Andrade: Los precandidatos del FA son “excelentes”, pero “ofrecen un discurso muy concentrado en la gestión”

EN PANINI’S | ESPECIAL PRECANDIDATOS

Óscar Andrade, precandidato por el Frente Amplio


Hace un año casi descarta su precandidatura, pero distintos sectores lo empujaron a promover una campaña con una impronta diferente a la de sus compañeros. ¿El motivo? Que “los problemas de la izquierda no son solo de gestión”, sino que “implican tener respaldo social”. Así lo dijo a CRÓNICAS Andrade, aunque explicó que sí importa cómo se gestiona y ser austero, puesto que “la economía tiene que funcionar”. Pero lo más importante, aseguró, es la batalla política, que es la que el Frente Amplio (FA) debe dar en una región con “un duro grado de restauración”.


 El menú  El dirigente sindical degustó la pesca del día con vegetales rústicos, y para beber optó por agua mineral. De postre eligió flan casero con dulce de leche, que acompañó con café.


Por Oscar Cestau | @OCestau y Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Dónde se imagina el 1º de marzo del año que viene?

-Festejando. La única forma de ponerte al frente de una iniciativa política de estas características es pensar que ella puede vencer las dificultades. En principio hasta junio intentaremos convencer a la mayoría de los frenteamplistas de que la estrategia y la orientación política que estamos articulando es la mejor de las propuestas que el FA tiene. Después trataremos de tener la capacidad, hacia octubre, de comandar el conjunto del barco para un enorme desafío, que es conquistar el gobierno en un escenario regional radicalmente contrario, donde las políticas que se están aplicando son la antítesis de los horizontes estratégicos del FA.

-¿Por ejemplo?

-Es muy difícil encontrar puntos de coincidencia entre las medidas de Bolsonaro o el macrismo en Argentina –que viene siendo una fábrica de crear pobres- y el horizonte político estratégico de la izquierda, que está todavía en transición, lo estamos construyendo. En una economía globalizada, tender a la participación del Estado y al ensanchamiento de derechos cuando América Latina tiende a la concentración, es de una inmensa dificultad, pero estamos trabajando para estar a la altura.

-¿Qué considera que puede aportarle al FA en caso de ganar la interna?

-Partimos de la base de que a las izquierdas en la región cuasi se las devoró la institucionalidad. Una América Latina que sacó a decenas de millones de pobres –en el marco de los gobiernos progresistas- de la condición de pobreza y de exclusión social, que avanzó en democracia, no fue capaz de dar la batalla cultural. Eso hizo que una parte de los brasileños votara contra la solidaridad con los sectores más vulnerados. O sea, hubo gente en Brasil que votó contra los planes sociales, en Argentina igual. Para estar a la altura de la batalla cultural, tenemos que repensar la relación entre los movimientos sociales, la izquierda política y el gobierno, donde no hay relación posible de subordinación. También hay que dar una discusión más profunda acerca de las relaciones de poder.

-¿En qué sentido?

-En el sentido de que buena parte de las dificultades en el ensanchamiento de los procesos populares, tiene que ver con que los sectores en el poder demostraron tener mucha capacidad para reinstalar sus gobiernos. Bolsonaro, Macri, Abdo Benítez y Piñera representan a pequeñas minorías que están en el poder. Si yo fuera un gran agroexportador en Argentina, estaría feliz con el gobierno de Macri, porque me quitó las detracciones y hace que yo pague un salario que es la mitad en dólares, entonces me está garantizando márgenes de ganancia extraordinarios. Argentina está en un récord de pobres mayor que en el 2001 y para ellos es muy malo este gobierno, pero para determinados sectores económicos no, porque ha aplicado políticas que los favorecen de manera radical. Creo que incorporar en la política esa relación de intereses, que explica los desafíos, es lo que intentamos en la orientación hacia el cuarto gobierno.

-¿Por qué cree que la gente debería votarlo a usted?

