En el mes de la mujer, Empresas & Negocios conversó con seis mujeres líderes en materia empresarial. Su cometido: contar su propia experiencia, reflexionar sobre las principales problemáticas y, por sobre todo, inspirar a sus pares.
La vorágine de los cambios hace que muchas veces no seamos conscientes de que, no tanto tiempo atrás, las cosas eran muy diferentes. Pensar en que las mujeres pudieran votar, elegir estudiar, y qué estudiar, y poder aspirar a desarrollarse más allá de lo familiar, era algo todavía nuevo para algunas generaciones atrás.
Ahora las mujeres lideran equipos, son referentes en temas históricamente identificados con el género masculino, y su peso en el ámbito profesional queda día a día demostrado. Pero sin dudas, este cambio social, aún tiene aristas para profundizar.
En este mes de la mujer, desde Empresas & Negocios escuchamos las voces de aquellas que se han abierto camino y que buscan que cada vez sean más las que logran hacerlo.
Annabela Suburú, presidenta de Antel
¿Cómo fue su camino para convertirse en presidenta de Antel?
Primero que nada diría que jamás me lo imaginé. Ingresé a Antel en 1981, con una beca de Bienestar Estudiantil de la Universidad de la República. Recorrí casi todos los cargos de la carrera funcional, desde la categoría de estudiante de Ciencias Económicas hasta la gerencia general que me ofreció el ingeniero Gabriel Gurméndez en el año 2020.
Con la decisión de Gurméndez de renunciar a la presidencia del ente, el presidente de la República me ofreció el cargo de presidenta de Antel. Con mucho entusiasmo y consciente de la gran responsabilidad que ello implica, acepté la propuesta.
¿Cuál cree que es el mayor reto de ser mujer en los tiempos actuales?
La diversidad de roles, sin duda. Las mujeres debemos ser profesionales, trabajadoras, emprendedoras, hijas, madres, esposas, amigas. Y además debemos hacer todo bien para triunfar en todos los ámbitos. Por suerte, en tema de crianza y tareas del hogar hemos avanzado. Pasamos del marido que “ayuda”, a la corresponsabilidad entre la pareja, que es como debe ser.
A nivel profesional, ¿cree que se enfrentó a algún desafío en particular por el hecho de ser mujer?
Creo que las mujeres tenemos que demostrar permanentemente que podemos hacer bien nuestro trabajo y es un desafío constante.
En Antel nunca me sentí discriminada por ser mujer y siento el privilegio de que siendo mujer y del interior me ha sido posible estar al frente de una empresa de tecnología.
Hace unos días estuvimos en el Mobile World Congress y en una reunión donde estaba representada la industria de telecomunicaciones de todo el mundo, de unas 60 personas, sólo seis eran mujeres. Ahí nos damos cuenta que falta mucho para la igualdad de oportunidades en el mundo y en algunas ramas de actividad más que en otras.
En Antel hemos evolucionado mucho. Teníamos actividades que eran reservadas para los hombres, como las relacionadas a la planta externa, pero hoy tenemos funcionarias que trabajan allí y con mucho éxito. Pero en los altos cargos gerenciales aún somos minoría.
¿Cómo ve a Uruguay en materia de oportunidades para las mujeres y cómo definiría la situación actual? ¿Ve que ha cambiado a lo largo de los últimos años?
Creo que, aunque aún queda un largo camino por recorrer, hemos experimentado ciertos avances. Vemos muchas más mujeres en roles y posiciones de liderazgo, y una mayor sensibilidad hacia la importancia de abordar la realidad y promover la igualdad de oportunidades. Recientemente, ONU Mujeres compartió los resultados de una encuesta sobre el respaldo de la población a una ley de paridad, destacando un aumento del casi 10% en la adhesión a esta propuesta entre el 2021 y el 2024 (del 38% al 47%). Entiendo estos datos como un reflejo del avance en nuestro camino hacia la igualdad, haciendo valer “mismos derechos; igualdad de oportunidades”.
