IED hacia Uruguay tuvo fuerte repunte en 2021 y alcanzó su máximo desde 2017

Flujos de inversión extranjera habían mostrado una fuerte caída en 2020 por la pandemia

La inversión extranjera directa (IED) hacia América Latina creció un 40,7% en 2021 respecto al año anterior, aunque no logró recuperar los niveles previos a la pandemia, según el informe anual que elabora la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Hacia Uruguay se dirigieron US$ 2.587 millones de IED, lo que en comparación con los magros datos de 2020 marcó un fuerte crecimiento de 531,5%, pero también superan holgadamente los registros de 2018 y 2019.

Con una recuperación económica todavía débil, América Latina y el Caribe recibió US$ 142.794 millones de IED en 2021, un 40,7% más que en 2020. Sin embargo, este crecimiento no fue suficiente para alcanzar los niveles previos a la pandemia, según detalla el informe anual de Cepal.

A nivel global, señala que los montos de IED aumentaron un 64% el año pasado, alcanzando aproximadamente US$ 1,6 billones. Sin embargo, América Latina y el Caribe perdió participación como destino de las inversiones mundiales, representando 9% del total, uno de los porcentajes más bajos de los últimos 10 años y lejano del 14% que se registró en 2013 y 2014.

De acuerdo con el informe, la reactivación de las inversiones en 2021 se produjo en todas las subregiones. Los países que recibieron más montos de IED fueron Brasil (33% del total), México (23%), Chile (11%), Colombia (7%), Perú (5%) y Argentina (5%).

Hacia Uruguay, se destinaron en 2021 US$ 2.587 millones de IED, lo que marcó un sustancial incremento anual de 531,5%, respecto a los magros US$ 410 millones que había recibido el país en 2020, y supera los niveles prepandemia. En 2018 se había recibido IED por US$ 1.599 millones y en 2019 se habían registrado unos U$S 1.409 millones. Además, el informe de Cepal destaca que la inversión recibida por Uruguay el año pasado supera la media de los últimos 10 años.

Cabe destacar que en el promedio 2010-2014 fue cuando se registraron los mayores niveles de IED hacia Uruguay, con un promedio anual en ese quinquenio de US$ 3.252 millones. De todas formas, el informe especifica que por cuestiones metodológicas no son cifras estrictamente comparables con las de años posteriores.

De acuerdo al documento, el crecimiento de la IED a Uruguay se debe principalmente a los ingresos por la reinversión de utilidades, que, tras dos años sucesivos de registros negativos, fueron de US$ 2.565 millones en 2021. Por otro lado, los préstamos entre filiales no revirtieron el descenso observado en 2020 y registraron entradas negativas (-US$ 768 millones) y los aportes de capital disminuyeron un 11%. 

Sectores y orígenes

A nivel regional, los sectores de servicios y recursos naturales, con aumentos de 39% y 62%, respectivamente, fueron los sectores más dinámicos, según destaca Cepal. Por el contrario, el sector de las manufacturas tuvo una caída de 14% en sus ingresos de 2021, lo que se explicó por la diminución de inversiones en Brasil.

Las telecomunicaciones y las energías renovables se mantuvieron como los sectores que despiertan el mayor interés de los inversores extranjeros para la realización de nuevos proyectos; sin embargo, los anuncios de nuevos proyectos de inversión no repuntaron en 2021 y están en su punto más bajo desde 2007 (US$ 51.500 millones).

La Unión Europea y Estados Unidos fueron los principales inversionistas en 2021, representando el 36% y 34% del total, respectivamente.

Al presentar el informe, el secretario ejecutivo de Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs, destacó que “en una región con bajos niveles generales de inversión, la inversión extranjera directa es fundamental para el diseño de una política productiva”. Explicó que para que la IED tenga un impacto positivo, se requiere de “articular las políticas de desarrollo productivo con la atracción de inversiones de alta productividad, en actividades que apoyen procesos virtuosos de desarrollo en términos de inclusividad, calidad del empleo, sostenibilidad ambiental, innovación y complejidad tecnológica”.