Martín Rama: “El test para Uruguay va a ser en la temporada turística, y qué es lo que se va a hacer finalmente”

Martín Rama, jefe del Banco Mundial (BM) para América Latina y el Caribe


En diálogo con CRÓNICAS, Martín Rama, jefe del BM para América Latina y el Caribe, se refirió a la coyuntura de la región, enmarcada también dentro del último informe del ente financiero global. Titulado “El costo de mantenerse sanos”, el estudio no solo analiza el impacto económico de la pandemia del Covid-19, sino también la necesidad de mejorar la cobertura y la calidad de los sistemas de atención de salud. En ese marco, el Banco proyecta una caída de 7,9% del PIB de América Latina y el Caribe (sin Venezuela), con un crecimiento de 4,0% en 2021. En el caso de Uruguay, 2020 será de una baja de 4,0%, con un rebote en V de 4,2% el año próximo. En su opinión, el gran desafío que tiene nuestro país es la temporada turística, dado que ahí es donde se van a plantear más las tensiones entre el costo económico y el costo en salud.

Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo

– En su opinión, más allá de la región, ¿cómo afectó la pandemia a nivel económico global?

– Lo que estamos viendo es una recuperación muy desigual. Observamos que partes de Asia no van a tener un año extraordinario, pero sí bueno. También estamos notando que la caída en Estados Unidos (EEUU) es bastante menor de lo que se temía al principio; las previsiones de la Reserva Federal son ahora de una caída de entre 3% y 4% del PIB, cuando se pensaba que sería más bien en el entorno de 7%.

Es distinto en el caso de Europa, que puede estar más golpeada por más tiempo.

Pero también es interesante que en este período lo que vemos es que el comercio de bienes se ha recuperado con mucha fuerza. Si uno piensa desde una perspectiva como la de Uruguay, que exporta muchos bienes agrícolas y para el mercado de Asia del Este, es importante. Entonces, estos son elementos relativamente positivos. América Latina depende mucho de EEUU y de Asia, por tanto, esas dos noticias dan un poco de luz en el horizonte.

– ¿Qué análisis hace de las proyecciones para América Latina y el Caribe para 2020 y 2021 por parte del Banco Mundial? (Ver tabla 1)

– Con esos números no hay forma de ser optimistas. Esta es una de las peores crisis de las que tengamos datos.

Obviamente, las previsiones hay que tomarlas con cautela, porque es una crisis distinta de otras anteriores. Es una crisis que tiene elementos de demanda -porque cayó la demanda externa-, tiene elementos financieros -porque hubo salida de capitales al principio-, pero es distinta también porque ha habido una contracción de la oferta. O sea, que es una crisis golpeando por todos lados.

Y eso hace que todas las previsiones se deban tomar con cierto margen de error. Si será exactamente 7,9% o no, nadie lo sabe. Pero sin duda la magnitud es muy importante.

– ¿Qué visión tiene sobre el caso de Uruguay en particular?

– Tomándolas como proyecciones, en términos relativos, Uruguay en la región es de los países que sale mejor, al menos por ahora.

Cuando miramos la caída del crecimiento con respecto a lo que pronosticamos en enero, muy pocos países -Guatemala, Paraguay- andan en ese entorno. Muchos de ellos tienen caídas más significativas y, al mismo tiempo, Uruguay ha tenido un costo mucho más moderado que otros en términos de vidas humanas.

O sea que la situación de Uruguay, dentro de un panorama que no es bueno, es de las menos malas.

– ¿Cuáles son los principales riesgos y oportunidades en materia económica que se generaron a raíz de la crisis del Covid-19?

– Riesgos hay unos cuantos. El primero es ser capaz de durar en el largo plazo. Todo esto arrancó con la imagen de que rápido se iba a tener una vacuna -y ojalá así sea-, pero existe la posibilidad de que lleve tiempo desarrollar una vacuna segura y efectiva, que lleve tiempo comprarla y distribuirla, y que un retorno a la normalidad por vía de vacunación no sea algo que esté en el horizonte seguro de los próximos meses; quizá no de los próximos años.

Eso significa que hay que ser capaz de aguantar las consecuencias de un mundo donde va a haber mucho menos tránsito de personas por la frontera, porque afecta al turismo; no afecta a los servicios que se prestan electrónicamente, tampoco al comercio de bienes, pero elementos como el turismo van a seguir mal por bastante tiempo.

