Para Carlos Saccone el momento demanda prudencia y cautela

Cr. Carlos Saccone, columnista de Empresas & Negocios


En un escenario de recesión económica de dimensiones globales, el margen de maniobra se reduce. Es por eso que la prudencia y la cautela son virtudes recomendables en el actual panorama. Aunque la recuperación económica podría darse en la segunda mitad de este año, el mundo no crecerá en 2020 y entre las regiones más afectadas es América Latina. El impacto ha afectado los títulos uruguayos, que acusan el impacto de manera muy notoria.

La economía mundial atraviesa un gran desafío. Por su magnitud y por su impacto, ¿qué repercusiones está teniendo la pandemia de Covid-19 en los mercados financieros?

Efectivamente, la repercusión se está notando en todos los mercados internacionales con grandes caídas de sus índices accionarios, fuerte baja en todas las tasas de interés de monedas “duras” y apreciación de activos refugio como el dólar, el franco suizo, el yen y los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Estamos en un momento en el cual “todo se vende”, a excepción de los comentados previamente. La diferencia es entre “activos riesgosos” como acciones, deuda corporativa, inversiones en mercados emergentes, y “activos refugio”, en un escenario de recesión económica global. Los mercados han incorporado una contracción en el producto global, en sintonía con proyecciones actualizadas de los principales analistas. Hay algunos sectores puntuales que se benefician de la situación, pero son los menos. Hoy estamos observando caídas que no se veían desde la gran recesión de 2008, que aún no llegan a aquellos niveles -recordemos que acciones de Estados Unidos cayeron 55% en poco más de un año-, aunque la velocidad de la caída esta vez ha sido superior. Pensamos que puede complicarse aún más en el cortísimo plazo, antes de mejorar, por lo que sugerimos extrema cautela a la hora de decisiones de inversión en este momento. Siendo el 19 de marzo (día de la nota), las caídas están llegando a 30% y no sabemos dónde está el piso.

Mirando al futuro, ¿cuáles son las perspectivas, es decir, cuánto tiempo se puede extender esta situación?

Si bien los pronósticos en general “no resisten el archivo”, tenemos un dato de China que luce alentador con respecto a la reciente evolución de sus mercados financieros de la mano de una buena contención de los contagios. En este sentido, parece que aquellos países que tomen este tipo de medidas podrían ser los menos perjudicados. Por otra parte, la reacción de los principales bancos centrales del mundo ha sido de apoyo incondicional a la situación, volviendo a inyectar liquidez a través de bajas de tasas y recompras de bonos en el mercado.  El escenario central que manejamos es que la recuperación económica comienza a darse no antes de la segunda mitad de este año. Pero, en promedio, el mundo no crecerá este año, y una de las regiones más afectadas es América Latina. Las monedas latinoamericanas son consideradas “activos riesgosos” a nivel internacional de forma tal que las medidas aquí deben ser de diferente naturaleza. No tiene el mismo efecto en una economía bimonetaria bajar la tasa de interés en este momento; simplemente, puede profundizar la depreciación de la moneda. Al mismo tiempo, si se aumentan, puede no solamente no evitar que se deprecie, sino ponerle un peso adicional a la economía.

Es uno de los problemas de muchos años de políticas procíclicas que obviaron ahorrar en buenas épocas.

Nos encontramos frente a un shock externo y arrastramos cinco puntos de déficit en Uruguay y otro tanto en otros países. Nos enfrentamos a un ‘sudden stop’ del financiamiento, lo que se ve reflejado en los precios de nuestros bonos globales.

 ¿Por qué bajan tanto nuestros bonos y por qué ha subido el dólar? 

Es que son ambos activos riesgosos. En realidad, sube el dólar y además baja el peso. Esto potencia la evolución negativa del par US$-UYU. En 2008 el dólar subió 30% en 4 meses, ahora 25% en un mes. Son situaciones diferentes, lo que es similar es la aversión al riesgo de los inversores. ¿Puede seguir? Si, pero depende… Depende del contexto internacional y, particularmente, de la cotización del dólar en Brasil, que históricamente la seguimos muy de cerca. Afortunadamente, nuestro tipo de cambio es flexible y nos permite adaptarnos a contextos cambiantes a través del tipo de cambio, lo que en otras épocas solo agregaba rigideces y los desenlaces eran más dramáticos. Hay que recordar también que luego de 2008 vino una época de apreciación fuerte de nuestra moneda -baja de dólar-, producto de estabilidad global -en términos generales y con periodos excepcionales- y diferencial de tasas de interés, que para nada descarto que se repita sobre fines de este mismo año y años venideros. Con respecto a los bonos, es un momento en el cual el mercado ha dejado de reconocer diferencias sutiles entre créditos y no reconoce, salvo la extrema seguridad –dentro del mundo dólares- de los bonos del Tesoro americano.

Los títulos uruguayos acusan ese impacto de manera muy notoria, los cuales, luego de haber estado en niveles máximos histórico hasta hace pocas semanas atrás, han retrocedido de una forma muy virulenta, no porque haya habido un cambio tan radical en Uruguay, sino porque hay miedo generalizado que impide apreciar las diferencias entre créditos. Si bien en este momento es complejo vaticinar una evolución, el escenario central es que este tema encuentre su estabilidad también en la segunda mitad del año, no sin antes -tal vez- sufrir un poco más a nivel de precios.

Por último, el hecho de tener un déficit fiscal bastante elevado los últimos años, le agrega un desafío adicional, dado que nuestros costos de financiamiento en el mercado internacional se han elevado significativamente.

¿Qué están haciendo aquellos inversores que participan del mercado financiero que han construido sus estrategias hace un par de años y ahora se enfrentan a esta situación?

En general existen para hacer una distinción, dos tipos de participantes. Aquellos “especuladores”, quienes básicamente “juegan” con acciones no comprendiendo que el mercado incorpora toda la información pública casi instantáneamente, por lo que cualquier ganancia que se haga es una mezcla de suerte y exposición a riesgos innecesarios. Esos participantes están sufriendo, muchos de ellos vendiendo a perdida algunos de sus activos que compraron tiempo atrás, presas de pánico y el habitual “comportamiento de horda”.

Están también los verdaderos inversores, que han construido un portafolio verdaderamente diversificado, el cual también puede haber bajado, aunque con niveles significativamente menores que aquellos “especuladores”.  Estos últimos, en general, están retocando sus carteras, dando uno o dos pasos atrás en su exposición a activos riesgosos, porque la situación así lo exige, pero no están realizando cambios radicales, dado que son inversores experientes; muchos de ellos han conocido la crisis del 2008 en carne propia. Por otra parte, siempre hay que tener presente aquella frase de Sir John Templeton: “Los mercados alcistas nacen del pesimismo, crecen del escepticismo, maduran en el optimismo, y mueren en la euforia”.

Hasta el año pasado la euforia por el estado económico era la regla, y rápidamente pasamos al “pesimismo”, que será -no tengan la menor duda- la base del próximo mercado alcista. Que no es lo mismo que saber “dónde está el piso” exactamente. Definitivamente, no es lo mismo.

Un comentario adicional… Evitar la complacencia y la creencia irreflexiva en pronósticos es de particular importancia en este momento. Pensamos que en la segunda mitad del año esto se debería empezar a calmar, pero no lo sabemos. El efecto económico que seguramente han detallado con precisión los economistas será duro y amplio. Hay que saber que, eventualmente, los países y sus mercados se recuperan, pero el momento demanda prudencia y cautela.