“En materia salarial, Uruguay no puede seguir tratando en forma igualitaria a los desiguales”

Alfredo Antía, presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU)

El país transita tiempos de definición en varios temas, y en ese escenario los industriales no quieren permanecer como meros espectadores. Es por eso que desde la CIU, bajo el liderazgo de su presidente, Alfredo Antía, se ha tratado de colaborar y dar opinión en asuntos tan vitales como los acuerdos comerciales, los consejos de salarios y la educación, entre otros. En diálogo con CRÓNICAS, el ejecutivo realizó una puesta a punto sobre el sector, donde destacó que se ha recuperado el empleo a niveles de prepandemia. Reconoció que un TLC con China trae beneficios para algunos y riesgos para otros, y alertó de que el actual sistema de fijación de salarios está siendo injusto, fundamentalmente con la pymes.

Por Oscar Cestau|@OCestau

El Menú

En la cava de Panini’s, Antía degustó corvina rubia con gratén de papas, menú que acompañó con agua mineral con gas. El entrevistado se salteó el postre, y para la sobremesa optó por un café.  

-¿Cuál es el presente, en general, del sector industrial? ¿Cuáles son los segmentos que están mejor y cuáles los más comprometidos?

-La industria prácticamente perdió diez años entre el 2011 y el 2021. Ahí el índice de volumen físico era una línea absolutamente horizontal, en un país donde entre 2013 y 2021 el PBI apenas creció un 4%.

En esa línea horizontal hay sectores que se han deprimido mucho y otros que se han sostenido, particularmente aquellos que han podido ser más eficientes en la relación capital-trabajo. Los que tenían mayor carga de mano de obra sensiblemente vieron afectada su competitividad y muchos se han resumido a una presencia absolutamente marginal. Entre los rubros más afectados están los relacionados con la vestimenta, que claramente están en condiciones de competitividad difíciles con respecto a todo lo que viene de oriente. En contrapartida, todos los sectores industriales que se abastecen de materias primas de producción nacional, fundamentalmente la agroindustria y algunos sectores industriales intensivos en capital, han logrado sostenerse, porque han invertido, han mantenido una ventaja competitiva y han utilizado en buena medida los instrumentos del comercio que en Uruguay se han dado, principalmente con el Mercosur. No hay que olvidar que la mayoría de los bienes industriales que Uruguay exporta -utilizando materias primas importadas que son luego transformadas a bienes- tienen como destino no solo el mercado interno sino, fundamentalmente, Brasil.

El año pasado, de los US$ 1.300 millones que exportó ese subsector de la industria, algo más de US$ 900 millones fueron al Mercosur, con Brasil liderando ampliamente  ese destino. La otra gran vertiente industrial exportadora es responsable de cerca del 80% de las exportaciones de bienes del país, y son las mercaderías de origen agroindustrial, que están gozando de un muy buen momento producto no solo de la demanda del volumen de las exportaciones, sino también de los precios.

-El último informe de la CIU confirma una tendencia a la baja en inversión industrial de maquinaria y equipos, e indica un descenso del 21,5% en el primer trimestre del 2022 respecto al mismo periodo de 2021. ¿Qué lectura tiene eso? 

-Yo creo que las fotos cortas hay que tratar de verlas como lo que son. Lo que importa es cuál es la evolución de esa fotografía. Si eso se sostiene en el tiempo estaremos frente a una luz amarilla. Lo cierto es que la industria ha invertido bien en el último tiempo, y fruto de esa inversión es el desarrollo que ha tenido y que le ha permitido crecer y mostrar los números que señalan un incremento del índice del volumen físico comparativo con el año anterior. 

Si comparamos con el período prepandemia, la industria creció un 5,9% y ese es un dato que revela que ha habido inversión y que la industria así lo ha permitido.

Si vemos hoy los precios y los volúmenes de exportación, fundamentalmente de la agroindustria, tendríamos que ser optimistas con respecto a que la reinversión nos asegure un proceso de desarrollo sostenido, por lo menos para lo que viene.

-¿Cuál es la realidad del empleo en el sector? 

-En este momento hemos recuperado el empleo prepandemia. Tenemos hoy algo más de 163.000 de trabajadores en la rama industrial, que es el número que teníamos previo a 2020. Obviamente, estamos bastante por debajo de la etapa anterior a la caída de la industria nacional, cuando llegamos a tener 188.000 trabajadores. Estamos hablando de un 15% del empleo perdido, fundamentalmente  para aquellas industrias intensivas en mano de obra.

Hoy vemos una recuperación, que se expresa en forma más lenta en el último tiempo. 

