Uruguay 2030: ¿Un país desarrollado?

Perspectivas

¿Cómo esteremos en el año 2030? ¿Habremos llegado a convertirnos en un país desarrollado? ¿Cómo va a evolucionar nuestro mercado? ¿Cuáles son las oportunidades que se presentan hoy, con una perspectiva de largo plazo? ¿Dólares o pesos? Analizamos por qué pensamos que “la mesa está servida” para que nos vaya muy bien, pero que también hay ciertos cambios que son imprescindibles para que ello ocurra. 

Por Carlos Saccone | @carlossaccone

Uruguay ha atravesado una etapa de crecimiento de su economía sin interrupciones -de acuerdo a datos anuales de PBI- desde el año 2003. El PBI no mide la felicidad de la gente ni el desarrollo de su sociedad, sin embargo sí es la medida más ampliamente utilizada para medir crecimiento económico, lo que además facilita la comparación con otras economías. El actual será el décimo quinto año de crecimiento ininterrumpido desde aquel momento aciago, donde empezábamos a dejar atrás la feroz crisis de 2001-2002.

El otro período habitualmente citado que “compite” con el actual es el del Uruguay de la posguerra, en el cual una situación similar en cuanto a precios de nuestros productos exportables nos colocaron también en una etapa inédita, por la cantidad de años consecutivos de crecimiento.

Si no hay sorpresas y se cumplen las proyecciones de la mayor parte de analistas este año y en 2018, Uruguay también crecerá, por lo que estamos muy cerca de que el actual se convierta en el período más extenso de crecimiento económico de toda nuestra historia.

Si no hay sorpresas y se cumplen las proyecciones de la mayor parte de analistas este año y en 2018, Uruguay también crecerá, por lo que estamos muy cerca de que el actual se convierta en el período más extenso de crecimiento económico de toda nuestra historia. Pero, ¿cómo es nuestra situación actual si nos comparamos con nuestra misma historia y cómo hemos estado posicionados en relación con otros países en otros momentos? ¿Cómo estamos? ¿Dónde nos deja este período extraordinario?

Al observar el trabajo del investigador Luis Bértola, elaborado para facultad de Ciencias Sociales[1], se puede notar que el PBI por habitante del Uruguay era prácticamente del mismo nivel al de varios países de Europa.  Esto es, Uruguay gozó durante las últimas décadas del Siglo XIX y gran parte del Siglo XX el mismo nivel de ingreso que Europa. Al compararnos con España, vemos que Uruguay llegó a duplicar el PBI por habitante en la década del 50.   Estas relaciones se repiten para la mayor parte de los países de América Latina, con excepción de Argentina. Uruguay llegó a triplicar el PBI per cápita de Brasil, pero siempre estuvo muy equilibrado con el de Argentina, lo que intuitivamente suena razonable por nuestras similitudes con nuestros vecinos del Plata, independientemente del tamaño.

Sin embargo, donde se han producido los cambios más radicales y espectaculares de crecimiento económico en comparación con Uruguay es en lugares como Corea del Sur y Singapur.  De acuerdo al trabajo de Bértola, el PBI per cápita del Uruguay era seis veces más que el de Corea hace 70 años y el doble del de Singapur. Hoy, esa relación nos desfavorece en términos que indican que Corea tiene el doble de ingreso por habitante que Uruguay y Singapur más de cuatro veces más. Es decir, que en términos relativos estos países avanzaron por lo menos ocho veces más que el Uruguay en términos de crecimiento económico.

Por otra parte, países que hace pocos años estaban sumidos en profundas crisis, como España y Estados Unidos, también nos superan en ingreso por habitante.

PBI PER CÁPITA 2015 PPP (US$ corrientes)[2]

URUGUAY                           21.244

ARGENTINA                        20.338

BRASIL                              15.474

ESPAÑA                             34.727

ESTADOS UNIDOS              56.116

COREA SUR                       34.647

SINGAPUR                         85.382

[1] Fuente: Banco Mundial. www.worldbank.org

Se hace referencia muchas veces a que estos países han generado desigualdad o que Uruguay tiene un nivel de igualdad en ingresos significativamente mejor que otros países. Esto último es particularmente cierto; Uruguay, con un Índice de Gini de 0.38, no tiene un problema de desigualdad en ingresos. Sin embargo, también es cierto que hay muchos países que nos superan ampliamente en ingresos per cápita y además tienen niveles de distribución del ingreso muy similares a la nuestra, de forma simultánea. Vale entonces la pregunta: ¿qué han hecho, o qué hacen estos países? ¿Qué tienen en común? Sin pretensiones de enumerar una lista taxativa, sí aparecen indicadores que relevan organismos internacionales, donde Uruguay no aparece bien parado, mientras que sí lo están otros que ocupan los primeros lugares de dichos ranking. (Son temas que aparecen como de resolución menos compleja que otros temas estratégicos y de largo plazo, como la mejora en la educación y el avance tecnológico)

“Doing bussiness”

En los países que nos superan ampliamente en ingreso por habitante es más fácil hacer negocios. Año tras año, el Banco Mundial construye un ranking[3] que acompaña una investigación acerca de cuán fácil (o difícil) es comenzar un negocio en más de 190 países de todo el mundo. Este ranking considera once temas clave. Ellos son:

1) Comienzo de un negocio.

