una cosa que no va a entender, pero no se preocupe, yo soy como la estufa a leña, un bien inmueble por accesión propiedad de la República Oriental del Uruguay” (risas), estaba inventariado. Desde los 17 años estoy metido en la política, vivíamos en ese mundo y pertenecemos al Estado, por eso cuando (Óscar) Gestido me ofreció la Embajada en la República Argentina le dije que no, yo no sé ser embajador. Cuando Vázquez  me ofreció la Embajada de Estados Unidos le dije lo mismo. Servir a la cuestión pública es como una iglesia, lo siento hoy igual que antes.

“En la política uno empeña la vida, mucha gente la vida la deja por el camino, también se empeña la familia. Por ejemplo, yo ahora soy un abuelo normal, pero nunca fui un padre normal, primero porque no me tocaron tiempos normales y mi vida era la política”

-Le ganó la interna a Hierro López y con él como vicepresidente de la fórmula fue a las elecciones. ¿Esperaba el apoyo que tuvo desde otros partidos en la segunda vuelta?

-Es lógico. Wilson Ferreira siempre dijo cosas muy inteligentes, fue uno de los hombres más talentosos que he conocido en mi vida. Un día le preguntaron algo sobre los partidos y dijo: “El único partido que hay en Uruguay es el Partido Nacional, el Frente Amplio es una colcha de retazos, y el Partido Colorado es simplemente el nombre que se le da al gobierno” (risas). Nosotros somos partido de gobierno, no sabemos ser oposición, porque gobernamos durante 100 años y nunca tuvimos mayoría. Si tiene una minoría tiene que buscar entendimientos y soluciones, así lo hicimos durante mucho tiempo con el Partido Nacional y el Dr. Herrera, el mejor titulero político de la historia contemporánea, le llamó “El Pacto del Chinchulín”, luego cuando él hizo un acuerdo con mi padre le llamó “La Coincidencia Patriótica”.

Uruguay es un país político, abierto al mundo y a la libertad, el día que eso no funcione deja de existir, por eso el Mercosur nos tiene embretados.

Nuestro país está tremendamente politizado, existen partidos como el socialista y el comunista que han permanecido en el tiempo desde el siglo XIX. Acá los partidos tradicionales no son solo el blanco y el colorado, los católicos tienen mucha vida de militancia, como los anarquistas. En el siglo XIX los diarios anarquistas vendían miles de ejemplares. Posiblemente somos un pueblo terriblemente politizado por el puerto, porque estamos abiertos al mundo, el mar hacía lo mismo que hace internet hoy. Por el mar y por el puerto vinieron las ideas. Uno puede discrepar con un partido, puede ser minoría dentro del mismo, pero hay que actuar, permanecer y estar.

-Me imagino que llegó con expectativas muy íntimas a la Presidencia, por haber estado toda la vida dedicado a eso y lo sorprendieron dos o tres acometimientos inesperados, como por ejemplo la aftosa.

-La segunda sobre  todo, la primera fue una infección que trajo un cerdo a una pequeña colonia del departamento de Artigas. Pudimos evitar la expansión y obtener la sectorización: lo de Artigas no se puede ni sacar ni vender y lo demás sí. Me enteré del segundo brote cuando iba para Estados Unidos a mantener una entrevista con Bush padre. En el momento que salí suena el teléfono y como tengo la manía de atender, atiendo y era el Veterinario Jefe de Ganadería para decime que había aftosa, calcule. Con la carta en negro fui a verlo al presidente Bush, fue una conversación muy interesante, en las conversaciones con los presidentes hay agendas, se podrá imaginar que yo hablé de cualquier cosa menos de la agenda. Una de las cosas que dije fue que me parecía que no había que seguir con el embargo a Cuba, que cuando alguien en Estados Unidos se movía para levantarlo Fidel Castro hacía alguna barbaridad  para que siguiera, porque él vivía del embargo. Dije además que nosotros íbamos a promover en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que así como venían a Uruguay y decían en forma pública qué era lo que habíamos hecho mal o bien, que también fueran a Cuba. Los americanos me pidieron que no lo hiciera porque creían que iba a ser un lío, yo dije que lo iba a hacer igual.

