Deagosto: “Hay un deterioro en el resultado fiscal de los últimos meses y algunas debilidades en la regla fiscal”

Germán Deagosto, director de la carrera de Economía de la Universidad Católica

La coyuntura económica del país ofrece una serie de complejidades que no pueden ser explicadas desde una sola mirada. Es por eso que, en los tiempos que corren, es muy valorada la capacidad que tienen algunos de poner sobre la mesa los distintos factores y posturas que entran en discusión. Este es el caso del economista Germán Deagosto, quien más allá de su experiencia dentro del aula, ha trascendido horizontes junto a la economía para implicarse en radio, televisión, prensa e incluso a través de su libro “Manual de Economía para un mundo entreverado”. Desde su peculiar perspectiva, dialogó con CRÓNICAS de diferentes temas.

-Usted tiene un marcado rol docente, ya sea en su libro, columnas de radio, en el programa de televisión. ¿Cree que era un debe contar con espacios que acercaran la economía en un lenguaje más simple, por ejemplo, comparando a Malthus con Thanos?

-Noto que la gente se cuelga, le gusta, le interesan los temas. Muchas veces lo único que hay que hacer es buscarle una vueltita más pop. Hay apetito por conocer más sobre los temas de economía, vinculados a lo que es la efervescencia sobre la filosofía política, lo justo, lo injusto, y cómo distribuimos la carga de lo que nos está dejando este cambio de era. Está bueno que se incorporen más espacios que permitan tratar de suavizar un poco diferentes cuestiones, para presentar contenidos de una manera que sea más amena y se facilite ese proceso de comunicación de temas que a veces pueden ser áridos. Desde ese punto de vista, hay espacio para seguir generando instancias, sería buenísimo seguir integrando más gente a esa forma peculiar de abordar la economía. Soy defensor de que se sigan ampliando espacios, lo digo desde la economía porque es lo que hago, pero es importante para toda la ciencia, para la transmisión del conocimiento en general. El conocimiento está ahí, lo que se contribuye es a que fluya de una forma más dinámica.

-¿Le gustaría formar parte de algún equipo económico en el futuro, tener una participación activa en las decisiones económicas del país?

-Vivo en un constante estado de contradicción en relación a muchas cosas que todavía definen mi forma de ver el mundo, incluso a veces me pierdo, por eso asumo que no tengo demasiada utilidad práctica a la hora de pensar ese aterrizaje concreto que planteás. Sin embargo, también es cierto que son cada vez más frecuentes este tipo de consultas, pero debo decir que hoy no lo visualizo como algo que va a suceder en el corto plazo. Desconozco si soy bueno o soy malo para eso, pero todavía me siento más cómodo en este otro lugar, donde lo que hago es tratar de hacer una síntesis objetiva de las distintas formas en las que los diferentes economistas ven hoy al devenir de la discusión pública. Si me preguntan, doy mi opinión, porque naturalmente la tengo, pero en general trato de hacer ese otro ejercicio. Incluso me gustaría seguir profundizando esfuerzos en ese rol docente en el que tuve la suerte de poder encontrar espacios, ya sea en televisión, en radio, en prensa escrita o en el aula.

-¿Qué lectura se puede hacer del atraso cambiario del que vienen alertando varios sectores de actividad?

-Hay distintas posturas sobre la mesa, hay algunas que le atribuyen una mayor responsabilidad a lo que ha sido la fase contractiva de la política monetaria y hay otras que plantean cuestiones que complementan ese diagnóstico. En relación a esta última visión, se plantea que ha aumentado la inversión extranjera directa, el dinamismo exportador por el lado de los servicios y también otros factores vinculados a tendencias globales. Es interesante ver esto último, dado que el movimiento del dólar en Uruguay en 2023 es más parecido al que se ha dado en el mundo, lo que se contrasta con lo que pasó en el 2022. El año pasado el dólar se apreció mientras en el mundo se depreciaba, eso generó una profundización del desalineamiento cambiario. Cuando se habla de atraso cambiario se refiere, por un lado, a lo que es el promedio histórico, es decir, qué tan atrasado está nuestro tipo de cambio si lo comparamos con nuestra historia. Desde la otra mirada, más técnica, se señala que la historia no es tan informativa, porque el tipo de cambio real debe reflejar lo que son los fundamentos y estos cambian en el tiempo. Con fundamentos me refiero a la productividad de la economía, a la absorción interna o a los precios internacionales. Hoy en las dos nuestro tipo de cambio se quedó atrasado. 

-¿Este atraso cambiario es preocupante? ¿Qué repercusiones puede tener en las distintas dimensiones que implica el escenario económico del país? 

-Uruguay está más caro en dólares que sus socios y sus economías competidoras, eso tiene implicancias para el devenir del sector productivo y las perspectivas de crecimiento. La caída del dólar fue la que profundizó el atraso cambiario, generó un problema en el sector exportador y también en otras industrias, pero a su vez está facilitando las cosas en el frente de la inflación. Eso, por su parte, facilita las cosas en el frente salarial, lo cual es relevante en la actualidad ya que estamos en el marco de la décima ronda de negociación, que es la última en este periodo y se encuentra bajo el paraguas de la promesa de recomponer el poder de compra. El dólar está en medio de un dilema, tiene un problema de competitividad que se ha agudizado, pero por el otro lado, hay una situación de inflación atada con la situación de los salarios. Esto último se vincula a un compromiso político que es sensible debido a que estamos en un periodo donde la economía política tiene un mayor peso sobre las decisiones.

