Impacto provocado por la pandemia en el mercado internacional de alimentos dejó su marca en el sector agroindustrial local

Las amenazas > siguen latentes

En 2020, el sector agropecuario uruguayo recibió los embates del déficit hídrico del verano 2019/2020 y de la pandemia por covid-19, aunque en comparación con otros sectores de actividad, los mercados de alimentos a nivel global registraron impactos más leves y menos duraderos para este fenómeno.

La Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (MGAP) presentó su anuario agropecuario. La economista de Opypa en el área cadenas agropecuarias y Análisis Sectorial, Ángela Cortelezzi, comentó que para el 2020 se espera que el PBI del sector agropecuario se contraiga casi 3% en comparación con el año anterior, producto del descenso del valor agregado en agricultura y pecuaria.

Para 2021 la incertidumbre en las proyecciones es mayor, dado que aún no se vislumbra el fin de la pandemia por covid-19 y porque los pronósticos de ocurrencia del fenómeno de «La Niña» en la región introducen una alta variabilidad en los resultados esperados. En este contexto, para este año se prevé que el valor agregado del sector agropecuario se expanda 4,6% impulsado por todos sus componentes.

Señaló la experta que en 2020 la actividad económica global estuvo fuertemente marcada por la incidencia de la pandemia. El cierre de fronteras implementado por China a comienzos del año determinó la suspensión de exportaciones de insumos para distintas industrias localizadas en América del Norte, Europa y el resto de Asia, lo que conllevó a una fuerte disrupción en varias cadenas productivas a nivel global. 

En tanto, el confinamiento de la población en gran parte de los países del mundo con el objetivo de minimizar el ritmo de contagios determinó posteriormente una fuerte contracción de la demanda, que intensificó el shock inicial a nivel de la oferta.

En consecuencia, el comercio internacional de bienes y servicios se contrajo fuertemente en mayor magnitud al impacto de la crisis financiera mundial de 2008-2009, con un deterioro más pronunciado de las transacciones de servicios (transporte, distribución, turismo) en comparación con las de bienes, a diferencia de lo ocurrido en crisis anteriores. Las últimas proyecciones publicadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) señalan que el comercio mundial de bienes y servicios se reducirá 10,4% en 2020 y crecerá 8,3% en 2021.

El mercado internacional de alimentos tampoco estuvo ajeno a los impactos inmediatos provocados por la pandemia. Desde el lado de la oferta, la menor disponibilidad de mano de obra debido a las medidas de distanciamiento físico, así como las interrupciones en el procesamiento de alimentos y en la cadena comercial, redujeron temporalmente la disponibilidad de algunos productos. A su vez, otros canales de transmisión macroeconómicos afectaron la oferta, el comercio y la demanda de bienes alimenticios a nivel global. 

Trabajo

La emergencia sanitaria por covid-19 generó impactos negativos importantes en el mercado laboral y acentuó las condiciones desfavorables que venía presentando desde 2014 debido a la desaceleración económica.

Los puestos de trabajo en la economía uruguaya totalizaron 1,78 millones en 2019, 67.000 puestos menos respecto al máximo observado en 2014, según la Encuesta Continua de Hogares (ECH) del INE. El total de ocupados se ubicó en 1,63 millones de personas en dicho año.

Los efectos de la pandemia sobre la oferta y la demanda de empleos fueron heterogéneos entre sectores de actividad y generando la necesidad de desarrollar nuevas modalidades de trabajo (como el teletrabajo) y respuestas de política pública para amortiguar los impactos negativos.

Entre las causales esgrimidas para el registro de altas durante el mes de marzo, un 86% correspondieron a suspensión, en tanto que el 14% restante se dividió en partes similares entre despido y reducción. Las actividades que registraron una mayor cantidad de beneficiarios del subsidio por desempleo son las vinculadas con servicios. El sector agropecuario, en tanto, reflejó una baja participación en el total de altas: 6,2% al momento de la declaración de la emergencia sanitaria. Esto tiene su lógica si se considera que estas actividades presentan una menor intensidad en el uso del recurso humano en comparación con otras y que son realizadas en general en el medio rural y a cielo abierto, lo que permite un mayor cumplimiento de las medidas de distanciamiento físico por parte de quienes la realizan. Además, las cadenas productivas alimentarias, dado su carácter esencial, resultaron menos afectadas por la pandemia respecto a otras actividades, como los servicios.