Civila: “El FA más que candidatos para el 2019, necesita dirigentes que trabajen para fortalecer el proyecto político”

Gonzalo Civila, diputado del Partido Socialista y coordinador de bancada del Frente Amplio


El diputado socialista, Gonzalo Civila, que por su rol de coordinador de bancada del Frente Amplio (FA) debe intermediar entre el diputado independiente Gonzalo Mujica y el resto de sus compañeros, se mostró preocupado por el “problema político” que sufre la coalición a raíz de la actitud disidente que asumió Mujica. De todas formas, apuesta a que la situación pueda revertirse. Por otra parte, afirmó que en un contexto donde avanzan las fuerzas de derecha, sobre todo en países de la región, “el FA más que candidatos para el 2019, necesita dirigentes que trabajen para fortalecer el proyecto político”.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Qué objetivos se planteó al asumir como coordinador de la bancada del FA?

-En el arranque del período de coordinación –que dura seis meses- nos planteamos algunos objetivos. El primero es fortalecer y mejorar la relación con la fuerza política, o sea, tener un vínculo fluido con la Mesa Política, y también con el Poder Ejecutivo. En el caso de la fuerza política no solamente hay que ocuparse de la dirección, sino también tratar de mejorar la llegada de la bancada a la estructura del FA, a los militantes, a los organismos de base.

-¿Se ha perdido ese vínculo?

-Hay una demanda fuerte por parte de los compañeros de los comités, de presencia de parlamentarios en el trabajo más cotidiano. En realidad hay muchos compañeros que tienen predisposición a hacerlo, y tenemos que mejorar el esquema organizativo para que eso sea más potente.

Además, tratar de mejorar el vínculo de la bancada con las organizaciones sociales. Nosotros procuramos que tengan una llegada fácil, que la bancada del FA reciba a la mayor cantidad de organizaciones sociales posibles, que tome conocimiento de las demandas.

También trabajamos en la comunicación hacia afuera. En hechos relevantes generamos conferencias de prensa para tener una comunicación unificada; más allá de la declaración que pueda dar cada legislador, que haya un mensaje unificado de la bancada.

Después tenemos algunos objetivos más hacia adentro que tienen que ver con tratar de hacer cumplir los reglamentos que están definidos por el Plenario, mejorar los procesos de discusión, la búsqueda de consensos, y el relacionamiento interno ordenado y adecuado.

Además, tenemos una jerarquización de proyectos, o sea, en función de los temas que ingresan o de los que nosotros queremos colocar, los vamos ordenando en el tiempo, vamos priorizando.

-¿La situación actual del diputado independiente Gonzalo Mujica puede atrasar esos objetivos? ¿Puede frenar el trabajo parlamentario?

-Sin duda tenemos un problema político importante con esta actitud que asumió el compañero. El primer problema radica en que tenemos que preservar nuestra mayoría parlamentaria, o sea, el mandato de la ciudadanía fue claro: el FA ganó y obtuvo mayoría parlamentaria en las dos cámaras.

Este fue un tema que se discutió fuertemente en la campaña electoral. Incluso hubo varias fuerzas políticas que decían: “Es inconveniente que el FA tenga mayoría”. Nosotros defendimos la idea de que el programa del Frente era la expresión de los intereses de las mayorías sociales, o sea que tanto en el Poder Ejecutivo como en el Parlamento, el FA debía tener los resortes necesarios como para poder llevarlo adelante.

No estamos defendiendo una lógica de la disciplina por la disciplina en sí, estamos defendiendo la unidad de acción del FA como fuerza política, porque un colectivo que no tiene reglas que se respetan no puede funcionar como tal, y eso debilita a los partidos, debilita a la política.

“Cuando las sociedades ven que un gobierno de izquierda se ve salpicado por hechos de corrupción y no hay una respuesta que apunte a combatir eso, se desdibuja el proyecto político”

-¿Cómo tomó el FA la pérdida de la mayoría en Diputados?

-En realidad nosotros lo que tenemos hoy es un problema con un compañero que dice: “En algunos temas voy a votar y en otros capaz que no voto”; ese es el planteo. Es un planteo complicado porque claramente no está en línea con las reglas que el FA estableció para sus bancadas parlamentarias.

Nosotros tenemos ciertos procedimientos establecidos en nuestros reglamentos que implican que se busque el consenso dentro de los ámbitos de las distintas bancadas, y si el consenso después de discutir y argumentar no se concreta, se deben administrar los disensos con mayorías amplias.