Hablamos de la droga, dije que había que liberarla porque si no íbamos a terminar muy mal, por la fuerza política social y económica que tiene  la droga no se puede parar con la DEA, con la represión, ni con nada. Es un asunto económico, la pasta base está porque la cocaína es carísima. Es un negocio que según el Banco Central Argentino movía 450 mil millones de dólares, ¿qué otro negocio es tan bueno como ese?

-Bush ¿qué opinó?

-Decía que no, es un individuo muy vinculado a una religión que tiene mucha influencia sobre su forma de pensar. Decía que era una responsabilidad de los padres

-¿Cómo fue cuando le pidió el préstamo?

-Yo no le pedí absolutamente nada. Yo le dije a Hugo Fernández Faingold que fuera a ver al secretario del Tesoro y dijera que iba de parte del presidente de la República y que no era un asunto de plata sino de democracia. A la noche me llamó Hugo y me dijo que había ocurrido un milagro, el presidente Bush dio la orden de que nos prestaran 1.500  millones de dólares. Después tuvimos una colaboración muy importante del presidente de la Reserva Federal. Mantuvimos una excelente relación con el presidente del Banco Mundial que es muy amante de las coas del mar, vino a Punta del Este y le conté del barco Agamenón que se hundió en las costas de Maldonado. Eso nos permitió adelantar el acuerdo de garantía de inversiones que luego firmó Vázquez también.

-Antes de que llegara la solución, se llegó a hablar de que había opiniones de sustituirlo como presidente.

-Hubo un movimiento y un planteo concreto de algún sector de reconocidos economistas uruguayos que fueron a ver a Julio que los sacó vendiendo boletines. Cuál era la alternativa, el vicepresidente que iba a ser igual o peor, pobre, porque no tenía mis contactos. No era el problema de quién era el presidente, porque el problema de los bancos se resolvía con plata y punto. El Fondo Monetario Internacional no quería dar la plata porque pretendía que nosotros fuéramos a la quiebra, porque la sustitución del nuevo director, el anterior había tenido una actitud permisiva en el segundo mandato de Menem en Argentina, entonces se la tomaron contra el hermanito chico que decía que no podía pagar y era mentira. Nosotros no teníamos un problema de solvencia, sino de liquidez y lo demostramos  al punto tal que a los seis meses de los acuerdos estábamos colocando deuda uruguaya en pesos en el mercado secundario.

-Hoy  hasta Astori reconoce que esa salida fue ejemplar en el mundo.

-Nosotros teníamos un problema de liquidez y dijimos: “Mantenemos los contratos, mantenemos las tasas de interés, no tendremos que reducir por parte de los acreedores el volumen de su deuda, lo único que queremos es que nos den más plazo”. Los del FMI nos decían que no nos servía porque estábamos quebrados, y no era así. ¿Hay un problema de liquidez en Grecia? No, hay un problema de solvencia. ¿Hay un problema de liquidez en España e Italia? Sí, ahí está la discusión actual del Banco Central Europeo, de si va o no a dar eurobonos, el problema es que en Europa hay que consultar a 25 parlamentos, 25 presupuestos diferentes y una moneda única. Si quieren que todos los caballos salgan y lleguen juntos tienen que correr a la velocidad del que corre menos, pero si tiene una moneda fijada por el que corre más. ¿cómo van a hacer los griegos para ir a la velocidad de los alemanes?

