Ancap apunta a asociarse en el negocio del portland y esto provoca cruce de posiciones con el sindicato

El anuncio de que Ancap busca un socio privado para el portland ha generado una polémica a la interna de la empresa. Uno de los directores del ente, Richard Charamelo, aseguró que la planta tiene costos operativos muy altos y un exceso de trabajadores. Esto genera pérdidas sistemáticas y obliga a “conseguir un inversor que pueda rescatar a la empresa de la situación deficitaria que tenemos hoy”, argumentó. Por su parte, desde el sindicato, se asegura que la búsqueda de un inversor demuestra que el negocio es rentable, y se teme por el futuro de los puestos de trabajo de las plantas. 

En diálogo con CRÓNICAS, Richard Charamelo comentó que en los últimos meses ha bajado el precio del cemento alrededor de un 20% y que el mercado de portland -del que antes Ancap abarcaba un 52%-, en el último año bajó a 42%, pero lo más grave aún es que se sigue acentuando la tendencia y sólo en los últimos tres meses ha bajado un 4%. “Para mantener ese mercado, tenemos que necesariamente bajar el precio y, por lo tanto, se incrementan las pérdidas”, argumentó.

Esto en principio se proyecta en aproximadamente US$ 10 millones de pérdida al final del año, según explicó el entrevistado.

Consultado por las razones que puede tener esta baja, el director relató que “esta nueva empresa, que hoy es la más grande que tiene el país en cuanto a la capacidad de producción, quiere ganar mercado y lo que está haciendo es dar el portland a un precio más bajo porque tienen sin duda la posibilidad de producir más barato”.

En la misma línea, el jerarca explicó que Ancap tiene una capacidad de producción instalada de 1,4 millones de toneladas y solamente se comercializan unas 800.000 al año, por eso buscan un nuevo socio privado que no esté en el mercado uruguayo para exportar e insertarse en el mercado de la región.

También indicó que se ha considerado la propuesta que hace el sindicato de instalar el Horno III -que requiere una inversión de más de  US$ 100 millones por parte del Estado-, pero que resulta muy poco factible que se refleje en mejores números de Ancap. Asimismo, reconoció que con una inversión de tal tamaño la planta ganaría capacidad de producción pero que sin mercado donde venderla iría aún más en contra de los intereses de la compañía.

“Tenemos empleados de más, no tenemos la tecnología, no se hicieron las inversiones en tiempo y forma”, dijo el jerarca de Ancap con respecto a la situación. A su vez, detalló que -a diferencia de la competencia-, tiene una estructura basada en dos plantas con yacimiento a distancia, cuando la competencia está “prácticamente pegada a los yacimientos”, una con un sistema semi húmedo y otra con un sistema húmedo que eleva el costo de energía.

“Tenemos empleados de más, no tenemos la tecnología, no se hicieron las inversiones en tiempo y forma”, puntualizó Charamelo.


Los detractores

En la otra vereda, Gerardo Rodríguez, presidente de la Federación de Funcionarios de Ancap (Fancap), argumentó en contra de la postura de Ancap en base a tres razones principales. «Por un lado, desconocer la voluntad popular, por otro entregar una riqueza de US$ 10.000 millones a los privados y como tercer elemento la inestabilidad de 550 trabajadores» explicó.
El presidente de Fancap se refiere a los referéndums que tuvieron lugar en 1993 y 2002 donde la población decidió “mantener Ancap estatal y pública”, en palabras de Rodríguez.

En cuanto a la piedra caliza, desde el sindicato consideran como “un enorme perjuicio a toda la  sociedad al entregar esa riqueza a un privado”.

Rodríguez concibe que el conflicto se desdibujaría por una correlación de fuerzas donde “hay una concepción ideológica de fondo que conspira contra el interés de los trabajadores”.
No obstante, Charamelo declaró que la piedra nunca pasaría a manos de un privado ya que por más que se vendan las plantas seguiría siendo propiedad del Estado.

A su vez, el jerarca de Fancap dió datos de los números que maneja como pérdida del pasado año, que ascienden a 2,5 millones de dólares. Y entiende que invirtiendo en la tecnologización de la planta se produce más barato y se revertiría la situación desde el primer momento.

¿Quién da más?

Rodríguez expresó que lo que se pretende hacer se asemeja a una subasta donde se tasará “¿Cuánto me das por la piedra? ¿Cuánto me das por la fábrica? ¿Cuánto me das por el sello? Y el que pague más se queda con esos activos”. 

Lo que le cuestionan a la empresa es “¿Cómo se explica que Ancap no lo pueda hacer funcionar y que haya cinco empresas privadas interesadas?”. Esto deja claro que el interés está en la riqueza de caliza según Rodríguez.

Sin embargo, desde la óptica de Ancap entienden la incertidumbre que genera el llamado pero se adelanta que asumen el compromiso con “aquellos trabajadores que no sean tomados por la empresa privada que venga, buscarle la vuelta para tenerlos dentro del resto de las empresa públicas o en otros lugares”, dijo Charamelo, aunque asumió que sí corren riesgo los puestos que dependen de empresas tercerizadas.

Además, insiste en que la gestión se hace en pos de rescatar “un negocio que si no se toman medidas va a terminar por la inercia cerrando por sí solo”.

 “Necesariamente tenemos que conseguir un inversor que pueda rescatar a la empresa de la situación deficitaria que tenemos hoy”, dijo Richard Charamelo, director de Ancap. 

No hay acuerdo

Fancap ha solicitado varias veces que se haga la inversión de la instalación del Horno III, que según argumenta Rodriguez generaría 1.000 puestos de trabajo por alrededor de dos años. “Lo que hay que hacer es invertir en tecnología para producir más barato. Pero si se liquida el negocio el combustible va a bajar un 0,5%, que es insignificante”, dijo el representante sindical que además entiende que la inversión significa un 1% de la riqueza que se posee.
Del otro lado, el directivo de Ancap aseguró que “es imposible que el país ponga más de US$ 100 millones, que tampoco terminan de resolver el tema, para una inversión que es de difícil o nulo repago”. 

Tapar el sol con un dedo

Charamelo recordó que con la compra del horno se “gastaron” US$ 54 millones de dólares, pero que no se tuvo precaución del costo que llevaría instalarlo. “Si en aquel momento se hubiera instalado capaz que teníamos una situación diferente”, declaró al respecto. “Es una posición lógica de la minoría pero la realidad es que nosotros tenemos claro que no po
demos tapar el sol con un dedo”, agregó.
También hizo alusión a la reestructura que hizo Marta Jara en 2018, donde se sacaron 200 trabajadores “de un saque” y a los paros en las plantas que retrasaron pedidos, haciendo que las empresas privadas ganen clientes.
“Los sindicatos nos han dicho que las empresas tienen que estar al servicio de los trabajadores, de la sociedad. Y lo que yo digo es que empresas públicas han estado al servicio de privados, porque gracias a la ineficiencia han ganado mucho dinero y van a ganar mucho más si no hacemos algo en poco tiempo”.

Charamelo aseguró que el diálogo entre las partes es la mejor salida. “Tenemos que buscar entre todos una salida a un negocio que banca toda la sociedad y que no es rentable. Porque hace 20 años ininterrumpidos que perdemos dinero”, concluyó.