Astori: “El FA tiene una organización de conducción política que se aleja mucho de la voluntad del pueblo frenteamplista”

Danilo Astori, senador del Frente Amplio


Luego de haber gobernado por 15 años y para poder establecerse como una oposición “coherente y rigurosa”, el Frente Amplio (FA) necesita llevar adelante una renovación “ideológica, orgánica y generacional”, de acuerdo con el exvicepresidente y exministro de Economía. En una larga charla con CRÓNICAS, el dirigente frenteamplista conversó sobre la realidad económica actual y los desafíos que la fuerza política tiene a futuro, entre otros temas.

Por Oscar Cestau | @OCestau y Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-Este gobierno asumió haciendo una fuerte crítica a la situación económica que encontró, sobre todo, “complicada” por un déficit “elevado” de 5%. ¿Qué responde ante esos comentarios?

-En primer lugar, que me parece muy injusto, porque no es un juicio equilibrado acerca de 15 años de gobierno que, con aciertos y errores, transformaron al Uruguay. Nosotros tuvimos 17 años de crecimiento consecutivo, tenemos el PIB por habitante más alto y mejor distribuido de América Latina. ¿Cómo se puede ignorar esa realidad? Eso no se dio por casualidad.

Por supuesto que los 15 años de gobierno del FA tuvieron, al menos durante una parte, el apoyo de condiciones internacionales favorables, con buenos precios de los productos que Uruguay lanzaba al mundo. No lo desconozco, pero la historia de los países se alimenta con una articulación entre factores internacionales y nacionales bajo control.

En 2014-2015, Argentina y Brasil se hundieron. Basta repasar las cifras de caída de la producción y la influencia que tuvieron sobre Uruguay para darse cuenta de que disminuyó el ritmo de crecimiento que habíamos tenido antes, y terminamos el tercer período con un crecimiento total de 4%, una cifra muy inferior a la de los años anteriores.

Ahora, hicimos transformaciones estructurales importantes. ¿Cómo se puede desconocer el Sistema Nacional Integrado de Salud que el país nunca había tenido? Y en educación, ¿cómo se puede ignorar el impacto estructural y profundo que tuvo el Plan Ceibal? Habremos cometido errores, como todos los gobiernos, pero reducir el efecto de las políticas del FA al resultado fiscal, no es un juicio equitativo.

Además, la mayor parte de ese déficit es un gasto que el país no puede dejar de hacer, que es el sistema de seguridad social. Cuando se achica el crecimiento y hay que seguir gastando porque el gasto es endógeno y está predeterminado, no se le puede echar la culpa al gobierno de que aumentó el déficit fiscal.

-¿El gobierno está demasiado enfocado en cuidar el gasto y no en reactivar la actividad económica?

-Totalmente, es así, confunde prioridades que le pueden costar caro al país. Tenemos una pérdida de 60.000 puestos de trabajo, un aumento de 100.000 personas en condiciones de pobreza, y muchos proyectos productivos han tenido resultados muy malos y en algunos casos de destrucción de fuentes laborales.

A nuestro juicio, la principal causa es, justamente, el darle prioridad al equilibrio del gasto respecto a las medidas que habría que tomar para frenar el deterioro de la economía y preparar condiciones para que en un futuro se vuelvan a retomar cifras de crecimiento más importantes.

-¿Ese camino que ha tomado el gobierno le juega a favor políticamente al FA?

-No, le juega en contra al país, pero no le juega a favor al FA, salvo que el FA lleve adelante una política de oposición coherente, profunda, rigurosa, que es lo que debería hacer para mejorar su accionar político. Hemos tenido un incentivo muy importante para que el FA se detenga a preguntarse cómo mejorar la oposición, que es el número de firmas para apoyar el referéndum contra la ley de urgente consideración (LUC), que ha tenido un resultado aplastante.

-¿Qué demuestra ese resultado?

-Demuestra una disconformidad importante con la acción del gobierno. Entonces, no es que la situación de los problemas le juegue a favor al FA, le juega en contra al país, y el FA tiene que buscar tener buenos resultados mejorando la conducción política que se pone en práctica para hacer oposición.

-¿Qué opina de la impronta de Diego Labat en el Banco Central? ¿Cree que se está yendo por el camino correcto en la búsqueda de reducir la inflación y desdolarizar la economía?

