Días atrás, datos difundidos por el Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav), señalaron que durante 2016 se atendieron 2.647 situaciones de violencia hacia niños y adolescentes, lo que significa un incremento del 39% respecto a 2015. La coordinadora del organismo, María Elena Mizrahi, expresó a CRÓNICAS que este aumento no necesariamente corresponde a un aumento de violencia hacia niños y adolescentes, dado que Uruguay no posee un registro de estos casos.
Por Anahí Acevedo @PapovAnahi
Las cifras mostraron que el 54% de los niños y adolescentes afectados por violencia fueron del sexo femenino, y que el 52% tenía entre 4 y 12 años de edad. El 42% de las víctimas sufrieron exclusivamente maltrato emocional, mientras que al 18% se le sumó la negligencia, y un 20% padecieron maltrato físico, por un lado, y abuso sexual por otro. Respecto a este último, tres de cada cuatro víctimas fueron de sexo femenino.
El 62% de quienes fueron atendidos tuvieron dificultades para visualizar la violencia de la que eran víctimas. El 93% de los agresores provinieron del círculo familiar directo, y el 62% fueron hombres. Esta última cifra trepa a 96% cuando se trata de abuso sexual. Por último, los datos señalaron que el 58% de los victimarios tenían entre 30 y 49 años de edad.
Ante esto, María Elena Mizrahi, coordinadora de Sipiav, dijo a CRÓNICAS que el incremento de los casos atendidos no necesariamente corresponde a un aumento de violencia hacia niños y adolescentes, dado que Uruguay no posee un registro de estos casos. En cambio, señaló la extensión de los centros de recepción de denuncias – actualmente son 27 en todo el territorio – y la forma en la que se trabaja sobre esta problemática con las instituciones.
“Si bien son porcentajes altos de niños y adolescentes atendidos, estas personas ya estaban y nadie los atendía. Además, somos conscientes de que probablemente haya a quienes no hemos podido atender”, expuso. El maltrato es visto como un problema social a partir de la Convención de los Derechos del Niño, en 1989, explicó, aunque agregó que se ha notado una transformación más notoria en la última década. “Antes era tomado como un tema familiar y por lo tanto la gente no denunciaba”, aseveró.
En nuestro país, la ley de Integridad Personal de niños, niñas y adolescentes, que contempla el castigo físico y las humillaciones y fue modificada en 2007, está generando conciencia en la sociedad, según apuntó. “Todos debemos hacer algo y comprometernos para que esto no continúe sucediendo”, manifestó.
El ámbito legal no está bien comprendido y tiene dificultades, para Mizrahi. El Código Penal de 2004 califica al abuso sexual como atentado violento al pudor. Además, el tránsito de los niños en los juzgados es de “extrema revictimización” en el proceso penal cuando el niño debe declarar.
Asimismo, Mizrahi apuntó hacia un cambio de las instituciones y del Estado y reflexionó respecto a que la articulación de la prevención de la violencia hacia los más jóvenes “no es perfecta”, dado la cantidad de organismos que contempla el sistema. “Son instituciones muy grandes, con compartimientos bastante estancos en alguna medida, y poder articular y coordinar no siempre se hace fácil, lo mismo que transversalizar las directrices de políticas públicas”, argumentó. Sin embargo, expresó que los técnicos y los comités de recepción han tenido la solidez necesaria de coordinación con instituciones.
La coordinadora de Sipiav observó que los niños y adolescentes que sufren de violencia a temprana edad cargarán con huellas en su personalidad en la etapa adulta, por lo que es importante que los mismos transiten por un proceso terapéutico orientado hacia la reparación. Asimismo, agregó que uno de los primeros pasos que se da es pensar en la integralidad de la intervención, sin dejar de pensar que se necesita una reparación del daño.
Además, comentó que si bien hay una mayor conciencia de la violencia intrafamiliar en comparación a la década pasada, aún el maltrato emocional continúa pasando desapercibido por la sociedad. Para esto, Sipiav trabaja en la capacitación tanto de operadores como de técnicos, así como también con campañas de sensibilización a la población.
La mayoría de las denuncias provienen de los centros educativos. Mizrahi declaró que es allí donde los docentes tienen una mirada atenta y siguen protocolos y marcos de rutas a la hora de proceder ante un caso de violencia.
Abuso sexual
La cifra detectada respecto a abusos sexuales no ha tenido una variación importante respecto a casos anteriores. De todas formas, se estima que el verdadero número es más alto y que no se denuncia debido a prejuicios, sobre todo, en el caso de las personas del sexo masculino. “Una de las violencias más acalladas es el abuso sexual intrafamiliar”, señaló. Igualmente, los datos marcan una importante feminización en estos casos, acentuada más en la etapa de la preadolescencia de las víctimas. La mayoría de los victimarios provienen del vínculo familiar.
“Nuestra sociedad está estructurada en una base de poder del fuerte sobre el más débil. Estas situaciones responden a un tema estructural y cultural en el cual se va a trabajar a largo plazo, y en el corto no va a haber cambios en las situaciones. Lo que nosotros podemos hacer es ir avanzando en la concientización”, confirmó. Añadió que en la mayoría de los casos las víctimas tienen un sentimiento de culpabilidad, sobre todo porque son los padres quienes deben protegerlas.