El comercio internacional durante 2017

Puesta a punto: Uruguay y el mundo

Dr. Pablo Labandera, especialista en Derecho del Comercio Internacional


Al analizar los principales temas en materia de comercio internacional durante el año 2017, deben destacarse dos. Por un lado, el “efecto Trump” y su incidencia en el sistema multilateral de comercio, reflotando un proteccionismo arcaico y descontextualizado. A nivel doméstico, el condicionamiento indirecto de la “interna del partido de Gobierno” en el relacionamiento internacional de nuestro país, y sus -hasta ahora-, negativas consecuencias.

  1. Un breve repaso de los aspectos más destacados en materia de comercio internacional a nivel internacional, regional y nacional

Si repasamos los acontecimientos más relevantes vinculados al comercio internacional que han marcado el destino del mismo en el último año, cabe resaltar, a nivel internacional, en primer término, la “formalización” y explicitación de la “política proteccionista” y “anti multilateral” (rectius: “anti OMC”) de Estados Unidos. En segundo término, la entrada en vigor (el 22 de febrero de este año) del “Acuerdo sobre Facilitación del Comercio”, tras su ratificación por dos tercios de los Miembros de la OMC (entre ellos, nuestro país). Y, en tercer término, la celebración –por primera vez desde la creación de la OMC– de la 11ª. Conferencia Ministerial (que se realiza cada dos años), en Sudamérica (Buenos Aires), entre el 10 y el 13 de diciembre.

A nivel regional, sin lugar a dudas el hecho más significativo lo constituye el intento de coronación –tras 22 años de negociaciones– del “Acuerdo Comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE)”.

Y a nivel nacional, el punto quizás más discutido se vincula a la imposibilidad – al menos hasta ahora– de lograr poner en vigor el “TLC Uruguay – Chile”, por la resistencia existente en el partido de Gobierno, más allá de la postura manifiestamente favorable al respecto, expresada por la Cancillería uruguaya.

  1. El “efecto Trump” y sus consecuencias a nivel internacional en materia comercial

No debe perderse de vista que –al día de hoy– los Estados Unidos (como destino) representa el 14 % de las exportaciones mundiales, lo cual resulta sumamente significativo.

Es por ello que, el “gran giro” que ha dado esta potencia a nivel del comercio internacional desde la asunción de Trump y su “equipo de negociadores”, constituye un verdadero problema. Así, Trump parece estar convencido de dos cuestiones. La primera, que la acción unilateral es más eficiente que el multilateralismo planteado por la OMC y, por consiguiente –en materia comercial–, resulta mejor evitar las instituciones internacionales, ya que esa organización –según su peculiar manera de observar la realidad internacional–contribuyó de manera directa a la crisis económica que afectó a muchas comunidades estadounidenses donde se perdieron puestos de trabajo a manos de competidores de China y otros países. La segunda, que como sostuvo Robert Lighthizer, principal asesor en materia de política comercial de Trump: “Estados Unidos debería burlarse de la OMC más seguido… creo que hay un desafío en el escenario actual que es mucho más difícil que los que enfrentamos en el pasado: hablo de China” y su interés por “distorsionar los mercados”, problema que –según este buen hombre– “la OMC no está preparada para abordar”.  En síntesis, Estados Unidos –y en esto cuenta con el apoyo de la UE– se opone firmemente a que se le conceda a China el estatus de “economía de mercado” en la OMC.

  1. La puesta en marcha del “Acuerdo de Facilitación del Comercio” (AFC)

El sistema mundial de comercio alcanzó un hito importante el 22 de febrero de 2017, fecha en la que entró en vigor el primer acuerdo multilateral concluido en los 21 años de existencia de la Organización Mundial del Comercio. Al recibir cuatro nuevas ratificaciones, la OMC ha obtenido la aceptación del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio (AFC) por dos tercios de los 164 Miembros de la Organización, mínimo requerido para la entrada en vigor del AFC.

Este “Acuerdo”, que tiene como objetivo principal agilizar el movimiento y el despacho de las mercancías en frontera, así como reducir los costos de transacción de las operaciones aduaneras y, al mismo tiempo, incrementar la transparencia, el comercio y el desarrollo de los países en desarrollo y menos adelantados.

En este sentido, cabe recordar que un estudio realizado por los economistas de la propia OMC, predijo que cuando se alcance la plena aplicación del AFC, se reducirán los costos del comercio de los miembros en un 14.3%, en promedio, y serán los países en desarrollo los que más se beneficien. También es probable que el AFC reduzca en más de un día y medio el tiempo necesario para importar mercancías y en casi dos días el plazo necesario para exportar, lo que representa una reducción del 47% y del 91% respectivamente respecto del promedio actual.

En resumen, esto y las otras disposiciones del AFC, supondrían  para el comercio mundial –a partir de su efectiva implementación– un impulso de hasta un billón de dólares anuales, y serían los países más pobres los que mayores beneficios obtendrían, esto es, – como recordara el director general de la OMC, Roberto Azevêdo: “Los efectos acumulativos son impresionantes. Para 2030 el “Acuerdo” podría suponer la adición de 2.7 puntos porcentuales por año al crecimiento del comercio mundial y más de 0.5 punto porcentual por año al crecimiento del PIB mundial. Estos efectos tendrían mayor repercusión que la eliminación de todos los aranceles existentes en el mundo”.