-Yo estoy de acuerdo con los dos objetivos, tanto con el equilibrio desde el punto de vista inflacionario, como con la desdolarización de la economía. Si el gobierno se ha propuesto reducir la inflación y tenerla estable dentro del rango meta, va a tener que solucionar varios problemas que eviten contradicciones en el uso de las políticas económicas. Por ejemplo, la puesta en práctica de algunos instrumentos en materia monetaria y cambiaria puede ser contradictoria con el combate a la inflación. Eso el gobierno lo tiene que tener muy en cuenta.

Por otro lado, no es fácil desdolarizar la economía uruguaya; hay factores culturales muy profundos en la historia que hacen que la tenencia de moneda extranjera y particularmente la estadounidense, sea uno de los destinos de seguridad preferidos por los uruguayos, eso está muy asentado. Si bien el objetivo es defendible y lo apoyo, advierto que no va a ser fácil.

La Unidad de Deuda del Ministerio de Economía ha venido trabajando en ese sentido, y por su excelente trabajo ha llegado a convertir a Uruguay en prácticamente el único país emergente que emite deuda en moneda local nominal. Ese es un paso tremendo hacia la desdolarización, pero por razones culturales e históricas no será fácil lograr ese cometido.

-¿Qué lectura hace de la gestión de la crisis sanitaria?

-En este período transcurrido desde marzo del año anterior hemos pasado por diferentes fases. El gobierno actuó positivamente introduciendo factores novedosos como la consulta a los científicos, que trajo buenos resultados. Después hubo un bajón muy importante y llegamos a números preocupantes, con ciertas restricciones a la movilidad de la población que quizás en determinado momento no hayan sido suficientes. Ahora hemos recuperado terreno, tenemos cifras mejores que las del bajón, que ojalá se mantengan.

Hay algunas diferencias entre gobierno y oposición en cuanto a la movilidad. La oposición pide más restricciones, aunque en términos muy moderados, y el gobierno se ha negado a hacerlo. Los números están bien por el momento. Como dicen las autoridades, y estoy de acuerdo, no hay que relajarse, hay que seguir con las medidas de cuidado personal.

-Más allá de los nombres, ¿el FA precisa una renovación de fondo para no convertirse en un nuevo “partido tradicional”?

-Absolutamente. El FA necesita un examen propio para mejorar su conducta política, y destaco tres cosas fundamentales, en mi modesta opinión. Lo primero es una renovación ideológica, porque no se puede seguir trabajando programáticamente con una realidad que ha cambiado y proponer cosas que corresponden a circunstancias que existieron en el pasado, pero ya no.

Lo segundo que precisamos es una renovación orgánica. El FA tiene una organización de conducción política que se aleja mucho de la voluntad del pueblo frenteamplista. Su estructura orgánica distribuye por igual los atributos que se le dan a los sectores políticos y a las bases, que jugaron siempre un rol muy importante, pero que en los últimos tiempos han venido siendo absorbidas por algunos partidos del FA. De esa manera, han aumentado en una proporción no aconsejable su presencia de poder en las decisiones de la fuerza política.

En tercer lugar, el FA necesita una renovación generacional; tiene valores jóvenes, hombres y mujeres muy relevantes que deben pasar a cumplir un papel creciente en el país y en la conducta política del FA en los próximos tiempos.

-¿Cuál de esas tres renovaciones le está costando más al FA?

-Sin ninguna duda, la renovación orgánica, porque ahí está la fuente del poder, es decir, ahí está el corazón de cómo, dónde y hacia qué dirección se toman las decisiones en materia política. Eso es lo que más cuesta y es lo que los frenteamplistas vamos a tener que entender con paciencia y mucha conversación.

-El FA perdió el gobierno tras 15 años de gestión, pese a haber obtenido logros en cuanto a la reducción de pobreza, el aumento del salario real, entre otras cosas. ¿A qué lo atribuye?

-Tuvimos problemas de comunicación con la gente, sin perjuicio de que en las elecciones se vio esa remontada final militante formidable que tiene el FA –que es la misma que llevó a obtener las firmas para el referéndum contra la LUC-. Eso lo tuvimos y lo seguimos teniendo, pero perdimos la elección, y no solo la nacional, también perdimos gobiernos departamentales.

Hubo un problema de relación con la gente, de estar junto a ella, de saber con términos claros qué es lo que quería, cuáles eran sus aspiraciones. Nos faltó una mejor conexión con el Interior.

