Opertti: “Hay que encaminar la flexibilización dentro de los mecanismos del Mercosur, sin necesidad de dar un portazo”

Didier Opertti, excanciller de la República


Luego de la nota conjunta emitida por los socios del Mercosur con advertencias a Uruguay y de la cumbre que tuvo lugar en Montevideo, CRÓNICAS conversó con el exministro de Relaciones Exteriores, quien manifestó su punto de vista sobre la manera en la que el bloque podría encaminar un “rumbo adecuado” y “no seguir dando la imagen de una pelea interna que deteriore la integración, lo que le hace mal a la región y debilita la institucionalidad”. En ese sentido, dijo que espera que se encuentre un camino de negociación donde predominen los sustentos jurídicos y no las posiciones políticas de cada miembro.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-La semana pasada en una nota conjunta los socios del Mercosur advirtieron a Uruguay que tomarán medidas si avanza con el Acuerdo Transpacífico. ¿Qué valoración hace?

-En primer lugar, es verdad que el Tratado de Asunción, el Protocolo de Ouro Preto, el Protocolo de Olivos, el de configuración del Parlamento, son tratados y como tales están sujetos a la Convención de Derecho Internacional de Viena.

Segundo, ¿en qué estado estamos en esos tratados? Ahí aparecen interpretaciones diferentes sobre el posible obstáculo que tendrían los países si cumplen estrictamente con las reglas convencionales o con las decisiones y resoluciones del Mercosur en cuanto a la negociación externa con terceros países u organizaciones.

Tercero, en este momento los países están diciendo que hay tratados, lo dice Argentina, insiste en que no se pueden quebrar unilateralmente, habla de ruptura. Por otro lado, existe una posición de Uruguay que tiene un alegato de tipo político-comercial. Y Argentina reconoce que el Mercosur tiene asimetrías, o sea, que hay diferencias en las economías de los Estados parte. Se ha repetido que los países están dispuestos a conversar de esto, sin perjuicio de que cada uno mantenga su posición original, pero tratando de encapsular los temas que realmente son de divergencia para acotar los obstáculos y ver en qué medida se pueden superar. No nos olvidemos de que tanto el Protocolo de Ouro Preto como el de Olivos les han dado a los países la posibilidad de someter las contiendas a los propios sistemas de solución del Mercosur o a los sistemas internacionales de los que sean parte, como los de la OMC. Es decir, es necesario tener presente que no es gratis irse unilateralmente de un tratado, tiene consecuencias.

Cuarto, las partes pueden decidir no tener una controversia, sino una negociación, y encarrilarla desde el punto de vista técnico, por ejemplo, dándole un mandato al Grupo Mercado Común, que es el grupo técnico de asistencia al Consejo, y que este pueda reunirse para ver el estado de situación, las negociaciones comerciales que está llevando adelante cada uno en el mundo y ver si es posible compatibilizarlas. Ha habido también decisiones de carácter arancelario bilateral y unilateral en algunos casos de los países miembros, no solo de Uruguay, por lo tanto, cada uno podría poner en la mesa sus dificultades.

El quinto capítulo es ver cómo se revisan aquellas disposiciones que pueden estar hoy enturbiando las relaciones. Menciono en particular la famosa decisión 32/00, que ha creado una suerte de turbulencia interpretativa diferente. Hay que salir de este espacio de confrontación, se puede salir sin declinar los conceptos de flexibilidad y de apertura, pero no dejándolos en la letra política sino tratando de llevarlos al andarivel jurídico, que es el que le dará certeza y aprobación de los socios y el que preservará la institucionalidad.

Sexto, si lo que se quiere es abandonar la institucionalidad, hay dos maneras de hacerlo, una es denunciar los tratados, procedimiento que está previsto en ellos, y luego está la otra opción, decir “no quiero irme, quiero quedarme de modo tal que esto no se convierta en un obstáculo”.

-Señalaba el reconocimiento de las asimetrías que hizo el martes el presidente argentino Alberto Fernández en la cumbre del Mercosur…

-Eso es muy importante. El concepto ha estado siempre en todas las derivas que ha tenido el Mercosur, pero esto de formularlo en este terreno de las asimetrías, conduce a un espacio de negociación en que eso sea reconocido y que no simplemente se reduzca a los fondos comunitarios de aprobación que han tenido relativa importancia, sino que más bien se tienda a entrar en los problemas de fondo que cada país tiene.

Es el momento de que el Consejo utilice las facultades que le dan los tratados para encargarle al Grupo Mercado Común que estudie el tema, que vea los efectos que traería para el propio Mercosur la suscripción del Acuerdo Transpacífico o de acuerdos bilaterales de comercio como el de China o el de Turquía. Llegó el momento de salir de las afirmaciones de corte político esencialmente y entrar en el terreno de una negociación diplomática que se base en los sustentos jurídicos, pero que no se apegue a ellos rígidamente, sino que no descarte la posibilidad de revisión y de darle incluso diferentes velocidades a ese proceso de desgravación o de promoción del comercio internacional.