-En diciembre, de cara a un posible TLC con China, con la colaboración del economista chileno Andrés Rebolledo, la CIU presentó al gobierno un estudio con información precisa respecto a la visión de cada uno de los sectores que componen el tejido industrial. Algunos de estos manifestaron sensibilidades e inquietudes frente al acuerdo, otros se mostraron en una posición de neutralidad, mientras que otros se verían favorecidos. ¿Cómo se toma una decisión ante una realidad como esta? ¿Qué se tiene en cuenta?

Nosotros pudimos habernos encerrado en nuestra cáscara y haber rechazado lo que el Uruguay venía planteando. Cuando nosotros vemos que el país camina, que el mundo va hacia una suerte de intercambio comercial cada vez mayor, que esto políticamente además fue apoyado por los gobiernos anteriores y también lo es por este gobierno, uno dice ‘bueno, parece ser que este partido lo tenemos que jugar’. 

No fuimos reactivos, ni críticos ni timoratos, fuimos, fundamentalmente, propositivos, y en esa actitud lo que dijimos es ‘acá hay muchos sectores que se pueden favorecer y hay una serie de sectores a los que habría que tratar con cautela para tratar de evitar que sean lastimados’. Nuestro objetivo es que ninguno de los soldados caiga en este escenario que enfrentamos y que todos se mantengan de pie. Es un desafío complejo, porque competir con China es hacerlo con el mundo. No obstante, el interés de ellos es importante y estratégico por la alimentación de su población, mientras que los sectores industriales de Uruguay son pequeños desde un punto de vista comparativo, entonces tenemos que ver de qué modo pueden convivir en esa nueva realidad. Confiamos en que se podrá hacer un acuerdo inteligente, que proyecte a una buena parte de la industria a su desarrollo y mantenga del mejor modo posible las condiciones competitivas que hoy tienen los sectores industriales que podrían verse perjudicados.

-¿Nota que las negociaciones se enfriaron o tiene información que se está trabajando sin hacer ruido?

Sabemos que se está trabajando sin hacer mucho ruido. Incluso el acuerdo con Brasil ratifica el hecho de que el gobierno trabaje en silencio y nos lo han dicho los responsables de la negociación. Sabemos también que la política del Mercosur influye y que ha habido presiones serias de los países vecinos. 

¿Y la relación con Argentina?

Ahí parece que la situación tiene otro tipo de tensión, pero convengamos que el hermano mayor de este grupo es Brasil, y generalmente lo que Brasil dispone después los demás países lo acompañamos. Quizás la posición de Argentina pueda variar a partir de este nuevo escenario que surgió la semana pasada.

-¿La guerra abre la puerta a un acuerdo con la UE? Eso teniendo en cuenta el impacto que el conflicto bélico tiene entre algunos commodities que produce Uruguay.

-Este escenario que está viviendo Europa creo que marca, fundamentalmente para los europeos, una revisión de lo actuado, entonces creo que es natural que ellos piensen y revean el camino recorrido y abran una ventana hacia esta parte del mundo un poco por razones de un interés estratégico, que tiene que ver con la alimentación de su población –y vaya si lo han sufrido en sus guerras-, y también por una relación histórica cultural que tienen con América Latina, y más con esta región del mundo. 

-Los exportadores alzan la voz por la caída del tipo de cambio. ¿El gobierno tiene herramientas, y espalda por supuesto, para hacer algo más?

-Yo creo que la caída del tipo de cambio está afectando la competitividad de la industria que vende en el mercado interno -porque se favorece la importación- y de la industria exportadora -porque cuando cambia esos dólares por moneda nacional ese dinero rinde cada vez menos-.

Claramente en el país se está dando el ingreso de dólares, ya sea por el intercambio comercial, el volumen de las exportaciones, el valor de las mismas, o las inversiones que se están realizando. Esto es como en la feria: cuando entran muchos limones baja el precio. 

Ahora se coló el problema de la inflación, y la política monetaria regida por el Banco Central para tratar de incidir sobre esta nueva situación está generando claramente una depresión de tipo de cambio, y esto representa una luz amarilla, naranja, y hasta roja, en algunos casos, para varias industrias. Para otras, donde los niveles de precio son altos, el problema no es tan serio.

No sabemos si el gobierno tiene herramientas como para manejar una situación donde lo que está tratando de hacer es, por un lado, tratar de no perjudicar la producción, pero, a la misma vez, bajar la inflación, que es lo que sufre el bolsillo de todos los uruguayos.

Con todo, habría que decir que países que tienen históricamente 2 o 3%, hoy están en 9%, y resulta que nosotros, que estábamos entre 7 y 8%, subimos un punto. Entonces, habría que reconocer que algo bien se está haciendo, porque los números podrían ser bien distintos.

-¿Cuáles son los principales desafíos en materia laboral?