-Qué soledad debe haber sentido en ese momento, más allá de que contaba con un equipo, enfrentando una de las crisis más grandes…

-Yo en eso de la soledad no creo mucho, yo por suerte estuve rodeado por un conjunto de gente muy valiosa e inteligente, de una lealtad para con el Estado formidable. Empiece por Julio, después por la actitud del Partido Nacional, que impulsado por Larrañaga se fue del gobierno, pero desde el Parlamento siempre respaldó, el esquema político, salvo el doctor Vázquez que dijo que teníamos que ir igual que la Argentina al default. Cuando Astori en aquel momento dijo que estaba bien en hacer lo que hacíamos, si hubiéramos fracasado él quedaba pegado. Ahora es muy fácil decir que eso era lo que había que hacer, pero antes fue cuando Astori se jugó la carta, porque entiende de economía.

-El embate sobre su política económica se llevó a Bensión y vino Atchugarry.

-No, Bensión fue el que aguantó lo peor de la crisis, tuvimos durante cuatro meses una corrida bancaria que por lo general dura una semana. Durante cuatro meses le estuvimos devolviendo a todos los depositantes argentinos el dinero que habían traído antes del corralito. Ramos (dirigente bancario) me vino a ver para organizar una huelga para salvar el Banco de Galicia, estaba el dinero en Nueva York para pagar a todo el mundo, pero Argentina no lo dejó venir. Hablé bien de Ramos por su sentido de responsabilidad pública.

Al Banco Comercial lo vaciaron porque llevaron los bonos que era la garantía del banco a Argentina contra un depósito que era un papel que decía “tenemos en la cuenta tantos bonos” y luego los vendieron.

La repercusión sobre el Banco de Montevideo de acciones inconvenientes, la derivación de dinero a largo plazo con préstamos a corto plazo, lo de la isla Gran Caimán, entonces a la gente le decían que la isla era mejor que el propio banco, y como le daban intereses beneficiosos… con eso invertían dinero en cosas hasta familiares a largo plazo.

-¿La vio complicada cuando empezaron los saqueos a algunos supermercados?

-Más que una cosa complicada sentí que no era algo colectivo. Inducido en algunos lugares particulares como Punta de Rieles. No la vi complicada. Yo incluso hacía una expresión pública, salía todos los fines de semana manejando el auto, sin la custodia a recorrer todos los barrios de Montevideo y la zona suburbana para que la gente me viera y si quería que me insultaran, pero se daban cuenta de que yo estaba tranquilo.

-¿Lo insultaban?

-Me acuerdo de cinco o seis casos como si los estuviera viendo. Las mujeres eran las peores. Pero yo comprendía a la gente, ¿cómo no lo voy a hacer? Uno no elige entre blanco y negro, entre bueno y malo, elige entre diferentes tonos de gris. Si se tiene una devaluación que lleva el dólar a 30 pesos y después a 26 pesos y yo no aflojaba la canilla de la emisión. Si aflojaba, la inflación iba a la locura, por tanto no hubo mucha inflación, pero se registró una baja del PIB. Ahí está la soledad, porque el responsable es uno. Si está floja la canilla la primera semana todos están contentos, después lo cuelgan del farol.

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-¿Cómo aconteció la entrega del gobierno a la izquierda?

-Era algo absolutamente inexorable, a mi juicio es la circunstancia política que el mundo empezó a vivir después de la Primera Guerra Mundial, en que surge el primer Estado ruso de Lenin, luego de Stalin, con la bandera de la justicia social. Estaban también países como Francia e Inglaterra, naciones coloniales orientadoras de la política del mundo. Se formaron dos grandes movimientos, el comunista y el fascista, organizado inicialmente por un socialista (Benito) Mussolini, quien fue el director del diario oficial socialista, son las dos caras de la misma medalla. El mundo político dejó de ser liberal. La Segunda Guerra Mundial la ganan los rusos porque ponen 30 millones de muertos arriba de la mesa para enfrentar al Ejército alemán que era una máquina invencible, ellos son los que ganan la guerra. El desembarco de los aliados en Normandía, un esfuerzo británicos que se pudo hacer gracias a que el Ejército alemán estaba totalmente destruido por los rusos. Cuando termina la guerra los que más sufrieron fueron los rusos, por otro lado estaban los ingleses y los franceses con imperios coloniales, entonces se produce la revolución en Asia, en África y en América, que llega en 1959, una vez terminada la guerra de Corea tras la cual todos estos países empiezan a quedarse prendidos del pincel sin escalera. Los principales socios en América del Sur eran los europeos, los americanos se encuentran en la disyuntiva si enfrentan o dejan que Rusia se quede con el universo. Fue una confrontación para ver cuál prevalecía y ahí se cayó la economía rusa. El primer país de la historia que levantó un gran muro para que la gente no saliera.

