Film chileno relata historia similar a la de serie argentina de seis años atrás basada en novela portorriqueña

¿”Oscar” para un plagio? > UNA MUJER FANTÁSTICA

Una mujer fantástica. Chile 2017, coproducción con Alemania / España / EE.UU.

Dir.:  Sebastián  Lelio. Guión: Sebastián Lelio, Gonzalo Maza. Con: Daniela Vega, Francisco Reyes, Luis Gnecco.

“Una mujer fantástica” es un excelente melodrama sentimental cuyo punto de  partida es la relación de rico empresario de clase alta con pareja más joven, luego de abandonar a su esposa e hijos. Una habitual relación sexual de ambos provocará la muerte del empresario. La conmoción y enfrentamiento que el deceso produce entre la actual mujer y la familia del extinto, es un planteo harto frecuentado.  Su supuesta originalidad reside en  que   quien era pareja del industrial es transexual, duramente acosada física, moral, social y económicamente por familiares del extinto.

El párrafo precedente debía ser seguido de un análisis cinematográfico de esta realización. Sin embargo creemos que corresponde transcribir el argumento de “La viuda de Rafael”, miniserie argentina (13 capítulos, emitidos en 2012) escrita por Marcelo Nacci y Tony Lestingi, sobre novela homónima, de 2006, del portorriqueño Luis Daniel Estrada Santiago.

Descripción de la trama de “La viuda de Rafael” en Wikipedia:

“Rafael (Luis Machín) ―un empresario adinerado y díscolo proveniente de una familia ultracatólica del Opus Dei- lleva una vida feliz junto a Nina (Camila Sosa Villada), una transexual a la que ayudó económicamente para que se transformara en mujer. Rafael es extorsionado y presionado por su hermano y su madre por su condición homosexual y su elección de pareja. En medio de una discusión telefónica con su hermano (que nuevamente le solicita dinero para deudas de juego) sufre un accidente y muere. Nina deberá luchar por sus derechos contra un sinfín de obstáculos”.

Los plagios y  semejanzas, casuales o deliberadas, existentes en las letras y en el cine, son innumerables, dejando paso, las más de las veces, a disputas legales dirimidas en tribunales con diferentes  criterios para determinar si se  configuró alguna causal pasible de pena. El lector sacará sus  propias conclusiones en esta ocasión. Si bien e independientemente de la calidad y desarrollo formal insertos en su propia condición (miniserie y film), existe una flagrante semejanza entre el galardonado film chileno y la miniserie argentina. Hay ocasiones en  que  la cordillera de los Andes parece tener ventanas.

En las últimas cuatro décadas, buena parte del cine chileno de ficción  y también el documental, fue certero retratista de la realidad social, política y económica de la nación trasandina. Testimonios apoyados en   la simbiosis   entre cuanto se muestra y  su formulación  cinematográfica, con realizadores y films memorables,  destacándose: Miguel Littin (El chacal de Nahuel Toro. Etc.), Silvio  Caiozzi (Julio comienza en  Julio, La luna en el espejo, etc.), Ricardo Larrain (La frontera),  Andrés Wood (Historias del fútbol, Machuca, etc.), Sebastián Sepúlveda (Las niñas Quispe), Pablo Larrain (El club), Mario Alberdi (La once), Carlos Leiva (El primero de la familia), de una lista mucho mayor, en la que también se incluye a Sebastián Lelio (Una mujer fantástica).

Chile ha sido tradicionalmente un país conservador, y cuando surge “Una mujer fantástica” se halla en medio de la lucha en pro del matrimonio  igualitario. Su diseño de la familia del empresario, se corresponde con  una alta burguesía, dispuesta a mantener las apariencias (familia católica y devota, en este caso), al precio de la cómplice hipocresía de sus  integrantes. El film no oculta su intencionalidad cuestionadora,  su defensa de  un “libre albedrío” de la sexualidad, rehuyendo empero actitudes panfletarias.

Productores y realizador –que ya  tienen un pie en EE.UU., país coproductor- adoptaron una fórmula esencialmente propia del (buen) cine norteamericano (de antaño). La historia eje  avanza y a sus costados corren  las sublíneas del   guión aportando diversidad de elementos propios del cine de suspenso, el  policial y desde luego el melodrama. Un ritmo ágil, dinámico, claridad expositiva, una fotografía plásticamente cuidada y acorde a los requerimientos dramáticos, hacen del film un título sumamente atractivo sin descuidar su contenido libertario y defensor de los Derechos avasallados.

La ficción del cine suele confundirse con  la realidad. La actriz Daniela Vega es,  como su personaje, una mujer transexual. E imprime a su creación un sesgo dramático que le ubica por encima del melodrama que es el film. Daniela  Vega es también destacada cantante lírica. Son suyas las interpretaciones que escuchamos de  “Sposa son disprezzata” de la ópera “Bajazet”, de  Antonio Vivaldi, y de “Ombra mai fu” de Handel.