El FA no resuelve en esos casos por mayoría simple ni absoluta. Cuando hay que tomar una resolución en disenso se toma por una mayoría especial de dos tercios. Una vez que esa decisión se tomó la debemos respetar todos, salvo que pidamos libertad de acción y que la bancada nos la conceda, también por una mayoría especial de dos tercios.

Cuando un compañero dice que no va a apoyar la decisión del FA, está desconociendo las reglas internas. Ese es un problema no solamente para la conducta política del compañero, sino también para el conjunto de la fuerza política, porque si las reglas de desdibujan, se genera una distorsión en el funcionamiento.

De todas maneras, no es que nosotros hayamos perdido la mayoría parlamentaria. Tenemos un problema político que tenemos que encarar.

-Pero Mujica ha planteado la posibilidad de irse del FA.

-Sí, pero no lo ha concretado. Ni él se fue ni el FA tomó la decisión de excluirlo o de considerarlo autoexcluido. Entonces, hoy lo que tenemos es una bancada de 50 integrantes donde hay una situación planteada de un compañero que desconoció dos resoluciones concretas, y que anunció que puede llegar a desconocer alguna más. Pero en el resto de las instancias, las posiciones han sido respetadas por los 50.

Eso no minimiza el problema político, pero no podemos decir –y en eso creo que ha habido un manejo público equivocado del tema- que el FA perdió la mayoría parlamentaria. Eso pasaría en el caso de que el compañero se fuera o que el Frente decidiera excluirlo.

-¿Es posible que se tome esa decisión?

-Esa es una cuestión que tiene que ir monitoreando la dirección de la fuerza política y es una decisión colectiva que tiene que tomar el FA. Pero no perdimos la mayoría, tenemos un problema político instalado que para nosotros es importante y lo tenemos que abordar. No nos da lo mismo que se cumplan las reglas o no. Tenemos que trabajar en eso y tenemos que superar esta situación, la idea es que pueda revertirse.

-¿Cree que hay posibilidades de que se revierta?

-Yo tengo que creer que hay posibilidades porque tengo que trabajar para que se revierta, en aras del respeto al resultado electoral.

“Me parece una lectura equivocada decir que nos tenemos que correr a la derecha porque perdieron gobiernos de izquierda en la región”

-La semana pasada, Mujica aseguró en entrevista con CRÓNICAS que no va a ser el último diputado del FA en disentir con una resolución de la coalición.

-El FA siempre ha manejado con mucha amplitud el tema de la libertad de cada compañero de dar su punto de vista dentro, y llegado el momento, en las discusiones parlamentarias en las propias cámaras. Más de una vez me ha tocado decir: “Yo esto lo voto porque mi fuerza política decidió que lo tengo que votar, pero no estoy de acuerdo”.

Para buena parte de la sociedad es difícil de comprender el votar a favor y argumentar en contra, pero esa es la tensión de formar parte de un colectivo. Como creo que los que cambian la historia son los colectivos y no las personas, y como creo en la ética de lo colectivo, esa tensión la voy a tener que vivir siempre como militante.

Sería ideal que la posición de mi fuerza política y la mía coincidieran siempre, pero eso no pasa. Y la posibilidad de argumentar, de decir con libertad y conciencia: “Esto yo no lo acompaño, considero que no es el mejor camino”, la tenemos. Siempre se administra colectivamente, pero la tenemos. Nunca el FA ha sido censurador de las posibilidades de opinar.

-Uno de los planteos que hizo Mujica en esa entrevista fue que la izquierda uruguaya no ha tomado conciencia de que el capitalismo ha triunfado sobre el socialismo. Incluso habló de “la debacle” de los gobiernos de izquierda de la región, como Argentina, Brasil, Venezuela, que han sido fuertemente defendidos por el FA.

-Yo no comparto el diagnóstico de una debacle. El cambio de gobierno es algo que en la democracia pasa, es una decisión soberana de las sociedades. El caso de Brasil es distinto porque allí, a mi entender, hubo un golpe parlamentario. Pero en los otros casos es claro que la sociedad mayoritariamente decidió darle a fuerzas conservadoras el gobierno.

Eso convoca a una evaluación y a una autocrítica, porque uno trabaja para que el ciclo histórico pueda seguir adelante y las transformaciones puedan continuar. Hay factores externos, factores estructurales, y también hay errores propios que hicieron que esa situación cambiara.

