Según un informe sobre perspectivas económicas que elabora el Banco Mundial (BM), las previsiones de crecimiento para las economías en 2025 se reducen en el 70% de los casos, “en todas las regiones y en todos los grupos de ingresos”, y en el 60% del total de las economías en desarrollo. Se espera un crecimiento de 2,3% en América Latina y una recuperación durante los dos años siguientes propulsada por “la disminución de la inflación y una consolidación fiscal exitosa”. Uruguay crecería en el entorno de 2,3% en 2025.
La economía mundial se encamina a la peor racha desde 2008, sin contar las recesiones, informó el BM, y el crecimiento será de un magro 2,3 % en 2025, posicionándose medio punto porcentual por debajo de la tasa prevista a principios de año. De materializarse las previsiones para 2026 y 2027, el crecimiento mundial promedio en los primeros siete años de la década de 2020 “será el más lento de todos los decenios desde los años sesenta”.
Esto se produce por un considerable “aumento de tensiones comerciales”, lo que va acompañado por una creciente “incertidumbre normativa”, aunque desde el ente advierten que no se prevé una recesión a escala global.
Según Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del Grupo Banco Mundial, la falta de dinamismo “lleva anunciándose hace más de una década” ya que “el crecimiento de las economías en desarrollo ha ido bajando durante tres décadas, del 6% anual en el 2000 al 5% en la década de 2010, y a menos del 4% en la de 2020”. Según datos de la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, el PIB del país creció un 2,8% en 2024. Por su parte, la economía en la Eurozona creció apenas en el entorno del 0,7%.
Lo anterior “sigue la trayectoria de crecimiento del comercio mundial, que cayó de un promedio del 5% en la década del 2000 a alrededor del 4,5 % en la de 2010, y a menos del 3% en la de 2020”, según Gill.
Economías en desarrollo y Latam
El escenario es complejo para los países en vías de desarrollo y con economías emergentes, como es el caso de Uruguay. El BM prevé que el 60% del total de las economías en esta categoría sufra una desaceleración, alcanzando un promedio de 3,8% en 2025, para luego trepar levemente al 3,9% en 2026 y 2027. Esta desaceleración dificultará la creación de empleo, el impulso hacia la reducción de la pobreza extrema, y la disminución de las diferencias de ingresos per cápita, entre otros.
Para América Latina y el Caribe pronostican un crecimiento estable en 2,3% para 2025 y una pequeña suba a modo de recuperación hacia el 2,5% en 2026 y 2027. La estimación para el PIB de Uruguay a precios de mercado es de 2,3% para 2025 y 2,2% para 2026 y 2027.
Entre otros, destacan sobre la región que “Argentina continuó con su fuerte recuperación que empezó a fines de 2024” y que “la inflación general sigue relativamente contenida pese a la volatilidad de los precios de los alimentos, aunque sigue siendo un poco superior a las metas de los bancos centrales”. Respecto a la situación arancelaria, subrayan que México, la segunda economía de la región, “ha sido la más directamente afectada con un arancel del 25% sobre las importaciones a Estados Unidos”, mientras los demás países de la región enfrentan un arancel del 10%
Finalmente, citan como riesgos la “desaceleración más pronunciada de lo previsto en el crecimiento de Estados Unidos, que disminuiría considerablemente la demanda de bienes y servicios de los países de ALC”, y “un menor crecimiento en China que podría hacer bajar la demanda de productos básicos”.
Medidas para una posible recuperación
Según el organismo, el crecimiento mundial podría recuperarse más rápido de lo esperado si las principales economías logran mitigar las tensiones comerciales, lo que reduciría la incertidumbre normativa general y la volatilidad financiera. En el análisis, desde el BM concluyen que si los aranceles que se aplican las naciones en el marco de sus disputas comerciales se redujeran a la mitad respecto a sus niveles, al finalizar mayo el crecimiento sería de 0,2 puntos porcentuales más fuerte en promedio a lo largo de 2025 y 2026.
En el caso de las economías en desarrollo que no participan directamente de estas disputas, la recomendación es de “liberalizarse de forma más amplia” al establecer “sociedades estratégicas para el comercio y la inversión con otras economías, diversificando el comercio, incluso mediante acuerdos regionales”. Las prioridades deben ser “movilizar ingresos internos, priorizar a los hogares más vulnerables en el gasto fiscal y fortalecer los marcos fiscales”, indica.
“La colaboración mundial será crucial para apoyar a las economías en desarrollo más vulnerables, a través de intervenciones multilaterales, financiamiento en condiciones concesionarias y, en el caso de los países afectados por conflictos activos, ayuda y apoyo de emergencia”, finalizó el informe.