El enorme foráneo

Gerardo Barrios > Presidente de Foresur GIE

A prácticamente tres décadas de la ley que impulsó la plantación de bosques artificiales en Uruguay y con la propuesta de la instalación de una tercera planta de celulosa en el país, Gerardo Barrios, Presidente de Foresur GIE analiza los tres tiempos del sector que se posiciona como un salvataje para los productores rurales.

Por Anahí Acevedo @PapovAnahi

 

Desde el año 2008, el sector forestal – madera es considerado como un área productiva prioritaria, en el marco de la estrategia industrial del gobierno, según informa Presidencia en su portal.

La superficie forestada de Uruguay alcanza el millón y medio de hectáreas, las cuales están distribuidas en tres regiones en todo el territorio. De esta forma, se dividen en la sección del Litoral, que abarca a los departamentos de Paysandú, Río Negro y Soriano; céntrica, incluyendo a  Durazno, Rivera y Tacuarembó; y Sur, en los departamentos de Lavalleja, Maldonado, Canelones, Montevideo y parte de Rocha.

Si bien podría pensarse que la actividad forestal es medianamente nueva, puesto que fue en 1987 que se aprobó con participación de todos los partidos políticos la Ley Forestal Nº 15.939 disponiendo el marco legal que opera hasta el día de hoy, es en la década del 60 donde figura el primer antecedente. En el año 1968 se aprobó un primer texto legal que funcionó durante algunos años, luego desapareciendo junto a los incentivos a las producciones forestales.

Una de las razones de surgimiento de la ley Nº 15.939 fue la preservación de los bosques nativos del país. Para el momento de la entrada en vigencia de la legislación forestal, había cerca de 608.000 hectáreas de bosque natural. Poco menos de tres décadas después la cifra ascendió a 850.000. La superficie de bosques con fines industriales era de 45.000 hectáreas en 1990, y actualmente llega a prácticamente el millón de hectáreas, de las cuales 180.000 son de pinos.

En el año 2005, la relación entre Argentina y Uruguay se vio desestabilizada debido a la instalación de dos plantas de celulosa en Fray Bentos, a orillas del río Uruguay. Once años después, cortes de ruta, activistas y Tribunal de la Haya de por medio, el gobierno uruguayo anunció la propuesta recibida de la instalación de la tercera fábrica de celulosa en el país. La oferta llega en un momento de desaceleración económica y figura como una esperanza para una reactivación cercana.

 

Una oportunidad en zonas de cerrilladas

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El grupo de interés económico Foresur, formado a partir de productores que acoplan su cosecha forestal para comercializarla de forma común, nació en octubre de 1992, y dos años después realizó su primera exportación de rolos. Para ese entonces solo había una empresa que se dedicaba a la explotación, recordó Gerardo Barrios, director de Foresur, a Empresas & Negocios. El objetivo básico de este grupo es la exportación, sin embargo, desde el advenimiento de las plantas de celulosa a Uruguay, suministran rolos directos desde el bosque a las fábricas.

El grupo integra a 80 socios productores de Eucalyptus Globulus -también conocido como “eucalipto azul” o “eucalipto común”- que mantienen sus plantaciones en la zona sureste del país, abarcando una superficie de 21.000 hectáreas. Este tipo de árbol, originario del sureste de Australia y Tasmania, se adapta “relativamente bien” al suelo uruguayo si se desarrolla en zonas cercanas a la costa oceánica.

La tierra del sudeste de Uruguay es de baja competitividad ganadera debido a que sus suelos son duros y pobres en las zonas de cerrilladas o cerros, lo que hace, además, que no sean aptos para la agricultura. De esta forma, el productor ganadero, buscando un rubro adicional, encuentra el cultivo del bosque como una oportunidad para su desarrollo. El tiempo de espera mínima para obtener el fruto del trabajo es de una década.

 

“En el mundo hace falta madera. Hoy se desarrolla la actividad de forma importante en bosques artificiales más que en los naturales”, dijo el director de Foresur.

La incursión en lo desconocido

Antes de la instalación de las plantas de celulosa en plaza, Foresur dependía exclusivamente del exterior. Las crisis “casi cíclicas” de valor de la celulosa hacían que de forma intempestiva se pasara de estar durante años con excelentes negocios a quedar sin ninguno, puesto que cuando en el mercado la celulosa bajaba su precio, se dejaba de importar madera, explicó Barrios. De esta forma, la madera que ingresa es más costosa, y durante las épocas de crisis se consume la madera local, se baja la producción.

“Cuando no existían las plantas locales, los vaivenes del mercado generaban crisis de entre seis y 10 meses que había que soportarlas. Luego, el mercado se reactivaba y comenzaba a moverse la actividad local”, evocó Barrios.