Yo no creo que eso se trate de una debacle, en todo caso se trata de un cambio político que nos tiene que preocupar por las consecuencias que va a tener para nuestras sociedades.

-¿Por ejemplo?

-Son consecuencias que algunos países ya están padeciendo, como ajustes muy duros sobre los trabajadores, como una política que va a contrapelo de los intereses populares; y debemos preguntarnos por qué  pasó esto.

Ahora, no lo considero una debacle. Me parece una lectura equivocada decir: “Perdieron gobiernos de izquierda en la región, entonces corrámonos a la derecha porque la sociedad lo está reclamando”. Ahí está el punto en el cual la sociedad no solamente te puede dejar de votar, sino que te deja de creer, porque nosotros somos una fuerza política con una identidad.

Es más, creo que parte de los problemas que nosotros hemos tenido no han sido por no corrernos a la derecha, sino por desdibujarnos desde el punto de vista político, y en algunos casos también desde el punto de vista ético.

“Tenemos un problema político importante con esta actitud que asumió Gonzalo Mujica”

-¿Desdibujarse en qué sentido?

-Me refiero a situaciones que se han dado en otros países. Cuando las sociedades ven que un gobierno de izquierda aplica un ajuste duro sobre los trabajadores –como el caso de Brasil-, o cuando ven que un gobierno de izquierda se ve salpicado por hechos de corrupción –hay ejemplos de esto en Brasil, en Argentina y en otros países de la región- y no hay una respuesta suficientemente contundente que apunte a combatir eso, se desdibuja el proyecto político.

Yo nunca fui partidario del concepto de los giros, ni a la izquierda ni a la derecha ni al centro. Yo creo que nosotros tenemos que ser consecuentes con nuestra identidad, que no quiere decir ser dogmáticos, sino todo lo contrario, tener apertura al diálogo y a la reelaboración de nuestras propias propuestas, y creo que tenemos que profundizar nuestros procesos. Eso no lo considero como un giro sino como una profundización, es decir, plantearnos objetivos superiores.

Tenemos una cultura dominante que está bastante a contrapelo de nuestros objetivos históricos. O sea, hablando un poco de la situación de América Latina, se mejoró la capacidad de consumo de los trabajadores, se mejoraron los salarios, se ampliaron derechos, se profundizó la democracia en varios planos.

Ahora, ¿la conciencia de las sociedades avanzó al mismo ritmo? Quiero decir, muchos trabajadores hoy tienen más capacidad de consumo de la que tenían antes. Eso ¿cómo se traduce desde el punto de vista político-ideológico?

¿Esos trabajadores mejoraron también sus niveles de conciencia política, o ese avance nuestro puede ser absorbido por la ideología dominante y trabajar sobre subjetividades cada vez más consumistas, más individualistas, y convencerlas por un mecanismo de propaganda continua, a través de algunos grandes medios de comunicación, de que ahora sus enemigos son el Estado, los pobres y las políticas sociales, que gastan plata de sus impuestos y no los dejan seguir mejorando sus condiciones de vida?

¿Tenemos niveles de conciencia suficientes como para que en un momento de mayor dificultad económica también podamos sostener los logros, la adhesión y la movilización de la gente para que el proyecto se pueda profundizar? A mí me parece que ahí están algunas de las claves.

No creo que la cosa se resuelva girando a ningún lado, menos a la derecha, y tampoco creo que se trate de una cuestión de triunfo del capitalismo o del socialismo.

-Pero ¿la izquierda reconoce el avance del capitalismo en el mundo?

-Es claro que ninguno de los procesos de cambio que se dieron en América Latina en estos años logró construir una sociedad socialista. Puede haber objetivos en algún caso o un planteo más ideológico de tratar de ir hacia ahí, pero los países de los que estamos hablando tienen una estructura económica y un sistema económico capitalista, que es cada vez más trasnacional, más globalizado.

Eso no quiere decir que los que somos socialistas resignemos nuestros objetivos de transformación social, pero no somos necios. No es que no vemos esa realidad. Esa realidad está ahí y eso no tiene que volvernos a nosotros más conservadores, por el contrario, nos tiene que volver más revolucionarios.

“Tenemos que preservar nuestra mayoría parlamentaria porque ese fue el mandato de la ciudadanía”

-¿A qué se refiere?