-Creemos que nuestro sistema de fijación de salarios está siendo injusto, fundamentalmente con las pymes, porque las está obligando a pagar muchas veces salarios y afrontar condiciones que no pueden asumir. De hecho, se ha generado en este último período de tiempo una suerte de concentración, donde las empresas más grandes se han agrandado y muchas empresas pequeñas y medianas han desaparecido. En el quinquenio prepandemia se perdieron en Uruguay 2.400 empresas de entre cinco y 99 trabajadores, un número muy relevante que relata la consecuencia de lo que estamos diciendo. No podemos sostener un sistema institucional de fijación de salarios cuando quienes allí se reúnen representan a las empresas más grandes, y estas deciden la suerte de toda una rama, independientemente de su tamaño, de su condición y de su estado. Las empresas del interior sufren muchísimo esto porque están lejos de los grandes centros de consumo y de distribución; sin embargo, están obligadas a pagar esos salarios y afrontar las mismas condiciones laborales. En materia salarial, Uruguay no puede seguir tratando en forma igualitaria a los desiguales. En la medida que ese régimen continúe seguiremos siendo hostiles con las empresas más pequeñas. Nosotros tenemos algunas propuestas –que las hemos hablado con algunas autoridades de gobierno-, y pasan por darle más aire a las pymes, tanto a nivel fiscal como con el umbral que las transforma en micro, pequeñas y medianas empresas. Esto último tiene que ver con poder darles más beneficios a través de la ANII, de ANDE, de Inefop, o el sistema de compras públicas. Además, nos parece fundamental un esquema de descuelgues que sea ágil, que esté regido por criterios objetivos, como los datos de venta de DGI o de planilla de BPS, y que defienda el empleo. También entendemos que las empresas nuevas tendrían que tener un régimen diferente, por lo menos de inicio.

-Usted ha dicho más de una vez que con este panorama de fijación de salarios estamos yendo a un país de grandes corporaciones y de planes sociales y planes solidarios. Pero en esa realidad el Ejecutivo de turno está involucrado en gran medida porque, generalmente, esas grandes corporaciones gozan de beneficios justamente brindados por el Ejecutivo para que se instalen en el país. ¿Cuál es su reflexión al respecto?  

-Creo que estamos en un escenario que es funcional a la concentración  de empresas. En la medida que los salarios pesan mucho más para las empresas pequeñas que para las grandes, y que los costos en general de estas últimas se terminan diluyendo en función de los volúmenes de producción, claramente las ventajas competitivas de las más grandes cada vez son mayores. No nos olvidemos que, además, las más grandes son aquellas que tienen más posibilidades de automatizarse, digitalizarse, e incluso de utilizar los mecanismos de promoción de la inversión que el Estado da para hacer ese proceso. Proceso que, como paradoja, muchas veces deja la mano del hombre de lado. Entonces, estamos frente a un problema serio y por eso decimos que debemos encarar en forma integral el tema del trabajo y las condiciones de competitividad y la carga fiscal de las pymes, para darles un aire que les permita mantenerse y, potencialmente, dar paso a los desarrollos de crecimiento. De lo contrario, si seguimos como vamos, entonces sí vamos a tener un país con grandes corporaciones por un lado y, por otro, sectores muy vulnerables que debemos asistir con planes sociales o jornales solidarios como cada vez lo vemos más. 


“El conservadurismo en materia educativa proviene desde la propia izquierda”

La CIU tiene muchísimos planes de formación laboral. ¿Estamos educando para el trabajo del futuro?

Lo que hacemos en la Cámara es un granito de arena para fomentar el emprendedurismo y el escalamiento de esa industria naciente. Somos un actor pequeño al lado de la montaña de cosas que hay que hacer, porque esta es una tarea que el país debe encarar con la educación, desde el inicio. Vivimos en un país que castiga el éxito, que mira al empresario de reojo, y de acá si no salimos a través del impulso de la actividad privada no tenemos destino.

Desde los primeros años de la educación Uruguay debe invertir mucho en el desarrollo de las nuevas herramientas educativas, y que estas confluyan en el objetivo de tratar de encontrar orientales que su objetivo no sea el empleo público, sino el desarrollo de su talento, y que este le permita desarrollarse y vivir con dignidad. Porque eso es lo que va a llevar a tener más empresas, más emprendimientos y más chances para que más trabajadores puedan tener ingresos dignos, y que a la vez eso permita a las familias desarrollarse. Es una tarea que nos comprende a todos. Ahí lo que hay que hacer es reconocer que estamos muy mal, tratar de identificar cuán mal hicimos las cosas y cuáles son los cambios que hay que hacer. Lamentablemente vivimos en un país muy conservador, y la paradoja es que el conservadurismo en materia educativa proviene desde la propia izquierda, que viene gobernando la educación desde hace muchos años y sin embargo los resultados son los que tenemos a la vista.