Bergara: “En este gobierno la mayoría parlamentaria trajo más dolores de cabeza que soluciones”

EN PANINI’S | ESPECIAL PRECANDIDATOS

Mario Bergara, precandidato independiente por el Frente Amplio


La mayoría en ambas cámaras del Parlamento fue muy importante para el Frente Amplio (FA) en sus primeros dos gobiernos porque permitió la implementación de algunas reformas, pero en este tercer período trajo problemas, según las palabras del economista. Por otra parte, Bergara sostuvo que si bien en algunas áreas el oficialismo no logró los resultados esperados, de no haber una continuidad de la izquierda en el poder, algunas políticas podrán revertirse, lo que afectará negativamente a la población.


 El menú  Bergara degustó carpaccio de lomo para compartir, y de segundo plato optó por risotto de camarones, zucchini, zest de lima, cream cheese y langostinos grillados, que acompañó con agua mineral. De postre prefirió un plato de frutas con helado artesanal de crema, y un café.


Por Oscar Cestau | @OCestau y Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Dónde se imagina el 1º de marzo del año que viene?

-Yo trabajo para ganar la interna en junio y para ser presidente del Uruguay, así que esa es mi hipótesis.

-¿Qué considera que puede aportarle al FA en caso de ganar la interna?

-Yo concibo el proceso electoral como parte de un proceso más amplio que es el de la renovación política del FA, y creo que en ese sentido nosotros estamos contribuyendo a todas las facetas que involucra la renovación, que no es solamente la del elenco de liderazgos, sino también la de la visión del mundo, entendiendo que estamos en un marco completamente diferente al que tenía el FA cuando empezó a gobernar.

Esto trae aparejada la necesaria renovación de las políticas públicas, aprovechando y parándonos en la multiplicidad de reformas estructurales que el FA hizo y que han tenido resultados exitosos, viendo también con autocrítica algunos aspectos que no hemos resuelto de la mejor manera, y afrontando los desafíos que el nuevo contexto pone sobre la mesa.

También podemos contribuir a la renovación política del FA, que incluye revisar las formas de funcionamiento para hacerlo más representativo de la masa frenteamplista, y la estructura de liderazgos. Creo que en todas esas facetas estamos en condiciones de aportar al FA y al país.

-¿Por qué cree que la gente debería votarlo a usted?

-Nuestra precandidatura tiene un sinónimo en la palabra renovación en todas estas dimensiones, y además es una renovación que mira para adelante pero parada en los valores fundacionales del FA y, sobre todo, con una fuerte impronta seregnista. Yo tuve un vínculo muy estrecho, muy privilegiado con Seregni durante muchos años, y entiendo que en valores y en formas de hacer política tengo impregnado en la piel el seregnismo.

-¿Por ejemplo?

-Temas de ética, de coraje político, de visión estratégica, de hacer política en base a un diálogo respetuoso, a la tolerancia, y a priorizar primero el país, después el partido y finalmente las ambiciones personales. Esto sumado a aspectos de trayectoria, experiencia de gobierno y visión del mundo, que son fundamentales cuando uno no piensa solo en un candidato sino en un presidente de la República.

-¿Qué dos o tres medidas tomaría inmediatamente después de asumir si le tocara gobernar?

-No sé si ponerlo en clave de medidas, pero sí de los temas prioritarios. Uno tiene que ver con el mundo del trabajo, donde la dinámica tecnológica genera desafíos enormes. Es decir, hay empleos que progresivamente van a ir quedando obsoletos, y otros que van a ir fortaleciéndose y generando oportunidades. Por esto es fundamental potenciar las políticas de recapacitación de trabajadores, donde el Inefop tiene un rol creciente. Ya hay Consejos de Salarios que no solo negocian salarios y condiciones de salud ocupacional, sino también cláusulas con perspectiva de género y convenios de recapacitación. Por otro lado, rápidamente tenemos que sentarnos todos los partidos políticos alrededor de una mesa a definir tres o cuatro temas sustanciales que no son de resolución de un gobierno ni de una sola fuerza política, independientemente de cómo sea la conformación de mayorías.