¿Cómo cree que puede aportar desde su rol en el desarrollo de la mujer en nuestra sociedad?
Hacia la interna estamos trabajando con OMEU y en abril 24 mujeres con cargos de dirección comienzan un programa de desarrollo de mujeres denominado +Ejecutivas.
Hacia la sociedad, me gustaría que cualquier niña en nuestro país, sin importar en qué lugar viva, no limite sus sueños y aspire a su desarrollo personal teniendo el mundo como escenario. Antel ha invertido mucho en la conectividad con la mejor calidad para que toda persona pueda aprovechar las oportunidades que presenta el mundo.
Silvia Emaldi, presidenta de UTE
¿Cómo fue su camino para convertirse en presidenta de UTE?
Ingresé en la UTE en el año 1986 como estudiante de la carrera de ingeniería en sistemas, como programadora. Me recibí tiempo después, en el año 1988. Y a partir de ahí fui trabajando en varias áreas dentro del área de sistemas, hasta llegar a ser la gerenta de la división en el año 1998. Fui la primera mujer, de alguna manera, responsable del área de sistemas. Y luego seguí perfeccionándome y trabajando en UTE, también desde sistemas, pero apoyando el área de consultoría externa, en temas de gestión y de energía eléctrica en otras organizaciones públicas y privadas. Y en el exterior también me tocó trabajar durante dos años en años en Venezuela, con un grupo de compañeros de UTE apoyando a lo que era la gestión de una empresa eléctrica pública. También me tocó trabajar por la consultoría externa en Ecuador, en otra empresa pública. En UTE, a través de las propias tareas de la función de la informática y de las que asumí años después en las gerencia de servicios corporativos, que lleva todos los procesos transversales de UTE, desde lo financiero, las compras, la gestión humana, la tecnología, y la consultoría, fui aprendiendo mucho. En el año 2010 hice un MBA en el IEEM, en la UM, perfeccionándome en lo que es la gestión en administración de empresas. Cuando comenzó esta administración se me hizo el ofrecimiento de asumir la presidencia. Y si bien mi carrera siempre había sido gerencial, acepté este desafío y lo tomo como una responsabilidad, ya que es una de las empresas más grandes del país.
¿Cuál cree que es el mayor reto de ser mujer en los tiempos actuales?
Un primer reto es el llegar a estudiar y trabajar en sectores como el de la energía, que todavía tiene un componente muy alto de varones y menos mujeres. Luego existe el desafío de llegar a cargos de alta gerencia en las empresas. Y sin dudas que todo lo que hace a la corresponsabilidad, a los cuidados de pequeños y adultos mayores, debería ser más compartido, para que no recaiga en las mujeres.
A nivel profesional, ¿cree que se enfrentó a algún desafío en particular por el hecho de ser mujer?
Puedo decir que a lo largo de mi carrera muchas personas facilitaron mi camino.
Yo no iba a hacer una carrera asociada a las STEM, iba a estudiar Ciencias Económicas porque me gustaba la matemática y fue un profesor de física del liceo, que hablando con mi mamá le preguntó por qué no estudiaba la carrera de informática. Luego de eso averiguamos con mi madre en la Universidad de la República y me pareció interesante la informática. Puedo decir que en UTE también, tanto jefes hombres como mujeres, me dieron la posibilidad de, dentro de la empresa, seguir tomando posiciones de más responsabilidad, capacitarme, etc.
¿Cómo ve a Uruguay en materia de oportunidades para las mujeres y cómo definiría la situación actual? ¿Ve que ha cambiado a lo largo de los últimos años?
Lo que veo es que tanto en el mundo de la empresa como a nivel personal y familiar se ha evolucionado mucho. Creo que a nivel empresarial y a nivel familiar todas las actividades y la responsabilidad con los hijos ya son más compartidas entre hombres y mujeres.
