Caumont: “Tenemos que sacarnos el sombrero con la conducción fiscal que estamos teniendo”

Jorge Caumont, economista y máster of arts en Economía de la Universidad de Chicago

En la búsqueda de analizar las dinámicas económicas que rodean este cierre de año en el país y las que por su parte depara el comienzo de un nuevo período calendario, CRÓNICAS se puso en contacto con Caumont. En una larga entrevista, el especialista hizo diversas apreciaciones de la actualidad, dentro de las que destacó el desempeño de la política fiscal. En cuanto al futuro, puso énfasis en que todo parece indicar que se aproxima un 2023 con un “moderado crecimiento”.

Por Matías Kapek | @matias_kb

-¿Qué análisis hace de la política monetaria del Banco Central (BCU)?

-La política monetaria del BCU consiste en balancear el nivel de actividad y el comportamiento de los precios. Está decidida a disminuir la inflación, por lo tanto, disminuye la cantidad de dinero, el cual con el aumento del precio del crédito tiende a moderar el incremento en la demanda agregada. Sin embargo, pienso que la inflación en el caso de Uruguay tiene un origen que es externo. Los precios han subido relativamente más de lo esperado debido a varias circunstancias, una de ellas fue la recuperación de la pandemia a nivel global. La misma encontró stocks relativamente bajos y, por lo tanto, al aumentar la demanda derivó en una suba de precios.

Luego, el 22 de febrero vino el problema de la guerra de Rusia-Ucrania, eso incrementó significativamente los precios del petróleo y otras materias primas. Eso se reflejó en el Índice de Precios al Consumo (IPC) de Uruguay, que lo llevó a tener un crecimiento anual de casi el 10%. Como ha ocurrido con la inflación en octubre y noviembre, cuando se vayan dando menores aumentos de precio y desaparezcan los incrementos que hubo, la inflación va a caer. Estimo que en los primeros cuatro meses del año que viene la inflación se va a ubicar cómodamente en el entorno del 6%. Esto no tanto por el efecto de la política monetaria del BCU, pero sí por el hecho de que se borren los aumentos generados por los precios, circunstancias exógenas que vienen desapareciendo.

-¿Cuáles son las expectativas de crecimiento de la economía uruguaya?

-La economía uruguaya siente los efectos externos. Los de la región, fundamentalmente de Argentina, sumado al achatamiento en el crecimiento de la economía mundial. Esto va a reflejarse en Uruguay, llevando a frenar, con la baja de los precios internacionales y con la baja en la demanda, la producción uruguaya. Internamente aparece el tema al que llevó la política monetaria del BCU, se trata de una fuerte baja en la competitividad de la producción local por apreciación del peso con respecto al dólar. Si uno observa el aumento de los salarios nominales en los últimos 12 meses en el orden del 10%, y lo compara con una caída del tipo de cambio del 14%, hay un aumento de un 25% de los salarios en dólares, eso tiene que reflejarse en la producción de los exportables como en la producción transable. El año que entra va a ser de moderado crecimiento, no lo ubico por encima de 0,51%, obviamente descartando el arrastre del año anterior. Con respecto al sector externo, desde el punto de vista macroeconómico, el tipo de cambio va a tener que reaccionar ante la política monetaria que se va a aflojar por razones de nivel de actividad que pasa de tener preponderancia sobre la estabilidad en precios. Por otra parte, el tipo de cambio va a subir más que la inflación, es decir, alrededor del 8 o 9%.

-A 20 años de la crisis de 2002, mirándola a la distancia, ¿qué enseñanzas se puede decir que le dejó al país?

-En 2004, en diciembre, antes de la asunción del nuevo gobierno, escribí un artículo en Economía y Mercado de El País donde hablaba de “el gran final”. Lo que se hizo fue impresionante, estábamos muy condicionados por las políticas, desbalances y fugas de capitales de la Argentina. Eso nos contagió y generó problemas en los bancos, los cuales en agosto de 2002 fueron cerrados porque no podían hacer frente a su actividad, no podían hacer frente a la corrida que se daba. Se hizo un ajuste importante, un acuerdo con Estados Unidos y con el FMI. Aunque el Fondo tuvo tremendos errores en sus recomendaciones para Uruguay, se salió a flote. Miramos eso no solo alabando lo que ocurrió, sino que lo ensalzamos aún más porque generó un sector bancario muy fuerte, con regulaciones muy importantes, que ponen a salvo a los ahorristas y a las empresas.

-En el momento en que Jorge Batlle asumió la Presidencia de la República, usted indicó que por las condiciones en las que estaba la economía del país se debía hacer un ajuste fiscal profundo. En aquel entonces no se tomó esa decisión. ¿Fue el desencadenante de la crisis?

