«Más vale tener leyes flexibles de cumplimiento rígido que leyes rígidas de cumplimiento flexible»

Mario Arizti, ministro de Trabajo y Seguridad Social

La Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay (CCSU) y el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) presentaron una serie de charlas que tuvieron como eje la temática “Negociación colectiva y mercados de trabajo”. En las mismas, se presentaron los datos referentes a la actualidad del sector comercio y servicios, la evolución del comportamiento del consumidor en los últimos años, consideraciones para el debate sobre la reducción de la jornada laboral, y más. Las charlas estuvieron a cargo de representantes de la cámara y de distintas consultoras, como Equipos y CPA Ferrere.

Con el cierre del año muy cerca, la CCSU y el Inefop llevaron a cabo el evento «Negociación colectiva y mercado de trabajo». Durante el mismo, se presentaron varios proyectos desarrollados por la cámara y el instituto. Según comentó en su intervención Julio César Lestido, presidente de la CCSU, el propósito de dichos proyectos es «conocer los procesos, problemáticas, oportunidades y desafíos» que presenta la negociación colectiva. A su vez, el ejecutivo aprovechó la oportunidad para recordar el peso y la relevancia del sector comercio y servicios, que conforma un 69% del PBI, emplea al 62% de los trabajadores del sector privado, y es el rubro de un 85% de las pequeñas y medianas empresas.

Por su parte, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Mario Arizti, destacó la voluntad de las cámaras empresariales de dialogar, algo «muy importante» para el ministerio. El titular de la cartera subrayó que la negociación colectiva es «muy útil para adaptarse a los cambios que se están dando en el mundo de trabajo», y que hay que trabajar en la rigidez de las normas. «A veces las leyes laborales son muy rígidas, y más vale tener leyes flexibles de cumplimiento rígido que leyes rígidas de cumplimiento flexible», declaró. En cuanto a los Consejos de Salarios, el ministro sostuvo que hay que contemplar las heterogeneidades a nivel de los distintos sectores y empresas. Asimismo, Arizti destacó el rol de Inefop, y manifestó que es una institución que «tiene un futuro espectacular y difícil», que «hay que seguir fortaleciendo» para que pueda anticipar los cambios en el mundo de trabajo.

La situación del comercio y los servicios

Durante el primer panel, Ana Laura Fernández, consultora económica de CCSU, presentó los resultados de una encuesta realizada por la cámara y elaborada con ayuda de Inefop, en la que se hizo un seguimiento de unas 500 empresas de múltiples rubros y localidades en el país. El objetivo era evaluar el comportamiento del consumidor, el impacto de la macroeconomía en las ventas y rentabilidad del sector. La información extraída de estos estudios, planteó la economista, es «otro insumo» que puede utilizarse y tomarse en cuenta en el proceso de negociación colectiva.

Según los datos recabados por el informe, el sector comercio y servicios creció más de un 4% en el último trimestre, luego de atravesar un período «complejo» en 2023, con «caídas pronunciadas», explicó Fernández. Si bien ambos crecieron, el sector servicios vio un alza más pronunciada, dado que el comercio ya venía repuntando desde hace más tiempo. Si se observa el comportamiento según el tamaño de la empresa, se aprecia que el crecimiento no es parejo a través de las distintas categorías: mientras que las micro continúan en fase contractiva, las demás crecen, y las grandes lo hacen por alrededor del 6%.

El documento también desagrega entre cinco regiones geográficas, y constata que en el último período trimestral el litoral «logró crecer». Por otra parte, al observar a nivel de rubros, Fernández señaló que mientras que algunos, como supermercados, indumentaria y restaurantes crecen de manera sostenida, otros, como hoteles y cuidado personal, se contraen. Además, el estudio midió las expectativas de las empresas con respecto al potencial de crecimiento proyectado, y encontró que en este aspecto se dio una mejora, ya que un 46% de los encuestados prevé un incremento en ventas y rentabilidad. Con respecto a la perspectiva frente a la temporada turística, la encuesta arrojó que seis de cada 10 encuestados tiene expectativas positivas.

El comportamiento de los consumidores

A su turno, Alejandro Cavallo, director del área económica de Equipos Consultores, presentó datos referentes al mismo fenómeno, pero del lado de la demanda, es decir, de la situación económica de las familias y el consumo de las mismas. Según señaló el economista, el índice de confianza del consumidor ha mejorado en estos últimos dos años. Esto se debe, en parte, al ciclo electoral, donde usualmente se nota un aumento en la confianza del consumidor, aunque en general este fenómeno «tiende a revertirse en poco tiempo», advirtió el experto. Asimismo, Cavallo apuntó que los fundamentos de consumo vienen mejorando, en parte dada la baja de la inflación y el aumento del salario real. También el índice de seguridad en el empleo (qué tan seguro se está de mantener el trabajo) ha mejorado en los últimos años, aunque «no vuelve a los niveles prepandemia».

Si bien se dio una mejora en la confianza, esta «no fue homogénea», informó Cavallo. En su opinión, luego de la pandemia, que afectó los hábitos de consumo de toda la población, el segmento de poder adquisitivo alto tuvo una recuperación más pronunciada, mientras que los niveles medios y bajos «se ubican bastante por debajo». Por otro lado, en lo que respecta a la predisposición a consumir desagregada por rubros, en algunos rubros se verifica una recuperación más acelerada que otros. El consumo en bares y restoranes, hoteles y alojamientos, y también en supermercados, ha visto mejoras en los últimos meses. En suma, el consumo en 2024 cerrará como «bueno», aunque «sostenido de un componente importante de expectativas, que se espera que desinfle el año que viene», concluyó el economista.

Negociación colectiva

Para el segundo panel comenzó la exposición el gerente en CPA Ferrere, Nicolás Cichevski, quien hizo referencia al debate actual sobre la reducción de la jornada laboral y las implicaciones que podría tener a nivel de productividad. A través del análisis de experiencias ya realizadas por otros países y las características de la población ocupada de Uruguay, el equipo estudió la viabilidad de esta propuesta. El economista recordó que dada la legislación laboral del país, existen costos fijos por los que no es lo mismo contratar a dos trabajadores por cuatro horas que uno por ocho, por ejemplo, que podrían incrementar el costo para el empresario. Además, señaló que «la evidencia apunta a que los empleados con menos cualificaciones serían los más afectados, ya que si el costo de emplear sube, son más vulnerables a un reemplazo por tecnología». Según Cichevski, para poder darse esta discusión primero «tiene que fortalecerse la medición de la productividad», para así poder contemplarla en la negociación colectiva.

Por su parte, el investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), Ignacio Umpiérrez, analizó la evolución del mercado laboral desde la pandemia hasta la actualidad. «Hay algunas cosas que rompen la lógica de lo que uno pensaría, como el hecho de que Uruguay se recuperó rápidamente luego de lo que fue el shock de la emergencia sanitaria», puntualizó el economista, y señaló que estamos con indicadores de empleo similares a los de 2015 y 2016. A su vez, constató que ha cambiado la composición del empleo, que desde 2020 se conforma mayoritariamente por empleo calificado. También existen diferencias a nivel etario: el tramo más rezagado continúa siendo el de los jóvenes, que es el único segmento que no ha recuperado el nivel pre pandemia.