¿Cómo cree que puede aportar desde su rol en el desarrollo de la mujer en nuestra sociedad?
Uno de los desafíos clave tiene que ver con la educación; motivar a las niñas y adolescentes en las áreas relacionadas a la energía eléctrica, a la tecnología, a las áreas que se llaman STEM básicamente, para que puedan decidir estudiar estas carreras, que tienen mucha proyección de futuro. Hoy en día las carreras de informática tienen un porcentaje del 18% de mujeres. Por eso incentivamos planes con la Facultad de Ingeniería y UTU, damos charlas, invitamos a jóvenes para que conozcan a UTE y este tipo de carreras. Si bien en el directorio, de los cinco miembros, tres somos mujeres, todavía en los cargos de dirección de la empresa, en la alta gerencia, hay menos representación femenina, lo cual es otro desafío. También hay una brecha de género que tiene que ver con optar con las carreras de ciencia, ya que se las asocia con carreras que llevan mucho tiempo y quitan tiempo a nivel familiar.
Por eso estamos trabajando en UTE para mejorar lo que es la conciliación de la vida familiar con lo laboral, con algunas medidas concretas, como son las licencias en caso de maternidad, por las que también puede optar un hombre. También se consideran algunas licencias especiales que se pueden disponer para el cuidado de familiares directos, tanto para hombres como mujeres. A su vez, se han habilitado posibilidades de teletrabajo y que las capacitaciones se hagan dentro del horario laboral. Por otro lado, también algo que estamos impulsando es la agrupación de mujeres en energía, que se lanzó el año pasado en Uruguay.
Vera Facchin, presidenta de la Confederación Empresarial del Uruguay (CEDU)
¿Cómo fue su camino para convertirse en presidenta de CEDU?
Siempre sentí que pertenecer a estas instituciones es una forma de aportar valor a la sociedad, pero también es mucho lo que recibimos a cambio. Desde lo personal, de profesión contadora y empresarialmente llevando adelante una empresa dedicada a negocios inmobiliarios e inversiones, destaco el enorme valor que tienen las redes empresariales e institucionales. Quizás la mayor fuente de aprendizaje que podamos tener como empresarios, muy a la par de nuestra formación formal, sea el ser parte e integrar redes de empresarios. Significa conocer otras realidades y empatizar con ellas, para generar un crecimiento del conjunto, sabiendo que si a todos nos va bien, todos vamos a estar mejor. Desde hace más de seis años integro la Directiva de Centro Comercial de Salto, ejercí la presidencia durante el último periodo de dos años, lo que nos llevó a trabajar con todo el equipo de directivos muy unidos con las demás instituciones pares a nivel regional y nacional para alinear acciones y enfrentar desafíos empresariales unidos .
CEDU, la confederación empresarial del Uruguay, reúne a 25 centros comerciales del interior del país, representando a las micro, pequeñas y medianas empresas del interior. Y desde Salto nos planteamos en su momento que CEDU sea la voz del interior en Montevideo. Las realidades de las empresas presentan particularidades dependiendo la zona donde se encontremos ubicadas, pero todas tenemos desafíos comunes a efectos de mayor competitividad empresarial. Desde la directiva asumimos ese compromiso de aportar como empresarios y personas a ese rol.
¿Cuál cree que es el mayor reto de ser mujer en los tiempos actuales?
Es una realidad que ser mujer en la actualidad supone seguir enfrentando desafíos en forma persistente en cuanto a la igualdad de género. La brecha salarial entre hombres y mujeres se mantiene en un 20%, lo que demuestra una inequidad económica arraigada. Y lo que sigue preocupando, solo el 11% de los puestos clave en las empresas son ocupados por mujeres, lo que indica una falta de representación y oportunidades de avance profesional. Esta desigualdad además se ve agravada por la carga de responsabilidades familiares y de cuidado del hogar que aún recae mayormente en las mujeres.