Luego de la instalación de las plantas de celulosa en Uruguay, la demanda forestal comenzó a ser más constante, evitando, de esta forma, los picos críticos. No obstante, esto no sorteó que tanto la crisis europea como la americana golpearan la producción. “Después se ha ido normalizando y hoy tenemos una actividad muy estable”, reconoció el ejecutivo de Foresur.

Barrios recordó que en el comienzo de su actividad “todos sabían poco y nada” acerca de la plantación de eucaliptus, por lo que buscaban asesorarse con ingenieros. Por entonces, las empresas de servicios, con equipos agrícolas, realizaban laboreos de bosques e “inventaban herramientas”, y poco a poco se fue “profesionalizando” el sector, hasta hacer que se tengan instrumentos de gran porte y otras empresas que, como Foresur, fueron surgiendo durante la marcha.

Cifras

Los puestos de trabajo en el sector pasaron de 1.000 a 23.000 personas en menos de tres décadas. Las inversiones en su desarrollo superaron los US$ 2.500 millones. Entre 2009 y 2012, las exportaciones crecieron a una tasa anual del 15%. En 2012 las exportaciones del sector forestal representaron el 11.7% del total de las exportaciones del país, lo que equivalió a US$ 1.103 millones. Las importaciones de productos forestales en 1990 insumieron el ingreso de US$ 13 millones. Para el año 2012 fueron US$ 970 millones.

 

La llegada de Botnia primero -luego UPM-, y más acá en el tiempo Montes del Plata desarrolló “muchísimo” el sector de la madera en Uruguay, junto con sus servicios conexos, tales como la cosecha, las podas, los raleos y los fletes, señaló Barrios. “Nuestro producto es muy bueno y demandado. Estamos siempre en actividad como proveedores de las dos empresas”, dijo.

Actualmente, existe un paraguas de grandes y pequeñas empresas que asesoran al productor que toma la decisión de plantar bosques para que logre su objetivo de manera exitosa teniendo, al mismo tiempo, una postura amigable con el medio ambiente

Los mercados

Durante 1994 y 2003 Foresur exportó rolos de eucaliptos, y para 2004, con la apertura del mercado asiático, “el gran consumidor de chips mundial”, comenzó la exportación de este tipo de producto hasta el año 2008.

En 2010 cambiaron la exportación del rolo por el chip en el mercado europeo, algo que significó una importante transformación, puesto que el viejo continente es un “poco resistido” a esta madera. Finlandia, Suecia y Noruega son los principales destinos de las maderas uruguayas.

La conexión más cercana con Europa -18 días de navegación- contra la lejanía de China y Japón, priorizó la concentración de Foresur en los países nórdicos. Al mismo tiempo, España y Portugal también figuran en la lista de destinos, siendo éste último el principal demandante. Los proveedores mayores de maderas obtenidas de bosques naturales remiten a la zona de los Balcanes y las tierras rusas.

La complementariedad y el tiempo perdido

Consultado sobre la relación de la forestación con la ganadería, respondió que “van perfectamente de la mano”, puesto que el productor ganadero que cultiva bosques cuenta con sombra y abrigo para sus animales. Recordó que cuando surgió en Uruguay la forestación, se trató el tema con cierto antagonismo entre ganaderos y forestales.

“El legislador pensó como principal destinatario de la política forestal al productor ganadero. Finalmente, por esa dicotomía generada artificialmente, fue el último en plantar”, expresó. Añadió que hoy se incorporan de forma “masiva”, ya sea por capital propio o realizando acuerdos de fomento con las empresas forestales. Además señaló que la forestación ocupa cerca del 5% del territorio uruguayo, y que genera una ganancia similar como la ganadería en el Producto Bruto Interno.

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Asimismo, Barrios lamentó la pérdida de 20 años de trabajo de estos productores. “Estimo yo que se debe a la actitud irresponsable de quienes comenzaron, inmediatamente, a poner pierdas en el camino y a decir cosas que, 25 años después, nadie ha podido comprobar”, sentenció. Dentro de “los rumores” incluyó los daños en el medio ambiente, la falta y la baja calidad del agua y la desertificación de suelos. “Nada se ha probado, pero los dichos provocaron daños de los cuales nadie se ha hecho cargo”,  apuntó.

Los daños en el ambiente

Consultado respecto a los daños que acarrea la plantación de eucaliptos en el medio ambiente, el empresario comentó que “no existe actividad humana que no lo haga” e incluyó a la época de cosecha como aquella que más perjudica al ambiente, puesto que cambia el paisaje y se generan residuos orgánicos.

De igual forma, mencionó el proceso de plantación, donde se laborea la faja donde irá el árbol. Para ello se utilizan agroquímicos controlados que se aplican una única vez durante toda la vida del eucalipto, al igual que la fertilización con herbicidas.

En contraste,  formuló que se realizan monitoreos de flora y fauna, donde han constatado un incremento de esta última, la generación de energía eléctrica a través de la biomasa y el crecimiento del bosque nativo.