-En ese contexto, ¿los aumentos salariales podrían afectar la creación de empleo?

-No necesariamente hay una relación dicotómica, pero hay que tener en cuenta que la economía está creciendo poco dado el impacto de la sequía. Se puede decir que las expectativas de crecimiento son muy bajas a la hora de balancear esos dos niveles en materia del mercado laboral. En una economía que crece poco, se puede tener una mayor tensión, en particular en algunos sectores que vienen mucho más complicados. Los últimos datos del mercado laboral que conocimos hace unos días fueron muy buenos, están dando un aumento de la tasa de empleo, un aumento de la tasa de actividad y una caída del nivel de desempleo. Eso también es información y relevante, porque cuando se piensa en las perspectivas de consumo, se piensa en las perspectivas de crecimiento, ya que el consumo tiene hoy la responsabilidad de empujar más la economía dado lo que está pasando con las exportaciones. En ese contexto, es relevante saber que hay 1.7 millones de personas que hoy están ocupadas recibiendo un ingreso.

-En una entrevista en el semanario Voces, dijo que una pobreza de 20% en jóvenes es como pegarse un tiro en el pie. ¿Cómo se resuelve esa situación? ¿A través de transferencias directas?

-Solamente con transferencias no lo resolvemos. Medimos la pobreza en términos del ingreso, entonces, si estás un peso por debajo de la línea, sos pobre, y si estás un peso por encima, no lo sos. Eso hace que haya mucha gente que entra y sale todo el tiempo, dependiendo de los vaivenes del ciclo económico. Desde esa perspectiva podrías solucionar la pobreza monetaria con transferencias, pero ahí no estás cambiando las condiciones estructurales, que son las que hacen al fenómeno multidimensional que conocemos como pobreza.

Apoyándome en las contribuciones de Ana Balsa, todo lo que les pasa a las personas en esos primeros compases de la vida es determinante para todas las dimensiones que hacen a su bienestar. En la primera infancia es donde se está desarrollando el cerebro, si eso se hace en un entorno que es amenazante y con carencias materiales, se empieza a generar una serie de problemas que se van a manifestar en todo el ciclo de vida.

Desde la perspectiva de justicia social, creo que estamos de acuerdo en que el lugar donde nazcas no debería determinar cuál va a ser tu futuro. Desde concepciones más economicistas, se deja claro que la inversión en primera infancia tiene dos características que la hacen que se pague con creces. Por un lado, es autoproductiva, porque cuantas más capacidades desarrollan las personas, mayor es el potencial de que puedan desarrollar nuevas capacidades. Además, tiene complementariedad dinámica, lo que significa que cuantas más capacidades tienen las personas, mayor es el retorno que te da cada peso que se invierta. Uniendo ambos elementos, no se entiende cómo ese problema se sigue manteniendo como un rasgo estructural. Cuando se piensa en los beneficios que te reportaría atacar esa situación, se identifica que se tendría gente con más años de educación, con mejores trabajos, mejores empleos, mejores ingresos y con mejor estado de salud. Todo supone desde la perspectiva del país mayores ingresos por impuestos, dado el incremento del potencial de crecimiento. En la misma línea, también menores costos asociados a la salud, al delito, a la inseguridad, a las transferencias y a la seguridad social.


“No se justifica solicitar una expansión del techo de la deuda pensando en el impacto del déficit hídrico”

-¿Podría decirse que los supuestos del gobierno para el resultado fiscal son demasiado optimistas? ¿Es correcto basarse en supuestos que aunque sean cumplibles requieren de cierta cuota de fortuna?

-Hay un deterioro en el resultado fiscal de los últimos meses y algunas debilidades en la regla fiscal. Esta, si bien limita, cumpliendo así con espíritu, deja un margen para que se puedan sacar cosas por fuera del perímetro fiscal. Estoy pensando en todo lo que está pasando con inversiones en infraestructura de la Corporación Vial del Uruguay (CVU), que pertenece a la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND); también en lo que tiene que ver con inversión en vivienda y con el fideicomiso. Aparecen además algunas debilidades en términos metodológicos asociados a la regla, en particular vinculadas al cálculo del PIB potencial, la brecha del producto y del resultado fiscal estructural. Hay que recordar que se tenía una meta fiscal asociada al resultado estructural, pero que se está cambiando ahora a mitad del año.

-¿Qué implica ese cambio? ¿La regla fiscal está cumpliendo con su objetivo? 

-Todo lo calcula el Ministerio de Economía, más allá de que se nutre de insumos que le proporciona el comité de expertos. En particular, el crecimiento potencial pasó de 2,1% a 2,8% en la última estimación. Hay que preguntarse si algo cambió radicalmente en términos de la productividad para que en unos pocos meses la estimación tenga esa modificación, es difícil encontrar un argumento. Se debe recordar entonces que el crecimiento del gasto en términos reales no puede superar el PIB potencial, entonces, dado el cambio, hay más margen para aumentar el gasto. También aparece lo que tiene que ver con el tope del endeudamiento, con respecto a lo que ahora se solicitó un aumento del 30%. Sin embargo, se ha señalado que la sequía no es lo mismo en términos de la demanda de recursos que el covid-19, por tanto, solicitar esa expansión del techo de la deuda pensando en el impacto del déficit hídrico, no se justificaría. En definitiva, cuando se miran los tres pilares de la regla fiscal se pueden encontrar algunas debilidades que parecen acotar la función que cumple, entendida como un mecanismo para lidiar con la discrecionalidad fiscal y evitar los carnavales electorales.