Seguimos enfrentando barreras estructurales que limitan el progreso y la participación plena de las mujeres en la sociedad.
Es verdad que hay un gran desafío, que es equilibrar la actividad profesional, con las responsabilidades y la vida familiar. Pero mucho tiene que ver con el animarnos a más, a sentarnos a la mesa de la toma de decisiones, a confiar en nosotras, a valorar nuestras capacidades, a hacer vínculos, y generar redes.
A nivel profesional, ¿cree que se enfrentó a algún desafío en particular por el hecho de ser mujer?
Siento que en general me tocó integrar equipos de personas muy abiertas, con mirada de género integrada; y donde se puede trabajar desde la complementariedad y diversidad. De todas maneras, hay mucho todavía por avanzar. Sin dudas uno de los mayores desafíos es la conciliación del mundo como esposa, madre, hija, de la vida social y la actividad profesional.
¿Cómo ve a Uruguay en materia de oportunidades para las mujeres? ¿Ve que ha cambiado a lo largo de los últimos años?
Dicen los datos que el cambio es tan lento que llevará más de cien años cerrar la brecha de género si no se acelera la transformación. A partir de los datos de ONU Mujeres se puede leer que las altas jerarquías de las empresas son ocupadas solamente por mujeres, en un 11%. Datos que duelen, porque seguimos atascados por muchos sesgos inconscientes, en muchos casos hay muchas mujeres mejor preparadas, pero con falta de oportunidades. Lamentablemente, todavía hay grandes brechas que es relevante ir cerrando.
El desafío más grande por delante es que las mujeres lleguen a los lugares de toma de decisión. Hay un debe en educación que trabajar para promover la aparición de más mujeres emprendedoras; en esto tenemos que aliarnos a las nuevas generaciones y que sean impulsores tanto varones como mujeres de la importancia de la complementariedad.
¿Cómo cree que puede aportar desde su rol en el desarrollo de la mujer en nuestra sociedad?
En primer lugar, el ser conscientes de las dificultades que enfrentamos, seguir creando redes y tendiendo puentes. Ser conscientes de los sesgos inconscientes de los que formamos parte. Pero también debo decir que soy entusiasta en creer que podemos acelerar este proceso; todos podemos ser agentes de cambio.
En nuestras empresas y organizaciones, dar el lugar a mujeres, potenciar, tener políticas con mirada de género, hablar sobre esto, y entender que las mujeres tenemos mucho para aportar, y buscar ser ejemplo de organizaciones y empresas, para que muchas otras mujeres se animen a sentarse a la mesa de toma de decisiones.
El dar oportunidades, generar que puedan conformarse equipos de alto rendimiento, -verdaderamente diversos y complementarios- y que generen el efecto contagio para visibilizar lo que se puede hacer bien, y siempre se puede hacer mejor.
Anabela Aldaz, vicepresidenta de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay (Ccsuy)
¿Cómo fue su camino para convertirse en vicepresidenta de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay?
Hace más de 15 años que estoy cerca de la CCSUy. En un comienzo mi acercamiento fue por la vinculación de la firma profesional en la que me desempeñé por 30 años. Existía una estrecha alianza con la cámara, y cuando la CCSUy comenzó a incursionar en temas ambientales para ampliar la gama de servicios que brindaba a sus socios y se planteó la creación de una comisión de temas ambientales, fui invitada a participar como asesora en ésta área. De esta forma comencé a llevar la representación de la CCSUy ante el Ministerio de Ambiente y el MVOT en las distintas instancias donde se convoca a la sociedad civil y a las organizaciones empresariales. En un proceso natural comencé a intercambiar con otras áreas y en mi caso que venía trabajando en temas de género y empoderamiento femenino, comencé a colaborar con el área de género, que comenzaba a desarrollarse de la mano de Andrea Bastianini. En esa época, en la directiva la única mujer era Ana Petruccelli, referente del sector financiero y gracias a su sororidad es que me invita a sumarme al equipo, en el período de Daniel Sapelli. Desde entonces tengo el honor de continuar acompañando a la directiva, hoy bajo la conducción de Julio Lestido, quien sin dudas ha demostrado su compromiso con el rol de la mujer en cargos de liderazgo, lo que me llena de orgullo.
