“La llegada de las SAD al fútbol uruguayo trajo un gerenciamiento pensado exclusivamente en la venta de jugadores y el beneficio de corto plazo para sus dueños”

Sebastián Bauzá, presidente de la Secretaría Nacional de Deporte

Con un gran conocimiento acerca de la interna del fútbol uruguayo y de sus luces y sombras, Sebastián Bauzá es consciente de que, en muchos casos, las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) son un mal para los clubes del país. Así lo especificó en una entrevista que concedió a CRÓNICAS, en la que además señaló que en la época de la pandemia, cuando no se podía vender entradas, los clubes “chicos” estaban “encantados” porque no perdían dinero, dado que no contrataban policías y personal de recaudación.

-¿Cuáles cree que han sido los principales movimientos y aportes de la Secretaría Nacional de Deporte a lo largo de su gestión?

-La Secretaría Nacional de Deporte (SNP) es el órgano rector del deporte, que a su vez es dependiente de Presidencia, lo que hace que directamente muchas decisiones dependan del presidente. Tenemos tres áreas de trabajo. Una de ellas es el área Comunitaria, donde se encuentran las 114 plazas de deporte, de la que dependen los 400 empleados que tenemos repartidos a lo largo del país, tanto profesores de educación física como inspectores. También existe el área de federados, que la componen 64 federaciones, que no todas integran el Comité Olímpico a pesar de que compitan en los Juegos Olímpicos; y por último tenemos el área de Educación y Deporte, donde la gran inversión radica en los Juegos Deportivos Escolares, que se llevan a cabo en todo el país y tiene asignado un presupuesto de US$ 1.5 millones. En lo que respecta al nivel federado, todas las federaciones reciben apoyo económico, para lo que se solicita una rendición de cuentas luego de otorgar becas de apoyo a los deportistas. Recientemente en la Rendición de Cuentas fueron aprobados $30 millones para becas que se destinarán al Comité Olímpico y que buscarán promover a los jóvenes talentos que aún no alcanzan a tener una proyección olímpica, y esta gestión tiene la particularidad de otorgar, por primera vez, premios económicos a los deportistas. Tras el Panamericano, se otorgaron US$ 5.000 por una medalla de oro, US$ 2.500 por medalla de plata y US$ 1.000 por medalla de bronce.

-¿Considera que la presencia del Estado en este sector es el adecuado o debería tener mayor trascendencia y prestar más apoyo?

-En este período de gobierno se destinó una cantidad importante de dinero, votada por todos los partidos políticos, que en el 2022 alcanzó una cifra de $66 millones al Comité Olímpico, que se destinó principalmente para la preparación del ciclo olímpico. En 2023 se destinaron $33 millones nuevamente para el Comité y otros $33 millones para infraestructura, cuyo principal ejemplo es la renovación del piso de la pista de atletismo de Parque Batlle que resultará en un establecimiento donde realizar competencias internacionales, además de la construcción de una piscina de calentamiento como complemento de la piscina del Campus de Maldonado. Todas estas inversiones apuntan a fomentar el ciclo olímpico, y si estas partidas se mantienen, se mejorarán las infraestructuras y muchos atletas que antes se iban del país porque no disponían de las condiciones necesarias para entrenar y proyectarse a nivel internacional, se quedarán en el país porque tendrán a mano las herramientas para proyectarse y crecer. De esta forma, el deporte uruguayo está cambiando y es algo que se verá reflejado en el largo plazo.

-Habiendo enumerado las principales inversiones destinadas al deporte y las distintas acciones para mejorarlo, ¿cuál cree que es el peso que tiene el deporte en la sociedad uruguaya?

-Mucha gente se dio cuenta de la importancia que tiene el deporte después de la pandemia, porque el 80% de las personas internadas en los CTI tenían obesidad o sobrepeso. Y una vez terminada la pandemia, la actividad física aumentó mucho. Aumentó en las plazas de deportes, aumentaron los clubes y la cantidad de gimnasios, hasta aumentaron las ventas de ropa deportiva. También, el hecho de ver la cantidad de eventos deportivos que hay a lo largo del mundo, aumenta y mejora mucho la percepción y aceptación que tienen deportes que antes carecían de visibilidad pública, como es el caso del remo y el rugby. Entonces, esto de alguna manera le muestra a la sociedad que el deporte es una actividad física pero también es una industria que mueve mucho. Cada vez hay más deportistas profesionales y un claro ejemplo de ello es el fútbol femenino, donde cada vez hay más jugadoras en el exterior. 

-Con respecto al fútbol, si se miran las cifras, los números y balances principalmente de los cuadros «chicos», estos arrojan la conclusión de que el fútbol uruguayo implica más pérdidas que ganancias, dado que los costos fijos que deben afrontar estos clubes no pueden ser cubiertos por la venta de entradas y los socios. ¿Dónde cree que está el foco de este problema?

-En la época de la pandemia, cuando no se podían vender entradas, los clubes estaban encantados porque no perdían dinero, porque no contrataban policías y personal de recaudación. Por supuesto que no estamos hablando de los denominados cuadros «grandes», que además de contar con su estadio propio tienen una venta de entradas importante y una masa social muy grande. El problema del fútbol uruguayo es que hay demasiados equipos profesionales y la pirámide está invertida, porque hay muchos equipos profesionales y pocos amateurs. Sí estoy de acuerdo con el desarrollo de divisiones formativas, porque se trata de inversiones y una manera eficiente que tienen los clubes de sustentarse es a través de la venta de jugadores al exterior, y para lograr eso se deben tener divisiones formativas. Pero más allá de esto, el problema principal son los altos costos fijos que tiene el fútbol. Tenemos clásicos donde hay 800 policías, y por eso tanto Peñarol como Nacional quieren jugar en sus estadios sólo con hinchada local, para tener menos costos y menos policías que contratar. La llegada de las Sociedad Anónimas Deportivas (SAD) al Uruguay trajo un gerenciamiento pensado exclusivamente en la venta de jugadores y el beneficio de corto plazo para sus dueños.