La izquierda llegó al gobierno en Uruguay por ventaja mínima, si yo hubiera hecho carnaval electoral no llegaba, pero soy incapaz de hacerlo.

-Llegó con un debate ideológico.

-Lo que pasa es que la realidad tiene más que el debate ideológico, sin embargo tiene un proyecto ideológico que no cambió y que fue instaurado el gobierno de Vázquez. La imagen inicial es que la responsable es la sociedad y no la persona, por tanto, todos son derechos y el régimen capitalista es perverso y malo en sí mismo. O sea es mala la Constitución, es mala la ley, es mala la forma del Derecho Penal, es mala la forma de manejar la economía y hasta es mala la forma de vestirse. Cuando lo veo llegar por esta puerta digo: “Llegó el pequeño burgués fulano de tal”, porque tiene corbata y el pelo corto, si usted viene medio desarrapado, barbudo y me hubiera  puesto el termo arriba de la mesa en seguida y hubiera dicho cinco o seis malas palabras , yo diría: “Este hombre claramente es de izquierda”. Eso pasa porque la expresión que transmite es que está contra el sistema. El sistema capitalista es de pensamiento malo pero de resultado bueno.  Lo que ha pasado en el mundo durante los últimos 50 años es que los ricos siempre fueron ricos, aunque tampoco tenían heladeras, lo que pasa es que ahora todo el mundo tiene heladera y todo el mundo tiene derecho a tener un auto, y a pasar 10 días en República Dominicana, ha mejorado el nivel de vida de la gente, por lo tanto socialista sin una mejora de nivel de vida capitalista no funciona. La izquierda los quiere tanto a los pobres que los multiplica. Las personas que están en el   Mides hace seis años van a llegar a los diez, empezaron con 40 años y terminan con 50, ¿Ahí qué?, ¿Quieren jubilación? ¿Qué trabajo van a encontrar si pasaron 10 años trabajando de changas?, están destruyendo la moral de la gente. ¿Por qué no todos vamos al Mides?, ¿Por qué ellos sí y nosotros no? Yo conozco gente joven que trabajaba en el puerto con buenos salarios que se fueron porque estaban mejor en el Mides. Con las asignaciones familiares, más o menos estaban bien, aspiran a crecer, sobreviven.

Cuando aparentemente no hay problemas económicos los temas más importantes de la educación y la seguridad. Estamos en un país en el que la gente está decidida a matar, hay un homicidio por semana. Esto es un cambio profundo de la vida de la sociedad uruguaya. Durante la crisis no había ese problema.

-¿Cómo ve el país hoy?

-Adentro de unos cortes.

-¿Qué relación tiene con el presidente José Mujica?

-Ninguna, no tengo relación.

-¿Y con Tabaré Vázquez?

-Cuando lo veo.

-¿Se sentaría a hablar con Mujica?

-Me va a decir: “Como te digo una cosa te digo la otra”, así que no sé qué turno me toca.

-¿Se imagina un Uruguay con gas, petróleo y minería?

– Cuando me hablan del proyecto de la minería Aratirí me pregunto quién le va a brindar energía eléctrica.

-Ellos traerían carbón.

-¿Y los medioambientalistas?, ¿Y la contaminación?, ¿Qué volumen de carbón?

-¿Cuál es la solución para la energía?

