La economía uruguaya se desaceleró más de lo esperado en el tercer trimestre, en buena medida por el cambio a una base de “mayor normalidad” en el que empiezan a irse los efectos de la pandemia. Así coincidieron en diálogo con CRÓNICAS el director de PwC, Ramón Pampín; el socio de la consultora Oikos, Pablo Moya; y la gerenta de Exante, Alicia Corcoll. Asimismo, se refirieron al contexto internacional, la recuperación del salario real y las proyecciones a futuro.
El Producto Interior Bruto (PIB) de Uruguay registró un aumento de 3,7% en el tercer trimestre del año, en comparación con igual período de 2021. Sin embargo, al compararlo en términos desestacionalizados contra el trimestre anterior se constató que la economía se estancó, según los últimos datos publicados la semana pasada por el BCU (ver CRÓNICAS del 16 de diciembre, pág. 9).
De esta forma, la información oficial confirmó algo que ya estaban anticipando algunos indicadores adelantados de actividad: que tras una primera mitad de año muy dinámica, la economía local había comenzado a frenarse en la segunda.
En este marco, CRONICAS dialogó con tres analistas que brindaron sus análisis respecto al comportamiento reciente de la economía local, los condicionamientos del contexto externo y las perspectivas de cara al futuro.
Quiebre en la recuperación
Todos los analistas coincidieron en que el menor crecimiento interanual de la economía tiene su explicación en que en el tercer trimestre de 2021 la actividad económica estaba comenzando a normalizarse tras la campaña de vacunación contra el covid-19 y el regreso a una mayor normalidad.
No obstante, Corcoll señaló que si bien se esperaba una desaceleración, “el freno fue más marcado de lo que estimábamos”.
Por su parte, Pampín evaluó que estamos frente a “un cruce de caminos” en que se abandonan algunos factores de crecimiento, pero otros comienzan o están por venir.
Explicó que el patrón de crecimiento venía condicionado por el efecto de la construcción de UPM 2, algo que se sabía no sería permanente, y el segundo factor fue el boom de exportaciones que se normalizó. “No quiere decir que vayamos a un año malo pero no vamos a tener un año fantástico como fue el 2022”.
Por otro lado, Moya evaluó que “las bases de recuperación son distintas, nos estamos alejando cada vez más de la pandemia, al principio la recuperación era con bases bajas y las tasas de variación eran muy altas”.
Contexto internacional
Pensando a futuro, si bien se observa que el escenario internacional es “sumamente incierto”, Corcoll estimó que habrá “un desenlace exitoso del actual problema inflacionario”, y no espera que haya una recesión abierta sino un impacto moderado sobre el nivel de actividad. Eso generaría “un escenario algo más benévolo”, principalmente para los países emergentes.
Asimismo, la experta destacó que “Uruguay cuenta con fortalezas para transitar el nuevo escenario internacional porque tiene un capital de expectativas empresariales muy firme, una baja evaluación de riesgo por parte de los inversores internacionales y mejoras en varios fundamentos macroeconómicos”.
A su vez, Pampín evaluó que “el contexto externo está más rígido con Europa en una inminente recesión, Estados Unidos tiene indicadores asertivos y China está en un freno económico importante”.
En tanto, Moya explicó que la incertidumbre a nivel internacional genera movimientos abruptos del tipo de cambio y que la llamada “inflación importada” demandará mayores desafíos en política monetaria y fiscal para mantenerse a la baja.
Escenario uruguayo
Los profesionales sostuvieron que para 2023 el país podría presentar un crecimiento entre un 2% y 3%, pero que de igual manera supone una reactivación “más genuina” de la economía que venía presentando un efecto rebote después de la pandemia.
Tanto Pampín como Corcoll coincidieron en que el panorama de crecimiento que venía presentando Uruguay se debió en su mayoría al proyecto de la segunda planta de UPM, el importante aumento de exportaciones y una mejor actividad turística (en comparación con los magros datos de la pandemia).
No obstante, Pampín sostuvo que el comienzo de la actividad de UPM 2 dejará un impacto en la producción industrial, y también impactarán positivamente las medidas en vivienda promovida y otros proyectos de inversión.
Sin embargo, Corcoll tuvo una visión crítica respecto a la evolución de mediano plazo para que la economía local retome un crecimiento mucho más intenso. “Uruguay mantiene el desafío de lograr incrementar los niveles de inversión y de abordar una serie de reformas necesarias para apuntalar su tasa de crecimiento de mediano plazo”, comentó.
A modo de ejemplo, señaló que aún tomando la inversión de UPM y obras conexas, el ratio de inversión en relación al PIB “es realmente muy bajo en la comparación internacional, ya que sobre una base de unos 170 países, Uruguay está en el tercio de abajo”.
No se espera recuperación del salario real
El salario real acumula ya tres años de caída consecutivos. Tras la pandemia, se esperaba que en 2022 comenzara a gestarse la recuperación del mismo, y el propio gobierno asumió el compromiso de llegar al final de su período con el mismo nivel de ingresos en términos reales que al comenzar.
Sin embargo, los analistas consultados evaluaron que será difícil que ello suceda.
De acuerdo a Moya, “va a ser difícil recuperarlo” en las condiciones actuales, ya que paralelamente el gobierno debería dedicarse también a reducir la tasa de desempleo que se encuentra en 7,6%.
Por su parte, Pampín evaluó que “el partido clave que se va a jugar en 2023 es el consumo privado, que se ha visto dificultado en su recuperación por la pérdida de salario real, lo cual es el factor más importante de la demanda”.
En tanto, Corcoll comentó que desde Exante estiman que en 2023 habrá un aumento del poder de compra de los salarios, pero a nivel promedio no se lograrían alcanzar los niveles prepandemia. Explicó que ello se sustenta en la baja del dólar, el descenso esperado de la inflación, y a que seguramente los lineamientos del gobierno para las negociaciones salariales, vayan en la línea de buscar ese espacio de recuperación.
No obstante, advirtió que no se debe perder de vista el contexto actual de competitividad sumamente deteriorada, actividad económica enfriándose y mercado laboral muy poco dinámico, que hacen necesaria una consistencia entre la política monetaria, fiscal y salarial”.
“Más allá de esperar una mejora en los salarios reales, para que el mercado de trabajo pueda recobrar dinamismo y haya creación de empleos es clave que la actividad económica en general retome más fuerza, y difícilmente eso suceda con un panorama tan comprometido de competitividad”, concluyó.