2) Gestión de permisos de construcción.

3) Obtención de electricidad.

4) Registro de propiedad.

5) Acceso al crédito.

6) Protección de inversores minoritarios.

7) Pago de impuestos.

8) Comercio con países fronterizos.

9) Respeto a los contratos.

10) Cómo se resuelve la insolvencia.

11) Regulación del mercado laboral.

Uruguay está en la posición 90 en la última edición del ranking.  No es la peor, pero estamos lejos de los primeros 20 o 30 mejores del mundo. “Casualmente”, estos 20 primeros lugares están ocupados por los países más desarrollados. No es extraño que los primeros cinco lugares estén ocupados por  Nueva Zelanda, Singapur, Dinamarca, Hong Kong y Corea del Sur. Todos estos, países pequeños -como Uruguay-, pero híper desarrollados y con mejor nivel de vida de su población. Tampoco es extraño que los últimos cinco lugares estén ocupados por Sudán, Venezuela, Libia, Eritrea y Somalia. La relación entre desarrollo económico y social, y la facilidad para hacer negocios, es evidente. No la ve el que no quiere. Uruguay se debe una mejora en este ranking si es que aspira a convertirse en país desarrollado en algún momento.

Los que nos superan en ingreso por habitante son más abiertos

El otro indicador que interesa citar es uno construido por la Cámara Internacional de Comercio, el “Open MarketsIndex”[4]. Dicho ranking evalúa la apertura comercial de los países, es decir, cuán proclive o dispuesta es una economía a comerciar con países extranjeros. Aquí también ocupamos una posición que se podría definir como “mitad de tabla”. Tal como afirma el sitio de la ICC, “la apertura económica  y política a traído crecimiento y desarrollo durante los últimos 60 años, sacando a varios millones de la pobreza.  El proteccionismo es un riesgo tanto para las economías nacionales como para la capacidad de enfrentar problemas globales”.

4 https://iccwbo.org

Como es de esperar, también aquí los primeros puestos son ocupados por países altamente desarrollados y con ingresos en casos varias veces superior al de Uruguay. Es el caso de Singapur, Hong Kong, Luxemburgo, Bélgica y Holanda, también países muy pequeños, rodeados de gigantes, como es el caso del Uruguay.

Uruguay se encuentra en la posición 53 de 75 países relevados.

Un tema adicional que nos debería ocupar es el del desarrollo del mercado de capitales local.  Esto es, el mercado de acciones. O sea, que las empresas uruguayas acudan al mercado abriendo su capital para dar participación a inversores privados que financien sus eventuales planes de expansión pero sin que la empresa se comprometa a través de endeudamiento. No existe -esto es terminante- un solo país desarrollado que no tenga un buen mercado de acciones funcionando. Simplemente no hay. No quiere decir que sea condición suficiente, pero sí necesaria para el desarrollo.

En Uruguay, el mercado de acciones no existe y tal vez es donde tengamos más trabajo por delante para realizar (existe abundante literatura que respalda la idea de la correlación positiva entre desarrollo de mercado financiero y crecimiento económico).

Intentar que a todos nos vaya mejor no tiene ideología. Uruguay tiene instituciones muy fuertes, está muy bien percibido a nivel internacional como un país con muy bajos niveles de corrupción y alta transparencia; tiene, además, el “grado inversor” por todas las calificadoras.

Los tres factores mencionados son claves para el progreso económico y desarrollo del Uruguay. Y es clave abordarlo porque la verdad es que la “mesa está servida” para que nos vaya bien. Tenemos ventajas comparativas con otros países que nos destacan a nivel mundial. Es el caso, por ejemplo, de la baja corrupción en el Uruguay. Uruguay se encuentra en el lugar 21, con menos percepción de corrupción que países como Francia, y de un nivel similar al de Japón, Irlanda o Estados Unidos.  Esto es muy valioso, particularmente en el contexto de América Latina donde, infelizmente, la situación es la contraria. Uruguay sigue siendo una mosca blanca en temas de corrupción. Otra de las ventajas es nuestra elevada fortaleza de las instituciones democráticas, que se refleja en el indicador que construye año a año la revista The Economist. Uruguay no tiene nada que envidiarle a las democracias de los países desarrollados, siendo la democracia más sólida de América Latina.