Esas serían las ideas con las cuales creo que el Mercosur podría ingresar a su rumbo adecuado y no seguir dando la imagen de una pelea interna que deteriore la integración, lo que le hace mal a la región y debilita la institucionalidad. Y en momentos en que el mundo necesita, particularmente los países pequeños, devolverles a las normas, al derecho, a la regulación internacional, su mayor eficacia, no es buena cosa que aparezcamos nosotros mismos debilitándolas.

-¿Le sorprendió esta reacción o era de esperarse?

-No me sorprendió, era previsible, los países tenían que salvaguardar sus derechos y lo hicieron. También es verdad que hay mecanismos jurídicos que les permiten a los países ir a la solución de las diferencias que tengan entre ellos, no solo dentro del Mercosur, sino de la OMC, como decía. Eso está previsto, por lo tanto, Argentina y eventualmente acompañado de Brasil y Paraguay podría promover algún tipo de gestión contra Uruguay en la OMC. Yo espero que no sea así, que se encuentre un camino de negociación.

Hay algunos aspectos que se pueden revisar, pero sobre la base de la contestación clara a la pregunta: ¿Queremos o no queremos seguir con el Mercosur? Cuando una pareja está con problemas, ¿se quieren o no se quieren divorciar? Si quieren, hay un procedimiento, si no, seguirán peleándose. Pero estamos en presencia de un tratado. La pregunta es: ¿Se quieren ir? Muy bien. Si quieren continuar y mantener la unidad de este acuerdo de integración sería un gesto de seriedad institucional que tanto necesita esta región, de agotar los medios para enderezar el rumbo y ver si se puede hacer algo constructivo que por lo menos le devuelva a la gente la atención sobre el Mercosur, no desde una mirada puramente crítica, sino abriéndole un crédito de revisión y perfeccionamiento.

-El canciller argentino Santiago Cafiero dijo el lunes en la cumbre del Mercosur: “Vemos con preocupación que se emprende un camino que parece ser unilateral, y que muy probablemente podría desembocar en una ruptura”. ¿Qué análisis hace al respecto?

-Era previsible que se produjeran esas afirmaciones. Las intervenciones no agregaron nada al debate ya planteado, no hubo argumentos relevantes que puedan innovar sustancialmente en la cuestión. La reunión de presidentes aportó el reconocimiento de la asimetría, que para mí es un concepto muy importante porque los fondos de convergencia no han sido suficientes y es necesario que nos pongamos a mirar si hay posibilidad de integración a distintas velocidades, es decir, que los países de menor desarrollo lo hagan a otra velocidad diferente, que las mayores economías lo hagan dentro de su cuadro de relacionamiento universal. Es un tema de negociación, de estudio, de trabajo técnico y no de pura afirmación política.

-Lacalle insistió en la importancia de abrirse al mundo y dijo que “el que se queda quieto se atrasa”.

-Reiteró la posición, era natural que lo hiciera, pero hay que mirar el discurso de las dos partes, donde Uruguay insiste en la necesidad de abrirse al mundo, no detenerse, superar este obstáculo si el Mercosur lo es, y por otro lado está la posibilidad de encontrar un terreno de negociación sobre la base de reconocer, por parte de Argentina, que hay asimetrías entre la economía de Uruguay y las otras, y que pueda obtener algún tipo de solución, un traje a medida que pueda darles rigor a normas que están en los documentos del Mercosur previstas como posibilidad. Particularmente, dentro de las competencias del Consejo Mercado Común, está la de celebrar acuerdos, la de llegar a entendimientos con otros organismos e incluso la de delegar al Grupo Mercado Común la gestión de esos acuerdos. Los instrumentos están, pero se viene haciendo un uso muy escaso de la instrumentación de base y las posiciones son un tanto reduccionistas, es decir, “apertura sí”, “apertura no”, pero no es un acto automático, es un proceso de negociación primero interno, luego externo, y no es sencillo aceptar que Uruguay pueda entrar en el Acuerdo Transpacífico de forma inmediata. Seguramente si lo lograra sería bastante tiempo después, hay otros países que están en lista de espera.

-En resumen, ¿coincide con la postura de Uruguay de la flexibilización?

-Sí, pero encaminándola dentro de los mecanismos que el propio Mercosur ofrece para eso, sin necesidad de dar un portazo. Tengo una expectativa razonable de que a partir de este encuentro pueda crearse algún mecanismo de comunicación más apegado a la realidad del Mercosur que a las posiciones políticas de cada uno.