En 2012, el oro acumuló 320% de apreciación desde el año 2000, lo que representó un retorno promedio anual de algo más de 17% para el período, medido en dólares. Sin embargo, la tendencia se modificó notoriamente en 2013, no pudiendo superar los valores de aquel momento desde entonces. ¿Cuáles son las razones? ¿Es el comienzo de una nueva tendencia? Le presentamos una síntesis de la historia, presente y perspectivas para el «rey de los metales».
Por Carlos Saccone | @CarlosSaccone
La historia conocida del oro se remonta a épocas tan lejanas como el 3.600 A.C., cuando los egipcios se convirtieran en la primera civilización conocida en fundir piezas para separar el metal y construir las primeras joyas de oro. El oro ha sabido mantener su poder adquisitivo desde el Siglo XIV, mientras que el del dólar y otras monedas se ha visto erosionado con el paso de los años. Mucho más cercano a nuestros tiempos, en el año 1717, Inglaterra fijaría el valor de su moneda en 77 chelines por onza de oro, mientras que a partir del año 1848 tomaría lugar la mayor “fiebre del oro” de la historia en el estado de California, en Estados Unidos, cuando más de 40.000 exploradores de diversas partes del mundo acudieran a aquel Estado para intentar hacerse de su parte. Durante el Siglo XIX, y parte del Siglo XX, varias experiencias de fijación del valor de la moneda al patrón oro tomarían lugar. En particular, poco tiempo antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, a partir del acuerdo implementado entre 44 de los países aliados en el Hotel Mount Washington, en el Estado de New Hampshire, en la localidad de Bretton Woods, cuando se acordó fijar el valor del oro en US$ 35 la onza.
En 1971, los Estados Unidos dieron por terminado la convertibilidad del dólar al oro. Como resultado, el conocido como “acuerdo de Bretton Woods” terminó oficialmente y el dólar se volvió una moneda respaldada únicamente por la promesa de su gobierno y la confianza que se le tiene.
A partir de aquel momento el oro se revalorizó (o el dólar se depreció), pasando en pocos años a multiplicar por cinco su valor (a fines de 1974 ya costaba más de US$ 180 la onza). En al año 1999, quince de los principales bancos centrales del mundo acordaron que el oro permanecerá como una parte “significativa” de sus reservas en el futuro a través del “Primer Acuerdo sobre el Oro de Bancos Centrales”. En definitiva, el oro ha sido apreciado y demandado a través de la historia como metal precioso para acuñar monedas, fabricación de joyas y otros usos industriales. Los estándares con el oro como referencia han sido los más comunes para el diseño de políticas monetarias antes de ser suplantados por los tipos de cambio flotantes. En los años posteriores a la última gran crisis global el oro resultó uno de los pocos activos financieros con un verdadero “brillo” por sus excepcionales y sostenidos retornos. Sin embargo, al apreciar la evolución de su cotización en términos reales, o sea, descontando el efecto de la inflación, vemos que nunca alcanzó el máximo de inicios del año 1980. El gráfico, que refleja el precio del oro en términos reales desde 1961, nos es útil para recordar la importancia de diversificar nuestras inversiones, en virtud de lo cambiante de los precios y volatilidad en los mercados financieros.
Es importante recordar los factores que han presionado al alza del precio del oro históricamente:
- Expectativa de aumento de tasas de interés, en un contexto no volátil.
- Tasas de interés muy bajas. Al perder atractivo las inversiones tradicionales, se incrementa la demanda de otras clases de activos, entre ellos el oro.
- La inestabilidad o temor en los mercados financieros. Luego de la última crisis internacional en 2008-2009 existió una combinación, en particular de los dos últimos factores, donde, por un lado, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos había confirmado que las tasas en dólares continuarían muy bajas por varios años; y el segundo, está relacionado con las incertidumbres en los mercados financieros.
- La demanda física del metal, que es función de la coyuntura económica.
El metal tiene una correlación inversa muy fuerte con las expectativas de evolución en las tasas de interés en dólares y en la actualidad ya han comenzado a subir. Lo que el mercado aún no tiene claro es hasta dónde irán. El consenso de los analistas que releva Bloomberg arroja un promedio de US$ 1.265 para fines de este año y US$ 1.294 para el año próximo. En definitiva, en este momento es una inversión que no parece valer la pena el riesgo al observar su volatilidad histórica.
En la crisis financiera de 2008 se produjeron un par de factores que fueron determinantes, como la falta de confianza en el sistema y, por ende, en las monedas; y, además, inexistencia de retornos. Esta conjunción llevó a una abrupta apreciación del metal.
Sin embargo, ya hemos experimentado otro momento en el cual el oro se tuvo una importantísima y rápida apreciación. El oro subió muchísimo cuando la inflación muy alta en Estados Unidos hacía perder poder adquisitivo del dólar. El metal dorado era demandado gracias a su valor intrínseco que hacía pensar en un refugio de valor. Tal vez sea el comienzo de un nuevo ciclo siguiente, una inflación elevada por el exceso de circulante en Estados Unidos, para luego caer abruptamente una vez más en caso que se produzca una suba dramática en la tasa de política monetaria. Pero muy difícil es saberlo.
El oro tiene una correlación inversa muy fuerte con las expectativas de evolución en las tasas de interés en dólares y en la actualidad ya han comenzado a subir. Lo que el mercado aún no tiene claro es hasta dónde irán.
El consenso de los analistas que releva Bloomberg arroja un promedio de US$ 1.265 para fines de este año y US$ 1.294 para 2019. En definitiva, en este momento es una inversión que no parece valer la pena el riesgo al observar su volatilidad histórica.