La pobreza bajó a 7,9% en 2017 pero la población en asentamientos se mantuvo

Solo el 6,4% > DE LOS ADULTOS MENORES DE 64 AÑOS ES CATALOGADO COMO POBRE

Gustavo de Armas

El concepto de pobreza como tal en el campo de las ciencias sociales y la economía tiene dos grandes aproximaciones desde el punto de vista conceptual. Por un lado, se mide como la condición financiera de determinados grupos sociales; por otro, la distancia entre ciertos conjuntos de población y el promedio de una sociedad. Ambas definiciones se miden de manera cuantitativa, y es en estos términos que el Instituto Nacional de Estadística (INE) realizó un estudio sobre el tema.

Según el informe del INE, la pobreza en Uruguay descendió a un 7,9% en 2017, cuando previamente se encontraba en 9,4%. En diálogo con CRÓNICAS, el sociólogo Gustavo de Armas, quien es especialista en políticas sociales de Unicef, comentó que si bien ha disminuido el porcentaje, no lo ha hecho la población que habita en asentamientos.

El sociólogo, explicó que “la pobreza en general se redujo del 40% al 8% entre 2004 y 2017, y en ambos períodos prácticamente permanece incambiada la población que vive en asentamientos irregulares”. Además, añadió que desde 2004 a 2011 -donde hubo gran crecimiento económico en el país- las cifras informaban que había entre un 5% y 6% de los habitantes que vivían en esas zonas, fenómeno no ha variado en los últimos 15 años.

Para De Armas, esto explica que si un hogar logra superar la línea de pobreza no quiere decir que no se encuentra próximo a la misma o que no volverá a caer. “Los costos de bienes y servicios aumentan por encima de los ingresos de los hogares de manera más rápida”, aseguró.

“Una cosa es el progreso y otra el ritmo con que se apliquen las políticas sociales. En términos de direccionamiento, el país va en el camino correcto”.

Es decir, aumentó la capacidad de consumo de los uruguayos, pero no hubo grandes cambios a nivel estructural. El entrevistado sostuvo que a pesar de que el hecho de la vivienda digna continúe siendo una problemática desde hace décadas, Uruguay está encaminado hacia la meta de reducir paulatinamente los niveles de pobreza.

“Una cosa es el progreso y otra el ritmo con que se apliquen las políticas sociales. En términos de direccionamiento, el país va en el camino correcto. Esto se traduce en el incremento del gasto público social, donde se pasó de 4% a un 6,3% del PBI”, dijo el sociólogo.

Los más afectados

El informe detalla que son los niños –principalmente- y los adolescentes menores quienes se ven más afectados por la situación. Entre la población hasta los 12 años de edad, el 15,1% vive en hogares con ingresos que no superan la línea de pobreza, mientras que el resto, hasta los 18 años, se ubica en un 13,5%.

Este hecho, De Armas lo catalogó como un rasgo característico del Uruguay desde hace 30 años. “Nos afecta y nos seguirá afectando si no logramos reducir la pobreza medida por ingresos y más allá de los mismos también”, indicó.

En 2003 y 2004, luego del receso económico, el país llegó a 60% de niños en hogares con ingresos insuficientes y casi un 9% de ellos se encontraba bajo la línea de indigencia. “Esto impactó en el desarrollo de capacidades cognitivas, físicas, psicomotrices, y de habilidades socioemocionales de la poblaciones comprendidas en ese rango”, argumentó el entrevistado.

No obstante, en los últimos 12 años la pobreza en Uruguay bajó fuertemente. Somos el país de América Latina donde se observa la mayor reducción en términos relativos medidos a través de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La pobreza medida a través del INE en los menores de edad, bajó del 59% en 2004 al 15% en el 2017, es decir, se redujo casi a una cuarta parte.

En este sentido, el sociólogo explicó que existen tres dimensiones donde el Estado debe intervenir para continuar con esta reducción y mitigar también los efectos que pueden tener en las capacidades de las personas.

En primer lugar, De Armas colocó a los ingresos ya que “los hogares más pobres se encuentran infantilizados, es decir, hay uno o dos adultos a cargo de tres o cuatro menores de edad. Estos chicos son personas no activas sino formativas, y es fundamental la presencia y apoyo del Estado en estos casos para que sus ingresos mejoren”, detalló.

En un segundo término ubicó la formación del capital humano, y aseguró que se debe invertir en los servicios que permiten desarrollar capacidades en las personas. Destacó el camino recorrido por Uruguay en lo que refiere a la expansión de la educación inicial en los últimos 23 años.

Como tercera dimensión, el entrevistado puso al Estado como agente principal que brinde una vivienda digna a toda la población.

Mediciones de pobreza

De Armas dijo que en Uruguay –y el resto de Latinoamérica- las empresas que se encargan de medir los niveles de pobreza de la población se basan en los ingresos per cápita o en cuán cubiertas tienen las necesidades básicas. Estos dos métodos cuantitativos parten de una definición absoluta de pobreza al tiempo que son fáciles de medir y existe cierta precisión respecto al instrumento que se utiliza para hacerlo.

Sin embargo, hay otro paradigma en relación a la medición que tiene un desarrollo más reciente en el tiempo: definirla a través de aspectos más cualitativos, relacionar la pobreza en términos de vínculos sociales. “En este tipo de medición se ha avanzado en los últimos años en el plano académico, pero no se utiliza en la región aún”, comentó el entrevistado.