-Estamos tratando de pensar un proceso de campaña electoral a junio que no ofrezca el escenario que están brindando los partidos tradicionales, donde un día sale Antía a decir que a Larrañaga le falta diálogo, otro cuestiona a Lacalle, o sea, una interna que es una picadora de carne. A nosotros nos une un programa común, y los compañeros y la compañera que están en campaña son excelentes candidatos que ofrecen, sobre todo, un discurso muy concentrado en la capacidad de la gestión.

-¿Y usted busca ofrecer algo diferente?

-Nosotros pensamos que los problemas que tiene la izquierda no son fundamentalmente de gestión. Por ejemplo, llevar adelante la política de vivienda que plantea el programa del FA –duplicar la inversión, generar un mercado público de alquileres para tener un ente que regule los precios- es bastante más que un problema de gestión. Eso hay que gestionarlo, pero claramente es un conjunto de medidas políticas que van en contra de algunos sectores. Ir hacia una segunda reforma de la salud implica recursos; incrementar la inversión por paciente y garantizar el derecho a la salud nos va a llevar a conflictos. Ir a una estrategia de cambio tecnológico, ofrecer investigación más desarrollo para potenciar el sector productivo y empresas públicas como motor de desarrollo, no es solamente un tema de gestión.

-¿Entonces? ¿Qué más implica?

-Todo eso implica tener amplísimo respaldo social. Algunas medidas que técnicamente son irreprochables, si no tienen respaldo y comprensión social, terminan abortándose. Hay compañeros que entienden que el provenir de la militancia social es una ventaja para este proceso. ¿Quién es el que tiene mejores condiciones para tejer esas alianzas político-sociales y lograr que el cuarto gobierno tenga la fortaleza necesaria? Algunos creen que en ese sentido podemos aportar.

-¿Y no considera importante también cómo se gestiona?

-No estamos diciendo que no importe cómo se gestiona; importa, al igual que ser austero, pero la batalla política no es esa. Cualquiera puede presentarse como buen gestor, el problema es la orientación política del proceso de cambios.

-¿No van de la mano?

-Sí… si gestionás horrible, la quedás. La economía tiene que funcionar, vos tenés que generar condiciones para eso. Uruguay tiene que desarrollarse desde el punto de vista económico, tiene que crecer, sus políticas tienen que ser eficaces y los recursos bien manejados. Lo que estoy diciendo es que eso debe ir acompañado de una batalla por la sensibilidad que incorpore la perspectiva de derechos.

-¿Qué lo llevó a tomar la decisión de ser precandidato?

-En realidad hace un año yo casi lo descartaba, pero despertó respaldo de un conjunto de militantes con los que coincidimos en las dificultades que mencionaba. La izquierda está excesivamente institucionalizada, hay que recuperar protagonismo de los movimientos sociales para ser capaces de construir una perspectiva popular, democrática, en esta situación regional tan dura donde cierran los Ministerios de Trabajo. La reforma laboral en Brasil establece que la mujer embarazada puede trabajar en condiciones de insalubridad. ¿Cómo alguien puede escribir eso? ¿Cómo en Jujuy, Argentina, se pudo haber votado, a pedido de las tabacaleras, que pueden trabajar los niños desde los 10 años? O sea, el grado de restauración está muy duro.

-¿Y usted buscaba incidir en ese aspecto?

-Lo que sucedió fue que ante el avance de esa situación, muchos compañeros y compañeras querían dar un debate desde otro lugar, no solamente desde los logros y la gestión, sino desde el punto de vista de la necesidad de la profundización de la democracia. Para cualquier técnico, la inversión pública social ha sido clave para disminuir la pobreza y la indigencia, pero la percepción que mucha gente tiene de las políticas sociales es que se le da plata al vago. ¿Qué quiero decir? Si vos lográs incrementar la inversión pública social y descender la pobreza, pero no vas construyendo relaciones de más solidaridad, perdés la batalla política, y la batalla que tenemos es política. Sindicalistas y frenteamplistas independientes fueron promoviendo que había que acompañar esa preocupación con una candidatura, porque si no, estos temas no iban a estar en el debate de la campaña. Si nos da el tiempo para convencer a la mayoría del FA de que este es el mejor abordaje posible, ganamos la interna.

