Diego O’Neill: “Si no mejoramos la productividad, el sector corre riesgo de estancarse y no recuperar el crecimiento”

Diego O’Neill, presidente de la Cámara de la Construcción del Uruguay


La Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU) celebra este 2019 sus 100 años, en un momento donde el sector registra una caída de la actividad por cuarto año consecutivo, con una retracción del 8%,  y donde todo apunta a que en año electoral, la inversión privada se contraerá una vez más. La mejora de la productividad es clave para superar este momento, y UPM 2 la gran esperanza.

Por Anahí Acevedo | @PapovAnahi

La Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU) está cumpliendo un siglo de historia. ¿Qué valoración hace del camino recorrido hasta hoy?

Celebrar los 100 años de una institución como la nuestra es un evento muy importante de actividad gremial. Involucra una cadena de empresarios que, a lo largo del tiempo, fueron aportando sus capacidades y dedicando horas de su tiempo a trabajar por la industria. Mucha gente, a lo largo de estos 100 años, fue construyendo esta industria de la construcción que hoy tenemos, desde su primer presidente, el ingeniero Juan José Arteaga, hasta el último.

No sólo celebramos los 100 años de la CCU, sino también la construcción del Uruguay, la ejecución de obras y la realización de la industria de la construcción, que es lo que se ha ido haciendo en todos estos años.

-¿Cuáles fueron los hitos del sector en estos 100 años?

-Hay muchos. La CCU trabaja en la preparación y en la redacción de las normas que después rigen para el sector. Por ejemplo, la ley 14.411 que establece la forma de aportarle al Banco de Previsión Social (BPS) a los trabajadores de obra, fue una ley muy importante en la cual la Cámara tuvo una participación muy destacada. La creación de los fondos sociales también es un hito muy importante que continúa hoy y que tiene todo un trabajo a favor del desarrollo de los trabajadores y sus familias, el acceso a la vivienda y la capacitación.

Nuestra industria es la única en Uruguay que lo tiene armado de esa manera y que es administrado en forma conjunta entre empresarios y trabajadores.

Podría mencionar, además, el impulso al crecimiento de las empresas, al fortalecimiento de ellas, a que puedan adquirir las mejores prácticas -tanto en la gestión como en los procesos productivos-, la incorporación de tecnología, el equipamiento, y otros impulsos que la Cámara ha tenido permanentemente en sus objetivos.

También lo que tiene que ver con las relaciones laborales, como la construcción de una relación de diálogo y de negociación con el sindicato de hace muchos años, de acordar convenios colectivos, incluso cuando no estaba vigente la ley. Hay una cultura de diálogo y acuerdo y construcción colaborativa que es muy importante.

-¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la construcción hoy en nuestro país?

-La construcción es una industria muy importante en la actividad económica del país. Representa casi el 10% del PIB total de la economía. Tiene una participación en la ocupación del 8% de toda la economía, y se genera casi el 70% de la formación bruta de capital en la construcción. Por cada punto de valor agregado bruto que se genera en la construcción, se genera otro punto de valor agregado bruto en otros sectores; es decir, es un sector realmente dinámico e importante. Pero, a pesar de esto, la situación de los últimos años no es muy buena. Venimos de cuatro años consecutivos de caída. Los datos confirman que el año pasado fue el cuarto año consecutivo de caída: en el entorno del 8% ciento Esa no es una buena noticia.

-¿Cuáles son las necesidades de la construcción hoy?

-Necesitamos un clima de negocios más favorable. Hay que lograr traer inversión. También en mejorar las condiciones de trabajo, de seguridad, la capacitación de los trabajadores, en tener personal más calificado. Hay muchos desafíos y la Cámara está muy comprometida en seguir el camino de sus predecesores.

-¿Cuántos puestos laborales se perdieron en el último tiempo?

-Estamos en un nivel de ocupación similar al que teníamos 10 años atrás. Tuvimos un pico de arriba de 70.000 trabajadores. Hoy estamos en el orden de los 45.000, es decir que se perdieron 25.000 puestos de trabajo reales. Es más, se trata de uno de los sectores que ha perdido más puestos de trabajo. También es un sector que toma fácilmente trabajadores.

-En este sentido, ¿cuáles son las perspectivas que tienen para este año?

-Esperamos un escenario similar al de 2018. La gran preocupación es que la inversión privada sigue cayendo, y eso no vemos que se revierta, excepto si se concretara la inversión de UPM 2. Tenemos expectativas de que esto realmente sea así. Es una inversión muy importante que va a dar mucho trabajo en el sector, pero también para la economía en general, con un impacto de 8.000 puestos de trabajo permanentes. Al país le va a exigir una inversión en infraestructura importante, pero las inversiones necesarias para realizarlo van a quedar para todo el país. Además, son una palanca de desarrollo que tiene su impacto en el crecimiento y en la generación de valor agregado.

-¿Qué debe hacer el sector para estar a la altura del desafío de UPM 2?

