Mordecki: “El objetivo de la política monetaria fue priorizar los precios y no la competitividad”

Gabriela Mordecki, economista e integrante del Instituto de Economía de la Udelar

Para abordar los principales temas de carácter nacional e internacional, CRÓNICAS entrevistó a la economista Gabriela Mordecki, quien entiende que el escenario internacional no presenta una recesión, pero sí se observa un crecimiento “lento” que afecta a Uruguay. A su vez, analizó los efectos de la sequía y recalcó que el sector agropecuario es quien recibe los impactos “más negativos”. En tanto, afirmó que la política monetaria fue funcional solo a su principal objetivo, cumplir con la baja de la inflación, pues “se dejó que el mercado determinara el precio del dólar, que siguió cayendo”.

-A grandes rasgos, ¿cómo observa el escenario internacional actual? 

-El contexto internacional está atravesando una situación particular. Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea están muy golpeados por las fuertes subas de las tasas de interés. La guerra y la salida de la pandemia también influyeron, haciendo que subieran los precios, lo que llevó a que se implementaran políticas altamente restrictivas, que llevaron a bajos crecimientos y, a pesar de que en Estados Unidos la inflación ha caído bastante, por ahora muchos analistas todavía dicen que se debe tener cuidado, lo que genera un freno al crecimiento, que además se refleja en la debilidad del dólar, que ha tenido otras consecuencias sobre el tipo de cambio. Pero en general se ve una situación de bajo crecimiento, que ha afectado los precios a la baja, sobre todo de los principales productos que exporta Uruguay. También en este apartado China ha tenido una lentitud en el crecimiento, lo que impacta en esta situación. Entonces, para Uruguay si bien no hay una recesión mundial, sí hay un crecimiento mucho más lento y eso afecta.

-En este contexto, ¿qué se puede esperar para la economía uruguaya en lo que resta del año? ¿Es esperable un año de contracción por el efecto de la sequía?

-Digamos que Uruguay está teniendo efectos mixtos. El primer trimestre fue un fiel reflejo de lo que está pasando con la economía uruguaya, porque por un lado el sector externo se ha visto delimitado y lo va a estar más aún cuando se empiece a comercializar la zafra de la soja, que fue muy baja. A su vez, la industria frigorífica ha tenido caídas fuertes en las faenas y en sus exportaciones debido a menores precios, y el sector lácteo también se vio involucrado en esta situación. En este marco, de los principales rubros, el arroz es lo único que ha escapado de esta tónica, pero por el lado de la producción agropecuaria en sí, la economía uruguaya está recibiendo impactos negativos. Pero, por otro lado, la actividad turística se recuperó de forma muy satisfactoria en el primer semestre, más allá de que también muchos uruguayos han viajado sobre todo a Argentina debido a los buenos precios, pero esto también tonifica el comercio, el transporte y los viajes, por lo que, para la economía uruguaya, más allá de la salida de visitas. Es un sector que ha tenido bastante dinamismo, sobre todo porque venimos de la pandemia. El resultado de esto es difícil de saber, nuestras proyecciones dan un crecimiento bajo, pero no una contracción de la economía.

-¿Es esperable que se profundice la caída del dólar? 

-Las tendencias vienen siendo de apreciación en Uruguay y en otros países del mundo también. Entonces, no sabemos si se ha llegado a un piso. Aparentemente muchos analistas coinciden en que la debilidad del dólar impacta en nuestro país, pero que, a su vez, ha tenido un fuerte ingreso de divisas, que, si bien este año las exportaciones están más débiles en comparación con el 2022, las inversiones extranjeras directas fueron muy importantes y todavía tenemos un flujo de obras que continúan, lo que produce que la moneda se fortalezca. Siempre hay factores impredecibles que trastocan estas tendencias, por lo que el dólar es una variable muy difícil de predecir.

-¿Cómo analiza la situación de diferencia cambiaria con Argentina?

-Creo que en ese sentido Uruguay poco tiene para hacer, en los comercios de frontera, sobre todo. El gobierno ha tomado algunas medidas adicionales a las que ya había, pero seguramente sean todas insuficientes, porque la diferencia de precios es tan marcada que es muy difícil contrarrestarla. Pero es un fenómeno que con las elecciones en Argentina vamos a tener un panorama más claro y, a partir de ese momento, seguramente las tendencias comiencen a cambiar, depende cuál de los partidos logre las mayorías. Los problemas que tiene el vecino país van más allá y habrá que ver qué soluciones serán implementadas a partir del 10 de diciembre. Hasta ese momento, es difícil que la situación pueda cambiar. Siempre puede haber cambios, porque también hay shocks previsibles, sobre todo en un país como Argentina, donde todo sucede en forma muy veloz.

-¿Es esperable que la inflación ceda y se acerque al rango meta?