-Me refiero a ser revolucionarios no en el sentido de una ruptura con el sistema, sino en el de seguir llevando adelante un proceso de transformaciones progresivas, graduales, que nos permitan en el mediano o largo plazo histórico transformar no solo a escala nacional, sino regional e internacional, un sistema que a todas luces es injusto, que deja afuera a un montón de gente, que genera violencia, desigualdad.

Los objetivos socialistas para mí están intactos, eso no quiere decir que me mire en el espejo de ningún proceso que haya fracasado en la historia, por más de que también haya tenido sus cosas positivas, y tampoco quiere decir que no me dé cuenta de que hay una hegemonía capitalista clara. Ahora, no voy a cambiar mis ideas, mis principios ni mis objetivos de libertad, de justicia, de solidaridad, porque la sociedad sea injusta, desigual y egoísta. Tengo que hacer lo contrario, tengo que dar una lucha más consecuente para revertir esa situación.

-¿El FA reconoce que hay militantes y dirigentes que se han ido, que manifiestan cierto descontento, que están decepcionados? En el último tiempo ha resurgido el grupo Ideas como una alternativa de izquierda, conformado por Esteban Valenti, José Legaspi, otros militantes.

-Los frenteamplistas en general somos conscientes de que nuestro acceso al gobierno también nos generó, además de un montón de avances y logros, nuevos problemas, y de que hoy tenemos una fuerza política que necesita potenciarse y volver a aglutinar a un montón de gente que se siente frenteamplista pero lejos del FA.

Tenemos que trabajar más para revertir esos problemas, pero no creo que se pueda hacer una lectura lineal de por qué pasa eso, porque no todos los frenteamplistas que se sienten lejos del FA se sienten así por la misma razón. Y tampoco creo que el discurso de Valenti sea representativo del conjunto de los frenteamplistas que se sienten lejos del FA o que le demandan que procese determinados cambios que creen que no procesó.


“Es muy preocupante la corriente antipolítica que avanza en el mundo”

-Faltan tres años para las elecciones pero se viene hablando hace tiempo de las posibles candidaturas que tiene el FA para presentar. ¿Qué opinión le merece? ¿Qué figuras ve con posibilidades de cara a una futura gestión frenteamplista?

-Con mucho respeto por todos los nombres de compañeros y compañeras, algunos de los cuales tienen una gran adhesión, yo creo que ese debate está muy lejos. Me parece que anticipar esa discusión es un error.

-¿Por qué?

-Primero porque en la vida y en política tres años es mucho tiempo. Segundo, porque tenemos un contexto complejo, en el cual nuestras energías tienen que estar centradas en ver cómo garantizamos la continuidad y la profundización del proyecto del FA. Eso también significa que los frenteamplistas y la sociedad sepan que los dirigentes del FA están abocados a esa tarea.

Me parece que el mensaje que se da cuando adelantamos discusiones electorales es que todos los objetivos de nuestro trabajo están enfocados hacia ahí. A mí me consta que los compañeros del FA mencionados no piensan la política solamente desde una perspectiva electoral, pero a veces les hacen una pregunta o sus nombres aparecen en una encuesta, y se instala la idea de que estamos todos desesperados por ver cómo nos va a ir en la próxima elección y quién va a ser el candidato.

“En algunos países donde gobernaba la izquierda, la sociedad decidió darle el gobierno a fuerzas conservadoras; eso convoca a una autocrítica”

Yo creo que el FA más que candidatos, necesita dirigentes que se pongan al frente de discusiones profundas y de un trabajo político que insume mucha energía, mucho tiempo y mucha cabeza, sobre cómo fortalecer el proyecto político del Frente, en un contexto donde en toda la región avanzan las fuerzas de derecha, y además avanza en el mundo una corriente antipolítica muy fuerte.

-Y acá también.

-Acá también, porque no somos ajenos a esa realidad. Eso me parece muy preocupante, porque si les sacás la política como herramienta de transformación –no solo de los partidos, también de los movimientos sociales, etcétera- a las clases populares, a los trabajadores, quedan inermes, porque son infinitamente pequeños en relación a los grandes intereses, que tienen siempre elementos para defenderse porque juegan en otras canchas del poder –el poder de la plata, el poder de la gran concentración de riqueza, el poder comunicacional-.

Esta ofensiva, que es brutalmente conservadora, que deslegitima a los partidos políticos, que dice “los políticos son todos iguales” y plantea a un empresario exitoso como el paradigma de gobernante porque viene de afuera de la política, después termina con resultados como el de Trump en Estados Unidos.