-El sector está preparado para trabajar en UMP 2 y en las obras de infraestructuras conexas. El sector tiene ya la experiencia. Hay una capacidad instalada de la construcción que hace que esté en condiciones de enfrentar este desafío. Estas también son obras que demandan un equipamiento que exige empresas instaladoras y trabajadores del exterior, no se hace solo con personal nacional. Pero lo que tiene que ver con la obra civil, podemos atenderla sin problema.

-¿Cómo está Uruguay posicionado en cuanto a su capacidad?

-Hay varias empresas uruguayas que están trabajando fuera del territorio, tanto en la región como en Europa porque hay capacidad profesional para poder internacionalizarse. Esa es una buena muestra de nuestra realidad.

-Es sabido que el mercado laboral está en constante cambio debido a la revolución tecnológica. ¿Qué deberes se tienen que hacer para no quedarse atrás?

-La construcción, en particular, tiene un desafío fuerte con la mejora de la productividad. Hace tiempo que la Cámara se viene ocupando de este tema. Hace tres años el Centro de Estudios Económicos de la Construcción hizo un estudio sobre la productividad en obras de arquitectura, más precisamente en edificios de vivienda en altura. Se alcanzó que entre los años 1995 y 2015 hubo una caída de la productividad en el entorno del 20%. A pesar de esa caída, se dio una incorporación importante de tecnología, como grúas, montacargas, monta personas, sistemas de encofrado, hormigón bombeado, entre otros sistemas.

Hay un problema serio de productividad y una de las cosas que la Cámara está impulsando, y de hecho ya hizo el lanzamiento, es el proyecto para medición de la productividad en obra, que está lanzando en este momento con el apoyo de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) y a través de un convenio con la Corporación de Desarrollo Tecnológico de Chile. Si no trabajamos en la mejora de la productividad nuestro sector corre riesgo de estancarse y no recuperar el crecimiento.

Con este proyecto se aspira comenzar a generar información objetiva y estadística para ir creando información para el sector que nos permita identificar las oportunidades de mejora.

-¿Hay suficiente incorporación de tecnología?

-La incorporación de tecnología es un camino de ida. En esto estamos y en eso tenemos que seguir. Incluso en estos últimos dos años que la actividad cayó, la incorporación de equipos muestra recupero. Hay una apuesta por la incorporación de tecnología, que es notorio también en obras viales. Este camino, indudablemente, tiene impactos en la ocupación porque hacen un uso distinto de los recursos humanos. Pero también tenemos capacitación para las personas para adaptarse a las tecnologías y ser más eficientes y productivos, porque en eso va la suerte de todos.

-¿Cómo evalúa la formación disponible en Uruguay orientado al sector de la construcción?

-Dentro de los fondos sociales hay un fondo de capacitación que ya lleva 10 años. El año pasado se capacitaron casi 2.000 trabajadores. Es un número importante y hay que continuar. Hay muchos de esos cursos que están orientados a realizar las primeras armas en los oficios, pero hay otros que son más tecnológicos, con distintos grados de capacidad. La industria demanda seguir tecnificando.

-¿Han mantenido reuniones con los precandidatos?

-Nuestra intención es reunirnos con los candidatos que pasen las elecciones internas, luego del 30 de junio, donde les haremos llegar nuestras propuestas e inquietudes para tratar de incidir en la agenda futura de gobierno.

-¿Cómo afecta el año electoral al sector?

-Los años electorales tienen su propia lógica. Por un lado, en general, las administraciones concretan inversiones que no se habían implementado en años anteriores. Son años en los que, en general, la inversión pública es un poco más alta que de costumbre. Eso es bueno desde el punto de vista de una actividad.

Desde el lado de la inversión privada, hay obras que se postergan para saber qué va a pasar con el aspecto electoral.

-¿Pero la inversión privada no debería acompañar justamente este momento que ha mermado más la actividad?

-Sí, indudablemente sería muy bueno, pero allí hay otro tipo de factores más estructurales que no responden al año electoral, sino al hecho de que el país viene registrando una caída de la actividad.

-¿Cómo ve a la Cámara en el futuro?

-Más allá de esta caída, tenemos una industria fuerte y dinámica que toma riesgos y que asume desafíos. Estamos convencidos de que tenemos un gran futuro por delante, lleno de oportunidades y desafíos, como la revolución tecnológica, las empresas 4.0 o la inteligencia artificial. Son oportunidades en las que hay que embarcarse y que pueden representar mejoras de productividad.


Razonablemente vinculados

-¿Cómo es la relación que hay hoy con el sindicato de la construcción?

-Tenemos una relación de diálogo y una construcción muy importante. Indudablemente, en estos últimos 10 o 15 años hubo un cambio, producto de la entrada en vigencia de una serie de reglas nuevas respecto a las normas laborales y la actividad sindical. Se han incorporado aspectos nuevos que han manejado elementos de mayor fricción, pero se puede decir que el relacionamiento es bueno, al menos a nivel de las gremiales.

De todas formas, hubo momentos difíciles en el área de conflicto, pero no es un tema generalizado, aunque es más complicado en las obras grandes, que tienen su propia lógica. En definitiva, tenemos un relacionamiento razonable.