-La inflación ha cedido de a poco. El fuerte aumento que tuvieron los precios de frutas y verduras por la sequía aparentemente ha ido disminuyendo en la medida en que ingresan al mercado productos provenientes del norte del país a menores precios, por lo menos eso dicen los informes de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM), desde donde se provee a Montevideo y la zona metropolitana, que es el grueso de la inflación. Por otro lado, esta tendencia del dólar impacta positivamente en la inflación haciéndola caer, porque todos los precios están en dólares, y cuando cae el dólar indirectamente los insumos que utiliza la industria, que son importados, también se ven afectados. Entonces, en este segmento se ven tendencias a la baja de inflación. Lo que podría contrarrestar esta situación es el incremento del consumo, pero se espera un aumento moderado, entonces, el impacto que pueda tener en la inflación, por ahora se ve como algo reducido. Igualmente, creo que es difícil que llegue al 6% que es el rango meta establecido por el Banco Central del Uruguay (BCU), aunque la tendencia a la baja se está manteniendo.

-¿Considera que la política monetaria del BCU priorizó erróneamente los precios y la competitividad?

-El objetivo de la política monetaria ha sido priorizar totalmente el tema de los precios y no la competitividad, porque se dejó, sin actuar, que el mercado determinara el precio del dólar, y con el fuerte ingreso de divisas que tuvo el país, la tendencia fue que el dólar siguiera cayendo. Entonces, en este sentido, la política del BCU fue funcional solo a su principal objetivo, que fue cumplir con la baja de la inflación. Como siempre, hay objetivos que van en sentidos contrarios y esto afecta negativamente las exportaciones, la rentabilidad del sector, pero la política monetaria ha priorizado un objetivo sobre otro. Pero este es el objetivo central del BCU y no se puede objetar. Tal vez el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) podría haber actuado para compensar de otra manera, pero eso no ocurrió.

-¿Se concretará la recuperación del salario real?

-La meta es recuperar lo perdido. No es que vamos a tener un incremento real este año. Tal vez haya un aumento porque se perdió en los años anteriores y recuperarlo es una promesa del gobierno. Ahora se están abriendo las rondas de negociación, los trabajadores y sindicatos tienen esto en mente, pero las pautas del gobierno todavía no han trascendido, por lo que no se sabe nada con exactitud. Esperamos tener dos años de incrementos leves en el salario real, por lo menos en los públicos; en los privados dependerá del sector y de lo que se negocie, más allá de las pautas y las circunstancias que cada sector atraviesa.


Los impactos sobre el empleo

-A la luz de las perspectivas económicas, ¿cómo analiza la situación del empleo y qué se puede esperar?

-Lo que sucede en el empleo es consecuencia de los principales sectores que están impulsando el crecimiento y cómo se han desarrollado las grandes obras que tuvo Uruguay. Entonces, de esta forma comienza a deteriorarse el empleo en general. Se han renovado los planes de los jornales solidarios que, a pesar de ser empleos de muy mala calidad, son 9.000 puestos que aparecerán en las cifras. La construcción aún tiene la obra del Ferrocarril Central, que se ha retrasado, pero que aporta a las cifras porque son empleos que todavía se mantienen. A su vez, la industria, con la caída de las exportaciones, sufrió en este segmento, y el sector frigorífico, que también es muy empleador, va a repercutir negativamente dada su situación, pero siempre está el seguro de paro rotativo.


La nueva institucionalidad fiscal y la falta de transparencia

-¿Cómo evalúa la situación fiscal? ¿Ayudó la nueva institucionalidad fiscal? 

-Lo que hizo bajar el déficit fue la caída del gasto. La nueva institucionalidad fiscal, por ahora, es bastante poco transparente. El gobierno publica un cálculo de déficit estructural que no es demasiado comprensible, no hay transparencia para uno poder evaluar realmente la situación. El gobierno dice que cumple con las metas, pero ellos son los que tratan por dónde va la recuperación, entonces, es difícil de evaluar. Este gobierno empezó su mandato con una baja del 15% de presupuesto general, y arriba de esto puso el gasto para la pandemia, por tanto, eso permitió, inclusive en estas circunstancias, ahorrar y hacer caer el déficit, y las caídas de los salarios reales y las pasividades también son funcionales a la mejora de resultados. Esto ahora se está revirtiendo y estamos viendo que el déficit levemente ha vuelto a aumentar, aunque todavía está en niveles por debajo del 4%, lejos de las metas que el gobierno había trazado para llegar al fin de su mandato, algo que no creo que alcance porque justamente ahora debe cumplir con la promesa de mejora en los salarios reales, y eso va a impactar en las pasividades. La institucionalidad fiscal es una medida a mediano plazo, además de que hay que instrumentarla bien y lograr que todos los agentes involucrados den sus proyecciones. Es algo bueno tener esta regla, pero falta transparencia por parte del gobierno, y si la regla es oscura, en realidad no sirve.