Luis Mosca: «la inversión marcha a buen ritmo, el comercio exterior evoluciona también a tasas muy altas»

EDICIÓN ESPECIAL 2021

Luis Mosca, economista, exministro de Economía y Finanzas e integrante del Consejo Editorial de Empresas & Negocios


En su análisis establece que si bien la economía mundial crece, hay factores que pueden afectar su evolución, y los enumera. En lo local, destaca que son varios los sectores que están expandiendo su actividad, y también ha sido relevante la marcha del empleo, a tal punto que ya se recuperaron los puestos laborales perdidos durante lo peor de la pandemia en 2020.

¿Coincide en que el contexto internacional sería menos favorable para nuestro país el año próximo?

El Fondo Monetario Internacional (FMI), en la última actualización de sus proyecciones estimaba que la economía mundial crecería un 4.9% en 2022. Pero existen buenas razones para pensar que hoy en día resultan optimistas y que muy probablemente sean ajustadas a la baja.

Por un lado, porque la pandemia del coronavirus continúa teniendo una importante gravitación a nivel mundial. Por otra parte, porque existen problemas energéticos, también de falta de suministros, de transporte de carga fundamentalmente marítima, lo cual, aunado al crecimiento de la demanda asociado a las políticas fiscales y monetarias llevadas a cabo en muchos países, aparejó un recrudecimiento de la inflación, que ha comenzado a ser encarado por varios bancos centrales.

De todas maneras, un crecimiento de la economía mundial en torno al 4%, que hoy parece más razonable, estaría ciertamente por encima de la tasa promedio de los últimos 50 años, que ha sido del 3%.

Pero las tasas de interés subirán y eso seguramente sea un impacto negativo…

Centrémonos entonces en las políticas monetarias. La FED ha anunciado que en marzo culmina su programa de compra de títulos (QE), el cual ya se ha venido reduciendo desde el mes de noviembre. Y se proyectan tres subas en su tasa básica de política monetaria (FFR) durante 2022.

El BCE también recortará su programa de compra de títulos y mantendría aquel de compras de Emergencia Pandémica (PEPP). Pero no tiene previsto ajustar al alza su tasa básica de interés. Tampoco lo harían los bancos centrales de Japón y de China. A propósito, en este último país, en el cual el yuan se había revaluado, las autoridades han venido frenando más recientemente su apreciación, adquiriendo activos financieros en moneda extranjera.

Por tanto, el diferencial de tasas continuaría siendo favorable al dólar en el corto plazo.

Cuando los principales bancos centrales acompañen a la FED en el futuro, las paridades monetarias tenderían a estabilizarse. En tanto ello no ocurra, prevalecería un dólar más fuerte como hasta ahora.

En Estados Unidos, el fin del QE y los aumentos previstos en la FFR, elevarían toda la curva de las tasas de los títulos públicos.

En particular, para nosotros es muy relevante la tasa de los títulos del Tesoro a 10 años; es muy probable que supere un 2.20% anual a fin del año próximo. Naturalmente, ello no es conveniente para nosotros.

Pero muy probablemente las tasas reales de interés seguirían siendo negativas en las principales economías del mundo y continuarían evolucionando por debajo de las tasas reales de crecimiento económico. Ello es positivo. Del mismo modo, también lo es la expectativa de que los ajustes monetarios se harían gradualmente; máxime cuando mayores tasas inflacionarias son una parte de la solución al problema del endeudamiento excesivo que hay en el mundo.

Por tanto, no sería tan abundante pero continuaría habiendo muy buena liquidez en el mundo, lo cual posibilitaría la recepción de flujos en nuestros países.

¿Qué impacto habría entonces sobre los precios de nuestros commodities?

El mantenimiento de un dólar que continuaría fortalecido (buena parte de ese recorrido ya se hizo en el 2021) y tasas de interés ajustándose gradualmente al alza inducirían a que los precios de nuestros principales productos de exportación experimenten una ligera caída, aunque estimamos que continuarían siendo razonablemente buenos, con el crecimiento previsto de la economía mundial y particularmente de China, donde se desaceleraría su elevado ritmo de expansión económica, pero se espera una tasa superior al 5%.

¿Y qué podemos esperar de nuestras economías vecinas?

