El Comité de Política Monetaria (Copom) del Banco Central (BCU), analizó la evolución de la economía local, a la que enmarcó dentro de un contexto externo “que luce levemente más favorable”, aunque aún persiste una “desaceleración económica, volatilidad y fragilidad financiera”.
Ante esa coyuntura, la economía uruguaya “comienza a mostrar síntomas incipientes de recuperación con un razonable desempeño con relación a la región”, según destaca el comunicado del Copom, agregando que “las fortalezas construidas” en los últimos años fueron las que permitieron hacer frente a los shocks negativos procedentes del exterior.
Los principales focos de preocupación para las autoridades, continúan siendo “el crecimiento económico, la reducción de la inflación y la adecuación de las cuentas públicas”.
El informe detalla que en los últimos meses se ha verificado una mayor estabilidad en la demanda de dinero. A su vez, y al igual que otras monedas de la región, el peso uruguayo se ha apreciado, “en un contexto en el cual los capitales parecen estar retornando a la región”.
Por su parte, tanto la inflación efectiva como las expectativas del mercado se mantienen por encima del rango objetivo, aunque “en el último trimestre se ha producido un significativo descenso en el ritmo de crecimiento de los precios, tanto en lo referido a la inflación explícita como a la inflación subyacente”.
En lo que refiere a la política monetaria en el último trimestre, el Copom informó que el agregado monetario definido como referencia (suma de la emisión de dinero en poder del público, depósitos a la vista y cajas de ahorro) tuvo un crecimiento interanual prácticamente de 2,2%, en línea con el rango indicativo definido en la reunión anterior.
De esa forma, se resolvió “mantener la instancia contractiva de la política monetaria, fijando para el trimestre octubre-diciembre de 2016 un rango de referencia indicativo del crecimiento promedio de los medios de pago que va del 1% al 3% interanual”. De acuerdo al comunicado del Copom, “esta evolución de los agregados monetarios debería llevar la economía a una senda gradual de convergencia hacia el rango meta de inflación, sin generar efectos indeseados sobre el nivel de actividad y el empleo”.