“Vemos la actividad forestal como complementaria a otras que se desarrollan en el país”, indicó Gerardo Barrios.

La legislación

Acerca del marco normativo forestal en Uruguay, Barrios señaló que el mismo ha sido “muy adecuado y acertado”. Empero, dijo que “algunos ajustes” no han sido de “demasiada utilidad”, sino que, por el contrario, castigó a los pequeños productores, aunque la misma haya tenido una motivación “que no se ha alcanzado a apreciar correctamente”. En esta línea, mencionó  la eliminación de la exoneración fiscal a aquellas maderas que se plantan con destino a celulosa que tienen una cosecha mínima de 10 años.

“El sentido de la norma era incentivar la plantación de bosques de forma tal de ir turnándose de 20 a 28 años para generar madera de alta calidad con destino a los aserraderos y fábricas de tableros. Pero si una decisión a 10 años es pesada, a 25 no es para el común de los mortales”, aseguró.

Igualmente, mencionó que a veces se tiene “excesiva intervención estatal”. Barrios dijo que en un comienzo la política forestal la regía estrictamente la Dirección Forestal, y que actualmente se ha sumado la Dirección Nacional de Medio Amiente (Dinama) para los proyectos superiores a 100 hectáreas, así como también la ley de Ordenamiento Territorial que otorga “cierta injerencia” en el tema a las intendencias. “Esto, a veces, complica los plazos de los proyectos, hay subjetividad de la aplicación de la norma, y eso genera cierta incertidumbre para los pequeños inversores”, calificó.

La tercera planta

Respecto al anuncio de la instalación de una tercera planta en Uruguay, en este caso de la mano de UPM, el director de Foresur opinó que el país tendrá “un buen desarrollo en esta materia”. Al mismo tiempo, apuntó que estas fábricas no solo demandan la madera que es plantada desde un primer momento para la extracción de celulosa, sino también aquellas que se desechan de las industrias de maderas sólidas, así como aserraderos y fábricas de tableros.

Barrios dijo “estar convencido” que se instalará la tercera planta de celulosa, puesto que UPM tiene experiencia en el país y, además, ya desarrolló actividades de investigación en diferentes zonas del país, sobre todo en región central, para su posible establecimiento. “Seguramente el gobierno hará el esfuerzo para que esto suceda. Es bienvenida por todos”, declaró.

En cuanto a los impactos, observó que serán “tremendamente positivos”. Mencionó que para generar un millón y medio de toneladas de celulosa se necesitan consumir seis millones de litros cúbicos de agua, cuando en el mercado se produce en el entorno de los diez millones de litros cúbicos. También expresó que la instalación demandará más puestos de trabajo en las áreas de plantíos, cosecha, transporte, mecánica y combustible.

Cadenas forestales

Actualmente cerca de 950 empresas trabajan en el sector, dentro del cual se identifican cuatro cadenas de base forestal: productos de madera elaborada, celulosa y papelera, química y energética. Las especies que se plantan son Eucalyptus Dunis y Eucalyptus Grandis para el consumo de celulosa y también, en el caso de este último, de tableros.

Los desafíos

Para el director de Foresur, los desafíos de la actividad se encuentran en un mercado que estimulen una demanda asociada con precios razonables, otorgando viabilidad en la inversión, sobre todo cuando la misma es a largo plazo.

La sanidad es otra de las preocupaciones. Barrios explicó que el cultivar durante un largo tiempo determinado producto, hace que ciertos insectos o enfermedades arbóreas aparezcan. Es por esto que aúnan esfuerzos en prevenir males de los Eucalyptus Globulus mientras trabajan en el desarrollo de nuevas especies e investigan el comportamiento de otros árboles.

Acerca del marco normativo forestal en Uruguay, Barrios señaló que el mismo ha sido “muy adecuado y acertado”. Empero, dijo que “algunos ajustes” no han sido de “demasiada utilidad”, sino que, por el contrario, castigó a los pequeños productores”.

El futuro

Barrios aseveró que la forestación contribuyó a que mermara la transferencia de propiedad de la tierra, algo que consideró como positivo. “El desarrollo forestal está más vinculado con los arrendamientos y los fomentos de actividades de las propias empresas que luego demandan la madera”, agregó.

Aunque la actividad tiene una demanda “bastante buena”, ven con preocupación la concentración de la misma. No obstante, elogió la transparencia del mercado y los precios “atractivos” que pujan al productor a que insuma nuevas plantaciones

Asimismo, indicó que es el mercado el que dará las señales de destino y que tal vez llegue un momento donde se topeará la actividad, aunque considera que es difícil de adivinar. Añadió que nota una evolución favorable que los lleva a producir cada vez más, y que la misma corresponde a la visión de los legisladores que, en 1987, vieron en la forestación una oportunidad.