Una de las principales fuentes de ingresos del país bajo amenaza

Logística

Durante las últimas tres décadas hemos visto el crecimiento y la consolidación de Uruguay como Centro de Distribución Regional. Durante ese tiempo, la exitosa interacción público-privada fue generando una verdadera política de Estado y, en paralelo, las exportaciones de servicios asociados fueron ascendiendo hasta alcanzar valores que rondan los US$ 900 millones anuales.   

Por Ruben Azar, fundador y presidente de Grupo Ras

Un dato no menor, a favor de Uruguay, es que tiene, históricamente, vocación de ser un país de tránsito, a diferencia de sus grandes vecinos. Ya vimos que para Uruguay la incidencia de las exportaciones por concepto de servicios logísticos es muy importantes, mientras que para Argentina o Brasil son totalmente marginales. Existen buenos ejemplos en el mundo de países que han sido exitosos aplicando con buen tino este tipo de políticas de Estado y que, a su vez, poseen la misma vocación que Uruguay; es el caso de Holanda y Bélgica en Europa, o Singapur, Hong Kong y Corea del Sur en Asia. 

Debemos aprender de esos ejemplos y comprender que el límite para crecer en este negocio es el que nosotros, principalmente por nuestros propios preconceptos, nos pongamos. 

Recordemos además -y esto despeja cualquier duda en cuanto a la importancia crucial de la actividad de los tránsitos para nuestro país- que más del 50% del movimiento del Puerto de Montevideo son, precisamente, tránsitos, y este número es mucho mayor si analizamos, por ejemplo, el puerto de Nueva Palmira. 

Sin embargo, desde hace ya unos tres años la actividad ha entrado en una peligrosa meseta descendente. 

Las causas son múltiples, siendo los elevados costos quizás la más visible y los resultados traslucen que Uruguay ha comenzado a perder cargas como Centro de Distribución Regional. 

Nos referimos, fundamentalmente, a las cargas que utilizan los depósitos de puerto libre y zonas francas, que son además las que contribuyen de forma desequilibrante cuando medimos la exportación directa generada por contenedor, por inversiones directas e indirectas asociadas, o por la generación de mano de obra especializada. 

Dicho de otra manera, son las operaciones de tránsito, con mayor valor agregado, las que contribuyen de manera decisiva por su gran derrame en la economía nacional. Creemos que tanto el sector público como el privado, enmarcados en esa política de Estado de la que estuvimos orgullosos, deben estar a la altura de lo que el país necesita para mantener e incrementar esta fundamental fuente de ingresos. 

Uruguay, como país pequeño, debe necesariamente ser más ágil que Argentina, Brasil y -como veremos más adelante- también que Chile, e intentar estar siempre un paso adelante. Las ventajas que hoy tenemos pueden desaparecer con un simple mejoramiento de las normas argentinas o brasileras, por eso debemos estar preparados para viabilizar que la diferenciación de Uruguay como Centro de Distribución Regional siempre siga existiendo. 

Pensamos que estamos en un punto de inflexión en el que debemos repensar la estrategia y fortalecer el posicionamiento de Uruguay como Centro de Distribución Regional. 

¿Cómo lo podemos hacer? Por suerte no partimos de cero. Ya hemos visto en el pasado buenos frutos de la interacción honesta y transparente de privados entre sí, y estos con el sector público. Hay muchas cosas para hacer y mejorar. 

El sector privado tiene la obligación de proponer y el sector público tiene la obligación de liderar los cambios necesarios para lograr un nuevo posicionamiento inmediato. 

Debemos trabajar básicamente en cuatro dimensiones simultáneamente:

  1. Obviamente, hay mucho para trabajar en materia de costos. Por ejemplo, hoy cuesta US$ 500 dólares menos mover un contenedor desde puertos chinos a las ciudades de Córdoba o Rosario por puertos chilenos que por Montevideo. Esto nos preocupa. 
  1. Sin duda, que hay que incorporar rápidamente tecnología. Esto en los privados, en el Estado y en la comunidad logística en general. Más aún teniendo en cuenta que estamos inmersos en un mundo en que, de la mano de las disrupciones tecnológicas, los cambios son cada vez más rápidos y muchas veces impredecibles. Debemos de preparar al sector para que pueda adaptarse y estar en la vanguardia regional en esta materia. 
  2. Hay que trabajar incansablemente en la capacitación de nuestra gente para que puedan acompañar y por qué no, liderar los cambios. 
  3. Pero también hay espacio para mejorar las ventajas que el Uruguay se ha sabido dar en materia de normas aduaneras e impositivas, así como en la captación de inversiones. 

Es hora de reflexionar profundamente sobre el futuro inmediato y ponernos a elaborar estrategias que estos tiempos de desafíos nos imponen. El país lo demanda y la responsabilidad es compartida entre Estado y privados.