-¿Qué temas cree importante abordar con el resto de los partidos?

-Por un lado, los temas vinculados al régimen de seguridad social, incluyendo la Caja Militar y todas las cajas paraestatales, para fortalecerlo y adecuarlo. Hay un desafío de algo que es una buena noticia, que es que los seres humanos vivimos cada vez más y en mejores condiciones, y eso obliga, para hacer sustentable el sistema de seguridad social, a adecuar parámetros y revisar mecanismos. Un sistema que empieza a generar una dinámica financiera que no es sustentable no es bueno, porque no va a dar las garantías en el futuro de que la gente perciba las pasividades correspondientes. Es muy necesario dialogar multipartidariamente y con los actores sociales. Lo mismo con la seguridad, la educación y las Fuerzas Armadas.

-¿Cree que este proceso multipartidario se podría llevar adelante independientemente de que usted sea o no el presidente?

-Yo creo que sí, pero no es lo mismo este proceso conducido por el FA que por la oposición.

-Precisamente, ¿qué riesgos visualiza si no gana el FA?

-Es claro que hay diferencias de enfoques ideológicos en muchos aspectos, que repercutirían en resultados negativos tanto en términos de bienestar como de equidad y de derechos. En las tres áreas los gobiernos del Frente han impulsado políticas que han elevado los niveles. En todas estas cosas hubo resistencias u oposición a múltiples políticas que se impulsaron desde el FA, en el terreno tributario, relaciones laborales, Consejos de Salarios, pasividades y salarios mínimos, agenda de derechos asociada a combatir la discriminación. Lo que está pasando alrededor de Uruguay muestra que la posibilidad de revertir políticas está a la vuelta de la esquina si estas cosas no se consolidan. El FA y la oposición tienen perspectivas diferentes en estos temas y uno puede inferir que de no ser el FA el que gobierne, algunas de estas políticas pueden apuntar a revertirse.

-Si efectivamente no hay mayorías parlamentarias, tal como prevén los analistas, ¿cómo se imagina negociando con el resto de los partidos?

-La estructura parlamentaria condiciona la forma del juego político. Cuando uno tiene mayorías parlamentarias se torna responsable de todo lo que se hace y no se hace, y la oposición se despoja un poco de esa responsabilidad y tiene más chances de pararse en la vereda de enfrente. Esto pasa mucho hoy; pasó en estos tres gobiernos. La mayor parte de las leyes en el Parlamento fueron votadas por todos los partidos, pero hay temas relevantes de diferente visión ideológica donde se da el juego político esperable. La mayoría parlamentaria para el FA fue muy importante en el primer y segundo gobierno, donde se implementaron múltiples reformas estructurales en un montón de áreas relevantes de la economía, de la cultura, de la sociedad. En este tercer gobierno la mayoría parlamentaria del FA trajo más dolores de cabeza que soluciones, o sea que tampoco hay que endiosar la circunstancia de tener esa mayoría.

-¿Dolores de cabeza por qué?

-Por ejemplo, por las discusiones sobre el impuesto a las pasividades militares, la reforma de la Caja Militar, que siempre había algún legislador discordante que evitaba que las mayorías parlamentarias operaran, y eso generó debate en la propia interna frenteamplista. Si no llega a haber mayorías parlamentarias el juego político cambia, porque el gobierno va a necesitar negociar cosas para aprobar leyes fundamentales, y la oposición va a tener la responsabilidad de cambiar la actitud. Si se van a parar en la vereda de enfrente de manera sistemática, también ellos van a ser responsables de que haya cosas que no salgan durante cinco años, y hay temas que no pueden esperar cinco años. Por eso creo que quizás hasta de manera saludable el juego político cambia, y eso obliga a la negociación, a un diálogo más abierto, lo cual es perfectamente factible porque nuestro sistema político lo permite.