También hay problemas de liquidez de empresas que han tenido una caída de la demanda, que se pueden transformar en problemas de solvencia. Y en ese caso no es simplemente un tema de conseguir financiamiento… Este es uno de los problemas más graves.

Los gobiernos en general están teniendo menos recaudación y más gastos. Eso está aumentando las deudas públicas en una región en la que, para empezar, no había mucho espacio fiscal, salvo en unos pocos países.

Todo eso genera una presión y una incertidumbre que son importantes para el futuro.

Las oportunidades van a venir por varios lados. De algún modo, esto es un gran shock que potencia determinados sectores. Hay algunos que saben funcionar en un mundo con poco contacto, por lo que están prosperando. Para países como Uruguay, que tiene una buena implantación en temas informáticos, de servicios, de valor agregado alto, eso puede ser una buena noticia.

– Destacó el desempeño de Uruguay frente a la crisis. En concreto, ¿qué medidas tomadas por nuestro país resaltaría?

– Toda América Latina reaccionó muy rápido a la pandemia. El hecho de que llegó más tarde que a otros lados hizo que la reacción de políticas de salud fuera fuerte y bastante pareja.

Pero después, la capacidad de implementación hizo toda la diferencia. Las condiciones sociales también; si la gente está haciendo cuarentena en lugares hacinados, sin agua, sin saneamiento, no es muy claro que eso vaya a ser muy efectivo para contener la prevención de la epidemia. Si no hay capacidad de testear, de rastrear, si no hay un sistema de salud que funcione bien, tampoco.

Y ahí es donde a Uruguay claramente le fue mejor que a otros. No es que haya implementado políticas radicalmente distintas.

“Dentro de un escenario que obviamente es malo, Uruguay la va llevando bastante bien”.

Al mismo tiempo, el tener una crisis sanitaria de salud menor permite normalizar la actividad más rápido, que es lo que ocurrió en Uruguay. Fue de los primeros países en abrir su economía -y junto con ella volviendo a las escuelas, que es muy importante-, y eso ahorra recursos también. Si uno mantiene la economía cerrada por muchos meses hay que seguir buscando fondos para transferir a los que no pueden salir a trabajar. De algún modo, el haber respondido bien ahorra recursos para el futuro.

En general diría que dentro de un escenario que obviamente es malo, Uruguay la va llevando bastante bien.

Actualmente, Uruguay convive con un aumento diario de casos, pero a pesar de ello no hay planes de cerrar nuevamente la economía. ¿Cuál sería el costo económico de dar marcha atrás en las medidas de apertura que se tomaron?

En lugares de Europa donde ha habido segundas olas se vuelve muy difícil volver a medidas de contención tan drásticas como al principio, y hay un cansancio de la población. Pero al mismo tiempo, si se produce una segunda ola, hay un problema de salud. El mantener la eficacia de la contención sanitaria es muy importante. El test para Uruguay va a ser cuando venga la temporada turística y qué es lo que se va a hacer finalmente. Porque ahí es donde se van a plantear más las tensiones entre el costo económico y el costo en salud, según cómo se maneje.

– Si uno observa el resumen que el Banco Mundial hace para Uruguay en su informe “El costo de mantenerse sanos”, en la tabla de análisis se ve que de 2020 a 2022 se espera que la mayoría de los indicadores disminuyan, o que experimenten un rebote. ¿Se puede decir que Uruguay está bien parado económicamente de cara al futuro? (Ver tabla 2)

“Esperamos para Uruguay una recuperación en V. La gran pregunta es cuánto tiempo le va a llevar a la parte ascendente recuperar lo perdido en la parte descendente”.

– El hecho de que el comercio de bienes se esté recuperando, que China esté creciendo de nuevo, juega a favor de Uruguay. Que Uruguay esté bien instalado en algunos sectores de servicios que no necesitan que las personas crucen las fronteras ayuda. Esperamos una recuperación en V. La gran pregunta es cuánto tiempo le va a llevar a la parte ascendente recuperar lo perdido en la parte descendente. Y ahí hay mucha incertidumbre.

– ¿Cuándo cree que las economías dejarán de sentir el impacto de la pandemia?

– No sabría decirlo, y creo que va a haber mucha diferencia según los países. Por ejemplo, si uno toma las islas del Caribe, que dependen completamente del turismo, para esas naciones puede llevar más tiempo que para otras.

