Por un 2018 lleno de…

Por Pablo Anzalone | @PabloAnzalone

Escribir en los primeros días de un año induce a pensar sobre objetivos, posibilidades y prioridades. Hay distintas formas de llenar los puntos suspensivos.

Entramos en el año preelectoral y esa dinámica puede llegar a teñir todo lo que suceda y lo que no suceda en 2018. No es poca cosa lo que se juega en 2019 y uno puede entender que la oposición y el Frente Amplio arranquen tempranamente a disputar ese partido. Sin embargo estamos más cerca de la mitad del período de gobierno que de su finalización. Faltan más de dos años y un electoralismo prematuro postergaría avances sustantivos en muchos temas de fondo para el país.

Se ha generado un debate interesante sobre la Agenda del Gobierno y de la Oposición. El senador Lacalle Pou acusó a Tabaré Vázquez de haberse quedado sin agenda y este contraatacó afirmando que era la oposición quien carecía de agenda y de propuestas. De alguna manera la controversia estimuló al gobierno a formular con más claridad sus prioridades. La tentación del “piloto automático” y la autocomplacencia son males que aquejan mucho a los gobiernos incluyendo a los de izquierda. Hace pocos días Vázquez reafirmó que las prioridades de su gobierno eran la educación, la infraestructura, la seguridad y la salud.

Este debate también podría impulsar a la oposición para desarrollar propuestas sobre temas importantes. Alcanza ver las actas de la comisión parlamentaria sobre ASSE para ver que el “chiquitismo” es una patología de la política. Hay una resistencia a levantar las miras, pensar propuestas ambiciosas y dar debates ideológicos de fondo.

La segunda generación de reformas en la salud es hoy un punto fuerte de la agenda del Frente Amplio y como reafirmó Vázquez, también del gobierno. La campaña “Construyendo Salud” del Frente Amplio realizó 19 jornadas departamentales en dos meses. Además, decenas de actividades en Montevideo e Interior, escuchando, dialogando, proponiendo, que culminaron en un Encuentro Nacional el 2 de diciembre.

¿Cuáles aparecen como ejes principales de esta nueva etapa del SNIS?

  • Dar un salto en calidad en la Complementación de Servicios dentro del SNIS rompiendo con la fragmentación entre las instituciones de salud. Ampliar vínculos, articulaciones, acciones conjuntas de los efectores de salud y sus interrelaciones con la comunidad. Evitar duplicaciones y subutilización de servicios a través de mecanismos fuertes de complementación.
  • Convertir los Objetivos Sanitarios Nacionales en un gran compromiso societario, en planes nacionales y locales de salud, en priorización de problemas y abordaje intersectorial para su efectiva resolución, a lo largo y ancho de todo el país. Los 15 problemas principales identificados por el MSP (más la salud bucal) y en particular la salud de la primera infancia y las enfermedades crónicas ordenan el conjunto del accionar en salud.
  • Fortalecer la rectoría del MSP, dotándolo de mayor capacidad de fiscalización y control sobre el sistema, de elaboración estratégica y programática, de regulación en materia de medicamentos y tecnología. Fuerte impulso a la investigación científica en salud creando un Instituto Nacional de Investigación en Salud (INISalud).
  • Consolidar las Redes Integradas de Servicios de Salud, dándole al SNIS una fuerte impronta territorial, basada en la creación de Unidades Territorio-Población, con Áreas de Salud por Municipio, Zonas de Salud por Departamento y Regiones más amplias, con responsabilidades claras en la cobertura sanitaria a la población.
  • Ampliar el trabajo interinstitucional y la participación social del SNIS estableciendo mayores responsabilidades a las Juntas Locales y Juntas Departamentales de Salud, impulsando la creación de Redes de Salud por municipio. Constituir nuevamente el Consejo Consultivo del SNIS como instancia periódica de consulta e intercambio.
  • Brindar más herramientas de gestión a ASSE, con una reingeniería institucional y una estrategia descentralizadora, innovando en las formas de presupuestación y de gestión. Fortalecer a la Red Pública de Salud (RIEPS) en base a su Plan Estratégico y sus proyectos conjuntos.
  • Resolver la integración plena del Hospital de Clínicas al SNIS como Hospital de 2 y 3er Nivel y como Referencia Nacional para el ingreso de Alta Tecnología.
  • Temas críticos que deben abordarse con un rumbo estratégico claro son la transformación de la atención en salud mental, la incorporación plena de la salud bucal a las prestaciones obligatorias del SNIS, políticas de Personal de Salud a corto, mediano y largo plazo, Compromisos por una alimentación saludable, políticas de rehabilitación y cuidados, políticas hacia las personas discapacitadas. En campos como las políticas de drogas se trata de mantener la iniciativa con la estrategia de abordaje integral de la última década.