  1. La 11ª. Conferencia Ministerial de la OMC en Buenos Aires: una buena noticia para la región

Siempre es bueno que los eventos mundiales, como la reciente Conferencia Ministerial de la OMC (la “Conferencia”) se celebren por estas tierras. Es la primera vez que la “Conferencia” se desarrolla en Sudamérica, y ello es significativo en varios aspectos. Más allá de los aspectos simbólicos, también es un logro político relevante para Argentina, desde luego, pero también para la región, más precisamente para el Mercosur. Reunir a los Ministros de Economía y Relaciones Exteriores -o sus representantes- de los 164 países miembros de la OMC,  en un foro donde se discuta el futuro del comercio internacional resulta trascendente.

En un evento en el cual los temas dominantes fueron la limitación y reducción de las ayudas internas que atentan contra la libre competencia del comercio y su incidencia en el acceso a los mercados, nuestro presidente –que estuvo presente– reafirmó el compromiso de Uruguay con el sistema multilateral de comercio “como instrumento para la gobernabilidad global”, ya que, afirmó, “no hay comercio justo, crecimiento económico y desarrollo si estas reglas comunes se respetan según convenga”.

Un mensaje claro, alineado con lo que ha sido –desde la creación de la OMC durante la “Ronda Uruguay del GATT”– la postura de Uruguay ante el multilateralismo que propugna dicha organización.

  1. El “Acuerdo de Libre comercio Mercosur – Unión Europea”: llegando al final

Después de más de cuatro lustros de frustradas negociaciones, con innumerables vaivenes, los dos bloques se encaminan a formalizar un “acuerdo marco” que fije las reglas básicas para el intercambio comercial entre ambos, de ahora en más –entre otros aspectos– en lo que refiere a las reducciones arancelarias.

El “Acuerdo Marco de Asociación Intrarregional” (así se denominaría el mismo), no se centra únicamente en los aspectos comerciales, sino que engloba también aspectos políticos y de cooperación, que resultan de una importancia estratégica cardinal para ambos bloques.

Uno de los aspectos que aún constituye una verdadera “piedra en el zapato” de la negociación, y que resta definir para poder culminarla, es que la UE mejore su oferta de octubre pasado de aceptar 70.000 toneladas anuales de carne vacuna. Así, cabe recordar que el año pasado, de los 90 millones de dólares que Uruguay pagó por aranceles para poder colocar sus productos, 70 millones correspondieron a lo que hubo que pagar por introducir carne vacuna.

Por último, cabe consignar que existe un “catalizador de índole política”, que es el interés superlativo de la UE de cerrar el “Acuerdo” con el Mercosur, antes de las elecciones presidenciales que se celebrarán en Brasil el domingo 7 de  octubre de 2018. El futuro dirá.

  1. El “TLC Uruguay – Chile”: la indecisión nos ubica al límite del desprestigio en materia de relaciones internacionales

Pues bien, en relación a este aspecto existen dos circunstancias que no deben perderse de vista y que –justamente por ello– resulta más inverosímil el retraso existente.  En primer lugar, el  tan “denostado” – por algunos grupos políticos del partido de Gobierno – “TLC”, no es más que una “prolongación ligth” del “Acuerdo de Complementación Económica Nº 35”, oportunamente suscrito por Uruguay y Chile en el ámbito de la Aladi, con la inclusión –muy tímida– de algunos temas “OMC plus”.

Pero, en este “nuevo acuerdo” no se introducen cambios sustanciales, ni se “desarropa” ninguna rama de producción nacional o sector sensible, engendrando una situación que pueda llegar a provocar pérdidas en las fuentes de trabajo ya existentes, ni perjuicios para el Estado en lo que a las compras estatales refiere. Y en segundo lugar, Chile no es –ni en cuanto a destino, ni en cuanto a origen– un mercado relevante para Uruguay, capaz de alterar nuestra balanza comercial.

Pero el mayor perjuicio está dado por el “daño reputacional” que se suscita respecto de nuestro país, en cuanto al cumplimiento de sus compromisos internacionales. El hecho de que la “ecuación interna” del partido de Gobierno sea el factor determinante para el cumplimiento de un compromiso de rango internacional, nos coloca al mismo nivel que los países menos serios del continente. Y eso sí es inconveniente.

  1. A modo de resumen final

A pesar de la furibunda “oposición interna” que parece existir por parte de algunos grupos políticos del partido de Gobierno, en relación a todos aquellos temas trascendentes que nuestro país debe asumir en materia de comercio internacional, el calendario gregoriano va cerrando con un saldo “esperanzadoramente positivo”.

Estos grupos políticos –muchas veces sin argumentos técnicos o jurídicos que permitan avalar sus peculiares posturas en materia de política comercial– debilitan no solamente a su fuerza política sino, en lo que aquí importa, a toda la nación.

Los mismos parecen estar ensimismados en sus posturas –todas ellas alejadas del mundo real–  y, en tal sentido, todo hace prever que seguirán así por mucho tiempo más.

Es por ello que se requerirá, de ahora en más, de un compromiso fuerte del presidente y el canciller para que tantos años de esfuerzos invertidos no solo por el Gobierno de turno, sino, sobre todo, por los actores privados, verdaderos protagonistas del sistema, no se vayan al garete. El futuro dirá.