-¿Aceptaría postularse a la Vicepresidencia?

-Aceptaría todo, pero depende de qué pase en junio.

-¿Cómo toma las encuestas, donde usted no aparece dentro de los favoritos?

-Las encuestas, en el mundo, han tenido una enorme dificultad para leer el estado de opinión pública. No hay encuestador que se anime a hacer un pronóstico de la interna, porque es casi una lotería. Si termina votando la mitad de los que encuestaste, ya eso no sirve, hay que tomarlo con pinzas. Lo que define buena parte de los votos en la interna es el último mes y medio de campaña, cómo te va en las últimas entrevistas, en los últimos actos, cómo lográs, en el caso nuestro, romper estereotipos.

-¿Usted siente que debe hacer eso?

-Yo sé que es un estereotipo conservador el del tipo que dice: “el rural, la doméstica, el obrero de la construcción, pueden servir para todo pero para nada importante, porque no saben”. A mí me ha pasado muchas veces a la salida de una entrevista que me digan: “qué bárbaro cómo pudiste hablar de geopolítica”. Cuando estuve en el Parlamento me tocó leer muchas de las intervenciones de Lacalle –hoy candidato favorito de la oposición- en diversos temas, y no me siento menos preparado que él para hablar sobre economía, políticas agropecuarias, infraestructura, relaciones laborales, seguridad social. También tenemos la dificultad de que nuestra campaña es muy austera, con muy pocos recursos, pero trazamos con claridad una orientación.


“Hay sectores económicos que están tensionando por un ajuste y hay riesgo en muchas conquistas sociales”

-¿Qué dos o tres medidas tomaría inmediatamente después de asumir si le tocara gobernar?

-Una medida de emergencia es la inversión en vivienda. El programa plantea duplicarla, lo cual atiende un doble componente: una política social transversal y la generación de puestos de trabajo. La segunda iniciativa sería una gran convocatoria al diálogo social sobre el tema del desarrollo productivo –armar cadenas matriz por matriz, el papel de las empresas públicas, investigación más desarrollo-. Una tercera es una batería de medidas que tienen que ver con la parte del programa sobre la discapacidad como prioridad. Esto es lo primero a hacer el 1º de marzo en la mañana.

-Por otra parte, ¿qué riesgos visualiza si no gana el FA?

-Hay sectores económicos que están tensionando por un ajuste. El retiro de la Asociación Rural y la Federación Rural de la negociación colectiva incumpliendo la ley, demuestra un riesgo, así como el planteo de algunos precandidatos de retroceder 30 años en las relaciones laborales, llevándonos a la negociación por zonas geográficas. Creo que hay riesgo en muchas conquistas sociales. Cuando se juntan firmas contra los derechos otorgados a las personas trans, hay un conjunto de medidas que van a estar en riesgo. ¿Quiere decir que se resuelve solo en la elección? No, yo confío en las luchas populares, en que los pueblos tienen condiciones de luchar para defender las conquistas aunque pierdan el gobierno, pero claro que va a ser más complejo en un gobierno de carácter conservador.

-¿Qué fue lo peor y lo mejor que le dejó la izquierda en estos 15 años al país?

-Logró una disminución de la pobreza y de la indigencia enorme, nunca hubo tanta gente trabajando o estudiando como en los gobiernos del FA, y hubo una enorme transformación del sistema de salud. En el debe yo pondría los avances muy parciales en materia de verdad y justicia, las enormes dificultades para el cambio en la matriz productiva, y haber abandonado o dado insuficientemente la batalla política cultural para incorporar a amplios sectores populares a que sean protagonistas del proceso de cambio.

-¿Los desencantados con el FA tienen razón al sentirse así?

-Depende, hay gente que está muy enojada por razones muy entendibles. A los compañeros que están enojados por el decreto a la esencialidad les tenés que prestar mucho oído. Hay gente que está enojada de panza llena, porque pagó dos pesos más de IRPF, y hace 15 años no tenía ni trabajo ni vivienda ni auto ni nada. Algunos enojos son muy atendibles y otros menos; hay que tratar de escuchar a todos y ofrecer perspectiva política.