-¿Dónde debería ponerse el foco en el proceso de autocrítica? ¿Cuáles fueron los grandes errores que la fuerza política cometió en el gobierno?

-En todas las áreas fundamentales de la sociedad hay cosas para mejorar porque se cometieron errores. La educación es un elemento esencial para el futuro, pero en los 15 años de gobierno del FA, salvo algunas novedades como el Plan Ceibal, hubo errores de conducción en materia educativa. En lo que respecta a la seguridad pública, el país tiene margen para seguir mejorando; lo tiene ahora y lo tuvo durante el gobierno del FA, y ahí seguramente hayamos cometido errores.

En materia económica no tengo dudas de que pudimos haber tomado decisiones que no hayan sido las mejores, pero nos esforzamos para que eso no fuera así. Podemos encontrar temas de análisis crítico en todas las áreas, aunque creo que el balance general fue positivo.

-¿Qué opinión tiene sobre lo que está sucediendo en Cuba?

-Es una situación muy compleja, pero no puede ser analizada con un solo criterio porque hay varias cosas en juego. Cuba tiene un sistema de partido único y por lo tanto no se puede considerar que es democrático; es un sistema autoritario, como el de China. A veces ponemos el acento en Cuba y tratamos de tener las mejores relaciones con China, que tiene una situación política absolutamente similar a la cubana.

No podemos olvidar, porque sería muy injusto, las mejoras que el gobierno cubano durante el proceso revolucionario que nació en el 59 y está vigente hasta hoy ha puesto en práctica en beneficio de su población. Los avances de Cuba en salud y educación son totalmente formidables y van en el sentido democrático, porque implican capacitar a la ciudadanía desde el punto de vista sanitario e intelectual.

Ahora hay protestas en la calle que ojalá sean tratadas con criterio positivo, que el gobierno de Cuba sepa que hay mucha gente descontenta que está sufriendo efectos muy graves sobre su vida, provocados por otro tema que no puede estar ausente: Cuba tiene un bloqueo de parte de Estados Unidos que lleva a poner en riesgo la vida, porque incluye medicamentos y bienes de consumo esenciales.

Por suerte ha habido una primera –aunque tímida- respuesta a estas protestas y se ha flexibilizado la importación de algunos elementos fundamentales como los que mencioné. Espero que sigamos por este camino, profundizando el diálogo y haciendo que, aunque no haya un sistema institucional democrático, se tomen decisiones equitativas para la población.

-¿A qué adjudica ese trato diferencial respecto a Cuba y a China que mencionaba? ¿Pesan factores comerciales?

-Sin duda ninguna. Cuando hablamos de China, en el gobierno nadie se acuerda de que es un país con un gobierno autoritario; se intercambian saludos, se procuran acciones conjuntas. Es un doble discurso que no le hace bien a la política.


“Siempre traté de evitar una contradicción entre lo que pensaba y lo que hacía”

-¿Le preocupa la segregación de diversos grupos con perfil “astorista”? ¿Deberían agruparse para ganar fuerza a la interna del FA?

-Exactamente, y estamos dispuestos a hacer eso. Me refiero a todos los sectores de inclinación moderada, pero yo preferiría identificarlos con la palabra “seregnismo”, que fue nuestro gran líder histórico, generoso, abierto, responsable, como no ha habido en el FA en toda su historia.

El ejemplo de Seregni nos tiene que guiar, entre otras cosas, a ser una unidad de acción para trabajar en la práctica. Nosotros tenemos un grupo que está integrado por Asamblea Uruguay, el Nuevo Espacio, el sector de Daisy Tourné, el Partido Demócrata Cristiano, Ciudadanos Independientes, que estamos procurando coordinar nuestras acciones políticas.

También tenemos en cuenta que el grupo que lidera el senador Mario Bergara comparte esta forma de ver y hacer política en el Uruguay, así que trataremos de trabajar conjuntamente en el futuro con todos ellos y con los que quieran sumarse.

-¿Cómo imagina su legado en la política?

-“Legado” me impresiona mucho, me parece una palabra muy importante (risas). Quiero que la gente sepa que durante toda mi vida trabajé para poner en práctica acciones políticas que yo entendía que el país necesitaba, y que siempre traté de evitar una contradicción entre lo que pensaba y lo que hacía, sobre todo, cuando me tocó ser parte de los gobiernos del FA.