Hechos recientes convierten a divertida caricatura política, en alarmante y real llamado de alerta

Parafraseando a Diego Lugano > SON TODOS IGUALES

Por Álvaro Sanjurjo Toucon

La dictadura perfecta (México 2014)

Dir.: Luis Estrada. Con: Demián Alcázar, Alfonso Herrera, Silvia Navarro, Sonia Couoh. Vista en Netflix.

El humor satírico, máxime si está referido a situaciones concretas, como lo es la realidad política de un país en determinado momento histórico, suele hallar invalidantes condiciones en la medida que el receptor (espectador o lector) es ajeno al medio en cuestión.

En el caso del film mexicano “La dictadura perfecta” ese posible escollo es doblemente sorteado. Un espectador local medianamente informado, sabe que la Revolución Mexicana encabezada por Villa y Zapata fue congelada y traicionada desde su llegada al poder hasta hoy (con alguna excepción puntual como el gobierno de Lázaro Cárdenas). Primero, a través de la hegemonía de un Partido Revolucionario Institucional con monstruosa corrupción endémica, y luego por los partidos que le sustituyeran que demostraran la persistencia de vicios expandidos por encima de banderías e individualidades.

Es en este México de hoy, que el film de Luis Estrada expone con rasgos divertidamente caricaturales, la serie de sobornos, chantajes y demás con que un político corrupto e ignorante llega a Presidente, apoyado por las huestes civiles y militares que reclamarán su parte del botín.

En estos tejes y manejes para colocar a alguien vulnerable, y en consecuencia manejable, en la Presidencia, ocupa sitial decisivo una poderosísima empresa de  la TV mexicana. Obvia referencia a “Televisa”, un conglomerado de poder que opera a través de lo empresarial. Una referencia medianamente velada, que trasladada a latitudes próximas puede llamarse “O Globo” o “Grupo Clarín”.

El estilo del film se aleja de las refinadas sutilezas satírico políticas de un Ernst Lubitsch (“Ninotchka”), Billy Wilder (“Uno, dos, tres”), o Wolfgang Beckar (GoodBye Lenin), alternando características más directas, como ser la de nuestra murga y la revista porteña, con toques propios de la inteligencia del “Telecataplum” original.

Sin embargo, esos señalados rasgos de caricatura con algo de brocha gorda, se han transformado hoy en parte de la realidad en que estamos inmersos. El uso personal de tarjetas de crédito institucionales, el vínculo familiar de empresarios con primeras figuras de gobierno, las estafas de caudillos políticos al Estado y a particulares, y “lastbutnotleast”, el culebrón de la AUF (con sus idas y venidas en un universo empresarial-político-deportivo) en medio de disputas entre villanos y más villanos, nos lleva a rectificarnos en cuanto al carácter caricatural de los personajes y hechos de “La dictadura perfecta”, ya que son escalofriantemente reales. Y además, parte de una inmoral realidad latinoamericana que, esta vez, no puede echarle culpas “al bloqueo yanqui”.

En el Uruguay de hoy, y luego de ver este film, cobran dramática vigencia las palabras de Diego Lugano, cuando un periodista le preguntara si el recambio de figuras en la AUF sería solución a la corruptela: – Son todos iguales.


Sambá. República Dominicana 2017

Dir. Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán. Guión: EttoreD’Alessandro . Con: Algenis Pérez Soto, Ettore D’Alessandro, Laura Gómez.

El cine dominicano tuvo precario desarrollo hasta que la irrupción del registro digital –como ocurrió en todo el mundo- abarató costos generando la proliferación de títulos. Buen porcentaje corresponde a productos netamente comerciales y una porción menor a filmes con calidad que les condujo a diversos festivales.

“Sambá” (nombre dado a la bolsa con que practican los boxeadores) es el séptimo film dominicano llegado a pantallas montevideanas. En términos estadísticos, de esa cantidad solamente dos –uno es “Sambá”- tuvieron exhibiciones regulares en Cinemateca 18, y los cinco restantes fueron documentales de fugaz pasaje por festivales locales.

“Sambá”, film pugilístico ubicado en las antípodas del relumbrón de la serie “Rocky”, posee empero muchos de los elementos anecdóticos, no ajenos al melodrama, propios del género.

Un hombre regresado al hogar tras quince años de cárcel que le convirtieran en potente púgil, halla a su madre entregada al alcohol y a su hijo adolescente dando sus pasos iniciales como ratero callejero.

Su ocasional contacto con ex púgil italiano (el guionista del film), le permite ingresar en el submundo de un boxeo corrompido (condición que parece ser inherente dentro y fuera del ring), donde una promotora mujer le llevará literal y metafóricamente contra las cuerdas.

Ese gastado esquema, logra brillos propios gracias a personajes  convincentes en diseño e interpretación, un fluido relato, y una cámara que no se regodea en rostros y cuerpos destrozados a golpes, sino por el contrario, registra esas escenas brutales en la medida necesaria. A ello se añade el trasfondo de una zona signada por auténtico tercermundismo caribeño.

Box, corrupción y miseria en un film atractivo y ambiguo en más de un sentido.