La problemática del cambio climático y la relevancia de su financiamiento

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El cambio climático es un problema global y, como tal, presenta necesidades de coordinación mundial que brinden soluciones al mismo. Es fundamental contar con financiamiento de diferentes fuentes en pos de materializar deseos y objetivos comunes en acciones concretas que brinden resultados medibles.

Por Ec. Gastón De Lorenzi (*)

Todos hemos escuchado las implicancias que tiene el cambio climático en el mundo. Uruguay no está eximido de estos impactos, y algunos son claramente visibles, como por ejemplo el sostenido aumento de la temperatura, la mayor variabilidad climática, los eventos climáticos extremos con mayor recurrencia, aumentos del nivel del mar y la erosión costera, entre otros.

Con el objetivo de hacer frente a esta problemática, el país se ha planteado una serie de objetivos de corto y largo plazo, y, en consonancia con estos, líneas de acción concretas en múltiples sectores y frentes. Sin embargo, para poder materializar las mismas es necesario el involucramiento de diferentes actores de interés: sector público, sector privado, organismos internacionales, centros educativos, organizaciones de la sociedad civil, entre otros. Asimismo, es fundamental que estas cuenten con financiamiento para las acciones que consideren pertinentes.

El financiamiento recibido puede ser destinado a múltiples finalidades. Por un lado, puede ser invertido en medidas concretas de mitigación, asociadas a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Por el otro, pueden llevarse a cabo acciones para la adaptación al cambio climático, que busquen reducir las vulnerabilidades de los sistemas naturales o humanos a los efectos actuales y futuros del cambio climático. También pueden financiar, en términos generales, la generación de capacidades técnicas locales sobre el tema, la socialización y concientización de la problemática, o la orientación del desarrollo de nuevas tecnologías que incorporen consideraciones climáticas, entre otras tantas medidas específicas posibles.

Se reconocen tres fuentes principales de financiamiento: financiamiento público, financiamiento privado y financiamiento internacional.

Financiamiento público

Esta fuente de financiamiento está esencialmente compuesta por los presupuestos nacionales y departamentales, así como también de otro tipo de instrumentos elaborados con el objetivo de fomentar e incentivar las acciones climáticas correspondientes.

A modo de ejemplo, uno de los instrumentos generados por el Estado uruguayo refiere a la emisión de bonos indexados a indicadores de cambio climático, donde las tasas de dichos bonos dependen de los resultados climáticos alcanzados por el país. Este instrumento busca generar incentivos para mantener las promesas climáticas asumidas, y creando consecuencias económico-financieras según el grado de cumplimiento de estas.

Por otra parte, se reconocen exoneraciones fiscales o subsidios brindados por el Estado para ciertos casos particulares, que buscan promover la inversión privada en este rubro (y por lo tanto incentivar el financiamiento privado, a ahondar posteriormente). Por plantear dos casos claros, los vehículos eléctricos e híbridos presentan claros beneficios fiscales a la hora de su importación en comparación con vehículos a nafta y a gasoil (exoneraciones de Imesi y TGA), mientras que existe un Programa de Certificados de Eficiencia Energética, que devuelven un monto específico de dinero a quienes realicen inversiones deseadas por el MIEM.

Financiamiento privado

Como ya fue mencionado previamente, algunos de los instrumentos de financiamiento público contribuyen a fomentar las inversiones del sector privado. Este, es decir, empresas y familias, utilizan estos incentivos para invertir en acciones de mitigación y/o adaptación al cambio climático. Sin embargo, deben ser compensados correctamente por los beneficios generados al resto de la sociedad para disminuir los GEI emitidos, ya que generalmente se incurre en importantes gastos.

Por su parte, las empresas pueden también financiar actividades de capacitación para sus clientes, de forma que sus prácticas contribuyan en el día a día en pos de los objetivos climáticos propuestos, y que a su vez colaboren a dar una imagen de marca deseada por algunos clientes en particular. 

Un aspecto fundamental para el mayor involucramiento del sector es tener en cuenta su punto de vista desde etapas tempranas a la implementación de proyectos, generando los intercambios entre públicos y privados pertinentes para compartir y acercar visiones que inicialmente pueden ser disímiles.

Se observa que, si bien en el presente se diferencia el financiamiento público del privado, hay una estrecha relación entre ambos, por lo que la planificación estratégica de actividades debe incorporar las interrelaciones entre ambos sectores y el resto de los agentes de la sociedad.

Financiamiento de cooperación internacional

En tercer lugar, atendiendo a la globalidad del asunto, los países desarrollados y otro tipo de organizaciones multilaterales o mundiales tienen interés en financiar a países en desarrollo, con menor capacidad genuina de generación de recursos y de conocimientos para ser destinados a atacar la problemática de forma integral. En el Acuerdo de París, los países desarrollados presentaron el compromiso de invertir US$ 100.000 millones anuales en acciones de mitigación y adaptación en países en desarrollo, de forma tal de atender la globalidad del asunto y contribuir con aquellos países que presentan menos dinero, otras prioridades y una formación de capacidades mucho más pobre.

Por poner un ejemplo para el caso de nuestro país, el Programa de Euroclima + de la Unión Europea llamado “Co-innovación para la producción resiliente de alimentos en la ganadería familiar sobre campo natural del Uruguay”, busca fortalecer las capacidades de los ganaderos familiares en Uruguay y otras naciones del Mercosur, mediante la promoción de buenas prácticas ganaderas, llevando adelante un proceso de co-innovación. No obstante, otras organizaciones colaboran en el país, entre las que se destacan el Fondo Verde para el Clima (FVC), el BID, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Sin embargo, pueden darse cooperaciones entre países en desarrollo, generando cooperaciones conocidas como Sur–Sur, donde Uruguay en algunos casos opera como oferente en dichas cooperaciones (y por lo tanto brinda sus recursos a otros países), mientras que en otros casos opera como Receptor (recibiendo recursos). Puede eventualmente operar en ambos sentidos en una misma cooperación.

En suma, el cambio climático es un problema serio y que necesita de la acción coordinada de diversos agentes para poder hacerle frente. Como tal, requiere de financiamiento de distintas fuentes, donde es fundamental que la participación del sector privado cobre una relevancia cada vez mayor. Para ello, se deben seguir estrategias de involucramiento del sector privado, brindándole incentivos para su participación y existiendo diálogos recurrentes entre todas las partes para poder asegurar un mayor compromiso de acción. A su vez, se deben evaluar estrategias para incrementar los instrumentos públicos, profundizando las exoneraciones fiscales en sectores claves o incrementando la emisión de bonos indexados a indicadores de cambio climático.

 (*) Economista en AIC Economía & Finanzas.