Llegan buenas noticias desde el norte

En las últimas semanas el contexto internacional –más precisamente Estados Unidos- volvió a cambiar, y el panorama de aumentos de tasas de interés internacionales ya no es tal. De hecho, para 2020 ya existen más chances de una reducción que de un aumento. Lo más probable es que se mantenga el rango actual de entre 2.25 y 2.50% durante todo el presente año, lo que trae implicancias para la región. En un año clave, esto resulta una bocanada de aire fresco para inversores financieros, que difícilmente se materialice en algo tan positivo para la economía real.

Por Carlos Saccone | @carlossaccone

Las últimas novedades provenientes del mercado financiero más poderoso del mundo son alentadoras para la región. La Reserva Federal de los Estados Unidos ha reducido sustancialmente su tono con respecto a futuros aumentos de la tasa de interés de referencia. Si bien aún existen algunos analistas que proyectan una suba este año, la operativa del mercado incorpora estabilidad en 2019 y probabilidades de una baja en la primera mitad del año 2020.

A Uruguay esto le da aire, dado que con nuestro marco institucional sólido, cierto apetito por nuestros bonos ha retornado, luego de fuertes ventas en el último trimestre de 2018. Dado nuestro tamaño pequeño, en el océano de flujos financieros, “cierto apetito” termina siendo relevante para el país. Para muestra no hay más que ver el nuevo éxito en la última emisión de bonos con vencimiento en 2031. No es que haya cambiado nada a nivel local, sino que se ha modificado la diferencia esperada entre retornos. Ante una estabilidad en las tasas en Estados Unidos, me vuelco hacia donde me pagan un poco más, y que tenga un riesgo moderado o aceptable.  Así piensan y operan los grandes inversores como fondos de inversión, en busca de algo más de retorno.

Desafortunadamente, continúa un contexto de cuasi estancamiento económico, que ha sido ya analizado en profundidad por toda la comunidad de analistas locales. Con un desempleo superior a 8% -valor máximo en los últimos 10 años-, un déficit fiscal de 4% del PBI, y un crecimiento económico cercano al 2%, difícilmente se pueda hablar de una situación económica robusta o exuberante, tal como se dio durante el período 2004-2014.

Es interesante ver lo que dice la calificadora Moody´s en este sentido, en el último informe publicado el 16 de enero pasado: “Crecimiento económico moderado en 2018-2020, con débil dinámica subyacente. El PBI creció, en promedio, 2.3% en términos reales durante los primeros tres trimestres de 2018 (…) La performance económica reflejó, sobre todo, el impacto de la refinería de Ancap (…) La formación bruta de capital fijo continúa relativamente débil, creciendo 1.2% durante los primeros tres trimestres de 2018, extendiendo una tendencia observada desde 2014-2015. En términos generales, Uruguay está enfrentando restricciones estructurales en términos de inversiones y empleo que impactarán en las perspectivas de crecimiento de mediano plazo si no se consideran”. En definitiva, la situación no es dramática (ni mucho menos) pero tampoco es buena.

Para los inversores, este contexto de muy pocas acciones destinadas a corregir algunos problemas estructurales del Uruguay no hace otra cosa que obligarlo a mirar mucho más lo que viene desde afuera. En este sentido, es bueno y está favoreciendo la cotización de todos nuestros títulos de deuda pública el escenario de tasas en Estados Unidos.  Además de la tasa de referencia overnight, las tasas de largo plazo han bajado mucho, lo que también está impactando en la cotización del dólar en nuestro país. Hay que ver que el dólar ha bajado en términos reales en los últimos seis meses, lo que es lógico producto de las referencias a tasas en US$. Menos bueno es la volatilidad que podría llegar en los próximos meses desde Argentina, a través del siempre presente “canal sicológico” de contagio, en caso que aumentaran las chances de una nueva presidencia peronista.

Mientras que para el inversor financiero se le presenta un corto plazo positivo, aunque eventualmente volátil, y de mediano plazo favorable en las opciones en pesos, el inversor en la economía real se retrae y espera una luz, un desahogo que lo invite a volver a apostar por el Uruguay. El actual gobierno ya le ha pasado el problema del déficit fiscal al próximo, y las agencias calificadoras estarán atentas a las medidas en este sentido. Para ambos inversores serán clave las decisiones que se adopten para corregirlo.