-No creo que esté resuelto el tema de la energía con Brasil. Estamos demorados en el tema de la usina de ciclo combinado que aprovecha el vapor de agua para generar más energía.

Es un flanco débil  que tiene el país. Se habla de una usina de gas licuado que quieren poner en la zona de Punta Sayago, se puede imaginar el día que eso explote: desaparece medio Montevideo. No sé si los argentinos tienen interés en eso, porque funcionaría si pudieran mandar gas hacia Argentina.

La energía eólica no es firme porque si instala 100 mega, va a tener disponible 30, porque no se puede acumular y no se debe cuándo hay viento. No hay una solución definitiva ni está claro cómo se puede hacer. Hoy hay un proceso de desindustrialización del país, hoy la mayor exportación de lana es sin lavar, sucia.

-Hay otros sectores, como el de la madera que se ha desarrollado.

-Sí, pero por el esfuerzo de otros gobiernos.

-¿Y la carne?

-También por el otro gobierno. Ahora menos porque no hay ganado, algunos frigoríficos hace tiempo que están parados, eso tendría que saberse. Los que hablan del ferrocarril, cuando llegaron los finlandeses me pidieron el helicóptero para recorrer y yo tan bobo dije que tenían que instalarse en Paso de los Toros, fui un bobo porque no me di cuenta que los tipos querían masa forestal  de Argentina, como habían leído el Tratado del Mercosur y lo habían creído dijeron: “Nos ponemos del lado uruguayo y tenemos las dos masas forestales”. Como el Mercosur no se cumple, Argentina no permite la exportación de madera. A Conchillas van a llevar la madera en barcazas, para qué el ferrocarril.

-Más allá del tema energético ¿está de acuerdo con que se explote la minería como por ejemplo está planteado en el proyecto de Aratirí?

-Lo primero que pregunto es si alguna vez fueron a Minas a ver el agujero que tiene la Ancap para extraer cemento.

Yo no sé cuál va a ser la dimensión del agujero, pero no puede ser muy grande. Lo otro que digo es que hierro se exporta en todas partes del mundo, desde la época de los vikingos, pensar que acá no se puede hacer un agujero no tiene mucho sentido. Yo no soy contrario a explotar los recursos naturales, me hace gracia el decir que tenemos la soberanía debajo de la tierra pero como no la explotamos estamos muertos de hambre, ese es el problema que tiene Bolivia que ya no está produciendo el gas que producía antes.

-¿Qué opinión tiene de Uruguay insertado en el Mercosur?

-No camina, la industria básica uruguaya, salvo la agrícola que es argentina, la compró Brasil. No hay reciprocidad. En este momento los productos con valor agregado solo tienen ubicación posible en el mercado brasileño.

-¿Salir no sería una solución?

-No, pero la pregunta es la siguiente, ¿cómo fue posible que firmáramos un tratado de libre comercio con México si no es parte del Mercosur?

Por ahí está el camino , hay que negociar con Brasil, hoy le interesa una representación política de América del Sur, por eso fue el inventor de segregar a América Central y México del mundo latino e inventar la Unasur, porque ahí Brasil es el representante de América del Sur, y juega en las grandes ligas, con India, China y Rusia.

A Brasil le interesa negociar con Uruguay por eso llegamos al Tratado con México. Va a llegar un momento en que a Uruguay le va a costar mucho sacar provecho si el Mercosur sigue igual y eso Brasil lo va a entender porque tiene un sentido  político imperial, con políticas internacionales de larga distancia.


