Estados Unidos y China vuelven a sentarse a la mesa

Estados Unidos y China alcanzaron un acuerdo que reduciría los aranceles mutuos durante 90 días. Esta noticia fue bien recibida por los mercados.

Por Sofía Tuyaré (*)

La reciente relación entre Estados Unidos y China ha estado condicionada por tensiones comerciales, aranceles recíprocos, y una competencia estratégica que se podría decir que fue mucho más allá de lo comercial. La “guerra comercial” como se le denominó, no solo afectó a las dos economías más grandes del mundo, sino que también impactó en las cadenas de suministro globales, generó incertidumbre en los mercados y tuvo consecuencias en distintas partes del mundo, incluyendo a América Latina.

Con las medidas impuestas por la administración de Trump en los últimos meses, se produjo una escalada de las tensiones comerciales y muchos analistas y expertos alertaron de los riesgos de este nuevo escenario complejo. En los días pasados se conoció que ambos países estaban negociando para alcanzar un acuerdo que lograra enfriar esta guerra comercial.

Si bien el acuerdo anunciado no es definitivo, es un cambio en el tono en las relaciones bilaterales y se espera que este acercamiento disminuya las tensiones comerciales.

Negociación

Este entendimiento implica una pausa de 90 días en su “guerra” arancelaria, una instancia que muchos analistas calificaron como una “tregua comercial”. El objetivo es evitar una nueva escalada de aranceles entre las dos economías más grandes del mundo.

Ambos países se comprometieron a reducir de forma significativa los tributos aplicados a la importación que se habían impuesto mutuamente. China anunció que bajará del 125% al 10% los aranceles aplicados a determinados bienes estadounidenses, mientras que Estados Unidos reducirá del 145% al 30% los aranceles sobre importaciones provenientes de China.

Aunque se trata de una medida temporal, representa un gesto importante a favor del diálogo y de un mejor clima en las relaciones comerciales globales.

Motivos

Tanto Estados Unidos como China enfrentan desafíos internos. Por un lado, China atraviesa una etapa de menor crecimiento, con dificultades en sectores relevantes como el inmobiliario y una demanda externa más endeble. Por otro lado, Estados Unidos transita un contexto económico más incierto, y hay cierta presión por dar señales de estabilidad a nivel internacional.

Recordemos que las cadenas de suministro globales se vieron alteradas por las anteriores tensiones y la pandemia profundizó esos problemas. Esto provocó dificultades a algunas empresas. A este escenario se suma un contexto global más volátil, con conflictos geopolíticos que aún persisten y una economía mundial que no termina de consolidar su recuperación. Se espera que el crecimiento global se modere en los próximos años.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizó sus proyecciones el mes pasado. Según su informe “Perspectivas de la economía mundial”, el organismo ajustó a la baja sus estimaciones para la economía de Estados Unidos. Se proyecta que el PIB real estadounidense se desacelere, de un crecimiento estimado de 2,8% en 2024, pasaría a 1,8% en 2025 y 1,7% en 2026. Según el informe, esta revisión refleja el impacto de la incertidumbre que generaron los cambios en la política económica de la nueva administración, sumado a las tensiones comerciales y la caída prevista en el consumo.

PIB EEUU

Nota (E): datos estimados por el informe WEO de abril de 2025.

Fuente: elaboración propia en base a datos del FMI.

Para China, las proyecciones también son moderadas. El FMI prevé un crecimiento del PIB de 4% tanto en 2025 como en 2026, luego de una expansión estimada del 5% en 2024. Entre los factores que explican esta desaceleración, la guerra comercial sigue siendo una variable a tener en cuenta.

PIB China

Nota (E): datos estimados por el informe WEO de abril de 2025.

Fuente: elaboración propia en base a datos del FMI.

El resto del mundo

El mundo observa con atención los acontecimientos que vienen de las principales economías. El giro en la política comercial de Estados Unidos tras el cambio de gobierno generó incertidumbre global, con temores a posibles efectos en cadena.

Esta apertura al diálogo fue bien recibida por los mercados. Si bien aún se está lejos de eliminar todas las trabas —y lo que se acordó por ahora es un acuerdo parcial y temporal—, el hecho de que ambas potencias se sienten a negociar es un dato positivo.

Para países como Uruguay, donde el comercio exterior tiene un peso considerable, el desarrollo de esta relación es clave. Las decisiones que se tomen en el norte pueden tener impacto en el sur, y por eso se sigue cada avance con atención.

(*) Economista, integrante del departamento de Consultoría de CARLE & ANDRIOLI, firma miembro independiente de Geneva Group International.