Más de 33 millones de personas de origen mexicano viven en los EE.UU. y Hollywood lo sabe

Valentino y Novarro EL HIJO BASTARDO

Por A. Sanjurjo Toucon

Como ser un latin lover (How to Be a Latin Lover). EE.UU. 2017. Dir.: Ken Marino.  Con: Eugenio Derbez, Salma Hayek, Rob Lowe,  Raquel Welch.

Eugenio Derbez  (Mexico 1961) se ha desempeñado en el cine, teatro y TV mexicanos, como actor,  guionista, escritor,  empresario, productor y director. Con notoria inclinación hacia la comicidad, por cuanto puede verse en “Como ser un Latin Lover”.

El concepto de “latin lover” fue creado, o al menos adquirió sus connotaciones con patente internacional, a través de la irrupción en el cine de Hollywood de las primeras décadas del siglo XX, de dos figuras arquetípicas: Ramón Novarro (nacido en México) y Rodolfo Valentino (nacido en Castellaneta, al sur de Italia).

Amantes apasionados en la pantalla (gigolós bisexuales fuera de ella), el colectivo inconsciente (en este caso predominantemente femenino) atribuyó a los hombres de cabellos y ojos oscuros, una potencia sexual que, es de suponer, fue comparada con la de los más abundantes rubios de ojos celestes, quedando en desventaja estos últimos.

Fuese real, o pergeñada por los  publicistas, la potencia del macho latino es, hasta hoy, una condición explotada  por el cine norteamericano que contribuyera a dar consistencia al mito de modo axiomático.

Consagrado por Hollywood, el concepto del “latin lover” fue aceptado a ambos lados de la  pantalla, ya sea admirándole o como material vendible.

Apuntalado firmemente, el “latin lover” invadió diversos géneros  cinematográficos, flexibilizando su modelo. En “Como ser un latin lover”, la historieta se desarrolla en torno a un joven cuyos planes futuros se evaporan cuando su millonaria y octogenaria esposa le abandona por un “admirador” más joven.

Esa relación interesada de hombre joven por mujer mayor, repetida infinitas veces en el cine,  posee dos ilustres antecedentes: “El ocaso de una vida” (1950, Billy Wilder) un suculento drama y también un film genial,  y “Cuentos de verano” (1968, Gianni Franciolini), con un descomunal Alberto Sordi, en antológica creación humorística de arribista buscando desprenderse de la que es tiránica y acaudalada cónyuge.

Derbez no es un comediante, apenas un bufón mal guiado, en un  film igualmente  tosco y vulgar. La mexicana Salma Hayek (1966) es un gancho para espectadores a   uno  y otro lado de la muralla del señor Trump.

El film posee todos los rasgos de un (pésimo) cine nitidamente comercial,  pensado  para consumo de determinado nicho de espectadores: mexicanos en EE.UU., parte de una relación amor/odio que incluye la apropiación de  Texas y una molesta/necesaria convivencia contemporánea. Segùn el último censo, en los EE.UU.  viven  33:600.000 (treinta y tres millones seiscientas mil) personas de origen mexicano.

Este es el  primer film norteamericano filmado simultáneamente en su idioma original (inglés) y en castellano.

Una anécdota ilustrativa: En la ciudad de Chicago, una multitud en diversos y numerosos vehículos, hacía estallar cohetes ensordecedores y al grito de “Viva México” desplegaban enormes  banderas de su país. ¿Qué están festejando?, preguntó el turista. La  respuesta fue contundente: ¡La independencia de México!


Alien: Covenant (Alien Covenant). EE.UU. / Reino Unido / Australia / Nueva Zelanda / Canadá 2017. Dir.: Ridley Scott. Con: Michael Fassbender, Katherina Waterston, Bill Crudup. 

En  mayo de 1978, en Montevideo se estrena “Los duelistas” (1977), primer título del realizador británico Ridley Scott que se conocía entre nosotros, si bien su trayectoria como  productor y realizador de Cine y TV data de 1965, habiendo totalizando con “Alien: Covenant”, ciento veintitrés trabajos como productor  y cuarenta como realizador, además de haberse desempeñado en otras tareas inherentes a su condición.

“Los duelistas”, basada en un texto de Joseph Conrad, cosechó elogios por su sentido de la narración, transcurrida a lo largo de varias décadas en que se enfrentaban dos esgrimistas.

Las expectativas generadas por este film, no defraudaron ni tampoco despertaron unánimes elogios. Lo  cierto es que  la trayectoria de Ridlet Scott como realizador le permitiò conquistar importantes elogios de  público y crítica. Algunos de esos títulos son: “Alien, el octavo  pasajero”, “Blade Runner”, “Thelma Y Louise”, “Bladel Runner”,”Gladiador”, “La caída del halcón negro”.

“Alien, el octavo pasajero” sirvió para lanzar varias secuelas, ninguna memorable, más bien “cine chatarra”, vendiendo una grifa.

“Alien: Covenant” también es cine chatarra, con vestiduras usadas. El punto de   partida: una nave espacial, transportando adormecidos a sus numerosos pasajeros, quedando la nave a cargo de su tripulación.

Ridley Scott y su escenógrafo, repiten escenografías fielmente copiadas al Stanley Kubrick de “2001”, barrocos monstruos escapados del más reciente cine de ciencia ficción, criaturas provenientes del cine “gore”, y toda la parafernalia de esos géneros, al servicio de  ¿un guión? que no hace sino recopilar (burdamente) a varios films previos (incluso de Ridley Scott).

Palimpsesto o indisimulado plagio, no son necesariamente invalidantes de  “Alien: Covenant”; su principal defecto es ser terriblemente aburrida.


Vapor (Vapor). Argentina 2016. Dir. y guión: Mariano Goldgrob. Con: Juan Calviño, Julia Martínez Rubio.

Una pareja de cuarentones, ex amantes, se reencuentra   una noche en la puerta de un velatorio.

Recuerdos de tiempo pasado y compartido, de tiempos con otras parejas, ocupan un diálogo en el que asoman diversas angustias existenciales más pretenciosas que profundas. Imposible no evocar plúmbeos diálogos de la filmografía del Jean-Luc Godard de los años sesenta.

Caminan de continuo por una ciudad en penumbras, que la fotografía recrea con imágenes por demás oscuras.  Molestas. Justificarlas como referentes a las zozobras de la pareja,  o a la ciudad atrapante, sería simbolismo infantil.

Cualquiera sabe que la  oscuridad necesaria en determinada escena de un film, debe lograrse de manera que el espectador sepa que  ocurre. No vendría mal revisar la secuencia de la cena con velas de “Barry Lyndon” (1975, Stanley Kubrick).

El trabajo actoral es apenas visible, la interpretación se reduce prácticamente a aquello que se escucha.

El realizador Mariano Goldgrob (Buenos Aires 1975), con antecedentes en el documental,  debuta con “Vapor” en el largometraje de ficción. Naufraga.