Va a haber mucha heterogeneidad. También, cuál es el apetito político de la población para seguir con medidas de contención fuertes; la mayor parte de las epidemias en la historia terminaron no porque se inventó una vacuna -hubo algunas como la viruela, pero son muy pocas-. Las epidemias se terminan cuando la población encuentra formas de vivir y de funcionar con ellas. A qué velocidad va a ocurrir eso en distintos países, no sabría decirle.


Remedios, salud y economía

– En el informe “El costo de mantenerse sanos”, el Banco Mundial hace hincapié en la financiación del sistema de salud post-pandemia. En su opinión, ¿en qué situación se encontraba América Latina y el Caribe, y más especialmente Uruguay, antes de la llegada del Covid-19, y qué esfuerzos deberá hacer a partir de ahora como consecuencia del virus? ¿Qué tanto hay para mejorar?

– El tema del informe y el título se refieren a que mantenernos sanos involucra políticas que afectan a la economía -como la cuarentena-, pero comprende también los gastos regulares del sistema de salud. En América Latina la situación que tenemos indica que en casi todos los países hay cobertura formal de toda la población, de un modo u otro.

La universalidad de la cobertura es más efectiva, pero hay mucha fragmentación. Dependiendo en qué parte del sistema de salud está uno, la calidad del servicio y los costos son muy distintos. Y aun así, siempre quedan costos importantes para las familias de plata que tienen que pagar de su bolsillo.

Lo que analizamos usando encuestas de hogares es cuánto gastan las familias en salud según cuán pobres o ricas son, y lo que aparece es que es un gasto importante, muy fuerte para las familias que tienen un golpe de salud severo, y lo es también en farmacéuticos.

El principal comprador de medicamentos en casi todos los países es el gobierno. Y lo que hacemos es un análisis muy detallado de medio millón de compras públicas, a través de siete países, de productos muy homogeneizados, para ver cuándo es que se compra barato y cuándo es que se compra caro, y de qué depende. Entonces, hay idea de cómo reducir ese costo en un momento en que de todos modos todo el mundo tiene que estar pensando cómo restablecer equilibrios fiscales de a poco, y esa es un área que también interesa no solo desde el punto de vista de la salud y el costo para las familias, sino desde el punto de vista presupuestario.


No más anti-vacunas

– ¿Cuándo cree que estará pronta la vacuna para América Latina y el Caribe, y qué impacto tendrá no solo a nivel de mejora de la salud sino desde el punto de vista económico para los países?

– Es claro que hay una carrera para producir una vacuna. Si se lograra producir a una velocidad rápida, sería algo sin precedentes.

Ha habido otras situaciones sanitarias muy graves para las cuales no logramos todavía una vacuna. El Sida costó 20 millones de muertos y no hay una vacuna contra ello, y empezó hace décadas; pero hay varios caminos prometedores.

El principal problema es, una vez que esté la vacuna, cómo conseguirla.

El Banco Mundial está muy involucrado, y acaba de aprobar US$ 12 mil millones para ayudar a los gobiernos de los países en desarrollo a comprar vacunas, de modo que no estén al final de la cola para adquirirlas cuando haya vacunas efectivas, y que no sean los países ricos los primeros que llegan y compran todas las dosis. Si uno mira hoy en día, hay países y economías avanzadas que han comprado de distintos laboratorios suficientes vacunas como para inyectar cinco veces a toda su población; es el caso del Reino Unido, por ejemplo.

Obviamente, la apuesta es que no todos van a lograr una vacuna, pero es como comprar de antemano la promesa de la vacuna. Es un problema casi de logística económica: es asegurar que países que son más pobres, que no tengan esos recursos, puedan ir obteniendo opciones de compra hoy para no estar al final de la cola cuando llegue la vacuna.

– Y el Banco Mundial se asegura de eso, de que los países en desarrollo no queden rezagados.

– Exacto. Se ha involucrado también, por ejemplo, a la Organización Mundial de la Salud (OMS), mediante un mecanismo que se llama Covax. Uno paga una cuota para ser miembro, que es como una apuesta que la vacuna va a estar disponible. Hay un mecanismo de certificación que necesita una vacuna para ser aceptable -que seguramente no es el Banco Mundial, sino que son los reguladores de múltiples países los que lo decidan-. Pero luego si una vacuna cumple con esos requisitos, y el país pagó su cuota, tiene acceso a una cantidad de dosis.

La idea es que en primera instancia va a ir al personal de salud a las poblaciones más vulnerables. No va a haber para todo el mundo al principio, pero si uno es estratégico se puede avanzar mucho.