«Estamos atravesando un proceso de transformación de nuestro core tecnológico»

EDICIÓN EMPRESAS & NEGOCIOS Nº 100

Néstor Abatidaga, presidente de Sancor Seguros Uruguay


Desde la empresa se proyecta trabajar con una mirada integral entre los gobiernos y el sector privado para fomentar una mayor cultura del seguro.

-¿Cómo ve el mercado asegurador uruguayo en el mediano y largo plazo y qué rol deberán jugar las aseguradoras?

Si nos remitimos a nuestra experiencia, en los 12 años que Sancor Seguros tiene de presencia en el mercado uruguayo, las expectativas son de seguir viendo el crecimiento de la economía en general y de la industria aseguradora en particular. Uruguay ha tenido como características la previsibilidad económica, el crecimiento ordenado y una firme apuesta a la seguridad jurídica; aspectos que contribuyen al desarrollo de cualquier actividad, incluida la aseguradora. Uruguay no escapa a las generales de la ley de los países de Latinoamérica  es a la dependencia de ese crecimiento a coberturas fundamentalmente patrimoniales, y allí es donde comienza a jugar la necesidad de una mayor cultura aseguradora, que es un tema complejo, porque no solo intervienen factores económicos, sino sociales y de idiosincrasia.

En nuestra región, la participación del seguro en el PBI apenas alcanza el 4% en el mejor de los casos, y es menor incluso en la mayoría de los países de América Latina. En países desarrollados -sobre todo los de Norteamérica y de algunas regiones de Europa- esa participación en el PBI supera el 8%, y llega hasta el 10% en algunos de ellos. El motivo está en la cultura aseguradora orientada fundamentalmente a la contratación de seguros de personas -vida y salud-. Si bien hay culturas con una mayor propensión a la previsión que las latinas, debemos trabajar con una mirada integral entre los gobiernos y el sector privado -aseguradoras principalmente- para fomentar una mayor cultura del seguro, con un enfoque que incluya la educación desde la temprana edad, el correcto control del desempeño de las aseguradoras -castigando aquellas que no cumplen con su función y generan una mala imagen de la industria frente a la sociedad-, y trabajando en programas e incentivos fiscales que aumenten el atractivo de distintos tipos de seguros. En un contexto global de alta demanda de alimentos para una creciente población, proteger la producción y a los productores que se encargan del inicio de la cadena, es un aspecto que no solo debe ser de interés individual sino colectivo. Aquí, también se beneficia el Estado, porque frente a las situaciones de quebranto que puede implicar la pérdida de la producción, normalmente los productores suelen pedirle asistencia al propio gobierno, quien debe salir a afrontarlo con partidas de emergencia no previstas, que representan un enorme esfuerzo para las arcas públicas pero que no tienen un impacto significativo sobre el problema real. En cambio, la existencia de programas de seguros permite volcar esos recursos de manera ordenada, contribuye a la previsibilidad, a garantizar que los productores puedan recuperarse de estas situaciones y transferir el riesgo, que es uno de los factores centrales que permite el seguro como herramienta.

El envejecimiento poblacional ya es una realidad; gracias al avance tecnológico y de la medicina, la expectativa de vida irá en aumento. Viviremos más años que generaciones precedentes y con una mayor calidad de vida. Ese escenario representa un gran desafío para los países y sus sistemas previsionales.

El envejecimiento poblacional y las nuevas formas de composición familiar, también abren puertas a nuevas coberturas de seguros. Por ejemplo, en aquellos casos de hogares unifamiliares o de parejas sin hijos donde las personas llegan a vivir más años y en la etapa final de su vida tienen problemas de salud que les impide valerse por sus propios medios, ¿quién se hace cargo de esa situación y de que dichas personas no queden en situación de abandono? En ese caso concreto, el seguro tiene herramientas como las coberturas de cuidados intensivos en el hogar. Lo pongo como ejemplo, simplemente, para que tomemos conciencia de que frente a problemáticas nuevas, no podemos apelar a las recetas de siempre.

En un contexto de disrupción tecnológica constante, ¿dónde radicarán las principales apuestas de la compañía?

Así como la industria financiera fue ingresando progresivamente en la era fintech, el seguro a nivel mundial va tras esa tendencia y ya es más común escuchar hablar de insurtech; esto habla a las claras de la importancia que tiene la tecnología como mediadora de todas las relaciones que el cliente tiene con su aseguradora.  En ese contexto, en Sancor Seguros a nivel global estamos atravesando un proceso de transformación de nuestro core tecnológico, adaptando la estructura interna para poder dar servicios de manera más eficiente a la demanda y desafíos propios de este contexto: dotar de agilidad, flexibilidad y capacidad de respuesta en todos los procesos clave del negocio del seguro, tanto para asegurados como para los intermediarios (corredores). Apuntamos a brindar la misma experiencia en cada uno de los canales por los que se pueden contactar con nuestra aseguradora, tanto online como offline. La tecnología debe ser una facilitadora de dichos procesos.

-¿Cuáles son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis, sin importar nivel ni sector de actividad, apuntando a un mayor desarrollo de su sociedad y de su economía en la próxima década?

En la geopolítica propia del Siglo XX era inevitable que un país chico como Uruguay tenga una fuerte dependencia de lo que sucediera en los dos gigantes que tiene como vecinos. Pero esa realidad en el Siglo XXI cambió: vivimos en una era de dislocación, en un mundo donde la conectividad es un valor central y la producción física pierde relevancia frente a la gestión del conocimiento -con eje en la innovación y la creatividad-. Nuestra región tiene un marcado foco hacia el polo agroalimentario, pero entiendo que es importante para un país como Uruguay -y cualquier otro de la región- definir qué rol de especialización quiere tener en el plano global en las próximas décadas y desarrollar políticas educativas orientadas a ese fin. El camino de la tecnificación y automatización en muchas industrias ya son realidad; ahora con la inteligencia artificial ingresamos en una era donde las máquinas pueden aprender y realizar tareas rutinarias que antes solo eran potestad de seres humanos; pero esto generará nuevas oportunidades a nivel empleo, con nuevas profesiones para nuestra gente que hoy ni siquiera conocemos. La función de la dirigencia -y en ello no incluyo solo a los políticos sino también a los empresarios- es pensar en el rol de un país en ese mediano y largo plazo; es un desafío importante porque debemos gestionar intercambiando dos visiones: el día a día en el presente y la mirada puesta en ese futuro.