Tampoco alcanza con propuestas, sino que importa la forma de hacer política, sumar fuerzas y llegar a la población. No es menor que se haya creado en 2017 un Frente Social de la Salud incluyendo al PIT-CNT, FUS, FFSP, I.Cuesta Duarte, ONAJPU, SMU, Mov. Nal. de Usuarios, Espacio Participativo de Usuarios y Organización de Usuarios del Cerro. Es destacable que estas fuerzas sociales hayan elaborado propuestas para defender y profundizar el SNIS. También que hayan realizado Encuentros en Artigas, Mercedes, San José y Minas. En esta segunda etapa del SNIS las fuerzas sociales son protagonistas claves.

Sin embargo, me parece importante enfatizar otro aspecto fundamental: la necesidad del cambio cultural. El cambio cultural en la manera de encarar la salud quizá sea el elemento más trascendente, para que las estructuras y prácticas del sistema de salud realmente vayan más allá de lo asistencialista. Si el reclamo de los usuarios es poder recibir más medicamentos y atenderse con más especialistas en menos tiempo, si todo se centra en tener la ambulancia en la puerta, si hay gente que le molesta que personas pobres se atiendan en los mismos servicios que ellos, si la lógica mercantil predomina de tal forma que las mutualistas gastan 18 millones de dólares en 2016 para comprar afiliaciones y publicidad, si la calidad en salud se mide por la alta tecnología, si grupos técnicos o gerenciales utilizan su poder para imponer remuneraciones exorbitantes, será difícil cambiar la salud. Si la empatía, la solidaridad, la vocación, la humanización del trato pierden terreno, si cada profesión apuesta a su propia baldosa y a generar micropoderes contra las otras, si el bolsillo es lo único que cuenta, si el miedo a los juicios se antepone a la mayor resolutividad en la atención, si los usuarios son considerados clientes antes que personas, si las grandes corporaciones farmacéuticas logran inducir la demanda de medicación de alto precio según sus intereses, la salud será un negocio y una mercancía. Si aceptamos las desigualdades en el acceso y los resultados sanitarios sin rebelarnos contra ellas y ellos, si consideramos natural que empresas lucren con el tabaquismo y la comida chatarra sin importarles las consecuencias para la salud, tendremos asistencia y no salud. Una asistencia limitada, desigual, dominada por el mercado y sus intereses.

El involucramiento de la sociedad en la construcción de su salud, el empoderamiento de la comunidad en acciones transformadoras es una idea central del cambio del modelo de atención, una concepción de qué es la salud y cómo se construye. Esa es una batalla cultural trascendente.

(*) Lic. en Educación-Diplomado en Políticas Públicas e Innovación. Director Div. Salud IMM 2005-2007 y 2010-2015. Coordinador de la Junta Departamental de Drogas 2012-2015. Integrante del Colectivo El Taller www.cuadernosdeltaller.com. Miembro del Equipo Coordinador del Instituto de Formación Sindical de FUS. Maestrando en Sociología.