Mizrahi: “Quiero una clase política que piense más en el país del 2040 y menos en el próximo período electoral”

EDICIÓN EMPRESAS & NEGOCIOS Nº 100

Alain Mizrahi, director de Grupo Radar


La revolución tecnológica seguirá impactando en el mundo del trabajo, y adelantarse a los cambios es la clave para no perder el tren del desarrollo.

¿Cómo imagina al Uruguay, en general, en el mediano y largo plazo –o cómo le gustaría que fuera-?

Imaginar al Uruguay o al mundo dentro de 10 años es como tratar de pensar qué hubiéramos contestado a la misma pregunta hace 10 o 20 años, porque los cambios son cada vez más acelerados. Hace 20 años jamás hubiéramos podido imaginar el alcance de las redes sociales, el WhatsApp, la economía colaborativa, el internet de las cosas, los vehículos autónomos ni muchísimas otras cosas.

¿Cómo me gustaría que fuera entonces? Me gustaría que Uruguay siga “estando de moda”, que para el mundo seamos algo más que un punto en el mapa allá abajo entre dos gigantes. Que seamos un país confiable y atractivo para venir de vacaciones, organizar un congreso, invertir en startups o instalar una sede latinoamericana de una multinacional.

Además, que los habitantes del país en el que mi hijo tendrá 14 años seamos más como pretendemos ser –humildes, amables, solidarios, inclusivos, respetuosos y amigables- y menos como somos realmente: racistas, dogmáticos, egoístas, quejosos, criticones y envidiosos.

Desearía que rindiéramos más culto al trabajo y a la excelencia, en lugar de tratar de conseguir ventajas por vías que no sean el mérito propio.

También, que seamos más cuidadosos del medio ambiente desde cosas tan sencillas como la clasificación de la basura, hasta la no contaminación del agua.

Me gustaría ver una sociedad que esté menos partida en pedazos que se odian entre sí porque unos son “manyas” y otros “bolsos”, unos “planchas” y otros “chetos”, unos de Pocitos y otros del Cerro, unos blancos y otros frentistas, unos empresarios y otros trabajadores –aunque la mayoría de los empresarios también somos trabajadores, pero eso muchos lo olvidan-. Y que sea más librepensadora y menos fundamentalista.

Por último, querría ver a una clase política más y mejor educada y capacitada, que estudie más, que piense más en el país del 2040 y menos en el próximo período electoral, que esté más en contacto con el país real que con el que le cuentan sus asesores, y más informada de lo que hacen las empresas y los empresarios de carne y hueso.

¿Qué tareas debería encarar el próximo gobierno en forma prioritaria pensando en el desarrollo del país?

No me importa aquí si la delincuencia realmente aumentó o no, ni si las estadísticas de uno y otro bando son verdaderas o falsas. Lo que es innegable que existe es una percepción de una enorme inseguridad, y eso incide muy fuerte y negativamente en todos los ámbitos, empezando por el ánimo del ciudadano de a pie y terminando en el clima de negocios. No voy a discutir si la solución pasa por más mano dura o por una real rehabilitación de los presos. Lo que resulta evidente es que hay un problema que rompe los ojos y no se ha encontrado la forma de empezar a resolverlo. Y tal como veo hoy al Uruguay, encaminado desde hace años hacia una sociedad a dos velocidades, creo muy difícil esa tarea sin un gran acuerdo nacional sobre políticas de Estado a largo plazo, sea quien sea que esté en el poder.

También observo con enorme preocupación la revolución que está –y va a seguir- produciendo la tecnología en el mundo del trabajo, y que en muchos ámbitos vinculados a la educación se insiste en querer tapar el sol con la mano. Si no queremos encontrarnos en muy pocos años con un ejército de desocupados –incluyendo profesionales universitarios-, desplazados por las nuevas tecnologías y un mundo totalmente globalizado, debemos repensar totalmente el sistema educativo en cuanto a las habilidades que debemos enseñar desde la primaria hasta la universidad. Sin prejuicios ni dogmas. Está en juego literalmente tomar el tren del desarrollo o el del subdesarrollo.

“Buena parte de lo que hoy se enseña en las propias universidades ya va a ser inútil en pocos años”.

Como tercera –pero no menos importante- tarea del próximo gobierno, incluiría impulsar, promover y apoyar muy fuertemente las actividades de I&D –investigación y desarrollo- en todos los niveles: Academia y sector privado. Ningún país puede salir hoy del subdesarrollo sin una fuerte apuesta a la I&D y, por lo tanto, a la innovación.

Y en cuarto lugar –siempre sin orden de importancia- mencionaría la tan mentada reforma del Estado. Se han logrado cosas muy importantes, a veces con perfil muy bajo, en muchos organismos del Estado: automatización de procesos, desburocratización, digitalización, entre otros. Pero aún queda muchísima ineficiencia, despilfarro de recursos y burocracia, y esto constituye una fuente de descontento importante a nivel de la población en general y especialmente de los empresarios, que pagan caro esa ineficiencia. Sigue habiendo trámites inútiles así como falta de transparencia en muchas compras del Estado.

¿Cuáles son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis apuntando a un mayor desarrollo?

Vivimos en una era en la que no podemos saber qué debemos enseñarle a un niño que ingresa a la enseñanza media en los próximos seis o 10 años para que pueda encontrar su camino el día de mañana, por la sencilla razón de que buena parte de lo que hoy se enseña en las propias universidades ya va a ser inútil en pocos años. Probablemente las computadoras reemplacen a los contadores, los abogados y los cirujanos. Es más: ¡ya lo están haciendo!

¿No será tiempo entonces de volver a poner énfasis en la enseñanza de las artes liberales? Tenemos jóvenes que salen de la enseñanza media sin ser capaces de entender por qué el descuento del IVA no es del 22% sino del 18.03%, de comprender un texto escrito y de escribir en forma inteligible, y ni hablemos de hilvanar un razonamiento según un orden lógico. ¿No tendríamos que preocuparnos simplemente por darles las herramientas básicas –pero sólidas- con las que puedan construir cualquier otro conocimiento?

En otro orden de cosas, y volviendo a lo respondido en la pregunta anterior, debemos apostar fuertemente a la innovación, a la investigación y al emprendedurismo. Me desespera ver cómo “ser empresario”, o sea, desarrollar un emprendimiento propio, sigue siendo una mala palabra en Uruguay y muy particularmente en los ámbitos académicos. Esto genera un círculo vicioso infernal en el que no se promueve el emprendedurismo a nivel universitario, por lo tanto, los que a pesar de todo quieren emprender no cuentan con las herramientas adecuadas, y eso conspira contra el éxito de las nuevas empresas y alimenta el prejuicio según el cual ser emprendedor es algo condenado al fracaso.

Finalmente, debe haber una reflexión muy profunda –pero con conclusiones de acciones concretas- sobre cómo evitar que se siga profundizando –o soñando un poco más, que se revierta- la grieta entre quienes están logrando de una forma o de otra subirse al ómnibus del desarrollo y quienes están quedando excluidos.