-¿Qué fue lo peor y lo mejor que le dejó la izquierda en estos 15 años al país?

-Es indiscutible que en materia de bienestar, de equidad y de derechos, el país hoy está en un escalón superior que hace 15 años. Eso resume infinidad de cosas, incluida la percepción externa del país. Uruguay está muy bien visto en prácticamente todas las áreas por los organismos multilaterales, los inversores, las calificadoras de riesgo, los organismos políticos y sindicales del mundo; tiene una reputación y una visibilidad a nivel externo muy positiva. No digo que esto sea solo mérito del FA, pero ese es el resultado también de 15 años de gobierno frenteamplista.

-¿Y lo peor, qué fue?

-No identifico algo que diga “fue lo peor”.

-Pero ¿algo que no haya salido como era esperado?

-¿En qué áreas no hemos logrado los resultados esperados? Obviamente en seguridad y educación, y en alguna medida también en materia de vivienda. No quiere decir que no se hayan hecho cosas en la dirección correcta, pero indudablemente los resultados son insatisfactorios. Tampoco creo que sea lo peor porque no creo que estemos peor hoy en educación que cuando el FA empezó a gobernar. Ha habido un montón de cosas en la educación que avanzaron en la dirección correcta: el Plan Ceibal, la Universidad Tecnológica, la descentralización geográfica, las tecnicaturas asociadas a la producción agropecuaria, la educación técnica.


“En el caso de Brasil la izquierda fue funcional y responsable de actos de corrupción”

-¿Los desencantados con el FA tienen razón al sentirse así?

-Había mucha gente que tenía enojo por cómo el FA estaba procesando los temas de la ética y la corrupción, y creo que en general las resoluciones que tomó fueron bien leídas. Esos desencantados tenían razón en el sentido de que el partido no estaba procesando en tiempo y forma temas tan caros para su naturaleza como los de la ética, y una vez que los resolvió, ese desencanto tendió a diluirse.

Después, muchos compañeros pensaban que las transformaciones económicas y sociales se podían hacer a una velocidad muchísimo más rápida y más profunda, tenían una expectativa de que estábamos en la antesala del socialismo, y tuvimos años de discusión interna donde se nos planteaba que las políticas que llevaba adelante el FA eran apenas progresistas. Nos ponían como ejemplo lo que pasaba en otros países de América Latina, que supuestamente iban más profundo, más rápido, más a la izquierda. Lamentablemente, con el diario del lunes, muchas de esas experiencias no solo no resolvieron los temas del bienestar, de la equidad, de los derechos como en Uruguay, sino que incluso han dejado de ser opciones de continuidad en el terreno político y hoy estamos rodeados de países que han optado por gobiernos de orientación de derecha.

-¿A qué se debió ese fracaso?

-En muchos casos la orientación de las políticas económicas y sociales no se condecía con las posibilidades reales, y no sucedió como en Uruguay, donde las reformas se hicieron en diálogo democrático con la sociedad. Además, en un montón de países la izquierda no supo lidiar con los temas de la corrupción, y de alguna manera fue funcional y responsable de actos sustanciales de corrupción que a la larga las poblaciones castigaron.

-¿Por ejemplo?

-El caso de Brasil es bien claro. En Uruguay tenemos fortalezas, tenemos políticas económicas y sociales que pisan la tierra, que están paradas en la realidad y que avanzan en la dirección correcta. Volviendo a la pregunta, hay otro bloque de desencanto que tiene que ver con la clase media que siente que los impuestos son muy altos y el gasto público no es lo suficientemente eficiente en calidad, entonces paga impuestos para que las cosas no se resuelvan. Hay cosas que se resuelven y otras cuyos resultados están pendientes. La izquierda no puede tener el talante de decir “todo lo hemos hecho bien y todos los resultados son maravillosos”, porque eso va en contra de una filosofía que significa transformar la realidad.