¿Cuál cree que es el mayor reto de ser mujer en los tiempos actuales?
Considero que el mayor reto de la mujer en los tiempos actuales continúa siendo la compatibilización de su trabajo con las tareas de cuidado. Estos cuidados que constituyen trabajo no remunerado inciden en la capacidad de trabajar con independencia. La brecha salarial de género se amplía en el momento de formar una familia y en varios eventos alegres, como tener hijos. Las afirmaciones de que esta brecha se debe principalmente al sesgo del mercado laboral han alcanzado un punto álgido. En Uruguay, si consideramos el trabajo global como aquel remunerado y no remunerado, las mujeres realizan 53% de la carga global de trabajo. Las mujeres dedican en promedio 37 horas semanales al trabajo no remunerado, mientras que los varones dedican 20 horas semanales. En esta línea, es más probable que las mujeres busquen y acepten trabajos que les ofrezcan más flexibilidad para cuidar a los niños y a otros miembros de la familia. Un estudio de Martina Querejeta para nuestro país encuentra que, luego de diez años de tener el primer hijo, las mujeres experimentan una reducción de 42% de su salario mensual en comparación con mujeres con características similares pero que no tuvieron hijos. Parte de esta reducción se debe a que trabajan fuera del hogar 60% menos que las mujeres que no tuvieron hijos; y parte se explica por ingresos por hora menores. A su vez, dicha penalización no logra revertirse en el mediano y largo plazo; se mantiene una reducción de 42% incluso diez años después de la maternidad.
A nivel profesional, ¿cree que se enfrentó a algún desafío en particular por el hecho de ser mujer?
Creo que estoy tan contaminada por los sesgos inconscientes que no puedo ver con claridad las barreras que tuve que derribar. Sin embargo, es probable que haya enfrentado desafíos específicos debido a mi género. Sin dudas me tocó trabajar en entornos donde las mujeres están subrepresentadas en puestos de liderazgo y toma de decisiones, lo que dificultó mi avance profesional y la igualdad de oportunidades. Lo mismo en cuanto al equilibrio trabajo-vida personal. Las responsabilidades familiares y las expectativas sociales imponen desafíos adicionales para las mujeres en el ámbito profesional, especialmente cuando se trata de conciliar el trabajo con la vida personal y familiar y yo no fui la excepción. Por suerte pude contar con grandes mujeres modelos de rol, mujeres que con su sororidad abrieron caminos y redes de apoyo profesional y mentoría que son claves para el desarrollo de la carrera.
¿Cómo ve a Uruguay en materia de oportunidades para las mujeres y cómo definiría la situación actual? ¿Ve que ha cambiado a lo largo de los últimos años?
La población masculina de emprendedores y empresarios sigue siendo mayor a las de las mujeres.
A pesar de esto, desde la CCSUy encontramos a la mujer en un proceso de evolución personal y profesional, que la lleva a abrirse camino en varias áreas, entre otras el emprendedurismo, con propuestas de calidad que hacen la diferencia.
Las mujeres quieren liderar sus emprendimientos, quieren ser protagonistas y empoderarse económicamente para promover la igualdad de género.
Las mujeres tienen mayor capacitación y así se ve en los cuadros universitarios, pero nos falta la oportunidad de demostrarlo.
Como sociedad somos rehenes de viejos paradigmas y sobre todo de estereotipos de género; construcciones mentales que nos colocan en una posición desventajosa y de inferioridad.