Estimo que no harían un aporte relevante a nuestro desenvolvimiento. En Argentina se debería llevar a cabo un ajuste asociado al programa con el FMI, que aún se está discutiendo. Entre sus componentes está claro que se requeriría de la aceleración de su ritmo devaluatorio y de un cronograma de aumento de las tarifas de los servicios públicos, que están prácticamente congeladas en CABA desde que asumió esta administración. También es esperable un programa de aumento de las RIN, para lo cual debería evitarse al máximo la intervención del BCRA en el mercado cambiario y también se tendrían que incrementar en forma significativa las tasas de interés en pesos.

Van a tener una muy baja tasa de crecimiento y una aceleración del ritmo inflacionario, el cual probablemente supere al 60%.

Brasil casi seguramente no tenga crecimiento de su economía. El empeño de las autoridades en bajar una tasa de inflación que superó al 10% hace previsible que se continúe el proceso de ajuste al alza de la tasa de política monetaria (Selic), hoy ubicada en 9.25%, la cual podría llegar al 11% en el año próximo. Sería de los pocos países que alcanzarían una tasa de política monetaria positiva en términos reales y ello naturalmente va a afectar a la demanda doméstica.

¿La economía uruguaya continuaría creciendo?

En nuestro país, el pelotón se ha acercado a los malla oro (agroindustria y construcción), que siguen liderando y ello es un dato positivo. Son varios los sectores que están expandiendo su actividad.

La economía crece al ritmo previsto por las autoridades. También ha sido relevante la evolución del empleo. Es sabido que existe un rezago en el empleo respecto a la variación en el ciclo económico. Y sorprendió que ante la recuperación de la actividad, el empleo evolucionara tan rápido positivamente.

Los empleos perdidos durante lo peor de la pandemia en 2020 ya se recuperaron. Y hacia adelante, habría que ver cómo se reacciona ante laudos que en su mayoría han superado las pautas salariales oficiales.

De todas formas, la inversión marcha a buen ritmo, el comercio exterior evoluciona también a tasas muy altas, el consumo privado se ha tonificado, de la mano de las mejoras del empleo y hacia el futuro por los incrementos de ingreso esperados. Tendremos una razonablemente buena temporada turística, y si el clima no nos juega una mala pasada, el agro seguirá siendo un motor importantísimo de la actividad, en un contexto donde la diversificación de la economía sigue siendo una nota saliente.

Confiamos también en que un eventual deterioro sanitario sea en todo caso controlable por las autoridades.

Sí estimo que la tasa de un crecimiento del PBI del 3% proyectada oficialmente para el año próximo es alcanzable.

¿Pese a la existencia del mentado “atraso cambiario”?

Es cierto que tenemos problemas de competitividad, fundamentalmente con nuestras economías vecinas.

Hubo varios factores que gravitaron para apreciar al peso uruguayo: el precio de nuestros commodities (hasta ahora) y la evolución del excedente bruto del sector exportador; la mejoría acumulada en nuestros términos del intercambio; la mayor productividad relativa (muy propia a la salida de períodos críticos de caída de actividad); pese a la mejoría, la persistencia del déficit fiscal global; el ingreso de capitales, tanto financieros como de la IED; el aumento del gasto doméstico sobre el PBI (déficit en cuenta corriente del balance de pagos, con menor ahorro del sector privado, según los últimos datos disponibles).

Pero han ganado relevancia los factores que operan en sentido contrario, o sea, a favor de una devaluación del peso uruguayo. Esto es, el dólar fortalecido, que continuaría por lo menos durante el año próximo; el aumento en las tasas de interés, particularmente en los títulos del Tesoro de USA a 10 años, un referente clave para nosotros; leve caída de precios de los commodities; los menores requerimientos para el movimiento de las personas a través de las fronteras, acentuará el efecto deflacionario desde nuestras economías vecinas, fundamentalmente desde Argentina.

No deberíamos esperar adicionalmente inflación de nuestros precios en dólares el año próximo. Vamos hacia otro tipo de cambio de equilibrio.

¿Será posible avanzar en la agenda de reformas?

Tendremos una instancia clave, que es el referendum. Las baterías estarán concentradas en esa instancia que se llevará a cabo en marzo.

A partir de entonces confiamos que se considere la reforma de la seguridad social, que puedan avanzar los cambios proyectados en la educación, que continúen las mejoras de eficiencia en las empresas públicas, que haya mejoras en los costos logísticos y que se  lleven a cabo eliminaciones de regulaciones y trámites innecesarios que generan costos inútiles.

Asimismo, se espera que la CND se consolide como agente nacional de infraestructura pública. Y algo fundamental; que podamos salir de este embrollo en el que nos metimos con nuestros socios del Mercosur.