El impacto de la reciente decisión de Standard & Poors, el mercado de bonos y los pesos

Entonces, como comentábamos, la mesa está servida para que nos vaya bien. Pero no nos podemos resignar a ser “solamente” categoría BBB, “grado inversor” o “mitad de tabla” para ponerlo en términos futboleros. Es muy importante haberlo obtenido pero hay que seguir remando. Deberíamos pensar en avanzar más. Para ello, es necesario atender los temas que mencionamos previamente. Obviamente, no podemos descuidar el orden financiero interno.  Tal como lo afirmó la agencia Standard & Poor´s en su reciente revisión al alza de la perspectiva para los bonos globales uruguayos “… podríamos subir el rating de Uruguay en los próximos dos años si el gobierno puede incrementar la flexibilidad y la efectividad de la política monetaria, combinada con una mayor consolidación fiscal. Una mayor reducción de la inflación y mercados de capitales más profundos podrían hacer bajar el nivel de dolarización de la economía y reducir la vulnerabilidad del gobierno a cambios repentinos”.

En las palabras de Standard & Poor´s hay varios mensajes clave que importa destacar. La inflación local sigue siendo relativamente “alta” en términos internacionales. Es imprescindible bajarla más y consolidarla en niveles de la mitad de la actual. Esto le da estabilidad y previsibilidad a la economía y sus precios. Ello, al mismo tiempo, ayudaría a reducir nuestro nivel de dolarización. Por otra parte, y “casualmente”, la agencia menciona  la necesidad de mercados de capitales más profundos para lograr avances.

Una gran noticia fue, sin dudas, la emisión global en pesos uruguayos. Esto es, un bono denominado en pesos uruguayos (no UI) destinado al mercado global. Es, además de una gran y oportuna idea, un logro formidable que continuaría el camino iniciado con las emisiones globales en UI para reducir la dolarización de nuestra deuda. Desde el punto de vista del inversor, esto es, además una buena oportunidad.

No es una novedad la coyuntura (¿o estructura?) de tasas internacionales bajísimas en las monedas “duras”, entre las cuales el dólar ha sido tomado como moneda de referencia para los ahorros e inversiones.  Pero, ¿qué tal si en realidad hemos estado equivocados todo este tiempo? ¿Qué tal si la realidad indicara que para períodos extensos la evidencia indicara que lo que ha sucedido fue que la inversión en “pesos reales” versus dólares ha sido más rentable? Pues esto es efectivamente lo que ha sucedido.

Supongamos que usted gozara de un gran sentido de la intuición, por lo que en agosto del año 2008, con el dólar a 19 pesos, compró US$ 10.000. Su intuición hubiera sido recompensada, dado que en diciembre de ese mismo año al dólar subió a 24 pesos. Una nada despreciable ganancia de más de 25% en pocos meses.

Cuando nos embarcamos en una planificación financiera de largo plazo las cosas no son tan claras. Siguiendo su gran sentido de la intuición, usted vendió estos dólares en marzo del año pasado a 32 pesos. Un retorno de 7.30% anual, al medirlo en pesos.

EVOLUCION DÓLAR EN URUGUAY 1997-2017[5]

[1] Fuente: Bloomberg

El largo plazo favorece renta fija en moneda local, antes que colocaciones en dólares

Pero si hubiera comprad Unidades Indexadas, el retorno hubiera sido de 8.30% anual, sin contar intereses de ningún tipo.

Lo que intentamos mostrar es que, por una serie de razones que tienen que ver con las etapas históricas del desarrollo y tasas de interés, en el largo plazo -estamos hablando de períodos siempre superiores a 7 u 8 años-, una inversión en pesos “reales” superará a comprar y atesorar dólares. Y cuanto más extenso el período, mayor la diferencia.

Pero como todo, termina. Pensamos que en los próximos años, de confirmarse emisiones de bonos en pesos, y baja de inflación y en ausencia de shocks externos, las tasas en Uruguay empezarán a bajar. Esto quiere decir que este es el momento. Las diferencias se comenzarán a ver con el transcurrir de los años cada vez más imperceptibles.

Con respecto a los bonos en dólares, auguramos un período de estabilidad. Son títulos que si bien representan en general un atractivo flujo de fondos, no parecen proclives a seguir subiendo en el mediano plazo, mientras mantengamos la actual calificación. Como vimos, para un inversor de largo plazo, aparecen como más atractivos inversiones en moneda doméstica.

No es sencillo avanzar posiciones en los rankings que mencionamos, dado que requiere cambios en el país. Uruguay, como sabe el lector, no es un país que se caracterice por sus cambios. Sin embargo, es útil asignarle la importancia que se merece. La facilidad de hacer negocios es clave para dinamizar las pequeñas empresas, mientras que la apertura comercial nos dará acceso a más mercados para colocar más de nuestros productos. Intentar que a todos nos vaya mejor no tiene ideología. Uruguay tiene instituciones muy fuertes, está muy bien percibido a nivel internacional como un país con muy bajos niveles de corrupción y alta transparencia; tiene, además, el “grado inversor” por todas las calificadoras. Como dijimos antes, la “mesa está servida” para que nos vaya mejor. Dependerá de todos si nos conformamos con un “BBB” o nos interesa empezar a caminar hacia “AAA” y llegar a ser un país desarrollado.

Porque la causa de los pueblos no admite la menor demora.

[1]FUENTE: El PIB per cápita de Uruguay 1870-2015.  Una reconstrucción. Luis Bértola. Facultad de Ciencias Sociales.

[3]www.doingbussiness.org/reports