Por Silvana Pérez Bonavita (*) | @perezbonavita
Este año comenzó el estudio del proyecto de eutanasia en la Comisión de Salud de la Cámara de Representantes, presentado por parte de la bancada colorada, al cual luego se sumó otra iniciativa legislativa del Frente Amplio. Hace pocas semanas se unificaron los dos proyectos para presentar uno en conjunto y de manera muy apresurada se busca someterlo a votación.
Como integrante de la Comisión de Salud, ante la presentación de este nuevo proyecto, con más énfasis aún, solicité en varias oportunidades se recibieran más delegaciones. Hay algunas que son clave como el propio Ministerio de Salud Pública y ASSE, que aún no concurrieron a comisión a exponer sobre este tema tan transcendente. No es correcto que se ignore la opinión fundamentada de quienes tendrán a su cargo reglamentar esta ley en caso de que sea aprobada. Se le está otorgando al Estado una licencia para matar, aunque mejor dicho se está obligando al Estado a hacerlo.
Tampoco se permitió la comparecencia del Colegio de Enfermeros, el Comité de Ética de la Facultad de Enfermería, la Federación Uruguaya de la Salud, el Banco de Previsión Social, el Instituto Nacional del Cáncer, la Sociedad de Psiquiatría, el Banco de Seguros del Estado, la Alianza de Pacientes Uruguay, diversas asociaciones de pacientes. Todas estas solicitudes para venir a exponer su posición al Parlamento fueron negadas. Como legisladora, a mí sí me importa su opinión, yo sí considero que no podemos legislar sin aprender de los que saben, de los que viven esa realidad, de los que se involucran. Era muy importante lo que estas delegaciones tenían para decir, fuera a favor o en contra del proyecto, eso no importa, lo importante es que un Parlamento que escucha es un Parlamento más desarrollado, y lamentablemente este no fue el caso.
Hay muchos detalles del articulado del proyecto que nos preocupan sobremanera, aunque debo dejar claro que tengo una postura contraria hacia el propio concepto de eutanasia en sí mismo. En primer lugar, hemos insistido una y otra vez en que para poner en discusión y en consideración de la comisión este tema, era imperativo que se aprobara antes en el Senado el proyecto de ley que tiene como fin la universalización de los cuidados paliativos en todo el territorio nacional. Este proyecto da respuesta a una gran inequidad existente hasta la fecha en nuestro país. Es sabido que principalmente en el interior profundo la carencia de equipos multidisciplinarios de cuidados paliativos de calidad es un hecho. Quienes proponen la eutanasia alegan razones de libertad, pero esto es totalmente falso, dado que una persona que no accede a cuidados paliativos no tiene ninguna opción, y por lo tanto de ninguna manera es libre.
Otro aspecto a destacar es la desinformación que hay en la opinión pública sobre el concepto de eutanasia. Luego de haber realizado varios seminarios, encuentros, y escuchado con atención a las personas, he descubierto errores de conceptos y terminología, que una vez explicados se comprende el verdadero objetivo de este proyecto. Hay una gran confusión por ejemplo con la sedación paliativa, que dentro de los cuidados paliativos se aplica en algunos casos para que la persona no sienta dolor, y que de ninguna manera alarga ni acorta la vida; la eutanasia mata.
Por otro lado, el proyecto indica que toda persona mayor de edad, psíquicamente apta, que padezca una o más patologías o condiciones de salud crónicas, incurables e irreversibles, tiene derecho a solicitar la eutanasia. Aquí se abre un abanico interminable de opciones que podrían ampararse en esta redacción de la ley, sumado a que en ningún momento se solicita la opinión médica de un psiquiatra, lo cual hace que el proyecto carezca de toda garantía para nuestra sociedad. También se incluye que el procedimiento puede ser realizado por un médico o por quien él ordene. Los enfermeros y demás integrantes de los equipos de salud jamás fueron consultados sobre esta imposición. Tampoco se hace referencia a la familia en ningún momento, simplemente dejan a la familia por fuera de todo el procedimiento, dejando a la persona aún más aislada. Podría seguir citando horrores del articulado como es el atropello al Código de Ética Médica, pero a ellos tampoco se los escuchó.
Se está planteando aprobar esta ley en un país que lamentablemente sigue encabezando los mayores índices de suicidios. Sumado a esto, a nivel mundial experimentamos el mayor desafío sanitario y social de la historia reciente con el aislamiento y la soledad causados por la pandemia de covid-19. Solo basta con investigar la nefasta experiencia de otros países que han legalizado la eutanasia, para conocer las vidas que se han dado por perdidas, las condiciones que se han flexibilizado cada vez más, y lo que comenzó con un impulso de aparente compasión se ha convertido en un arma letal que invita a la muerte sin compasión alguna. Podemos ejemplificar con el caso de Canadá que ha dado a conocer los millones de dólares que se ahorran con la ampliación de la ley de eutanasia y el suicidio asistido. Esta evidencia internacional, ¿no es merecedora de mayor estudio y reflexión? ¿Por qué se insiste con aprobar una ley carente de garantías a las apuradas? Esto es lamentable desde todo punto de vista, y creí que nuestro país estaba lejos de esta falta de empatía y respeto por la vida.
Imaginen ustedes lo que puede sentir una persona que tiene una enfermedad, que se siente una carga para su familia, que considera que invertir en su salud es un gasto innecesario. Piensen en la culpa que toda esta situación genera y cómo el Estado, en lugar de ofrecer el alivio, el acompañamiento, la atención psicológica, en lugar de todo lo que está bien, estaríamos ofreciendo la muerte. Estaríamos colocando personas en la categoría de eutanasiables, considerándolas no dignas. Estaremos legislando sobre la propia vida humana; el derecho a la vida es el primer derecho natural básico y esencial, nadie tiene derecho a quitárnosla. La votación de este proyecto entendemos que debería ser libre para cada legislador, concebimos este como un tema moral, y como tal esperamos que sea tratado a conciencia de cada uno de los diputados que integran la Cámara de Representantes. Así fue el proceso en la interna de nuestro partido Cabildo Abierto, jamás se impuso postura alguna al respecto, y debo decir que me sorprendió gratamente que todos los diputados, por el motivo personal que fuese, estarán votando de forma negativa este proyecto de ley. Tenemos el anhelo de que en los demás partidos políticos se maneje un tema tan delicado como complejo con la misma libertad.
(*) Diputada de Cabildo Abierto.