“Matala Panucci, matala”

Yo le había pedido al gobierno argentino que vacunara la Mesopotamia, la segunda apareció en los tambos, y para los tamberos cada vaca es como si fuera  una sobrina, son como los caballos de carrera, las conocen, saben cómo se llaman, quién es la madre, saben toda la parentela, entonces el  rifle sanitario para el tambero es trágico. Desde la cuchilla de “Perdido” cayó en un tambo y no dijeron nada, llevaron ganado infectado a la feria de Cardona y desparramaron. Un domingo de mañana, yo caigo como presidente al  Ministerio de Ganadería, entro por San José, con el mate y el termo y estaban como locos porque ya había como 2000 focos, en ese momento no estaba ni Gonzalo ni Aguirrezabala porque estaban recorriendo el país. Había un funcionario que estaba sentado frente a la computadora en una gran angustia, suena el teléfono y nadie atendía y el que estaba allí dijo a los gritos “Algún boludo que atienda el teléfono”,  atendí  yo que era el boludo más próximo. “Panucci, desde Minas, acá tenemos una vaca Holando que parecería que tiene los síntomas, ¿qué hacemos? “Matala Panucci, matala”, le dije (risas).

En la primera reunión que tuvimos a mi regreso de Estados Unidos en la que participó todo el mundo, todo el mundo opinó lo que había que hacer, al final yo le pregunté a los técnicos de Veterinaria que yo había invitado, qué había que hacer y dijeron: “Decir la verdad”. Eso nos hizo un bien para la deuda brutal, suspendimos el envío de carne y paramos todo. La gente no sabe las cosas, el presidente Bush me preguntó qué era lo que precisábamos y yo le dije que el expresidente de la carne lo saque de abajo de la pila lo ponga arriba y diga lo que estamos pidiendo, que era que fuéramos aceptados como país libre de aftosa pero con vacunación, no podíamos volver al sistema sin vacunación porque teníamos aftosa endémica.

Eso fue en 2003, repuntar en el mercado de la carne, después nos prestó 1.500 millones de dólares a sola firma que eso se lo devolvimos con intereses en una semana.


“Una manga de ladrones”

El lunes 2 de junio de 2002 las relaciones con Argentina se tensaron cuando salió a la luz una entrevista concedida por Batlle a la cadena televisiva Bloomberg TV.

Durante el encuentro, Batlle realizó fuertes declaraciones pensando que las cámaras estaban apagadas . “¡Qué enfermedad tienen estos tipos! ¿Qué tengo que ver yo con la Argentina?”, dijo ante la pregunta del periodista sobre la similitud de la situación uruguaya y la argentina.

“…¡Una manga de ladrones del primero hasta el último! ¿Entiende? (…) Ahora no compare Argentina con Uruguay, ¿o usted es ignorante?”, dijo. Sobre Eduardo Duhalde, quien presidía Argentina señaló:  “¿Pero cómo le voy a plantear a Duhalde nada, querido? No tiene fuerza  política, no tiene respaldo, no sabe a dónde va”.

– ¿Cuánto le costó cruzar el charco a pedir disculpas?

– ¿Cómo no iba a cruzar a pedir disculpas? Una cosa es que yo me calenté con el tipo ese de la Bloomberg. Me hizo una jugada fantástica, me agarré una calentura de la gran siete y le contesté una barbaridad. El tipo me dijo que no había grabado nada, que era una conversación entre nosotros, y yo, como soy liberal, no le revisé la máquina.

Si un acto personal mío repica contra todo el pueblo uruguayo yo tengo que ir a pedir disculpas por una razón muy simple, porque al otro día los uruguayos iban a ser víctimas de la insensatez. Los propios argentinos me criticaron por ir a pedir perdón, hicieron una encuesta en la que decían que yo tenía razón.

En setiembre (de 2011) fui a acompañar a un amigo a Buenos Aires que tenía que hacerse una intervención, cuando salimos a caminar nos encontramos a un muchacho joven repartiendo Coca Cola, me paró y me preguntó si era el presidente de Uruguay, yo pensé: “Suerte que vengo acompañado porque este capaz que me pega”, y me dijo: “Pahh, qué barbaridad , usted tiene razón, todos son una manga de ladrones”. Yo me quería morir, porque fue un hecho terriblemente desagradable. Yo soy 50% argentino por parte de madre (Matilde Ibáñez). Yo sé que soy como caldera de lata y el tipo me dio manija y me embromó.