En general, si bien ha habido avances, aún queda trabajo por hacer para garantizar la plena igualdad de oportunidades para las mujeres en Uruguay. Es importante continuar con los esfuerzos para abordar las desigualdades de género y promover un ambiente laboral y social más inclusivo y equitativo.
Desde la CCSUy tomamos la oportunidad de trabajar en este tema, brindando herramientas, talleres, información y diagnóstico como herramienta para fortalecer el rol de la mujer en las empresas socias.
¿Cómo cree que puede aportar desde su rol en el desarrollo de la mujer en nuestra sociedad?
Como vicepresidenta de la cámara y mujer comprometida con la igualdad de género, mi enfoque está en promover políticas y prácticas que fomenten la inclusión y el avance de las mujeres en el ámbito empresarial y en la sociedad en general. Afortunadamente, en el equipo de colaboradores, en la gerencia y la dirección hay terreno fértil para construir en esta línea. Nuestras propuestas de sensibilización y capacitación para los socios buscan abogar por una mayor representación de mujeres en puestos de liderazgo y toma de decisiones dentro de las empresas.
En resumen, desde mi posición en la cámara y como defensora de la igualdad de género, apoyo implementar iniciativas que promuevan un entorno empresarial más inclusivo y equitativo para las mujeres, contribuyendo así al desarrollo social y económico de nuestra sociedad.
Esperanza Romariz, presidenta de la Asociación Uruguaya de Industrias del Plástico (AUIP)
¿Cómo fue su camino para convertirse en presidenta de AUIP?
Yo empecé con 15 años a trabajar en la fábrica familiar, donde pasé a lo largo de los años por todos los sectores. Mi padre siempre fue muy activo en la gremial y cuando falleció, en el año 2004, yo empecé a participar. Empecé integrando la directiva, aprendiendo lo que es pertenecer a una gremial. Y hoy llevo en la presidencia 12 años.
¿Cuál cree que es el mayor reto de ser mujer en los tiempos actuales? A nivel profesional, ¿cree que se enfrentó a algún desafío en particular por el hecho de ser mujer?
Hoy las mujeres estudian, se preparan y están más capacitadas que antes.
Sí me reconozco como una mujer con mucho carácter y convicciones, que fue lo que me permitió poder alzar la voz siendo por muchos años la única mujer.
¿Cómo ve a Uruguay en materia de oportunidades para las mujeres y cómo definiría la situación actual? ¿Ve que ha cambiado a lo largo de los últimos años?
Las oportunidades están y son a base de esfuerzo y capacidad. Cada vez vemos más mujeres en cargos gerenciales, participando en las gremiales. En la actualidad hay muchas mujeres CEO en las empresas. Las mujeres cada vez más están accediendo a estos cargos y de a poco el techo de cristal se va resquebrajando, aunque aún estamos lejos de lograr la paridad.
¿Cómo cree que puede aportar desde su rol en el desarrollo de la mujer en nuestra sociedad?
Dando el ejemplo, ya llevo 12 años en la presidencia de AUIP y son muy pocas las mujeres que se acercan. También entiendo que muchas veces no es fácil congeniar la vida laboral con la dinámica familiar, pero depende de la motivación de cada una.
Carola Saavedra, directora de Comunicación y Proyectos de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU)
¿Cómo fue su camino para convertirse en directora de Comunicación y Proyectos de la CIU?
Llevo un largo camino recorrido en la institución. A inicios del presente milenio ingresé como pasante en el marco de un proyecto BID llamado Creación de un Centro de Desarrollo Empresarial. Luego de unos meses pasé a desempeñarme como asistente técnico de ese proyecto. Transcurridos unos años ingresé al organigrama de CIU, coordinando los Programas de Internacionalización de Empresas, y en 2008 inicié en un tema que aún me desafía, la innovación industrial. Estaba todo para hacer en aquel momento: servicios, redes y proyectos. Y aún queda mucho para construir, con tendencias tecnológicas y ambientales en el sector que mueven las fronteras del conocimiento. En el año 2020 se me sumó otra responsabilidad, la coordinación de la comunicación externa de toda la institución. Hoy, 12 personas integramos la Dirección de Comunicación y Proyectos, la cual presta más de veinte servicios vinculados al desarrollo innovador, sostenible y emprendedor de la industria, ejecuta proyectos de cooperación nacionales e internacionales y gestiona la comunicación externa institucional.