-¿Y no considera que la presencia del Estado debería ser mayor, tanto en estos aspectos como en las negociaciones a nivel de derechos de televisación y control de lavado de activos?

-Luego de estar de ambos lados del mostrador, creo que lo principal, de antemano, es que el Estado no se meta en las negociaciones que llevan a cabo las federaciones con respecto a la venta de los derechos de televisación, que es el principal ingreso que tiene la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y los clubes; y es fundamental que tengan su propio marco legal para negociar. Por otro lado, es importante tener un control a nivel de lavado de activos desde sociedades anónimas civiles y deportivas y que cada vez que se concrete un pase interno o hacia el exterior, la inspección de la SNP pueda comprobar que el dinero quede en los clubes y no en los empresarios. En este tema hay una reglamentación de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), que indica que los clubes deben ser los dueños de los jugadores y no pueden pertenecer a personas físicas. El gobierno debe controlar que esto se cumpla y por ello han existido intervenciones en clubes, a raíz de denuncias de los mismos socios, y también en la AUF, que no fueron porque el Estado se metió.

-¿Cómo se contempla a nivel de regulaciones este tipo de sociedades anónimas que han desembarcado en el fútbol uruguayo desde hace ya varios años?

-Estamos hablando de un fenómeno que a nivel mundial ya está instalado y que se ha observado en clubes importantes, donde hay grandes empresarios, principalmente de Medio Oriente, que han comprado equipos y han invertido en jugadores. En Uruguay, creo que sería muy difícil que los equipos «grandes» terminen convirtiéndose en una SAD, porque de por sí ya tienen sus propios ingresos, además de que más del 80% de los uruguayos es hincha de uno de los «grandes». Entonces, el problema son los otros cuadros. Este año salió campeón Liverpool, que no es una SAD pero tiene un manejo empresarial por su propio presidente y es sabido que en su momento invirtió mucho dinero, que por suerte pudo recuperar gracias a una buena gestión. Pero el resto de equipos que no se han convertido en una SAD tienen deudas muy importantes y se les dificulta seguir adelante. Además, muchos tienen prometidas las ventas de sus principales talentos a empresarios para poder sobrevivir. La SNP en la última Rendición de Cuentas presentó determinados cambios para las SAD, para que existan mayores controles y poder abrir las puertas a este tipo de gerenciamientos, no para matarlas. Nuestra intención es que existan, pero que, si un club decide abrirles las puertas a estos empresarios, si el día de mañana deciden irse, no quede un agujero económico que sea difícil de reparar.

-Justamente ese es el principal problema para los clubes que deciden abrir sus puertas. ¿Considera que estamos frente a un mal del fútbol uruguayo?

-Si, por supuesto. En muchos casos, las SAD son un mal para los clubes del fútbol uruguayo. Muchas veces, los dirigentes de un club que está económicamente complicado, antes de desaparecer, les abren las puertas y generalmente ingresan al club sin un proyecto de formativas, cuando la única forma de que el club se mantenga es formar jugadores y venderlos, para que dejen un porcentaje de su venta al club. Creo que de a poco estas sociedades se van a controlar y van a seguir existiendo, pero con mayor regulación y vigilancia. La realidad es que Uruguay es un país de 3.5 millones de habitantes que a nivel futbolístico se ha destacado a lo largo de la historia y sus jugadores tienen un sello especial, entonces los empresarios del deporte quieren venir a invertir al país, porque con una baja inversión pueden formar jugadores y venderlos.


Siempre que se venden los derechos de televisación, el fútbol padece problemas, como los tuvo el año pasado a nivel gremial”

-Otro de los problemas que acarreó el fútbol en el último año fue el paro de futbolistas y la conflictividad laboral que atravesó este deporte durante un largo período. Justamente, Ignacio Alonso, presidente de la AUF, anunció que en caso de no poder solucionar esa problemática acudiría a usted para solicitar apoyo del Estado. ¿Cree que ese problema quedó laudado o existirán nuevos conflictos en un futuro cercano?

-Siempre que se venden los derechos de televisación, el fútbol padece problemas, como los tuvo el año pasado a nivel gremial. Después de la última reforma que hubo en la AUF, donde dejó de existir una asamblea que maneja estos temas y pasó a tratarse por un congreso donde hay representación de jugadores y técnicos, de alguna manera los equipos profesionales perdieron poder en el congreso. Y lo que se planteó fue que la venta de los derechos de televisación de su campeonato debe ser definido por la Liga Profesional, que la conformarán los clubes y no los jugadores. Hoy en día, de los derechos de televisación, el 50% se reparte entre Nacional y Peñarol, y la otra mitad se reparte entre el resto de clubes, pero antes existían ingresos por marketing que no se conocían y tampoco cuánto le pagaba a cada club la empresa que tenía todos los derechos. Creo que estamos más cerca de concluir con este problema y ojalá que la temporada de 2024 se desarrolle sin conflictos y se resuelva la creación de la Liga Profesional, algo que la SNP apoya, siempre y cuando tengamos una sola federación. También hubo un conflicto a nivel de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales (MUFP), se mejoraron los sueldos de los clubes de la B y se solucionaron los pagos por fuera, y la conclusión es que se debe aclarar y transparentar todo para no tener los problemas que padeció el fútbol.