-No. Si bien tuvo algo que ver en lo que ocurrió a lo largo de ese lapso, el problema fundamental fue heredado de Argentina. La corrida de bancos en el país vecino generó como derivación la corrida en Uruguay. El problema de fondo fue la desconfianza en el sistema bancario, producto de los bancos argentinos que operaban en Uruguay. Esa decisión de no hacer el ajuste fiscal fue importante en otros aspectos anteriores a las corridas. Fui criticado, decían que la cosas estaban relativamente bien, cuando en realidad el gobierno de Sanguinetti había dejado tremendo déficit fiscal. No lo recuerdo ahora, pero creo que estaba por arriba del 5% del PIB, imagínense lo que es.

-¿Cómo analiza la política de ajuste fiscal del actual gobierno?

-Está muy bien, es una política que a pesar de la pandemia ha tenido que hacer esfuerzos muy grandes para solucionar problemas de ineficiencia en el gasto público. No debemos olvidarnos de que durante los gobiernos del Frente Amplio, en particular en el gobierno de Mujica, el empleo en el sector público producto de encontrarse en plena revolución digital creció en 43 mil personas. Ya había aumentado en el gobierno anterior de Vázquez y volvió a aumentar, aunque en menor medida, en el último. Los 230 mil trabajadores del sector público que dejó el gobierno de Jorge Batlle fueron producto de un esfuerzo notable, pero en la época de la revolución digital se subió aproximadamente en 70 mil personas. Producto de las grandes ineficiencias que provocó el auge de la digitalización, lo que ha hecho este gobierno ha sido muy bueno. En oposición a lo que ocurrió en el 2007, lo hizo sin hacer una reforma fiscal. En aquel año estaba pensada por el ministro que la introdujo para generar US$ 220 millones de incremento en la recaudación, y terminó cerrando con más de US$ 1.750 millones anuales. Tenemos que sacarnos el sombrero con la conducción fiscal que en estos tiempos estamos teniendo.


“Se debe aflojar la tasa de interés que está muy alta innecesariamente”

-Teniendo en cuenta la coyuntura actual, ¿hacia dónde debe avanzar la política económica del país?

-Uruguay está muy influido por el sector externo, hay cosas que podés hacer y cosas que no. Cuando tenés una tasa de interés mundial en suba y que va a seguir así, se afecta el nivel de actividad mundial. Además, cuando tenés un país vecino como Argentina que es poco serio en cuanto a la conducción económica, eso también te afecta significativamente. Por si fuera poco, tampoco tenés expectativas muy buenas respecto a lo que va a ocurrir en Brasil; inevitablemente, gran parte de tu actividad va a ser golpeada por esa situación externa. Domésticamente, lo que hay que hacer es seguir con una política fiscal relativamente contemplativa de un déficit no mayor al 2% del PIB. En la política monetaria debe mantenerse la política del tipo de cambio, pero aflojando la tasa de interés que está muy alta innecesariamente. Por último, se debe buscar una política salarial mucho más vinculada a la situación de las empresas particulares frente a sus trabajadores particulares y no hacerlo a nivel global del sector. Que lo haga la empresa con el sindicato de la misma, porque la situación es la que ambos conocen. Eso es lo que pienso que debería ocurrir. Si todo eso no ocurre y la política fiscal se hace expansiva y la política monetaria contractiva, y se siguen dando aumentos salariales a nivel global sectorial, vamos a tener como consecuencia problemas de nivel de actividad fuertes.


“Todo monopolio castiga fuertemente a los consumidores”

-¿Cuál es su opinión de los monopolios y puntualmente el de Ancap?

-Pienso que todo monopolio, sea de una empresa pública o privada, castiga fuertemente a los consumidores. En el caso de las públicas, los precios están desbandados respecto a lo que naturalmente son, producto de las cosas que se deben contemplar como es el caso de Ancap. Gastos de naturaleza extraproducción de combustible, en el caso de Ancap tiene que financiar actividades que no están vinculadas para nada con el sector. En definitiva, lo que hacen es transferir el ingreso de los consumidores a través de las tarifas de los combustibles a personas que trabajan en actividades que no son de la propia naturaleza de la empresa. Los monopolios no son buenos para el consumidor y en el caso particular de Ancap, más tarde o más temprano, si bien se ha tomado una solución que mejora la situación que es la del Precio de Paridad de Importación, lo ideal sería apuntar a la libre competencia. Es decir, que haya un levantamiento del monopolio y que el mercado diga si Ancap es eficiente o no, que diga si puede seguir siendo líder como lo es Antel, pero teniendo la competencia de terceros.