¿Cuál cree que es el mayor reto de ser mujer en los tiempos actuales?
Me parece que el mayor reto de una persona es sentirse plena y realizada en las múltiples facetas de la vida. Eso requiere alcanzar un equilibrio deseado de la vida familiar, laboral, profesional y personal (tiempo para uno); equilibrio que es único e intransferible de cada individuo.
Ahora, cuando hago foco en la pregunta planteada, el mayor reto de ser mujer, me cuestiono en qué me diferenciaría de un hombre para alcanzar esa plenitud. Ahí surge el peso relativo que dedicamos hombres y mujeres a esas facetas de la vida; no es el mismo para ambos. Y aparecen los desbalances, postergando algunas, priorizando otras, abandonando las que consideramos inviables. Se hacen visibles los conceptos de trabajo remunerado y trabajo no remunerado, que nos lleva, como mujeres, a relegar oportunidades y deseos, a sobrecargarnos, o incluso, si vamos a fondo, a no poder elegir en qué faceta de la vida queremos poner más energía.
A nivel profesional, ¿cree que se enfrentó a algún desafío en particular por el hecho de ser mujer?
Inicio la respuesta con un pensamiento que tuve más de una vez. Cuando me toca, en algunos espacios, representar a la institución, pienso que sería mejor para la CIU que ocupe ese lugar un hombre. Y eso no lo asocio a un tema de mis capacidades. En las negociaciones están presentes los diálogos de pasillo y aparecen los llamados “Club de Toby”. Las mujeres no construimos esos espacios informales que son relevantes para las decisiones que se toman en los espacios formales. A ello, también me cuestiono, si estuviéramos invitadas al partido de fútbol o al asado, ¿tendríamos tiempo para participar? ¿Podríamos quedarnos a un tercer tiempo?
Entonces, siendo consciente de esta realidad, es un desafío realizar mi trabajo lo mejor posible, sabiendo que existen diálogos paralelos, complicidades, acciones, que no conoceré.
¿Cómo ve a Uruguay en materia de oportunidades para las mujeres y cómo definiría la situación actual? ¿Ve que ha cambiado a lo largo de los últimos años?
Entiendo que el cambio fundamental sería que el tema se sumara en la agenda país. Las personas referentes del sistema político, del gobierno, de organizaciones, tendrían que dar el ejemplo, en sus actos y en sus discursos. Escuchamos declaraciones desafortunadas de líderes políticos, seguimos siendo minoría en cargos de decisión. En definitiva, el mensaje se escucha menos tímido, aún con resistencias y negaciones. Pienso que cuando las generaciones jóvenes logren protagonismo se abrirán nuevas ventanas de oportunidades hacia la equidad de género.
¿Cómo cree que puede aportar desde su rol en el desarrollo de la mujer en nuestra sociedad?
Intento aportar visibilizando el rol de la mujer en el sector industrial (este año estamos realizando la campaña Mujeres Industriales), apoyando el desarrollo de emprendimientos liderados por mujeres, buscando activamente sumar mujeres directoras y gerentas de empresas industriales a espacios de representación institucional. También, brindando oportunidades de desarrollo profesional, sin distinción de género, a los integrantes del equipo de trabajo que coordino en la institución.
Y agrego la faceta familiar, pensando en las futuras generaciones de nuestra sociedad. Desde mi casa, como madre, construyendo personas íntegras y autónomas, sin imposición de banderas y sin prejuicios de género.